Jueces 3:15-30
Jueces 3:15-30 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Los israelitas volvieron a clamar al SEÑOR, y el SEÑOR levantó un libertador: Aod, hijo de Guerá, de la tribu de Benjamín, quien era zurdo. Por medio de él los israelitas enviaron tributo a Eglón, rey de Moab. Aod se había hecho un puñal de doble filo como de un codo de largo, el cual sujetó a su muslo derecho por debajo de la ropa. Le presentó el tributo a Eglón, rey de Moab, que era muy gordo. Cuando Aod terminó de presentárselo, se fue a despedir a los hombres que habían transportado el tributo. Pero luego se regresó desde las imágenes de piedra que estaban cerca de Guilgal y dijo: —Majestad, tengo un mensaje secreto para usted. —¡Silencio! —ordenó el rey. Y todos sus servidores se retiraron de su presencia. Entonces Aod se acercó al rey, que estaba sentado solo en la habitación del piso superior de su palacio de verano, y le dijo: —Tengo un mensaje de Dios para usted. Cuando el rey se levantó de su trono, Aod extendió la mano izquierda, sacó el puñal que llevaba en el muslo derecho y se lo clavó al rey en el vientre. La empuñadura se hundió tras la hoja, a tal punto que esta salió por la espalda. Además, Aod no sacó el puñal, ya que este quedó totalmente cubierto por la gordura. Luego de cerrar y atrancar las puertas de la habitación del piso superior, Aod salió por la ventana. Cuando ya Aod se había ido, llegaron los siervos del rey y, al ver atrancadas las puertas de la habitación del piso superior, dijeron: «Tal vez está haciendo sus necesidades en el cuarto interior de la casa». Y tanto esperaron que se sintieron desconcertados. Al ver que el rey no abría las puertas de la habitación, las abrieron con una llave. Allí encontraron a su señor tendido en el piso, ya muerto. Mientras esperaban, Aod se escapó. Pasó junto a las imágenes de piedra y huyó a Seirat. Cuando llegó allí, tocó la trompeta en la región montañosa de Efraín y los israelitas descendieron de la montaña, con él a la cabeza. «Síganme —les ordenó—, porque el SEÑOR ha entregado en manos de ustedes a sus enemigos los moabitas». Bajaron con él y, tomando posesión de los cruces del Jordán que conducían a Moab, no dejaron pasar a nadie. En aquella ocasión derrotaron a unos diez mil moabitas, todos robustos y aguerridos. No escapó ni un solo hombre. Aquel día Moab quedó sometido a Israel, y el país tuvo paz durante ochenta años.
Jueces 3:15-30 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
le suplicaron a Dios que los salvara, y él les envió a Ehud hijo de Guerá, que era de la tribu de Benjamín. Ehud era el encargado de llevarle a Eglón los impuestos que los israelitas debían pagarle. Ehud hizo una espada de doble filo, de unos cincuenta centímetros de largo, y como era impedido de la mano derecha se la puso del lado derecho, cubriéndola bajo sus ropas. Luego se fue a llevar los impuestos al rey Eglón. Después de entregarle los impuestos, Ehud y sus hombres salieron de allí. Cerca de Guilgal, donde estaban las estatuas de los ídolos, se despidió de ellos y regresó a donde estaba el rey Eglón, que era muy gordo y estaba sentado en su sala de verano. Ehud le dijo: «Su Majestad, tengo un mensaje secreto para usted». El rey ordenó a sus servidores que salieran. Entonces Ehud se acercó al rey, y le dijo: «El mensaje que traigo es de parte de Dios». Al oír eso el rey, como pudo, se puso de pie. Ehud tomó con su mano izquierda la espada que llevaba del lado derecho, y con tanta fuerza se la clavó al rey en el vientre, que le vació los intestinos. Como Eglón era tan gordo, toda la espada quedó atorada en su gordura. Después Ehud cerró con llave las puertas de la sala de verano, salió por una ventana y se fue. Cuando los servidores del rey volvieron y encontraron las puertas cerradas con llave, pensaron que Eglón estaba haciendo sus necesidades. Esperaron afuera un buen rato, pero como el rey no salía, comenzaron a preocuparse. Entonces abrieron las puertas, y encontraron a su rey tendido en el piso y sin vida. Mientras los servidores habían estado esperando, Ehud se había escapado. Pasó por donde estaban las estatuas de los ídolos, y se refugió en Seirat. Al llegar a las montañas de la tribu de Efraín, tocó la trompeta para reunir a los israelitas. Ellos bajaron de las montañas, con Ehud al frente, y él les dijo: «¡Síganme! ¡Con la ayuda de Dios venceremos a los moabitas!» Los israelitas lo siguieron, y se apoderaron del paso del río Jordán que lleva a Moab, y no dejaron pasar a nadie. Y aunque los moabitas eran fuertes y valientes, aquel día murieron unos diez mil de sus mejores soldados. ¡Ninguno pudo escapar! Después de eso hubo en el territorio ochenta años de paz.
