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Isaías 44:1-28

Isaías 44:1-28 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

»Pero ahora escucha, Jacob, mi siervo, Israel, a quien he escogido. Así dice el SEÑOR, el que te hizo, el que te formó en el seno materno y te brinda su ayuda: “No temas, Jacob, mi siervo, Jesurún, a quien he escogido, que regaré con agua la tierra sedienta y con arroyos el suelo seco; derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia y mi bendición sobre tus vástagos, y brotarán como hierba en un prado, como sauces junto a arroyos. Uno dirá: ‘Pertenezco al SEÑOR’; otro llevará el nombre de Jacob y otro escribirá en su mano: ‘Yo soy del SEÑOR’ y tomará para sí el nombre de Israel”. SEÑOR »Así dice el SEÑOR, el SEÑOR de los Ejércitos, Rey y Redentor de Israel: “Yo soy el Primero y el Último; fuera de mí no hay otro dios. ¿Quién es como yo? Que lo diga. Que declare lo que ha ocurrido desde que establecí a mi antiguo pueblo; que exponga ante mí lo que está por venir, que anuncie lo que va a suceder. No tiemblen ni se asusten. ¿Acaso no lo anuncié y predije hace tiempo? Ustedes son mis testigos. ¿Hay algún Dios fuera de mí? No, no hay otra Roca; no conozco ninguna”». Los que fabrican imágenes no son nada; inútiles son sus obras más preciadas. Para su propia vergüenza, sus propios testigos no ven ni conocen. ¿Quién modela una imagen o funde un ídolo, que no sirve para nada? Todos sus devotos quedarán avergonzados; ¡simples mortales son los artesanos! Que todos se reúnan y comparezcan; ¡aterrados y avergonzados quedarán todos ellos! El herrero toma una herramienta y con ella trabaja sobre las brasas; con martillo modela un ídolo, con la fuerza de su brazo lo forja. Siente hambre y pierde las fuerzas; no bebe agua y desfallece. El carpintero mide con un cordel, hace un boceto con un estilete, lo trabaja con el escoplo y lo traza con el compás. Le da forma humana; le imprime la belleza de un ser humano, para que habite en un santuario. Derriba los cedros, escoge un ciprés o un roble y lo deja crecer entre los árboles del bosque; o planta un pino, que la lluvia hace crecer. A la gente le sirve de combustible, toma una parte para calentarse; enciende un fuego y hornea pan. Pero también labra un dios y lo adora; hace una imagen y se postra ante ella. La mitad de la madera la quema en el fuego, sobre esa mitad prepara su comida; asa la carne y se sacia. También se calienta y dice: «¡Ah! Ya voy entrando en calor, mientras contemplo las llamas». Con el resto hace un dios, su ídolo; se postra ante él y la adora. Y suplicante dice: «Sálvame, pues tú eres mi dios». No saben nada, no entienden nada; sus ojos están velados y no ven; su corazón está cerrado y no entienden. Ninguno se detiene a pensar, les falta conocimiento y entendimiento para decir: «Usé la mitad para combustible; incluso horneé pan sobre las brasas, asé carne y la comí. ¿Y haré algo abominable con lo que queda? ¿Me postraré ante un pedazo de madera?». Se alimentan de cenizas, se dejan engañar por sus ilusos corazones, no pueden salvarse a sí mismos ni decir: «¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!». «Recuerda estas cosas, Jacob, porque tú eres mi siervo, Israel. Yo te formé, tú eres mi siervo; Israel, yo no te olvidaré. Como si fuera una nube he borrado tus transgresiones y tus pecados, como la bruma de la mañana. Vuelve a mí, que te he redimido». ¡Canten de alegría, cielos, que esto lo ha hecho el SEÑOR! ¡Griten con fuerte voz, profundidades de la tierra! ¡Prorrumpan en canciones, montañas y bosques, con todos sus árboles! Porque el SEÑOR ha redimido a Jacob, Dios ha manifestado su gloria en Israel. «Así dice el SEÑOR, tu Redentor, quien te formó en el seno materno: »Yo soy el SEÑOR, que ha hecho todas las cosas, yo solo desplegué los cielos y expandí la tierra. ¿Quién estaba conmigo? Yo frustro las señales de los falsos profetas y ridiculizo a los adivinos; yo hago retroceder a los sabios y convierto su sabiduría en necedad. Yo confirmo la palabra de mi siervo y cumplo el consejo de mis mensajeros. »Yo digo que Jerusalén será habitada, que los pueblos de Judá serán reconstruidos y que restauraré sus ruinas. Yo digo a las aguas profundas: “¡Séquense!”. Y ordeno que se sequen sus corrientes. Yo digo de Ciro: “Él es mi pastor; él cumplirá todos mis deseos; dispondrá que Jerusalén sea reconstruida y que se pongan los cimientos del Templo”».

