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Isaías 60:1-22

Isaías 60:1-22 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

«¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado! ¡La gloria del SEÑOR brilla sobre ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del SEÑOR brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria! Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso. »Alza los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti. Tus hijos llegan desde lejos; a tus hijas las traen en brazos. Verás esto y te pondrás radiante de alegría; vibrará tu corazón y se henchirá de gozo; porque te traerán los tesoros del mar, y te llegarán las riquezas de las naciones. Te llenarás con caravanas de camellos, con dromedarios de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá, cargando oro e incienso y proclamando las alabanzas del SEÑOR. En ti se reunirán todos los rebaños de Cedar, te servirán los carneros de Nebayot; subirán como ofrendas agradables sobre mi altar, y yo embelleceré mi Templo glorioso. »¿Quiénes son los que pasan como nubes y como palomas rumbo a su palomar? En mí esperarán las costas lejanas, a la cabeza vendrán los barcos de Tarsis trayendo de lejos a tus hijos y, con ellos, su plata y su oro, para la honra del SEÑOR tu Dios, el Santo de Israel, porque él te ha llenado de gloria. »Los extranjeros reconstruirán tus muros, y sus reyes te servirán. Aunque en mi furor te castigué, por mi bondad tendré compasión de ti. Tus puertas estarán siempre abiertas; ni de día ni de noche se cerrarán. Te traerán las riquezas de las naciones; ante ti desfilarán sus reyes. La nación o el reino que no te sirva perecerá; quedarán arruinados por completo. »Te llegará la gloria del Líbano, con los cipreses, junto a los pinos y los abetos, para embellecer el lugar de mi santuario. Glorificaré el lugar donde reposan mis pies. Ante ti vendrán a inclinarse los hijos de tus opresores; todos los que te desprecian se postrarán a tus pies, y te llamarán “Ciudad del SEÑOR”, “Sión del Santo de Israel”. »Aunque fuiste abandonada y aborrecida, y nadie transitaba por tus calles, haré de ti el orgullo eterno y la alegría de todas las generaciones. Te alimentarás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes serás amamantada. Sabrás entonces que yo, el SEÑOR, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor. En vez de bronce te traeré oro; en lugar de hierro, plata. En vez de madera te traeré bronce, y en lugar de piedras, hierro. Haré que la paz te gobierne y que la justicia te rija. Ya no se sabrá de violencia en tu tierra ni de ruina y destrucción en tus fronteras, sino que llamarás a tus muros “Salvación”, y a tus puertas, “Alabanza”. Ya no será el sol tu luz durante el día ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el SEÑOR será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria. Tu sol no volverá a ponerse ni menguará tu luna; será el SEÑOR tu luz eterna y llegarán a su fin tus días de duelo. Entonces todo tu pueblo será justo y poseerá la tierra para siempre. Serán el renuevo plantado por mí mismo, la obra maestra que me glorificará. El más débil se multiplicará por miles, y el menor llegará a ser una nación poderosa. Yo soy el SEÑOR; cuando llegue el momento, actuaré sin demora».