Jueces 3:15-30 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Pero los israelitas volvieron a pedir ayuda al Señor, y él volvió a levantar a otro libertador. Eligió a un benjaminita zurdo llamado Aod hijo de Gera. Un día, los israelitas enviaron un regalo a Eglón, rey de Moab, por medio de Aod. Este se había hecho un puñal de doble filo, que medía como cincuenta centímetros de largo, y se lo ajustó del lado derecho, debajo de su ropa. Cuando Aod llegó ante el rey, que era un hombre robusto, le entregó el regalo, después de lo cual Aod y sus acompañantes se despidieron. Pero al llegar adonde estaban los ídolos de Gilgal, Aod regresó y le dijo: «Su Majestad, tengo algo que decirle en secreto.» El rey le pidió que esperara, y a todos los que estaban con él les ordenó salir. Como el rey estaba sentado solo en su sala de verano, Aod se acercó y le dijo: «Tengo para ti un mensaje de parte de Dios.» Cuando el rey se levantó de su trono, con su mano izquierda Aod sacó el puñal que llevaba en su lado derecho, y se lo hundió en el vientre. Con tal fuerza se lo clavó, que la empuñadura entró junto con la hoja, y su gordura la cubrió, y Aod no pudo retirar el puñal porque al rey se le derramó el excremento. Entonces Aod salió al corredor, cerró las puertas de la sala tras de sí, y las aseguró con el cerrojo. Al salir Aod, los siervos del rey fueron a ver al rey, pero al ver que las puertas de la sala estaban cerradas, dijeron: «Seguramente el rey se está cubriendo los pies en la sala de verano.» Pero como pasaba el tiempo y el rey no abría, no sabían qué hacer; finalmente, tomaron la llave y abrieron, y se encontraron con que su amo estaba tirado en el suelo, ya muerto. Como ellos se entretuvieron tanto tiempo, Aod logró escapar y, luego de pasar más allá de los ídolos, se puso a salvo en Seirat. Al llegar allá, hizo sonar el cuerno en el monte de Efraín, y los israelitas descendieron con él del monte. Aod iba al frente de ellos, y les dijo: «Síganme, porque el Señor ha entregado a los moabitas en nuestras manos.» Y los israelitas bajaron tras él, tomaron los vados del Jordán, y no permitieron que nadie más lo cruzara. Ese día mataron como a diez mil moabitas, y aunque todos eran valientes hombres de guerra, ninguno de ellos escapó con vida. Así fue subyugado Moab bajo el mando de Israel, y la tierra estuvo en paz durante ochenta años.