Isaías 44:1-28 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Dios dijo: «Escúchame ahora, pueblo de Israel, mi fiel servidor y mi elegido. Yo soy Dios, tu creador; yo te formé desde antes que nacieras, y vengo en tu ayuda. »No tengas miedo, querido pueblo mío, tú eres mi fiel servidor, tú eres mi elegido. Yo haré que corra agua en el desierto y que broten arroyos en tierras secas. A tus descendientes les daré vida nueva y les enviaré mi bendición. Ellos crecerán como hierba bien regada, como árboles a la orilla del río. Unos dirán: “Yo pertenezco a Dios”; otros se darán cuenta de que son descendientes de Jacob, y se grabarán en la mano: “Yo soy propiedad de Dios”». El Dios todopoderoso, rey y salvador de Israel, continuó diciendo: «Yo soy el primero y el último; fuera de mí no hay otro Dios. Si acaso lo hay, que se presente y lo diga; que anuncie el futuro y diga lo que va a suceder. »¡Ánimo, no tengan miedo! Desde hace mucho tiempo les he anunciado estas cosas y ustedes son mis testigos. No hay otro dios fuera de mí, no hay otro dios que los proteja. ¡Y si lo hay, yo no lo conozco!» Isaías dijo: «Los fabricantes de ídolos no valen nada, como tampoco valen nada los ídolos que ellos tanto quieren. Los que adoran a los ídolos son unos ciegos y estúpidos. El que funde el metal para hacer una estatua y adorarla como un dios, pierde el tiempo. Esos artesanos son simples seres humanos: ¡que se enfrenten conmigo en un juicio, y quedarán llenos de vergüenza! »Miren lo que hace el herrero: calienta el metal en el fuego, lo moldea a golpe de martillo y lo trabaja con su fuerte brazo. Pero si el herrero no se alimenta ni bebe agua, se cansa y pierde todas sus fuerzas. »O fíjense en el escultor: toma las medidas con su regla, hace un dibujo con el lápiz y el compás. Luego hace una estatua que se parece a un ser humano, y coloca en un templo esa estatua sin vida. »Hay otros que plantan cedros, y la lluvia los hace crecer. Si prefieren cipreses o robles, los cultivan en el bosque hasta que están bien crecidos. Luego se llevan unas ramas de los árboles para hacer fuego y calentarse, o para cocer el pan. Pero también usan otros pedazos del árbol para hacer la estatua de un dios, ¡y se arrodillan para adorarla! »También hay quienes encienden fuego con la mitad de la madera, asan la carne, se comen el asado, y se sienten satisfechos. Además, se calientan junto al fuego y dicen: “¡Qué bien se está aquí! ¡Ya estamos entrando en calor!” Y con el resto de la madera hacen la estatua de un dios, se arrodillan ante ella para adorarla, y le dirigen esta oración: “¡Sálvanos, pues tú eres nuestro dios!” »Esa gente no entiende nada. Están tan confundidos y cegados que no pueden comprender nada. Les falta inteligencia para entender y poder decir: “Si la mitad de la madera la usamos para hacer el fuego, para asar la carne y cocer el pan, ¡lo que estamos adorando no es más que un simple trozo de madera!” Esa gente se deja engañar por ideas falsas, y no es capaz de entender que lo que tiene en sus manos es pura mentira». Dios dijo: «Recuerda, Israel, que tú eres mi fiel servidor. No te olvides de mí, porque yo soy tu creador. Yo hice desaparecer tus faltas y pecados como desaparecen las nubes en el cielo. ¡Vuelve a obedecerme, porque yo te di libertad!» El profeta Isaías declaró: «¡Cielos, griten de alegría por todo lo que Dios ha hecho! ¡Montañas y árboles del bosque, griten llenos de alegría! Dios ha mostrado su tremendo poder, dando libertad a su pueblo Israel». Isaías le dijo al pueblo: «Dios, tu salvador, el que te formó desde antes que nacieras, dice: “Yo soy Dios, el creador de todas las cosas; yo extendí el cielo y afirmé la tierra, sin que nadie me ayudara. Cuando hablan los falsos profetas, no dejo que se cumpla lo que ellos anuncian; demuestro que los adivinos no tienen razón, y convierto en puras tonterías la sabiduría de los seres humanos. ”En cambio, hago que las palabras y los planes de mis servidores y mensajeros se cumplan y tengan éxito. Yo declaro que la ciudad de Jerusalén volverá a ser habitada; las ciudades de Judá volverán a ser reconstruidas, y no estarán más en ruinas. Yo puedo hacer que el océano se quede seco y que los ríos se queden sin agua. ”Yo le digo a Ciro, el rey de Persia: ‘Tú eres como un pastor de ovejas, y harás lo que yo quiero.’ Yo le digo a Jerusalén: ‘Tú serás reconstruida.’ Y al templo le anuncio: ‘Serás reconstruido desde tus cimientos.’”»

