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Habacuc 3:2-13

Habacuc 3:2-13 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

SEÑOR, he sabido de tu fama; tiemblo delante de tus obras, SEÑOR. Repítelas en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo; en tu ira, ten presente tu misericordia. Dios viene desde Temán; el Santo, desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubre el cielo y su alabanza llena la tierra. Su resplandor es como el sol; rayos brotan de sus manos; su poder se esconde en sus manos. Una plaga mortal lo precede y una epidemia sigue sus pasos. Se detiene y la tierra se estremece; lanza una mirada y las naciones tiemblan. Se desmoronan las antiguas montañas y se desploman las viejas colinas, pero sus caminos son eternos. He visto afligidos los campamentos de Cusán, y angustiadas las moradas de Madián. ¿Te enojaste, oh SEÑOR, con los ríos? ¿Estuviste airado contra las corrientes? ¿Tan enfurecido estabas contra el mar que cabalgaste en tus caballos y montaste en tus carros victoriosos? Descubriste tu arco, llenaste de flechas tu aljaba. Selah Tus ríos dividen la tierra; las montañas te ven y se retuercen. Pasan los torrentes de agua; el abismo ruge y levanta sus olas en lo alto. El sol y la luna se detienen en el cielo por el fulgor de tus veloces flechas, por el deslumbrante brillo de tu lanza. Indignado, marchas sobre la tierra; en tu ira aplastas las naciones. Saliste a liberar a tu pueblo, saliste a salvar a tu ungido. Aplastaste al rey de la perversa dinastía, ¡lo desnudaste de pies a cabeza! Selah

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Habacuc 3:2-13 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

¡Dios mío, yo sé bien todo lo que has hecho, y por eso tiemblo en tu presencia! Déjanos ver en nuestros días tus grandes hechos de otros tiempos; si te enojas con nosotros, no dejes de tenernos compasión. Tú eres nuestro santo Dios; vienes de la región de Temán, vienes del monte Parán. Tu grandeza ilumina los cielos; la tierra entera te alaba. Un gran resplandor te rodea; de tus manos brotan rayos de luz y dejan ver tu poder escondido. Plagas terribles anuncian tu llegada; vas dejando en el camino graves enfermedades. Cuando tú te detienes, la tierra se pone a temblar; cuando miras a las naciones, todas ellas se llenan de miedo; los cerros se desmoronan, las antiguas montañas se derrumban; ¡hasta he visto temblar de miedo a la gente de Cusán y de Madián, porque tú has vuelto a actuar! Dios nuestro, ¿por qué te decidiste a montar en tu carro de combate? ¿Será porque te enojaste con los dioses Río y Mar? Con tus flechas heriste la tierra, y esas heridas son los ríos. Cuando las montañas te vieron, temblaron de miedo, las nubes dejaron caer su lluvia y el mar rugió con furia; ¡sus grandes olas se elevaron al cielo! Cuando lanzaste tus brillantes rayos, el sol y la luna se detuvieron. Pero te enojaste y recorriste la tierra; en tu enojo aplastaste naciones. Saliste a rescatar a tu pueblo, y al rey que tú elegiste. Destrozaste al jefe de esos malvados, y acabaste por completo con su reino.

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Habacuc 3:2-13 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Señor, he oído hablar de tus hechos, y saberlo me llena de temor. Vuelve a actuar, Señor, en estos tiempos; date a conocer en nuestros días, y si te enojas, recuerda que eres compasivo. ¡Dios viene de Temán! ¡El Santo viene del monte de Parán! ¡Su gloria cubre los cielos! ¡La tierra se llena con su alabanza! ¡Su resplandor es como la luz! ¡Brillantes rayos salen de su mano! ¡Allí está escondido su poder! Avanza precedido de gran mortandad, y cierra su marcha ardiente fuego. Si se detiene, la tierra se estremece; si lanza una mirada, tiemblan las naciones, las montañas eternas se desmoronan, y las colinas perennes se hunden. ¡Sus caminos son eternos! He visto aflicción en las tiendas de Cusán, y angustia en las tiendas de Madián. ¿Te enojaste, Señor, contra los ríos? ¿Te airaste contra ellos? ¿Se desató tu furia contra el mar cuando montaste en tus caballos y subiste en tus carros de victoria? Al quedar tu arco al descubierto, pudo verse tu aljaba repleta de flechas. Con los ríos divides la tierra. Los montes te ven, y tiemblan. Pasan las aguas y todo lo inundan; el mar profundo deja oír su voz, y las grandes olas se agitan. Al ver el resplandor de tus saetas, y el brillo de tu deslumbrante lanza, el sol y la luna detienen su marcha. En tu ira, pisoteas la tierra; en tu furor, aplastas a las naciones. Acudes al llamado de tu pueblo, y sales en ayuda de tu ungido. Abates la casa del jefe malvado, y lo dejas desnudo de pies a cabeza.

