Génesis 47:11-31
Génesis 47:11-31 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
José instaló a su padre y a sus hermanos, y les entregó terrenos en la mejor región de Egipto, es decir, en el distrito de Ramsés, tal como lo había ordenado el faraón. José también proveyó de alimentos a su padre y a sus hermanos, y a todos sus familiares, según las necesidades de cada uno. El hambre en Egipto y en Canaán era terrible. No había alimento en ninguna parte y la gente estaba a punto de morir. Todo el dinero que los habitantes de Egipto y de Canaán habían pagado por el alimento, José lo recaudó para depositarlo en el palacio del faraón. Cuando a egipcios y cananeos se les acabó el dinero, los egipcios fueron a ver a José y reclamaron: —¡Denos de comer! ¿Hemos de morir en su presencia solo porque no tenemos más dinero? Y José contestó: —Si ya se les acabó el dinero, traigan su ganado y, a cambio, les daré alimento. Los egipcios llevaron a José su ganado, es decir, sus caballos, vacas, ovejas y asnos. A cambio de ellos, José les dio alimento durante todo ese año. Al año siguiente fueron a decirle a José: —Señor, no podemos ocultar el hecho de que ya no tenemos más dinero y de que todo nuestro ganado ya es suyo. Ya no tenemos nada que ofrecerle, de no ser nuestros propios cuerpos y nuestras tierras. ¿Va usted a permitir que nos muramos junto con nuestras tierras? Cómprenos usted a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de alimento. Así seremos esclavos del faraón junto con nuestras tierras. ¡Pero denos usted semilla, para que podamos vivir y la tierra no quede desolada! De esta manera José adquirió para el faraón todas las tierras de Egipto, porque los egipcios, obligados por el hambre, le vendieron todos sus terrenos. Fue así como todo el país llegó a ser propiedad del faraón, y todos quedaron reducidos a esclavitud, de un extremo a otro de Egipto. Los únicos terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes. Estos no tuvieron que vender sus terrenos porque recibían una ración de alimento de parte del faraón. Luego José informó al pueblo: —Desde ahora ustedes y sus tierras pertenecen al faraón, porque yo los he comprado. Aquí tienen semilla. Siembren la tierra. Cuando llegue la cosecha, deberán entregarle al faraón la quinta parte de lo cosechado. Las otras cuatro partes serán para la siembra de los campos y para alimentarlos a ustedes, a sus hijos y a sus familiares. —¡Usted nos ha salvado la vida y hemos contado con su favor! —respondieron ellos—. ¡Seremos esclavos del faraón! José estableció esta ley en toda la tierra de Egipto, que hasta el día de hoy sigue vigente: la quinta parte de la cosecha pertenece al faraón. Solo las tierras de los sacerdotes no llegaron a ser del faraón. Los israelitas se asentaron en Egipto, en la región de Gosén. Allí adquirieron propiedades, fueron fecundos y llegaron a ser muy numerosos. Jacob residió diecisiete años en Egipto y llegó a vivir un total de ciento cuarenta y siete años. Cuando Israel estaba a punto de morir, mandó llamar a su hijo José y dijo: —Si de veras me quieres, pon tu mano debajo de mi muslo y prométeme amor y lealtad. ¡Por favor, no me entierres en Egipto! Cuando vaya a descansar junto a mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en el sepulcro de ellos. —Haré lo que me pides —contestó José. —¡Júramelo! —insistió su padre. José se lo juró e Israel se reclinó sobre la cabecera de la cama.