Isaías 44:1-28 Reina Valera Contemporánea (RVC)

»Escúchame ahora, Jacob; tú, Israel, eres mi siervo; yo te escogí. Yo soy el Señor, tu Hacedor, el que te formó desde el vientre y el que siempre te ayudará. Y yo te digo que no temas. Tú eres mi siervo, Jacob; tú eres Jesurún, a quien yo escogí. Y voy a derramar aguas sobre el desierto y ríos sobre la tierra seca, y también voy a derramar mi espíritu sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos. Así ellos crecerán entre la hierba, como crecen los sauces a la orilla de los ríos. Alguno dirá: “Yo soy del Señor”; otro más llevará el nombre de Jacob, y otro más escribirá con su mano “Dedicado al Señor”, y será conocido por el nombre de Israel.» Así dice el Señor, el Rey y Redentor de Israel, el Señor de los ejércitos: «Yo soy el primero; yo soy también el último. Fuera de mí no hay otro Dios. ¿Quién puede proclamar lo que está por venir? ¿Quién puede declararlo y ponerlo en orden ante mí, como lo hago yo desde que establecí al pueblo antiguo? ¡Anuncien lo que viene, lo que está por venir! No temas; no te intimides. ¿Acaso no te lo dije y te lo hice saber desde la antigüedad? Por lo tanto, ustedes son mis testigos. No hay más Dios que yo. No hay otro Fuerte; no conozco a ninguno.» Todos los que se dedican a hacer imágenes talladas no valen nada. Aun lo más valioso de ellos no sirve para nada. Y para confusión suya, ellos mismos son testigos de que esos ídolos no ven ni entienden. ¿Quién dio forma a un dios? ¿O quién fundió una imagen que para nada sirve? ¡Miren! Todos los compañeros de esos artífices serán avergonzados, porque ellos mismos son hombres. Todos ellos se reunirán, y juntos se presentarán, se asustarán, y quedarán avergonzados. El herrero toma las tenazas y trabaja con las ascuas; a golpe de martillo, y con la fuerza de su brazo, le va dando forma; pero luego tiene hambre, y le faltan fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, hace trazos con lápiz rojo, pule la madera con la garlopa y hace dibujos con el compás y le da forma de hombre, de un hombre hermoso, para tenerlo en su casa. Tala cedros y toma madera de ciprés y de encino, que son árboles que crecen en el bosque; y planta pinos, que la lluvia hace crecer. De estos árboles se sirve el hombre para quemarlos y entrar en calor; con ellos enciende también el horno para cocer panes; además, con esa madera se hace un dios, y lo adora; ¡fabrica un ídolo, y se arrodilla ante él! Parte de la leña la quema en el fuego; con parte de esa leña prepara un asado y come carne, y queda satisfecho; luego se calienta y dice: «¡Ah, al ver el fuego entré en calor!» Con la madera sobrante se hace un dios, un ídolo propio, y se postra delante de él y lo adora, y entre ruegos le dice: «Ponme a salvo, porque tú eres mi dios.» Esa gente no sabe ni entiende. ¡Tienen cerrados los ojos, para no ver! ¡Cierran su corazón, para no entender! No se pone a pensar. No es capaz de razonar ni de entender, para decir: «Si parte de esta leña la quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y me la comí, ¿con el resto de esa leña voy a hacer algo abominable? ¿Voy a arrodillarme delante de un tronco de árbol?» Esa gente se alimenta con cenizas; su engañado corazón la lleva a extraviarse, a no poner a salvo su vida, ni a decir: «¿Acaso no es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?» «Jacob, acuérdate de estas cosas. Tú, Israel, eres mi siervo. No te olvides de mí, porque yo te formé y tú eres mi siervo. Yo deshice tus rebeliones y pecados como si deshiciera una nube, como si