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Habacuc 3:2-13 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Lo que oigo acerca de ti, Señor, y de todo lo que has hecho, me llena de profunda reverencia. Realiza ahora, en nuestra vida, tus grandes acciones de otros tiempos, para que nosotros también las conozcamos. Muéstranos así tu compasión aun en medio de tu enojo. Dios viene de la región de Temán; del monte Parán viene el Dios Santo. Su gloria se extiende por todo el cielo, y el mundo entero se llena de su alabanza. Viene envuelto en brillante resplandor, y de sus manos brotan rayos de luz que muestran el poder que en él se esconde. Delante de él llegan plagas terribles, y detrás la fiebre abrasadora. La tierra tiembla cuando él se detiene; se estremecen las naciones cuando las mira; las viejas montañas se derrumban y se deshacen los montes antiguos; pero los caminos de Dios son eternos. Yo he visto a la gente de Cusán hundida en la desgracia, a los habitantes de Madián encogidos por el miedo. ¿Te has enojado, Señor, contra los ríos? ¿Se ha encendido tu furor contra los mares? ¿Cabalgas por eso en tus caballos y montas así en tu carro victorioso? Tienes el arco preparado y dispuestas todas tus flechas. Con los ríos has abierto surcos en la tierra. Las montañas tiemblan al verte; cae del cielo la lluvia torrencial, y el mar profundo da su rugido mientras se alzan sus olas inmensas. El sol y la luna no salen de su escondite ante el vivo resplandor de tus flechas y la luz relampagueante de tu lanza. En tu enojo recorres toda la tierra; en tu furor pisoteas las naciones. Tú has salido en ayuda de tu pueblo y del rey que tú mismo escogiste. Has destruido el techo de la casa del malvado, y has descubierto hasta la roca sus cimientos.

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Habacuc 3:2-13 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia. Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos. Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos. He visto las tiendas de Cusán en aflicción; Las tiendas de la tierra de Madián temblaron. ¿Te airaste, oh Jehová, contra los ríos? ¿Contra los ríos te airaste? ¿Fue tu ira contra el mar Cuando montaste en tus caballos, Y en tus carros de victoria? Se descubrió enteramente tu arco; Los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah Hendiste la tierra con ríos. Te vieron y tuvieron temor los montes; Pasó la inundación de las aguas; El abismo dio su voz, A lo alto alzó sus manos. El sol y la luna se pararon en su lugar; A la luz de tus saetas anduvieron, Y al resplandor de tu fulgente lanza. Con ira hollaste la tierra, Con furor trillaste las naciones. Saliste para socorrer a tu pueblo, Para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, Descubriendo el cimiento hasta la roca. Selah

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Habacuc 3:2-13 La Biblia de las Américas (LBLA)

¶Oh SEÑOR, he oído lo que se dice de ti y temí. Aviva, oh SEÑOR, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión. ¶Dios viene de Temán, y el Santo, del monte Parán. (Selah ) Su esplendor cubre los cielos, y de su alabanza está llena la tierra. Su resplandor es como la luz; tiene rayos que salen de su mano, y allí se oculta su poder. Delante de Él va la pestilencia, y la plaga sigue sus pasos. Se detuvo, e hizo temblar la tierra, miró e hizo estremecerse a las naciones. Sí, se desmoronaron los montes perpetuos, se hundieron las colinas antiguas. Sus caminos son eternos. Bajo aflicción vi las tiendas de Cusán, temblaban las tiendas de la tierra de Madián. ¶¿Te indignaste, SEÑOR, contra los ríos? ¿Contra los ríos fue tu ira, contra el mar tu furor, cuando montaste en tus caballos, en tus carros de victoria? Tu arco fue desnudado por completo, las varas de castigo fueron juradas. (Selah) Con ríos hendiste la tierra; te vieron los montes y temblaron, el diluvio de aguas pasó; dio el abismo su voz, levantó en alto sus manos. El sol y la luna se detuvieron en su sitio; a la luz de tus saetas se fueron, al resplandor de tu lanza fulgurante. Con indignación marchaste por la tierra; con ira hollaste las naciones. Saliste para salvar a tu pueblo, para salvar a tu ungido. Destrozaste la cabeza de la casa del impío, descubriéndolo de arriba abajo. (Selah)

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Habacuc 3:2-13 Nueva Traducción Viviente (NTV)

«He oído todo acerca de ti, SEÑOR. Estoy maravillado por tus hechos asombrosos. En este momento de profunda necesidad, ayúdanos otra vez como lo hiciste en el pasado. Y en tu enojo, recuerda tu misericordia. »¡Veo a Dios cruzando el desierto de Edom; el Santo viene desde el monte Parán! Su brillante esplendor llena los cielos, y la tierra se llena de su alabanza. Su llegada es tan radiante como la salida del sol. Rayos de luz salen de sus manos, donde se esconde su imponente poder. La pestilencia marcha delante de él; la plaga lo sigue de cerca. Cuando él se detiene, la tierra se estremece. Cuando mira, las naciones tiemblan. Él derrumba las montañas perpetuas y arrasa las antiguas colinas. ¡Él es el Eterno! Veo al pueblo de Cusán en angustia y a la nación de Madián temblando de terror. »¿Estabas enojado, SEÑOR, cuando golpeaste los ríos y dividiste el mar? ¿Estabas disgustado con ellos? ¡No! ¡Enviabas tus carros de salvación! Blandiste tu arco y tu aljaba de flechas. Partiste la tierra con caudalosos ríos. Las montañas observaron y temblaron. Avanzaron las tempestuosas aguas. Las profundidades del mar rugieron levantando sus manos en sumisión. El sol y la luna se detuvieron en el cielo cuando volaron tus radiantes flechas y brilló tu deslumbrante lanza. »Con enojo marchaste a través de la tierra y con furor pisoteaste las naciones. Saliste a rescatar a tu pueblo elegido, a salvar a tus ungidos. Aplastaste las cabezas de los perversos y descarnaste sus huesos de pies a cabeza.

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