Génesis 47:11-31 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
José cumplió con las órdenes del rey, y les entregó a su padre y a sus hermanos los mejores terrenos de Egipto. Ellos se establecieron en la región de Gosen, que después se conoció como la región de Ramsés. Además, a todos ellos les dio alimentos según la cantidad de hijos que tenían. Pero la falta de alimentos estaba acabando con los habitantes de Canaán y de Egipto. En ninguna parte se encontraba comida. Sin embargo, José seguía vendiendo trigo y amontonando dinero en el palacio del rey. Todo el dinero que había en esos países lo recogió en pago del trigo comprado. Cuando también los egipcios se quedaron sin dinero, todos ellos fueron a hablar con José y le dijeron: —Ya no tenemos dinero. Denos usted de comer, o pronto moriremos. José les respondió: —Pues si ya no tienen dinero, tráiganme sus vacas y a cambio de ellas les daré trigo. Los egipcios le llevaron caballos, ovejas, cabras, vacas y burros, y a cambio de ellos José les dio alimento durante todo ese año. Pero al año siguiente fueron a verlo de nuevo, y le dijeron: —Señor gobernador, no podemos negarle a usted que ya no tenemos dinero, y que nuestros animales ahora son de usted. Ya no tenemos nada que ofrecerle a cambio de comida, a no ser nuestras tierras y nosotros mismos. ¡Cómprenos usted nuestras tierras, seremos esclavos del rey, pero denos de comer! Denos usted semilla, para que sembremos la tierra. Así no moriremos. ¡No queremos que nos vea usted morir, y que nuestras tierras queden como el desierto! En verdad, fue tanta la falta de alimentos que todos los egipcios le vendieron sus campos a José, quien los compró para el rey de Egipto. Así fue como toda la tierra del país llegó a ser propiedad del rey, y todos en Egipto quedaron a su servicio. Todo esto fue obra de José. Sin embargo, José no compró las tierras de los sacerdotes porque ellos no las pusieron en venta. Como ellos siempre recibían ayuda de parte del rey, tenían comida de sobra. Entonces José les dijo a los egipcios: —Aquí tienen semilla para que siembren sus campos. Pero recuerden que hoy los he comprado a ustedes y a sus tierras, y que ahora pertenecen al rey. Así que, cuando llegue la cosecha, le darán al rey una quinta parte de lo que recojan, pero podrán quedarse con las otras cuatro quintas partes. De allí apartarán la semilla que vayan a sembrar y el alimento para ustedes y para sus hijos. Los egipcios respondieron: —Señor gobernador: ¡usted nos ha salvado la vida! ¡Denos ahora el privilegio de ser esclavos del rey! José estableció como ley en Egipto que la quinta parte de las cosechas sería para el rey. Y hasta el día en que esto se escribió, esta ley se ha respetado. Las únicas tierras que no llegaron a ser del rey fueron las de los sacerdotes. Los israelitas se establecieron en el territorio egipcio de Gosen. Allí compraron terrenos, y llegaron a tener muchos hijos. Jacob vivió en Egipto diecisiete años, así que alcanzó a vivir ciento cuarenta y siete años. Cuando se acercaba la hora de su muerte, mandó llamar a su hijo José y le dijo: —Voy a pedirte un favor, y júrame que lo cumplirás. Si de veras me quieres, prométeme que no me enterrarás en Egipto. Cuando yo muera, saca mis restos de aquí y entiérralos donde están enterrados mis antepasados. Y José le prometió hacerlo así. Pero Jacob insistió
Génesis 47:11-31 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Así fue como José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en lo mejor de la tierra de Egipto, que es la tierra de Ramesés, tal y como lo ordenó el faraón. Y José alimentó con pan a su padre y a sus hermanos, y a toda la familia de su padre, conforme al número de sus hijos. En ninguna parte del país había pan, y el hambre era muy grave. Por causa del hambre decayeron la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. José recaudó todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, a cambio del grano que de él compraban. Ese dinero José lo depositó en la casa del faraón. Cuando se acabó el dinero en Egipto y en Canaán, todos los egipcios fueron a ver a José y le dijeron: «Danos pan. ¿Por qué hemos de morir en tu presencia, solo por haberse acabado el dinero?» Y José les dijo: «Si se ha acabado el dinero, denme sus ganados y a cambio de ellos les daré pan.» Ellos llevaron sus ganados a José, y a cambio de caballos, ovejas, vacas y asnos, es decir, a cambio de todos sus ganados, José los alimentó con pan todo aquel año. Aquel año llegó a su fin, y el segundo año fueron otra vez a verlo y le dijeron: «No es un secreto para nuestro señor que el dinero ya se ha acabado, y que hasta el ganado es ya de nuestro señor. No tenemos nada que ofrecer a nuestro señor, sino nuestra tierra y nosotros mismos. ¿Por qué hemos de morir ante ti, nosotros y nuestra tierra? ¡Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra, a cambio de pan! Nosotros y nuestra tierra seremos siervos del faraón. ¡Pero danos semilla, para que sigamos con vida y no muramos, ni sea asolada la tierra!» Así fue como José compró toda la tierra de Egipto, y la tierra llegó a ser propiedad del faraón, pues todos los egipcios vendieron sus tierras porque el hambre se agravó