disipara la niebla. Vuélvete a mí, porque yo te redimí.» Ustedes, cielos, canten alabanzas, porque el Señor ha actuado. Ustedes, profundidades de la tierra, griten de alegría. Ustedes, los montes, canten alabanzas con todo árbol que está en el bosque; porque el Señor redimió a Jacob, y en Israel será glorificado. Así dice el Señor, tu Redentor, el que te formó desde el vientre: «Yo soy el Señor, el que todo lo hace; el que extiende los cielos sin ayuda; el que extiende la tierra por sí mismo; el que deshace las señales de los adivinos y vuelve locos a los agoreros; el que hace retroceder a los sabios y diluye su sabiduría. Yo soy el que afirma la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros. Yo soy el que dice a Jerusalén: “Volverás a ser habitada”, y a las ciudades de Judá: “Ustedes serán reconstruidas. Yo levantaré sus ruinas”. Yo soy el que dice a las profundidades: “Secas quedarán, pues yo secaré sus ríos”. Yo soy el que dice de Ciro: “Él es mi pastor, y llevará a cabo todo lo que yo quiero”. Yo soy el que dice a Jerusalén: “Serás edificada”, y al templo: “Serás cimentado”.

Isaías 44:1-28 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

»Escúchame ahora, Israel, pueblo de Jacob, mi siervo, mi elegido. Yo soy el Señor, tu creador, que te formó desde antes de nacer y que te ayuda. No temas, Jesurún, pueblo de Jacob, mi siervo, mi elegido, porque voy a hacer que corra agua en el desierto, arroyos en la tierra seca. Yo daré nueva vida a tus descendientes, les enviaré mi bendición. Y crecerán como hierba bien regada, como álamos a la orilla de los ríos. Uno dirá: “Yo soy del Señor”, otro se llamará descendiente de Jacob, y otro se grabará en la mano: “Propiedad del Señor”, y añadirá el nombre de Israel al suyo propio.» El Señor, el rey y redentor de Israel, el Señor todopoderoso, dice: «Yo soy el primero y el último; fuera de mí no hay otro dios. ¿Quién hay igual a mí? Que hable y me lo explique. ¿Quién ha anunciado desde el principio el futuro, y dice lo que está por suceder? Pero, ¡ánimo, no tengan miedo! Yo así lo dije y lo anuncié desde hace mucho, y ustedes son mis testigos. ¿Hay acaso otro dios fuera de mí? No hay otro refugio; no conozco ninguno.» Ninguno de los que hacen ídolos vale nada, y para nada sirven los ídolos que ellos tanto estiman. Los que les dan culto son ciegos y estúpidos, y por eso quedarán en ridículo. El que funde una estatua para adorarla como si ella fuera un dios, pierde su tiempo. Todos los que la adoren quedarán en ridículo. Los que fabrican ídolos son simples hombres. Si todos juntos se presentaran a juicio, quedarían humillados y llenos de terror. Veamos qué hace el herrero: toma su cincel y, después de calentar el metal entre las brasas, le da forma a golpes de martillo. Lo trabaja con su fuerte brazo. Pero si el herrero no come, se le acaba la fuerza, y si no bebe agua, se cansa. O veamos al escultor: toma las medidas con su regla, traza el dibujo con lápiz y compás y luego lo trabaja con escoplo; así hace una estatua dándole la figura de una persona e imitando la belleza humana, y luego la instala en un templo. O también, alguien planta cedros y la lluvia los hace crecer; después tendrá cedros para cortar. O si prefiere cipreses o robles, los cuida en el bosque hasta que están bien gruesos. Luego la gente los usa para hacer fuego; se llevan unos pedazos para calentarse con ellos; se llevan otros para cocer pan; y otros pedazos los usan para hacer la estatua de un dios, y se inclinan ante ella para adorarla. O también: la mitad de la madera la pone