Jueces 3:15-30 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
hasta que le suplicaron al Señor y él hizo que surgiera alguien para salvarlos. Ese salvador fue un zurdo llamado Ehud, hijo de Guerá, de la tribu de Benjamín. Un día, los israelitas enviaron el tributo a Eglón por medio de Ehud. Pero Ehud se hizo una espada de dos filos, como de medio metro de largo, y se la puso al cinto por debajo de la ropa y al lado derecho; luego se fue a llevarle el tributo a Eglón, que era muy gordo. Después de entregarle a Eglón el tributo, Ehud salió con los que habían venido con él, pero al llegar a los ídolos que están cerca de Guilgal, Ehud regresó a donde estaba Eglón y le dijo: —Tengo un mensaje para Su Majestad, pero debo dárselo en privado. El rey ordenó entonces a los que estaban a su servicio que guardaran silencio y salieran de su presencia. En cuanto Ehud se quedó a solas con Eglón, que estaba sentado en la sala de verano, se acercó a él y le dijo: —El mensaje que traigo a Su Majestad es de parte de Dios. Al oír esto, Eglón se levantó de su trono, pero Ehud, que era zurdo, se llevó la mano izquierda al lado derecho, sacó su espada y se la clavó a Eglón en el vientre. Se la clavó tan fuerte que no solo entró toda la hoja sino también la empuñadura, quedando cubierta la espada por la gordura de Eglón, pues Ehud no se la sacó. Después Ehud cerró las puertas con el cerrojo, y salió por la ventana. Cuando ya se había ido, vinieron los que estaban al servicio del rey, y al ver las puertas cerradas pensaron que el rey se había encerrado en la sala de verano para hacer sus necesidades. Pero después de mucho esperar, empezaron a preocuparse al ver que el rey no salía. Entonces tomaron la llave, y al abrir encontraron a su amo tendido en el suelo. Mientras aquellos perdían tiempo, Ehud huyó, y después de pasar los ídolos de Guilgal se refugió en Seirat. Cuando llegó a territorio israelita, dio un toque de trompeta en los montes de Efraín para llamar a los israelitas, y todos ellos bajaron de los montes con Ehud a la cabeza. Ehud les dijo que lo siguieran, pues el Señor les daría la victoria sobre sus enemigos los moabitas. Entonces ellos lo siguieron y tomaron posesión de los vados del Jordán, y no dejaron pasar a nadie. En aquella ocasión mataron a unos diez mil moabitas, todos ellos soldados fuertes y valientes. Ni uno solo escapó con vida. Así fue como los israelitas derrotaron a Moab. Después de eso hubo paz en la región durante ochenta años.
Jueces 3:15-30 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová les levantó un libertador, a Aod hijo de Gera, benjamita, el cual era zurdo. Y los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón rey de Moab. Y Aod se había hecho un puñal de dos filos, de un codo de largo; y se lo ciñó debajo de sus vestidos a su lado derecho. Y entregó el presente a Eglón rey de Moab; y era Eglón hombre muy grueso. Y luego que hubo entregado el presente, despidió a la gente que lo había traído. Mas él se volvió desde los ídolos que están en Gilgal, y dijo: Rey, una palabra secreta tengo que decirte. Él entonces dijo: Calla. Y salieron de delante de él todos los que con él estaban. Y se le acercó Aod, estando él sentado solo en su sala de verano. Y Aod dijo: Tengo palabra de Dios para ti. Él entonces se levantó de la silla. Entonces alargó Aod su mano izquierda, y tomó el puñal de su lado derecho, y se lo metió por el vientre, de tal manera que la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura cubrió la hoja, porque no sacó el puñal de su vientre; y salió el estiércol. Y salió Aod al corredor, y cerró tras sí las puertas de la sala y las aseguró con el cerrojo. Cuando él hubo salido, vinieron los siervos del rey, los cuales viendo las puertas de la sala cerradas, dijeron: Sin duda él cubre sus pies en la sala de verano. Y habiendo esperado hasta estar confusos, porque él no abría las puertas de la sala, tomaron la llave y abrieron; y he aquí su señor caído en tierra, muerto. Mas entre tanto que ellos se detuvieron, Aod escapó, y pasando los ídolos, se puso a salvo en Seirat. Y cuando había entrado, tocó el cuerno en el monte de Efraín, y los hijos de Israel descendieron con él del monte, y él iba delante de ellos. Entonces él les dijo: Seguidme, porque Jehová ha entregado a vuestros enemigos los moabitas en vuestras manos. Y descendieron en pos de él, y tomaron los vados del Jordán a Moab, y no dejaron pasar a ninguno. Y en aquel tiempo mataron de los moabitas como diez mil hombres, todos valientes y todos hombres de guerra; no escapó ninguno. Así fue subyugado Moab aquel día bajo la mano de Israel; y reposó la tierra ochenta años.
