Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

Génesis 29:1-30

Génesis 29:1-30 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Jacob continuó su viaje y llegó a la tierra de los pueblos de oriente. Al llegar vio un pozo en medio de un campo donde descansaban tres rebaños de ovejas, ya que estas bebían agua de allí. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande, por eso los pastores corrían la piedra solo cuando estaban juntos todos los rebaños. Luego de abrevar a las ovejas volvían a colocar la piedra en su lugar sobre la boca del pozo. Jacob preguntó a los pastores: —Amigos, ¿de dónde son ustedes? —Somos de Jarán —respondieron. —¿Conocen a Labán, el nieto de Najor? —volvió a preguntar Jacob. —Claro que sí —respondieron. Jacob siguió preguntando: —¿Se encuentra bien de salud? —Sí, está bien —contestaron—. A propósito, ahí viene su hija Raquel con las ovejas. Entonces Jacob dijo: —Todavía estamos en pleno día y es muy temprano para encerrar el rebaño. ¿Por qué no les dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar? Y ellos respondieron: —No podemos hacerlo hasta que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra que está sobre la boca del pozo. Solo entonces podremos dar de beber a las ovejas. Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues era ella quien las cuidaba. En cuanto Jacob vio a Raquel, hija de su tío Labán, con las ovejas de este, se acercó y quitó la piedra que estaba sobre la boca del pozo, y dio de beber a las ovejas. Luego besó a Raquel, rompió en llanto y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre. Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a recibirlo y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Allí Jacob contó todo lo que había sucedido, y Labán dijo: «Realmente, tú eres de mi propia sangre». Jacob había estado ya un mes con Labán cuando este le dijo: —Por más que seas mi pariente, no vas a trabajar para mí gratis. Dime cuánto quieres ganar. Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea y la menor, Raquel. Lea tenía ojos bonitos, mientras que Raquel era una mujer muy hermosa. Como Jacob se había enamorado de Raquel, dijo a su tío: —Me ofrezco a trabajar para ti siete años, a cambio de Raquel, tu hija menor. Labán contestó: —Es mejor que te la entregue a ti y no a un extraño. Quédate conmigo. Así que Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero como estaba muy enamorado de ella le pareció poco tiempo. Entonces Jacob dijo a Labán: —Ya he cumplido con el tiempo pactado. Dame mi esposa para que me acueste con ella. Labán reunió a toda la gente del lugar y ofreció una gran fiesta. Pero cuando llegó la noche, tomó a su hija Lea y se la entregó a Jacob, quien se acostó con ella. Además, como Lea tenía una criada que se llamaba Zilpá, Labán se la dio, para que la atendiera. A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea y reclamó a Labán: —¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado? Labán contestó: —La costumbre en nuestro país es casar primero a la mayor y luego a la menor. Por eso, cumple ahora con la semana nupcial de esta, y por siete años más de trabajo te daré la otra. Así lo hizo Jacob y, cuando terminó la semana nupcial de la primera, Labán le entregó a Raquel por esposa. También Raquel tenía una criada, llamada Bilhá, y Labán se la dio para que la atendiera. Jacob entonces se acostó con Raquel y la amó mucho más que a Lea, aunque tuvo que trabajar para Labán siete años más.