uno a arder en el fuego, asa carne, se come el asado y queda satisfecho. También se calienta con ella, y dice: «¡Qué bien se está junto al fuego; ya estoy entrando en calor!» Y de la madera sobrante hace la estatua de un dios, se inclina ante ella para adorarla, y suplicante le dice: «¡Sálvame, porque tú eres mi dios!» Esa gente no sabe, no entiende; tienen los ojos tan ciegos que no pueden ver, y el entendimiento tan cerrado que no pueden comprender. No se ponen a pensar, les falta entendimiento para comprender y decir: «La mitad de la madera la puse a arder y en las brasas cocí pan, asé carne y me la comí; del resto hice esta cosa detestable, ¡y lo que estoy adorando es un pedazo de palo!» Verdaderamente, es como comer ceniza. Es dejarse engañar por ideas falsas. Esas personas no podrán salvarse. No serán capaces de entender que lo que tienen en sus manos es pura mentira. «Israel, pueblo de Jacob, recuerda que tú eres mi siervo; tú eres mi siervo, pues yo te formé. Israel, no te olvides de mí. Yo he hecho desaparecer tus faltas y pecados, como desaparecen las nubes. Vuélvete a mí, pues yo te he libertado.» ¡Cielo, grita de alegría por lo que el Señor ha hecho! ¡Lancen vivas, abismos de la tierra! ¡Montañas y bosques con todos sus árboles, griten llenos de alegría, porque el Señor ha mostrado su gloria libertando a Israel, el pueblo de Jacob! Esto dice el Señor, tu redentor, el que te formó desde antes que nacieras: «Yo soy el Señor, creador de todas las cosas, yo extendí el cielo y afirmé la tierra sin que nadie me ayudara. Yo no dejo que se cumplan las predicciones de los falsos profetas; yo hago que los adivinos pierdan la razón. Yo hago que los sabios se contradigan y que sus conocimientos resulten pura tontería. Pero hago que se cumplan las palabras de mis siervos y que salgan bien los planes de mis enviados. Yo declaro que Jerusalén volverá a ser habitada y que las ciudades de Judá serán reconstruidas. Yo haré que se levanten de sus ruinas. Yo puedo ordenar que se seque el océano y que sus ríos se queden sin agua. Yo le digo a Ciro: “Tú eres mi pastor, tú harás todo lo que yo quiero”; y le digo a Jerusalén: “Tú serás reconstruida”; y al templo: “Se pondrán tus cimientos.”»

Isaías 44:1-28 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel. Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno. Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una. El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha? Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides. Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado. Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría. Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré; que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado.

Isaías 44:1-28 La Biblia de las Américas (LBLA)

Mas ahora escucha, Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo he escogido. Así dice el SEÑOR que te creó, que te formó desde el seno materno, y que te ayudará: «No temas, Jacob, siervo mío, ni tú, Jesurún, a quien he escogido. -»Porque derramaré agua sobre la tierra sedienta, y torrentes sobre la tierra seca; derramaré mi Espíritu sobre tu posteridad, y mi bendición sobre tus descendientes. -»Ellos brotarán entre la hierba como sauces junto a corrientes de agua». Este dirá: «Yo soy del SEÑOR», otro invocará el nombre de Jacob, y otro escribirá en su mano: «Del SEÑOR soy» y se llamará con el nombre de Israel. ¶Así dice el SEÑOR, el Rey de Israel, y su Redentor, el SEÑOR de los ejércitos: «Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios. -»¿Y