Isaías 60:1-22 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Isaías dijo: «Habitantes de Jerusalén, ustedes están llenos de esplendor porque la gloria de Dios brilla sobre ustedes. Una noche oscura envuelve a las naciones, pero Dios hará brillar su luz, y así los reyes del mundo verán la gloria futura de Israel». Dios dijo: «Habitantes de Jerusalén, levanten los ojos y miren a su alrededor: todo el mundo se reúne en Jerusalén. De muy lejos vienen familias enteras, con sus niños en brazos. Al verlos llegar, con los tesoros del mar y las riquezas de las naciones, se llenarán de gozo y alegría. »A Jerusalén vendrá mucha gente de las regiones del desierto. Vendrán montados sobre muchos camellos. También vendrá gente del reino de Sabá. Vendrá con incienso y oro, y alabará mis grandes hechos. Las ovejas del país de Quedar serán para ustedes; sobre mi altar me podrán presentar los carneros de Nebaiot como ofrendas agradables, y yo haré que mi templo se vea aun más hermoso. »Llegan barcos de alta mar trayendo a los habitantes de Jerusalén con su oro y su plata. Vienen para adorarme, pues soy el Dios santo de Israel que los llena de poder. »Habitantes de Jerusalén, yo estuve muy enojado con ustedes y por eso los castigué; pero ahora les mostraré lo mucho que los amo. Gente extranjera reconstruirá las murallas de la ciudad, y los reyes de otras naciones se pondrán a su servicio. »Los portones de Jerusalén no se cerrarán ni de día ni de noche; así las naciones, bajo la guía de sus reyes, podrán traerles sus riquezas. Todas las naciones que no estén al servicio de ustedes serán destruidas por completo». Dios continuó diciendo a los habitantes de Jerusalén: «Todas las riquezas del Líbano y todas sus finas maderas vendrán a dar hermosura a mi templo, donde he puesto mi trono. »Los descendientes de sus antiguos enemigos vendrán y se humillarán ante ustedes; quienes antes los despreciaban, se arrodillarán ante ustedes y llamarán a Jerusalén: “Ciudad del Dios santo de Israel”. »Jerusalén se ha quedado abandonada, odiada y muy sola, pero yo haré que llegue a ser motivo de orgullo y alegría. Las naciones traerán sus mejores alimentos y los reyes le entregarán sus regalos. Así los habitantes de Jerusalén reconocerán que yo soy el poderoso Salvador de Israel. »Yo, el Dios de Israel, haré que gobierne la paz y que haya justicia. Les daré oro en vez de bronce, plata en vez de hierro, bronce en vez de madera, y hierro en vez de piedras. »Nunca más se oirá en Israel el ruido de la violencia, ni habrá destrucción ni ruina: a las murallas de Jerusalén las llamarán “Salvación”, y a sus portones “Alabanza”. Ya no será necesario que el sol alumbre de día y que la luna brille de noche, porque para siempre yo seré su luz y resplandor. »El sol jamás se ocultará y la luna nunca perderá su luz, porque yo soy el Dios de Israel, y seré para ustedes una luz que brillará para siempre. Así pondré fin a su tristeza. »En Jerusalén solo vivirá gente honrada que será la dueña del país. Será como los brotes de una planta que yo mismo plantaré; será la obra de mis manos que manifestará mi poder. Hasta la familia más pequeña se convertirá en una gran nación. Yo soy el único Dios, y cuando llegue el momento, haré que todo esto suceda pronto».

Isaías 60:1-22 Reina Valera Contemporánea (RVC)

¡Levántate, resplandece! ¡Tu luz ha llegado! ¡Ya la gloria del Señor brilla sobre ti! La tierra está cubierta de tinieblas, y una densa oscuridad envuelve a las naciones; pero sobre ti brilla el Señor, como la aurora; sobre ti se puede contemplar su gloria. Tu luz guiará los pasos de las naciones; los reyes se guiarán por el resplandor de tu aurora. Levanta la vista y mira a tu alrededor: todos estos se han reunido, han acudido a ti. Tus hijos vienen de muy lejos; tus hijas son llevadas en brazos. Cuando veas esto, te pondrás radiante; tu corazón se ensanchará y quedará maravillado al ver que a ti llega la abundancia del mar, y sobre ti se vuelcan las riquezas de las naciones. Una multitud de camellos te cubrirá; vendrán a ti dromedarios de Madián y de Efa, y todos los que hay en Sabá, cargados de oro e incienso, y se proclamarán alabanzas al Señor. Todos los rebaños de Cedar se juntarán en tu honor, y te serán servidos carneros de Nebayot; serán ofrecidos sobre mi altar como ofrendas agradables, y yo embelleceré mi casa con mi gloria. ¿Quiénes son estos que pasan como nubes? ¿Quiénes vuelan como palomas a sus ventanas? Son los habitantes de las costas, que esperan en mí. Al frente vienen las naves de Tarsis, trayendo a tus hijos de muy lejos. Y ellos traen su plata y su oro para honrar el nombre del Señor tu Dios, el Santo de Israel, que te ha enriquecido. Gente extranjera edificará tus murallas, y sus reyes estarán a tu servicio, porque aunque te castigué cuando me hiciste enojar, una vez calmado mi enojo tendré compasión de ti. Las puertas de tu ciudad siempre estarán abiertas; no se cerrarán ni de día ni de noche, porque a ti serán traídas las riquezas de las naciones, y ante ti serán paseados sus reyes. La nación o el reino que no te sirvan, serán destruidos y asolados por completo. A ti serán traídos todos los majestuosos cipreses, pinos y bojes del Líbano, para decorar el lugar de mi santuario; y yo daré esplendor al lugar donde poso mis pies. Los hijos de tus opresores vendrán y se humillarán ante ti, y a tu paso se inclinarán todos los que te insultaban, y te llamarán «Ciudad del Señor», y también «la Sión del Santo de Israel». Aunque estuviste abandonada y fuiste aborrecida, y ya nadie pasaba por ti, haré de ti un motivo de orgullo perdurable y de alegría sin fin. Tu alimento será lo mejor de las naciones, libarás la riqueza de los reyes, y sabrás que yo soy el Señor, tu salvador y redentor, el Fuerte de Jacob. A ti traeré oro en vez de bronce, plata en vez de hierro, bronce en vez de madera, y hierro en vez de piedras; la paz será quien te gobierne, y la justicia será quien te dirija. Nunca más volverá a escucharse que en tu tierra hay violencia, ni que en tu territorio hay destrucción ni quebrantamiento. A tus murallas las llamarás «Salvación», y a tus puertas las llamarás «Alabanza». El sol no volverá a ser tu luz durante el día, ni te alumbrará más el resplandor de la luna, porque el Señor será para ti una luz perdurable; tu Dios será tu gloria. Tu sol no volverá a ponerse, ni tu luna volverá a oscurecerse, porque el Señor será para ti una luz perdurable, y tus días de tristeza llegarán a su fin. Todos en tu pueblo serán personas justas, y para siempre heredarán la tierra. Para gloria mía, serán renuevos de mi propio campo, ¡la obra de mis manos! El más pequeño contará por mil, y el menor, por un pueblo fuerte. Yo soy el Señor, y a su tiempo haré que esto se cumpla sin tardanza.