Génesis 29:1-30 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Jacob continuó su viaje y llegó al territorio que está al este de Canaán. En el campo vio un pozo, del cual bebía agua el ganado. Junto al pozo descansaban tres rebaños de ovejas. El pozo estaba tapado con una gran piedra, y solo se les daba agua a las ovejas cuando todos los pastores habían reunido a sus rebaños. Después de eso, volvían a tapar el pozo. Jacob se acercó a los pastores que allí estaban y les preguntó de dónde eran. Cuando le dijeron que eran de Harán, volvió a preguntarles: —¿Conocen ustedes a Labán, el nieto de Nahor? —¡Claro que sí lo conocemos! —contestaron. —¿Y está bien de salud? —insistió. Ellos respondieron: —Bastante bien. Por cierto que ahí viene su hija Raquel con sus ovejas. Entonces Jacob les sugirió: —¡Falta mucho para que se oculte el sol! Mejor denles agua a las ovejas y llévenlas a los pastos, pues todavía no es hora de encerrarlas. Pero ellos respondieron: —No debemos darles agua todavía. Siempre esperamos a que todos los rebaños estén juntos, para destapar el pozo y darles de beber. Aún estaban hablando cuando Raquel, que también era pastora, llegó con las ovejas de su padre. Entonces Jacob quitó la piedra del pozo, y les dio agua a las ovejas; luego besó a Raquel y se echó a llorar. Después le dijo que eran primos, porque Labán era hermano de Rebeca. Al oír esto, Raquel salió corriendo a contárselo a su padre. En cuanto Labán supo que allí estaba Jacob, el hijo de su hermana, rápidamente salió a su encuentro y, luego de abrazarlo y besarlo, se lo llevó a su casa. Una vez allí, Jacob le contó lo que había pasado. Entonces Labán dijo: «¡Tú eres parte de mi propia familia!» Un mes después de la llegada de Jacob, Labán le dijo: «Tú no vas a trabajar gratis para mí, solo porque eres mi sobrino. Dime cuánto quieres que te pague». Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lía, y la menor se llamaba Raquel. Lía tenía unos ojos muy bonitos, pero Raquel era bonita de pies a cabeza. Como Jacob se había enamorado de Raquel, le contestó a Labán: —Quiero casarme con tu hija menor. Si aceptas, trabajaré para ti siete años. Y Labán respondió: —Trato hecho. Es mejor que se case contigo y no con un extraño. Así fue como Jacob trabajó siete años por Raquel, pero era tanto su amor por ella que le parecieron unos cuantos días. Cuando se cumplieron los siete años, Jacob le dijo a Labán: «Dame a Raquel, para que sea mi esposa». Entonces Labán hizo una gran fiesta, e invitó a toda la gente del lugar. Al llegar la noche, Labán tomó a Lía, se la llevó a Jacob, y Jacob tuvo relaciones sexuales con ella. Como regalo de bodas, Labán le dio a su hija Lía una esclava llamada Zilpá. A la mañana siguiente, cuando Jacob descubrió que se había acostado con Lía, le reclamó a Labán: —¿Por qué me engañaste? ¡Yo me comprometí a trabajar para casarme con Raquel! Labán respondió: —No es nuestra costumbre que la hija menor se case antes que la mayor. Pero si te comprometes a trabajar para mí otros siete años, después de una semana con Lía, te casarás con Raquel. Jacob aceptó el trato, y una semana después se casó con Raquel. Como regalo de bodas, Labán le dio a Raquel una esclava llamada Bilhá. Y Jacob amó a Raquel más que a Lía, aunque tuvo que trabajar para Labán otros siete años.

