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Jeremías 25:26-32

Jeremías 25:26-32 Reina Valera Contemporánea (RVC)

todos los reyes del norte, cercanos y lejanos, unos tras otros, y todos los reinos que hay sobre la faz de la tierra. Finalmente, la beberá el rey de Babilonia. «Tú, Jeremías, les dirás: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Beban, y embriáguense. Vomiten, y cáiganse, y no vuelvan a levantarse, por causa de la espada que yo lanzo contra ustedes.’” »Y si no quieren tomar ni beber de la copa que les ofreces, les dirás que yo, el Señor de los ejércitos, he dicho que tienen que beberla. Porque yo he comenzado ya a castigar a la ciudad donde se invoca mi nombre, y ninguno de ustedes saldrá bien librado. Yo estoy descargando la espada sobre todos los habitantes de la tierra. —Palabra del Señor de los ejércitos. »Tú, Jeremías, profetiza contra ellos todas estas palabras. Diles que yo, el Señor, les haré oír mi voz desde lo alto, desde mi santa morada; ¡lanzaré un fuerte rugido contra mi pueblo! Será como los cantos del lagar, contra todos los habitantes de la tierra. El estruendo de mi voz se oirá hasta lo último de la tierra, porque yo, el Señor, he entablado un juicio contra las naciones. Yo soy el Juez de la humanidad entera, y dejaré que la espada acabe con los malvados.» —Palabra del Señor. Así ha dicho el Señor de los ejércitos: «Miren, el mal cundirá de nación en nación. ¡Una gran tempestad se levanta desde los extremos de la tierra!

Jeremías 25:26-32 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Se la di a los reyes de los países del norte, lejanos y cercanos, uno tras otro, es decir, a todos los reinos del mundo. Finalmente, el mismo rey de Babilonia bebió de la copa del enojo del SEÑOR. Entonces el SEÑOR me dijo: «Ahora diles: “Esto dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Beban de la copa de mi enojo. Emborráchense y vomiten; caigan para nunca más levantarse, porque envío guerras terribles contra ustedes’”. Ahora bien, si se niegan a aceptar la copa, diles: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ‘No les queda más que beberla. He comenzado a castigar a Jerusalén, la ciudad que lleva mi nombre. ¿Acaso los dejaría a ustedes sin castigo? No, no escaparán del desastre. Enviaré guerra contra todas las naciones de la tierra. ¡Yo, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, he hablado!’”. »Ahora, profetiza todas estas cosas y diles: »“El SEÑOR rugirá contra su propia tierra desde su santa morada en el cielo. Él gritará como los que pisan las uvas; gritará contra todos los habitantes de la tierra. Su grito de juicio llegará hasta los confines de la tierra, porque el SEÑOR presentará su caso contra todas las naciones. Él juzgará a todos los habitantes de la tierra, y matará con la espada a los perversos. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!”». Esto dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren! ¡Nación tras nación sufrirá calamidades! ¡Se está levantando un gran torbellino de furia desde los rincones más distantes de la tierra!».

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