sobre ellos. Al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, de un extremo al otro del territorio de Egipto. La única tierra que no compró fue la de los sacerdotes, pues ellos no vendieron su tierra porque recibían del faraón una ración, y comían la ración que el faraón les daba. Y José le dijo al pueblo: «Hoy los he comprado, a ustedes y a su tierra, para que sean del faraón. Aquí tienen semilla, para que siembren la tierra. Una quinta parte de la cosecha será para el faraón. Las otras cuatro partes serán para ustedes, para que siembren las tierras, y para el sustento de los que están en sus casas y la alimentación de sus niños.» Ellos respondieron: «¡Nos has devuelto la vida! ¡Esperamos que nuestro señor nos halle dignos de ser siervos del faraón!» Esto de dar al faraón la quinta parte de las cosechas lo estableció José por ley hasta el día de hoy en toda la tierra de Egipto. Solo las tierras de los sacerdotes no daban esa quinta parte, porque no eran del faraón. Así fue como Israel se quedó a vivir en la tierra de Egipto, en la región de Gosén. Tomaron posesión de esa tierra, y se reprodujeron y se multiplicaron en gran manera. Jacob vivió diecisiete años en la tierra de Egipto; y los años de vida de Jacob fueron ciento cuarenta y siete. Cuando llegó el momento de su muerte, Israel llamó a su hijo José, y le dijo: «Si puedo pedirte un favor, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y me jures que me tratarás con misericordia y verdad. ¡Por favor, no me entierres en Egipto! Cuando yo duerma con mis padres, llévame de aquí y sepúltame en el sepulcro de ellos.» Y José respondió: «Haré lo que tú me pides.» Israel le dijo: «Júramelo.» Y José se lo juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama.
Génesis 47:11-31 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Y José les dio terrenos en la mejor región de Egipto, para que vivieran allí, tal como el faraón había ordenado. Así su padre y sus hermanos llegaron a tener terrenos en la región de Ramsés. Además, José les daba alimentos a todos sus familiares, según las necesidades de cada familia. En ninguna parte del país había trigo, y el hambre aumentaba más y más. Tanto en Egipto como en Canaán la gente se moría de hambre. José recogió todo el dinero que los de Egipto y los de Canaán le habían pagado por el trigo comprado, y lo guardó en el palacio del faraón. Cuando ya no había dinero ni en Egipto ni en Canaán, los egipcios fueron a decirle a José: —¡Denos usted de comer! No es justo que nos deje morir de hambre, solo porque ya no tenemos dinero. Y José les contestó: —Si ya no tienen dinero, traigan sus animales y se los cambiaré por trigo. Los egipcios llevaron sus caballos, ovejas, vacas y asnos a José, y a cambio de ellos José les dio trigo durante todo ese año. Pero pasó el año, y al año siguiente fueron a decirle a José: —No podemos negarle a usted que ya no tenemos dinero; además, nuestros animales ya son suyos. Ya no tenemos otra cosa que darle, a no ser nuestras tierras y nuestros propios cuerpos. Cómprenos usted a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de trigo. Seremos esclavos del faraón y trabajaremos nuestras tierras para él, con tal de que usted nos dé semilla para que podamos vivir y para que la tierra no se eche a perder. ¿Por qué tiene usted que dejarnos morir, junto con nuestras tierras? Entonces José compró todas las tierras de Egipto para el faraón, pues los egipcios vendieron sus terrenos, obligados por el hambre. Así la tierra pasó a poder del faraón, y los egipcios fueron hechos esclavos en todo el país de Egipto. Los únicos terrenos que José no compró fueron los de los sacerdotes, porque el faraón les daba cierta cantidad de trigo; así que no tuvieron que vender sus terrenos, porque comían de lo que el faraón les daba. Luego José dijo a la gente: —Ahora ustedes y sus terrenos son del faraón, pues yo los he comprado para él. Aquí tienen semilla para sembrar la tierra, pero deberán darle al faraón la quinta parte de las cosechas; las otras cuatro partes serán para que siembren la tierra y para que coman ustedes, sus hijos y todos los que viven con ustedes. Y ellos contestaron: —Usted es muy bondadoso con nosotros, pues nos ha salvado la vida. ¡Seremos esclavos del faraón! Así José puso por ley que en toda la tierra de Egipto se diera al faraón la quinta parte de las cosechas. Esta ley todavía existe; pero los sacerdotes no tienen que pagar nada, porque sus tierras nunca llegaron a ser del faraón. Los israelitas se quedaron a vivir en Egipto. Tomaron posesión de la región de Gosen, y allí llegaron a ser muy numerosos. Jacob vivió diecisiete años en Egipto, y llegó a la edad de ciento cuarenta y siete años. Un día Israel sintió que ya pronto iba a morir. Entonces mandó llamar a su hijo José para decirle: —Si de veras quieres hacerme un favor, pon tu mano debajo de mi muslo y júrame que harás lo que te voy a pedir. ¡Por favor, no me entierres en Egipto! Cuando yo vaya a descansar junto con mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en el sepulcro de ellos. —Así lo haré —contestó José. —¡Júramelo! —insistió su padre. José se lo juró, y entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama.
