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Isaías 24:1-13

Isaías 24:1-13 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Miren, el SEÑOR arrasa la tierra y la devasta, trastorna su faz y dispersa a sus habitantes. Lo mismo pasará al pueblo y al sacerdote, al esclavo y al amo, a la esclava y a la señora, al comprador y al vendedor, al prestatario y al prestamista, al acreedor y al deudor. La tierra será totalmente arrasada, saqueada por completo, porque el SEÑOR lo ha dicho. La tierra languidece y se marchita; el mundo se marchita y desfallece; desfallecen los notables de la tierra. La tierra yace profanada, pisoteada por sus habitantes, porque han desobedecido las leyes, han violado los estatutos, han quebrantado el pacto eterno. Por eso una maldición consume a la tierra y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los consume, y solo quedan unos cuantos. Languidece el vino nuevo, desfallece la vid; gimen todos los corazones alegres. Cesó el ritmo de los panderos, se aplacó el bullicio de los que se divierten, se apagó el júbilo del arpa. Ya no beben vino mientras cantan; a los borrachos la cerveza les sabe amarga. La ciudad del caos yace devastada; cerrado está el acceso a toda casa. Clamor hay en las calles porque falta el vino; toda alegría se ha extinguido; el júbilo ha sido desterrado. La ciudad está en ruinas; su puerta está hecha pedazos. Así sucederá en medio de la tierra y entre las naciones, como cuando a golpes se cosechan aceitunas, como cuando se recoge lo que sobra después de la vendimia.

Isaías 24:1-13 Reina Valera Contemporánea (RVC)

¡Miren, el Señor deja la tierra desnuda y vacía! ¡Trastorna su faz y esparce a sus habitantes! Lo mismo sucede entre pueblo y sacerdote, entre criado y amo, entre criada y ama, entre comprador y vendedor, entre acreedor y deudor, entre el que presta y el que pide prestado. La tierra ha quedado totalmente vacía y saqueada, porque el Señor ha emitido esta sentencia. La tierra ha quedado destruida. Cayó enferma, y con ella también el mundo. ¡El cielo y la tierra se enfermaron! La tierra quedó contaminada por causa de sus habitantes, pues transgredieron las leyes, falsearon el derecho, y quebrantaron el pacto eterno. Por eso la maldición consume la tierra, y sus habitantes son asolados; por eso han sido consumidos los habitantes de la tierra y son muy pocos los que aún quedan. El vino se ha perdido, pues la vid se marchita; ¡gimen todos los de alegre corazón! Ha cesado la alegría de los panderos y del arpa; se ha acabado el alboroto de los que se divierten. Ya no mezclan el vino con los cantos; la sidra les sabe amarga a quienes la toman. Desolada y vacía está la ciudad; todas las casas se han cerrado, y no entra nadie. Hay clamor en las calles porque falta el vino; se apagó el gozo, desapareció del país la alegría. La ciudad ha quedado en ruinas; la puerta fue derribada. En medio de la tierra y de los pueblos sucederá lo que sucede con los olivos sacudidos y con lo que queda después de la vendimia.

Isaías 24:1-13 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Miren, el Señor va a arrasar la tierra, va a devastarla y trastornarla, y dispersará a sus habitantes. Y será igual para el sacerdote y el pueblo, para el amo y el esclavo, para el ama y la esclava, para el que compra y el que vende, para el que presta y el que recibe prestado, para el deudor y el acreedor. La tierra será totalmente arrasada, totalmente saqueada. Porque esto es lo que ha dicho el Señor. La tierra se seca y se marchita, el mundo entero se reseca, se marchita, y el cielo y la tierra se llenan de tristeza. La tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque han dejado de cumplir las leyes, han desobedecido los mandatos, han violado la alianza eterna. Por eso, una maldición ha acabado con la tierra, y sus habitantes sufren el castigo. Por eso, los habitantes de la tierra han disminuido, y queda poca gente. El vino escasea, los viñedos se enferman, los que vivían alegres se llenan de tristeza. Se terminó la alegría de los tambores y del arpa, se calló el bullicio de los amigos de la diversión. No más beber vino al son de las canciones; las bebidas se volverán amargas para los bebedores. La ciudad del desorden está en ruinas, no se puede entrar en ninguna casa. La gente llora en las calles por la escasez de vino; toda la alegría se ha apagado, ha quedado desterrada de la tierra. La ciudad está en ruinas, la puerta quedó hecha pedazos. Así será en todas las naciones de la tierra: como cuando se hacen caer a golpes las aceitunas, o cuando se rebuscan las uvas una vez terminada la cosecha.