Génesis 29:1-30 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Jacob siguió su camino, y llegó a la tierra de los orientales. Se fijó, y vio en el campo un pozo; cerca de él había tres rebaños de ovejas, porque de ese pozo bebían los ganados. Una piedra muy grande tapaba la boca del pozo. Cuando todos los rebaños se reunían, se removía la piedra que tapaba el pozo, y se daba de beber a las ovejas; después se volvía a poner la piedra sobre la boca del pozo. Jacob les dijo: «Hermanos míos, ¿de dónde son ustedes?» Y ellos respondieron: «Somos de Jarán.» Les dijo entonces: «¿Conocen ustedes a Labán, el hijo de Najor?» Y ellos dijeron: «Sí, lo conocemos.» Jacob les dijo: «¿Se encuentra bien?» Y ellos contestaron: «Él se encuentra bien. De hecho, aquí viene su hija Raquel con las ovejas.» Entonces él dijo: «Como pueden ver, aún es muy de día. Todavía no es tiempo de recoger el ganado. Denles agua a las ovejas, y llévenlas a los pastos.» Pero ellos le respondieron: «No podemos hacerlo, hasta que se junten todos los rebaños. Entonces se quitará la piedra de la boca del pozo, y les daremos agua a las ovejas.» Todavía estaba él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con el rebaño de su padre, pues ella era la pastora. Raquel era hija de Labán, hermano de la madre de Jacob, y el rebaño era de Labán. Cuando Jacob vio a Raquel, se acercó y removió la piedra de la boca del pozo, y dio de beber al rebaño, luego besó a Raquel, y sin más se echó a llorar. Entonces Jacob le dijo a Raquel que él era sobrino de su padre, pues era hijo de Rebeca. Ella corrió entonces a dar esta noticia a su padre. Al oír Labán estas noticias de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó y lo besó, y lo llevó a su casa; allí Jacob le contó a Labán todas estas cosas. Y Labán le dijo: «Ciertamente, tú eres de mi propia sangre.» Y Jacob se quedó con él todo un mes. Entonces Labán le dijo a Jacob: «¿Vas a trabajar para mí de balde, solo porque eres mi sobrino? ¡Dime cuánto quieres que te pague!» Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor se llamaba Raquel. Los ojos de Lea eran tiernos, pero Raquel tenía una bella presencia y era de hermoso parecer. Jacob se enamoró de Raquel, y dijo: «Por Raquel, tu hija menor, yo te serviré siete años.» Y Labán respondió: «Es mejor que te la dé a ti, y no a otro hombre. Quédate conmigo.» Así fue como Jacob trabajó siete años por Raquel; pero le parecieron unos cuantos días, porque la amaba. Un día, Jacob le dijo a Labán: «Mi plazo se ha cumplido. Dame a mi mujer, para unirme a ella.» Labán juntó entonces a todos los varones de aquel lugar, y ofreció un banquete. Cuando llegó la noche, Labán tomó a su hija Lea, y se la llevó a Jacob; y él se unió a ella. Además, Labán le dio a su hija Lea, por criada, a su sierva Zilpa. Cuando llegó la mañana, Jacob vio que estaba con Lea; así que le dijo a Labán: «¿Qué es lo que me has hecho? ¿Acaso no te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?» Y Labán respondió: «Aquí no acostumbramos dar a la hija menor antes que a la mayor. Cumple esta semana, y se te dará también la otra, si trabajas para mí otros siete años.» Jacob lo hizo así. Cumplió aquella semana, y Labán le dio a su hija Raquel por mujer. A su hija Raquel, Labán le dio por criada a su sierva Bilá. Y Jacob se unió también a Raquel, y la amó mucho más que a Lea; y trabajó para Labán siete años más.

Génesis 29:1-30 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Jacob siguió su camino y se fue a la tierra de los del oriente. En el campo vio un pozo, cerca del cual estaban descansando tres rebaños de ovejas, porque los animales bebían agua de él. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande, y cuando todos los rebaños se juntaban allí, los pastores quitaban la piedra para darles agua a las ovejas, y luego volvían a tapar el pozo. Jacob preguntó a los pastores: —¿De dónde son ustedes, amigos míos? —Somos de Harán —contestaron ellos. —¿Conocen ustedes a Labán, el hijo de Nahor? —volvió a preguntar. —Sí, lo conocemos —respondieron. —¿Está bien de salud? —insistió Jacob. —Sí, Labán está bien —dijeron los pastores—. Mire usted, aquí viene su hija Raquel con sus ovejas. Entonces Jacob dijo: —Todavía es de día, y es muy temprano para encerrar las ovejas. ¿Por qué no les dan agua y las llevan a pastar? Pero ellos le contestaron: —No podemos hacerlo. Tenemos que esperar a que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra de la boca del pozo, para poder darles agua a las ovejas. Mientras Jacob estaba hablando con ellos, Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues ella era quien las cuidaba. Tan pronto como Jacob la vio con las ovejas de su tío Labán, fue y quitó la piedra de la boca del pozo, y les dio agua a las ovejas; luego la saludó con un beso, y comenzó a llorar. Cuando Jacob le contó que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, Raquel fue corriendo a contárselo a su padre. Labán, al oír hablar de Jacob, el hijo de su hermana, salió corriendo a recibirlo, lo abrazó, lo saludó con un beso y lo llevó a su casa. Luego Jacob le contó todo lo que había pasado. Y Labán le dijo: «Verdaderamente tú eres uno de mi propia sangre.» Jacob se quedó con Labán durante un mes. Después de ese tiempo, Labán le dijo: —No vas a trabajar para mí sin ganar nada, solo porque eres mi pariente. Dime cuánto quieres que te pague. Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, y la menor, Raquel. Lía tenía unos ojos muy tiernos, pero Raquel era hermosa de pies a cabeza. Como Jacob se había enamorado de Raquel, contestó: —Por Raquel, tu hija menor, trabajaré siete años para ti. Entonces Labán contestó: —Es mejor dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo. Y así Jacob trabajó por Raquel durante siete años, aunque a él le pareció muy poco tiempo porque la amaba mucho. Cuando pasaron los siete años, Jacob le dijo a Labán: —Dame mi mujer, para que me case con ella, porque ya terminó el tiempo que prometí trabajar por ella. Entonces Labán invitó a todos sus vecinos a la fiesta de bodas que hizo. Pero por la noche Labán tomó a Lía y se la llevó a Jacob, y Jacob durmió con ella. Además, Labán le regaló a Lía una de sus esclavas, llamada Zilpá, para que la atendiera. A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que había dormido con Lía, y le reclamó a Labán: —¿Qué cosa me has hecho? ¿No trabajé contigo por Raquel? Entonces, ¿por qué me has engañado? Y Labán le contestó: —Aquí no acostumbramos que la hija menor se case antes que la mayor. Cumple con la semana de bodas de Lía y entonces te daremos también a Raquel, si es que te comprometes a trabajar conmigo otros siete años. Jacob aceptó, y cuando terminó la semana de bodas de Lía, Labán le dio a Raquel por esposa. Labán también le dio a Raquel una de sus esclavas, llamada Bilhá, para que la atendiera. Jacob se unió también a Raquel, y la amó mucho más que a Lía, aunque tuvo que trabajar con Labán durante siete años más.