Génesis 47:11-31 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón. Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los hijos. No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón. Acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. Y ellos trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año. Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra. Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón. Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del territorio de Egipto. Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. De los frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón. Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto solo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón. Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera. Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto. Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José respondió: Haré como tú dices. E Israel dijo: Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama.
Génesis 47:11-31 La Biblia de las Américas (LBLA)
Así, pues, José estableció allí a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramsés, como Faraón había mandado. Y proveyó José de alimentos a su padre, a sus hermanos y a toda la casa de su padre, según el número de sus hijos. No había alimento en toda la tierra, de modo que el hambre era muy severa, y la tierra de Egipto y la tierra de Canaán languidecían a causa del hambre. Y José recogió todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán a cambio del grano que le compraban, y José trajo el dinero a la casa de Faraón. Cuando se acabó el dinero en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, todos los egipcios vinieron a José, diciendo: Danos alimento, pues ¿por qué hemos de morir delante de ti?, ya que nuestro dinero se ha acabado. Entonces José dijo: Entregad vuestros ganados y yo os daré pan por vuestros ganados, puesto que vuestro dinero se ha acabado. Trajeron, pues, sus ganados a José, y José les dio pan a cambio de los caballos, las ovejas, las vacas y los asnos; aquel año les proveyó de pan a cambio de todos sus ganados. Y terminado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubriremos a mi señor que el dinero se ha acabado, y que el ganado pertenece a mi señor. No queda nada para mi señor, excepto nuestros cuerpos y nuestras tierras. ¿Por qué hemos de morir delante de tus ojos, tanto nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra a cambio de pan, y nosotros y nuestra tierra seremos siervos de Faraón. Danos, pues, semilla para que vivamos y no muramos, y no quede la tierra desolada. Así compró José toda la tierra de Egipto para Faraón, pues los egipcios vendieron cada uno su campo, porque el hambre era severa sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón. En cuanto a la gente, la hizo pasar a las ciudades, desde un extremo de la frontera de Egipto hasta el otro. Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, pues los sacerdotes tenían ración de parte de Faraón, y vivían de la ración que Faraón les daba. Por tanto no vendieron su tierra. Y José dijo al pueblo: He aquí, hoy os he comprado a vosotros y a vuestras tierras para Faraón; ahora, aquí hay semilla para vosotros; id y sembrad la tierra. Al tiempo de la cosecha daréis la quinta parte a Faraón, y cuatro partes serán vuestras para sembrar la tierra y para vuestro mantenimiento, para los de vuestras casas y para alimento de vuestros pequeños. Y ellos dijeron: Nos has salvado la vida. Hallemos gracia ante los ojos de Faraón mi señor, y seremos siervos de Faraón. Entonces José puso una ley respecto a la tierra de Egipto, en vigor hasta hoy: que Faraón debía recibir el quinto; solo la tierra de los sacerdotes no llegó a ser de Faraón. E Israel habitó en la tierra de Egipto, en Gosén; y adquirieron allí propiedades y fueron fecundos y se multiplicaron en gran manera. Y Jacob vivió en la tierra de Egipto diecisiete años; así que los días de Jacob, los años de su vida, fueron ciento cuarenta y siete años. Cuando a Israel se le acercó el tiempo de morir, llamó a su hijo José y le dijo: Si he hallado gracia ante tus ojos, por favor, pon ahora tu mano debajo de mi muslo y trátame con misericordia y fidelidad: Por favor, no me sepultes en Egipto. Cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José respondió: Haré según tu palabra. Y Jacob dijo: Júramelo. Y se lo juró. Entonces Israel se inclinó en adoración en la cabecera de la cama.