Isaías 24:1-13 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores. Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe. La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra. Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres. Se perdió el vino, enfermó la vid, gimieron todos los que eran alegres de corazón. Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa. No beberán vino con cantar; la sidra les será amarga a los que la bebieren. Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie. Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra. La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta. Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia.

Isaías 24:1-13 La Biblia de las Américas (LBLA)

He aquí, el SEÑOR arrasa la tierra, la devasta, trastorna su superficie y dispersa sus habitantes. Le sucederá lo mismo al pueblo será como al sacerdote, al siervo como a su amo, a la doncella como a su ama, al comprador como al vendedor, al que presta como al que toma prestado, al acreedor como al deudor. La tierra será totalmente arrasada y completamente saqueada, porque el SEÑOR ha dicho esta palabra. De duelo y marchitada está la tierra, el mundo languidece y se marchita, languidecen los grandes del pueblo de la tierra. También la tierra es profanada por sus habitantes, porque traspasaron las leyes, violaron los estatutos, quebrantaron el pacto eterno. Por eso, una maldición devora la tierra, y son tenidos por culpables los que habitan en ella. Por eso, son consumidos los habitantes de la tierra, y pocos hombres quedan en ella. El mosto está de duelo, languidece la vid, suspiran todos los de alegre corazón. Cesa el júbilo de los panderos, se acaba el alboroto de los que se divierten, cesa el júbilo de la lira. No beben vino con canción; el licor es amargo a los que lo beben. Derribada está la ciudad del caos, toda casa está cerrada para que no entre nadie. Hay clamor por vino en las calles, toda alegría se convierte en tinieblas, desterrado está el júbilo de la tierra. Desolación queda en la ciudad, y la puerta está hecha pedazos, en ruinas. Porque así será en medio de la tierra, entre los pueblos, como cuando se varea el olivo, como en los rebuscos cuando se acaba la vendimia.

Isaías 24:1-13 Nueva Traducción Viviente (NTV)

¡Miren! El SEÑOR está a punto de destruir la tierra y convertirla en una inmensa tierra baldía. Él devasta la superficie de la tierra y dispersa a los habitantes. Sacerdotes y laicos, sirvientes y amos, criadas y señoras, compradores y vendedores, prestamistas y prestatarios, banqueros y deudores: no se perdonará a nadie. La tierra será totalmente vaciada y saqueada. ¡El SEÑOR ha hablado! La tierra está de duelo y se seca, y el suelo se consume y se marchita; hasta los mejores habitantes de la tierra se consumen. La tierra sufre por los pecados de sus habitantes, porque han torcido las instrucciones de Dios, han violado sus leyes y quebrantado su pacto eterno. Por lo tanto, una maldición consume la tierra; sus habitantes tienen que pagar el precio por su pecado. El fuego los destruye, y solo unos cuantos quedan con vida. Las vides se marchitan, y no hay vino nuevo; todos los parranderos suspiran y se lamentan. Se ha callado el alegre sonido de las panderetas; ya no se escuchan los felices gritos de celebración y las melodiosas cuerdas del arpa están silenciosas. Se han acabado los placeres del vino y del canto; las bebidas alcohólicas se vuelven amargas en la boca. La ciudad se retuerce en el caos; todas las casas están cerradas con llave para que no entren intrusos. Se reúnen las turbas en las calles, clamando por vino; el gozo se ha convertido en tristeza y la alegría ha sido expulsada de la tierra. La ciudad ha quedado en ruinas, sus puertas echadas abajo. Es lo mismo en toda la tierra: solo queda un remanente, como las aceitunas sueltas que quedan en el olivo o las pocas uvas que quedan en la vid después de la cosecha.

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