Isaías 60:1-22 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti. La oscuridad cubre la tierra, la noche envuelve a las naciones, pero el Señor brillará sobre ti y sobre ti aparecerá su gloria. Las naciones vendrán hacia tu luz, los reyes vendrán hacia el resplandor de tu amanecer. Levanta los ojos, y mira a tu alrededor: todos se reúnen y vienen hacia ti. Tus hijos vendrán desde lejos; tus hijas serán traídas en brazos. Tú, al verlos, estarás radiante de alegría, tu corazón se llenará de gozo; te traerán los tesoros de los países del mar, te entregarán las riquezas de las naciones. Te verás cubierta de caravanas de camellos que vienen de Madián y de Efá; vendrán todos los de Sabá, cargados de oro y de incienso, y proclamarán las acciones gloriosas del Señor. Todos los rebaños de Quedar serán para ti; los carneros de Nebaiot estarán a tu servicio, para que los ofrezcas al Señor en su altar como ofrendas agradables, y él hará aún más bello su hermoso templo. ¿Quiénes son esos que vuelan como nubes, que van como palomas a sus palomares? Son barcos que vienen juntos, con las naves de Tarsis a la cabeza, trayendo de lejos a tus hijos, con su oro y su plata, en honor de tu Señor, el Dios Santo de Israel, quien te hizo gloriosa. Gente extranjera reconstruirá tus murallas, y sus reyes te servirán; pues aunque en su ira el Señor te castigó, ahora en su bondad te ha tenido compasión. Tus puertas estarán siempre abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que puedan traerte las riquezas de las naciones y entren los reyes con su comitiva. El país que no te sirva, perecerá; naciones enteras serán destruidas. El Señor dice a Jerusalén: «Las riquezas del Líbano vendrán a ti: pinos, abetos y cipreses, para embellecer mi templo, para dar gloria al lugar donde pongo mis pies. Los hijos de los que te oprimieron vendrán a humillarse delante de ti, y todos los que te despreciaban se arrodillarán a tus pies y te llamarán “Ciudad del Señor”, “Sión del Dios Santo de Israel”. Ya no estarás abandonada, odiada y sola, sino que yo te haré gloriosa eternamente, motivo de alegría para siempre. Las naciones te darán sus mejores alimentos y los reyes te traerán sus riquezas; y reconocerás que yo, el Señor, soy tu salvador, que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor. »En vez de bronce te daré oro, en vez de hierro, plata, en vez de madera, bronce, y en vez de piedras, hierro. Haré que la paz te gobierne y que la rectitud te dirija. En tu tierra no se volverá a oír el ruido de la violencia, ni volverá a haber destrucción y ruina en tu territorio, sino que llamarás a tus murallas “Salvación” y a tus puertas “Alabanza”. »Ya no necesitarás que el sol te alumbre de día, ni que la luna te alumbre de noche, porque yo, el Señor, seré tu luz eterna; yo, tu Dios, seré tu esplendor. Tu sol no se ocultará jamás ni tu luna perderá su luz, porque yo, el Señor, seré tu luz eterna; tus días de luto se acabarán. »Todos los de tu pueblo serán gente honrada, serán dueños de su país por siempre, retoños de una planta que yo mismo he plantado, obra que he hecho con mis manos para mostrar mi gloria. Este puñado tan pequeño se multiplicará por mil; este pequeño número será una gran nación. Yo soy el Señor, yo haré que se realice pronto, a su debido tiempo.»