Génesis 47:11-31 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Por lo tanto, José asignó la mejor tierra de Egipto —la región de Ramsés— a su padre y a sus hermanos, y los estableció allí, tal como el faraón había ordenado. Y José proveyó alimentos a su padre y a sus hermanos en cantidades proporcionadas al número de familiares, incluidos los niños más pequeños. Mientras tanto, el hambre se hizo tan intensa que se acabó todo el alimento, y la gente por toda la tierra de Egipto y la de Canaán se moría de hambre. José, al vender el grano a la población, con el tiempo, obtuvo todo el dinero que había en Egipto y en Canaán, y lo depositó en la tesorería del faraón. Cuando los habitantes de Egipto y de Canaán se quedaron sin dinero, todos los egipcios acudieron a José. —¡Ya no tenemos dinero! —clamaron—. Por favor, denos alimentos, ¡o moriremos ante sus propios ojos! José respondió: —Ya que no tienen dinero, tráiganme sus animales. Yo les daré alimentos a cambio de sus animales. Entonces llevaron sus animales a José a cambio de alimentos. A cambio de sus caballos, rebaños de ovejas y cabras, manadas de ganado y burros, José les proveyó alimentos para un año más. Entonces ese año llegó a su fin. Al año siguiente, ellos acudieron nuevamente a José y le dijeron: «No podemos ocultarle la verdad, señor. Se nos acabó el dinero, y todas nuestras manadas de animales son suyas. Ya no nos queda nada para entregarle, excepto nuestro cuerpo y nuestras tierras. ¿Por qué morir delante de sus propios ojos? Cómprenos a nosotros y también a nuestras tierras a cambio de alimentos; ofrecemos nuestras tierras y nos ofrecemos nosotros mismos como esclavos para el faraón. Solamente provéanos de grano para que podamos vivir y no muramos, y para que la tierra no quede vacía y desolada». José, pues, compró toda la tierra de Egipto para el faraón. Todos los egipcios le vendieron sus campos debido a que el hambre era severa. Así que pronto toda la tierra pasó a ser posesión del faraón. Y en cuanto a los habitantes, los hizo esclavos a todos, desde un extremo de Egipto hasta el otro. Las únicas tierras que no compró fueron las que pertenecían a los sacerdotes. Ellos recibían una ración de alimentos directamente del faraón, por lo cual no tuvieron que vender sus tierras. Entonces José le dijo al pueblo: —Miren, hoy los he comprado a ustedes y a sus tierras para el faraón. Les proporcionaré semillas para que puedan sembrar los campos. Después, cuando llegue el tiempo de la cosecha, una quinta parte de los cultivos será del faraón. Ustedes podrán quedarse con las otras cuatro quintas partes como semilla para sus campos y alimento para ustedes, los de su casa y sus niños. —¡Usted nos ha salvado la vida! —exclamaron ellos—. Permítanos, señor nuestro, ser los esclavos del faraón. Entonces José emitió un decreto, aún vigente en la tierra de Egipto, según el cual el faraón recibiría una quinta parte de todas las cosechas cultivadas en su tierra. Solo la región perteneciente a los sacerdotes no fue entregada al faraón. Mientras tanto, el pueblo de Israel se estableció en la región de Gosén, en Egipto. Allí adquirieron propiedades, y fueron prósperos y la población creció con rapidez. Jacob vivió diecisiete años después de haber llegado a Egipto, así que en total vivió ciento cuarenta y siete años. Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jacob llamó a su hijo José, y le dijo: —Te ruego que me hagas un favor. Pon tu mano debajo de mi muslo y jura que me tratarás con amor inagotable al hacer honor a esta última petición: no me entierres en Egipto; cuando muera, llévate mi cuerpo de Egipto y entiérrame con mis antepasados. Entonces José prometió: —Haré lo que me pides. —Jura que lo harás —insistió Jacob. Así que José hizo juramento, y Jacob se inclinó con humildad en la cabecera de su cama.