quién como yo? Que lo proclame y lo declare. Sí, que en orden lo relate ante mí, desde que establecí la antigua nación. Que les anuncien las cosas venideras y lo que va a acontecer. -»No tembléis ni temáis; ¿no os lo he hecho oír y lo he anunciado desde hace tiempo? Vosotros sois mis testigos. ¿Hay otro dios fuera de mí, o hay otra Roca? No conozco ninguna». Los que dan forma a un ídolo todos ellos son nada, y sus cosas más preciadas de nada sirven; aun sus propios testigos no ven ni entienden, por eso serán avergonzados. ¿Quién ha dado forma a un dios o fundido un ídolo para no tener ganancia? He aquí, todos sus compañeros serán avergonzados, pues los artífices son solo hombres. Que se reúnan todos, que se levanten, que tiemblen, que sean a una avergonzados. El herrero hace un instrumento cortante; lo trabaja sobre las brasas, lo forma con martillos y lo forja con su brazo fuerte. Después siente hambre y flaquean sus fuerzas; no bebe agua, y desfallece. El carpintero extiende el cordel de medir, traza el diseño con tiza roja, lo labra con gubias, lo traza con el compás y le da forma de hombre y belleza humana para colocarlo en una casa. Corta cedros para sí, toma un ciprés o una encina, y hace que sea fuerte entre los árboles del bosque; planta un pino y la lluvia lo hace crecer. Luego sirve para que el hombre haga fuego, y toma uno y se calienta; también hace fuego para cocer pan; además hace un dios y lo adora; hace de él una imagen tallada, y se postra delante de ella. La mitad del leño quema en el fuego; sobre esta mitad prepara un asado, come carne y se sacia. También se calienta, y dice: ¡Ah!, me he calentado, he visto la llama. Y del resto hace un dios, su ídolo. Se postra delante de él, lo adora, y le ruega, diciendo: Líbrame, pues mi dios eres tú. Ellos no saben ni entienden, porque Él ha cerrado sus ojos para que no vean y su corazón para que no comprendan. Ninguno reflexiona; no tienen conocimiento ni inteligencia para decir: He quemado la mitad en el fuego, y también he cocido pan sobre sus brasas. He asado carne y la he comido; y del resto ¿haré una abominación? ¿Me postraré ante un pedazo de madera? Se alimenta de cenizas; el corazón engañado le ha extraviado. A sí mismo no se puede librar, ni decir: ¿No es mentira lo que tengo en mi diestra? ¶Recuerda estas cosas, Jacob, y tú Israel, porque mi siervo eres. Yo te he formado, siervo mío eres; Israel, no me olvidaré de ti. He disipado como una densa nube tus transgresiones, y como espesa niebla tus pecados. Vuélvete a mí, porque yo te he redimido. Gritad de júbilo, cielos, porque el SEÑOR lo ha hecho. Gritad de alegría, profundidades de la tierra. Prorrumpid, montes, en gritos de júbilo, y el bosque, y todo árbol que en él hay, porque el SEÑOR ha redimido a Jacob y ha mostrado su gloria en Israel. ¶Así dice el SEÑOR, tu Redentor, el que te formó desde el seno materno: Yo, el SEÑOR, creador de todo, que extiendo los cielos yo solo y afirmo la tierra sin ayuda; hago fallar los pronósticos de los impostores, hago necios a los adivinos, hago retroceder a los sabios, y convierto en necedad su sabiduría. Yo soy el que confirmo la palabra de su siervo, y cumplo el propósito de sus mensajeros; el que dice de Jerusalén: «Será habitada»; y de las ciudades de Judá: «Serán reedificadas, y sus ruinas levantaré»; el que dice a la profundidad del mar: «Sécate»; y yo secaré tus ríos. El que dice de Ciro: «Él es mi pastor, y él cumplirá todos mis deseos», y dice de Jerusalén: «Será reedificada», y al templo: «Serán echados tus cimientos».