Isaías 60:1-22 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. Alza tus ojos alrededor y mira, todos estos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti. Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová. Todo el ganado de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebaiot te serán servidos; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria. ¿Quiénes son estos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas? Ciertamente a mí esperarán los de la costa, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado. Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia. Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes. Porque la nación o el reino que no te sirviere perecerá, y del todo será asolado. La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario; y yo honraré el lugar de mis pies. Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel. En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos. Y mamarás la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy el Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob. En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu tributo, y justicia por tus opresores. Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio, sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza. El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados. Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme. El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto.

Isaías 60:1-22 La Biblia de las Américas (LBLA)

Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz y la gloria del SEÑOR ha amanecido sobre ti. Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra y densa oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el SEÑOR, y sobre ti aparecerá su gloria. Y acudirán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer. ¶Levanta tus ojos en derredor y mira: todos se reúnen, vienen a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces lo verás y resplandecerás, y se estremecerá y se regocijará tu corazón, porque vendrá sobre ti la abundancia del mar, las riquezas de las naciones vendrán a ti. Una multitud de camellos te cubrirá, camellos jóvenes de Madián y de Efa; todos los de Sabá vendrán, traerán oro e incienso, y traerán buenas nuevas de las alabanzas del SEÑOR. Todos los rebaños de Cedar serán reunidos para ti, los carneros de Nebaiot estarán a tu servicio; subirán como ofrenda agradable sobre mi altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria. ¿Quiénes son estos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas? Ciertamente las costas me esperarán, y las naves de Tarsis vendrán primero, para traer a tus hijos de lejos, y su plata y su oro con ellos, por el nombre del SEÑOR tu Dios, y por el Santo de Israel que Él te ha glorificado. ¶Extranjeros edificarán tus murallas, y sus reyes te servirán; porque en mi furor te herí, pero en mi benevolencia he tenido compasión de ti. Tus puertas estarán abiertas de continuo; ni de día ni de noche se cerrarán, para que te traigan las riquezas de las naciones, con sus reyes llevados en procesión. Porque la nación y el reino que no te sirvan, perecerán, y esas naciones serán ciertamente destruidas. La gloria del Líbano vendrá a ti, el ciprés, el olmo y el boj a una, para hermosear el lugar de mi santuario; y yo haré glorioso el lugar de mis pies. Vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, se postrarán a las plantas de tus pies todos los que te despreciaban, y te llamarán Ciudad del SEÑOR, Sión del Santo de Israel. ¶Por cuanto tú estabas abandonada y aborrecida, sin que nadie pasara por ti, haré de ti gloria eterna, gozo de generación en generación. Y mamarás la leche de las naciones, al pecho de los reyes mamarás; entonces sabrás que yo, el SEÑOR, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Jacob. En vez de bronce, traeré oro, en vez de hierro, traeré plata, en vez de madera, bronce, y en vez de piedras, hierro. Pondré como tus administradores la paz, y como tus gobernantes la justicia. No se oirá hablar más de violencia en tu tierra, ni de desolación, ni de destrucción dentro de tus límites; sino que llamarás a tus murallas salvación y a tus puertas alabanza. Ya el sol no será para ti luz del día, ni el resplandor de la luna te alumbrará; sino que tendrás al SEÑOR por luz eterna, y a tu Dios por tu gloria. Nunca más se pondrá tu sol, ni menguará tu luna, porque tendrás al SEÑOR por luz eterna, y se habrán acabado los días de tu luto. Entonces todos los de tu pueblo serán justos; para siempre poseerán la tierra, vástago de mi plantío, obra de mis manos, para que yo me glorifique. El más pequeño llegará a ser un millar, y el más insignificante una nación poderosa. Yo, el SEÑOR, a su tiempo lo apresuraré.