Jueces 3:15-30 La Biblia de las Américas (LBLA)
Pero los hijos de Israel clamaron al SEÑOR, y el SEÑOR les levantó un libertador, a Aod, hijo de Gera, benjamita, el cual era zurdo. Y los hijos de Israel enviaron tributo con él a Eglón, rey de Moab. Aod se hizo una espada de dos filos, de un codo de largo, y la ató a su muslo derecho debajo de la ropa. Y presentó el tributo a Eglón, rey de Moab; y Eglón era un hombre muy grueso. Y aconteció que cuando terminó de presentar el tributo, despidió a la gente que había traído el tributo. Pero él se volvió desde los ídolos que estaban en Gilgal, y dijo: Tengo un mensaje secreto para ti, oh rey. Y este dijo: Guarda silencio. Y todos los que le servían salieron. Aod vino a él cuando estaba sentado solo en su sala de verano. Y Aod dijo: Tengo un mensaje de Dios para ti. Y él se levantó de su silla. Aod alargó la mano izquierda, tomó la espada de su muslo derecho, y se la hundió en el vientre. Y la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura se cerró sobre la hoja, pues no sacó la espada de su vientre; y se le salieron los excrementos. Entonces salió Aod al corredor, cerró tras sí las puertas de la sala de la terraza y les pasó el cerrojo. Después de haber salido, vinieron los siervos y miraron, y he aquí, las puertas de la sala de la terraza tenían pasado el cerrojo, y dijeron: Sin duda está haciendo su necesidad en la sala de verano. Y esperaron hasta sentir inquietud, pues he aquí que él no abría las puertas de la sala de la terraza. Entonces tomaron la llave y las abrieron, y he aquí, su señor caído en el suelo, muerto. Mas Aod había escapado mientras ellos esperaban; pasando por los ídolos, había escapado a Seirat. Y cuando llegó, tocó la trompeta en la región montañosa de Efraín; y los hijos de Israel descendieron con él de la región montañosa, estando él al frente de ellos. Y les dijo: Perseguidlos, porque el SEÑOR ha entregado en vuestras manos a vuestros enemigos, los moabitas. Y descendieron tras él y se apoderaron de los vados del Jordán frente a Moab, y no dejaron pasar a nadie. En aquella ocasión mataron a unos diez mil moabitas, todos hombres robustos y valientes; ninguno escapó. Y fue subyugado Moab aquel día bajo la mano de Israel. Y la tierra tuvo descanso por ochenta años.
Jueces 3:15-30 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Sin embargo, cuando el pueblo de Israel clamó al SEÑOR por ayuda, el SEÑOR nuevamente levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Aod, hijo de Gera, quien era un hombre zurdo, de la tribu de Benjamín. Los israelitas enviaron a Aod a entregar el dinero del tributo al rey Eglón, de Moab. Así que Aod hizo una daga de dos filos, de unos treinta centímetros de largo, la ató a su muslo derecho y la escondió debajo de la ropa. Luego le llevó el dinero del tributo a Eglón, quien era muy gordo. Después de entregar el pago, Aod emprendió el regreso junto con los que le habían ayudado a llevar el tributo. Pero cuando Aod llegó a donde estaban los ídolos de piedra, cerca de Gilgal, se regresó. Se presentó ante Eglón y le dijo: «Tengo un mensaje secreto para usted». Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes que se callaran y que todos salieran de la habitación. Así que Aod se acercó a Eglón, quien estaba sentado solo en una habitación fresca de la planta alta, y le dijo: «¡Tengo un mensaje de Dios para usted!». Cuando el rey Eglón se levantó de su asiento, Aod sacó con la mano izquierda la daga que tenía atada al muslo derecho y se la clavó al rey en el vientre. La daga entró tan profundo que la empuñadura se hundió bajo la gordura del rey. Así que Aod no sacó la daga, y al rey se le vaciaron los intestinos. Entonces Aod cerró las puertas de la habitación, les puso llave y escapó por la letrina. Aod ya se había ido cuando los sirvientes del rey regresaron y encontraron cerradas las puertas de la habitación de la planta alta. Pensaron que tal vez el rey estaba usando la letrina dentro del cuarto, así que esperaron. Pero al ver que el rey tardaba mucho en salir, se preocuparon y buscaron una llave. Cuando abrieron las puertas, encontraron a su amo muerto en el suelo. Mientras los sirvientes esperaban, Aod escapó y pasó por los ídolos de piedra rumbo a Seirat. Cuando llegó a la zona montañosa de Efraín, llamó a tomar las armas. Después encabezó un grupo de israelitas colina abajo. «Síganme —les dijo—, porque el SEÑOR les ha dado la victoria sobre Moab, su enemigo». Así que los israelitas lo siguieron y tomaron control de los vados del río Jordán que cruzan hacia Moab, y no dejaron que nadie pasara. Atacaron a los moabitas y mataron a unos diez mil de sus guerreros más fuertes y robustos; no escapó ni uno de ellos. Así que Israel conquistó a Moab en aquel día, y hubo paz en la tierra durante ochenta años.