Hebreos 5:4-10
Hebreos 5:4-10 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Nadie ocupa ese cargo por iniciativa propia; más bien, lo ocupa el que es llamado por Dios, como sucedió con Aarón. Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que Dios le dijo: «Tú eres mi Hijo; hoy mismo te he engendrado». Y en otro pasaje dice: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec». En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte y fue escuchado por su temor reverente. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer. Al ser así perfeccionado, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen y Dios lo nombró sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Hebreos 5:4-10 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Pero nadie puede ser jefe de los sacerdotes solo porque así lo quiere, sino que Dios es quien lo elige y le da ese honor. Así lo hizo Dios cuando escogió a Aarón como jefe de los sacerdotes. Cristo no llegó a ser Jefe de sacerdotes porque así lo quiso, sino que Dios lo eligió y le dio ese honor. Fue Dios quien le dijo: «Tú eres mi Hijo; desde hoy soy tu padre.» En otra parte de la Biblia también le dijo: «Tú eres sacerdote para siempre, como lo fue Melquisedec.» Cuando Cristo estuvo aquí en el mundo, oró mucho a Dios, y con lágrimas le rogó que lo librara de la muerte, pues Dios tenía poder para hacerlo. Y como Cristo siempre fue obediente, Dios contestó su oración. Aunque él era Hijo de Dios, por medio del sufrimiento aprendió lo que significa obedecer siempre a Dios. Así, una vez que Cristo hizo todo lo que Dios le mandó, se convirtió en el salvador que da vida eterna a todos los que lo obedecen. Por eso Dios también lo nombró Jefe de sacerdotes, como lo fue Melquisedec.
Hebreos 5:4-10 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Pero nadie puede tomar este honor por cuenta propia, sino solo el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que ese honor se lo dio el que le dijo: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy», y que en otro lugar también dice: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec». Cuando Cristo vivía en este mundo, con gran clamor y lágrimas ofreció ruegos y súplicas al que lo podía librar de la muerte, y fue escuchado por su temor reverente. Aunque era Hijo, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento; y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen, y Dios lo declaró sumo sacerdote, según el orden de Melquisedec.
Hebreos 5:4-10 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Nadie puede tomar este honor para sí mismo, sino que es Dios quien lo llama y le da el honor, como en el caso de Aarón. De la misma manera, Cristo no se nombró Sumo sacerdote a sí mismo, sino que Dios le dio ese honor, pues él fue quien le dijo: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.» Y también le dijo en otra parte de las Escrituras: «Tú eres sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec.» Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte; y por su obediencia, Dios lo escuchó. Así que Cristo, a pesar de ser Hijo, sufriendo aprendió lo que es la obediencia; y al perfeccionarse de esa manera, llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen, y Dios lo nombró Sumo sacerdote de la misma clase que Melquisedec.
Hebreos 5:4-10 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Hebreos 5:4-10 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y nadie toma este honor para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón. De la misma manera, Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse Sumo Sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo: HIJO MíO ERES Tú, YO TE HE ENGENDRADO HOY; como también dice en otro pasaje: Tú ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGúN EL ORDEN DE MELQUISEDEC. Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente; y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
Hebreos 5:4-10 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Y nadie puede llegar a ser sumo sacerdote solo porque desee tener ese honor. Tiene que ser llamado por Dios para ese trabajo, como sucedió con Aarón. Por eso, Cristo no se honró a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote, sino que fue elegido por Dios, quien le dijo: «Tú eres mi Hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre». Y en otro pasaje Dios le dijo: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec». Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios oyó sus oraciones por la gran reverencia que Jesús le tenía. Aunque era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió. De ese modo, Dios lo hizo apto para ser el Sumo Sacerdote perfecto, y Jesús llegó a ser la fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen. Y Dios lo designó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.