Isaías 44:1-28 Nueva Traducción Viviente (NTV)

»Ahora, escúchame, Jacob, mi siervo, Israel, mi elegido. El SEÑOR que te hizo y que te ayuda, dice: “No tengas miedo, oh Jacob, siervo mío, mi amado Israel, mi elegido. Pues derramaré agua para calmar tu sed y para regar tus campos resecos; derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes, y mi bendición sobre tus hijos. Prosperarán como la hierba bien regada, como sauces en la ribera de un río. Algunos dirán con orgullo: ‘Yo le pertenezco al SEÑOR’; otros dirán: ‘Soy descendiente de Jacob’. Algunos escribirán el nombre del SEÑOR en sus manos y tomarán para sí el nombre de Israel”». Esto dice el SEÑOR, el Rey y Redentor de Israel, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: «Yo soy el Primero y el Último; no hay otro Dios. ¿Quién es como yo? Que se presente y les demuestre su poder; que haga lo que yo he hecho desde tiempos antiguos cuando establecí a un pueblo y expliqué su futuro. No tiemblen; no tengan miedo. ¿Acaso no proclamé mis propósitos para ustedes hace mucho tiempo? Ustedes son mis testigos: ¿hay algún otro Dios? ¡No! No hay otra Roca, ni una sola». ¡Qué necios son los que fabrican ídolos! Esos objetos tan apreciados, en realidad, no valen nada. Los que adoran ídolos no saben esto, así que todos terminan avergonzados. ¿Quién sino un tonto se haría su propio dios, un ídolo que no puede ayudarlo en nada? Los que rinden culto a ídolos caerán en la deshonra junto con todos esos artesanos —simples humanos— que se declaran capaces de fabricar un dios. Tal vez unan sus fuerzas, pero estarán unidos en el terror y la vergüenza. El herrero se ubica frente a su fragua para hacer una herramienta afilada, martillándola y dándole forma con todas sus fuerzas. Su trabajo le da hambre y se siente débil; le da sed y se siente desmayar. Después el tallador mide un bloque de madera y sobre él traza un diseño. Trabaja con el cincel y el cepillo y lo talla formando una figura humana. Le da belleza humana y lo pone en un pequeño santuario. Corta cedros; escoge cipreses y robles; planta pinos en el bosque para que la lluvia los alimente. Luego usa parte de la madera para hacer fuego, y con esto se calienta y hornea su pan. Después, aunque parezca increíble, toma lo que queda y se hace un dios para rendirle culto; hace un ídolo y se inclina ante él. Quema parte del árbol para asar la carne y para darse calor. Dice: «Ah, ¡qué bien se siente uno con este fuego!». Luego toma lo que queda y hace su dios: ¡un ídolo tallado! Cae de rodillas ante el ídolo, le rinde culto y le reza. «¡Rescátame! —le dice—. ¡Tú eres mi dios!». ¡Cuánta estupidez y cuánta ignorancia! Tienen los ojos cerrados y no pueden ver; tienen la mente cerrada y no pueden pensar. La persona que hizo el ídolo nunca se detiene a reflexionar: «¡Vaya, es solo un pedazo de madera! Quemé la mitad para tener calor y la usé para cocer el pan y asar la carne. ¿Cómo es posible que lo que queda sea un dios? ¿Acaso debo inclinarme a rendir culto a un pedazo de madera?». El pobre iluso se alimenta de cenizas; confía en algo que no puede ayudarlo en absoluto. Sin embargo, no es capaz de preguntarse: «Este ídolo que tengo en la mano, ¿no será una mentira?». «Presta atención, oh Jacob, porque tú eres mi siervo, oh Israel. Yo, el SEÑOR, te hice y no te olvidaré. He disipado tus pecados como una nube y tus ofensas como la niebla de la mañana. Vuelve a mí, porque yo pagué el precio para ponerte en libertad». Canten, oh cielos, porque el SEÑOR ha hecho algo tan maravilloso. ¡Griten de júbilo, oh profundidades de la tierra! ¡Pónganse a cantar, oh montes, bosques y todos los árboles! Pues el SEÑOR ha redimido a Jacob y es glorificado en Israel. Esto dice el SEÑOR, tu Redentor y Creador: «Yo soy el SEÑOR, que hizo todas las cosas; yo solo extendí los cielos. ¿Quién estaba conmigo cuando hice la tierra? Expongo a los falsos profetas como mentirosos y dejo en ridículo a los adivinos; hago que los sabios den malos consejos, y así demuestro que son unos necios. Sin embargo, yo sí cumplo las predicciones de mis profetas. Por medio de ellos le digo a Jerusalén: “Este lugar volverá a ser habitado”, y a las ciudades de Judá: “Ustedes serán reconstruidas; yo restauraré todas sus ruinas”. Cuando hable a los ríos y les diga: “¡Séquense!”, se secarán. Cuando diga de Ciro: “Él es mi pastor”, sin falta él hará lo que yo digo. Él ordenará: “Reconstruyan Jerusalén”; y dirá: “Restauren el templo”».