Isaías 60:1-22 Nueva Traducción Viviente (NTV)

»¡Levántate, Jerusalén! Que brille tu luz para que todos la vean. Pues la gloria del SEÑOR se levanta para resplandecer sobre ti. Una oscuridad negra como la noche cubre a todas las naciones de la tierra, pero la gloria del SEÑOR se levanta y aparece sobre ti. Todas las naciones vendrán a tu luz; reyes poderosos vendrán para ver tu resplandor. »¡Levanta los ojos, porque todo el mundo vuelve a casa! Tus hijos llegan desde tierras lejanas; tus hijas pequeñas serán traídas en brazos. Resplandecerán tus ojos, y tu corazón se estremecerá de alegría porque los mercaderes del mundo entero vendrán a ti. Te traerán las riquezas de muchos países. Enormes caravanas de camellos convergerán en ti; los camellos de Madián y de Efa. Los habitantes de Saba traerán oro e incienso y vendrán adorando al SEÑOR. A ti te serán dados los rebaños de Cedar, y los carneros de Nebaiot serán traídos para mis altares. Aceptaré sus ofrendas y haré glorioso mi templo. »¿Y qué veo volando hacia Israel como las nubes, como las palomas hacia su nido? Son barcos de los confines de la tierra, de países que confían en mí, con los grandes barcos de Tarsis a la cabeza. Traen al pueblo de Israel de regreso a su hogar desde muy lejos, transportando su plata y su oro. Honrarán al SEÑOR tu Dios, al Santo de Israel, porque él te ha llenado de esplendor. »Vendrán extranjeros para reconstruir tus ciudades y sus reyes te servirán. Aunque te destruí en mi enojo, ahora tendré misericordia de ti por mi gracia. Tus puertas permanecerán abiertas de día y de noche para recibir las riquezas de muchos países. Los reyes del mundo serán llevados como cautivos en un desfile victorioso. Las naciones que se nieguen a servirte serán destruidas. »La gloria del Líbano será tuya —los bosques de ciprés, de abeto y de pino— para embellecer mi santuario. ¡Mi templo será glorioso! Los descendientes de los que te atormentaron vendrán a inclinarse ante ti. Los que te despreciaron te besarán los pies. Te llamarán la Ciudad del SEÑOR, y Sion del Santo de Israel. »Aunque una vez fuiste despreciada y odiada, y nadie pasaba por tus calles, yo te haré hermosa para siempre, una alegría para todas las generaciones. Reyes poderosos y grandes naciones colmarán todas tus necesidades, como si fueras un niño amamantado por una reina. Por fin sabrás que yo, el SEÑOR, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Israel. Cambiaré tu bronce por oro, tu hierro por plata, tu madera por bronce y tus piedras por hierro. Haré que la paz sea tu líder, y la justicia, tu gobernante. La violencia desaparecerá de tu tierra; se terminarán la desolación y la destrucción de la guerra. La salvación te rodeará como las murallas de una ciudad, y la alabanza estará en los labios de todos los que entren allí. »Ya no necesitarás que el sol brille durante el día, ni que la luna alumbre durante la noche, porque el SEÑOR tu Dios será tu luz perpetua, y tu Dios será tu gloria. Tu sol nunca se pondrá; tu luna nunca descenderá. Pues el SEÑOR será tu luz perpetua. Tus días de duelo llegarán a su fin. Todo tu pueblo será justo; poseerá para siempre su tierra, pues yo lo plantaré allí con mis propias manos con el fin de darme gloria a mí mismo. La familia más pequeña se convertirá en mil personas, y el grupo más diminuto se convertirá en una nación poderosa. A su debido tiempo, yo, el SEÑOR, haré que esto suceda».

Isaías 60:1-22

Isaías 60:1-22 RVR1960