Génesis 29:1-30 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Siguió luego Jacob su camino, y fue a la tierra de los orientales. Y miró, y vio un pozo en el campo; y he aquí tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él, porque de aquel pozo abrevaban los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo. Y juntaban allí todos los rebaños; y revolvían la piedra de la boca del pozo, y abrevaban las ovejas, y volvían la piedra sobre la boca del pozo a su lugar. Y les dijo Jacob: Hermanos míos, ¿de dónde sois? Y ellos respondieron: De Harán somos. Él les dijo: ¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? Y ellos dijeron: Sí, le conocemos. Y él les dijo: ¿Está bien? Y ellos dijeron: Bien, y he aquí Raquel su hija viene con las ovejas. Y él dijo: He aquí es aún muy de día; no es tiempo todavía de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a apacentarlas. Y ellos respondieron: No podemos, hasta que se junten todos los rebaños, y remuevan la piedra de la boca del pozo, para que abrevemos las ovejas. Mientras él aún hablaba con ellos, Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora. Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán hermano de su madre, y las ovejas de Labán el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán hermano de su madre. Y Jacob besó a Raquel, y alzó su voz y lloró. Y Jacob dijo a Raquel que él era hermano de su padre, y que era hijo de Rebeca; y ella corrió, y dio las nuevas a su padre. Así que oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, lo besó, y lo trajo a su casa; y él contó a Labán todas estas cosas. Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él durante un mes. Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de balde? Dime cuál será tu salario. Y Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer. Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor. Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate conmigo. Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella. Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete. Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella. Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada. Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado? Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor. Cumple la semana de esta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años. E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquella; y él le dio a Raquel su hija por mujer. Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada. Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.

Génesis 29:1-30 La Biblia de las Américas (LBLA)

Entonces Jacob siguió su camino, y fue a la tierra de los hijos del oriente. Y miró, y vio un pozo en el campo, y he aquí, tres rebaños de ovejas estaban echados allí junto a él, porque de aquel pozo daban de beber a los rebaños, y la piedra sobre la boca del pozo era grande. Cuando todos los rebaños se juntaban allí, entonces rodaban la piedra de la boca del pozo y daban de beber a las ovejas, y volvían a poner la piedra en su lugar sobre la boca del pozo. Y Jacob dijo a los pastores: Hermanos míos, ¿de dónde sois? Y ellos dijeron: Somos de Harán. Entonces les dijo: ¿Conocéis a Labán, hijo de Nacor? Y ellos respondieron: Lo conocemos. Y él les dijo: ¿Se encuentra bien? Y dijeron: Está bien; mira, su hija Raquel viene con las ovejas. Y él dijo: He aquí, aún es pleno día, no es tiempo de recoger el ganado. Dad de beber a las ovejas, e id a apacentarlas. Pero ellos dijeron: No podemos, hasta que se junten todos los rebaños y quiten la piedra de la boca del pozo; entonces daremos de beber a las ovejas. Todavía estaba él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues ella era pastora. Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, y las ovejas de Labán, hermano de su madre, Jacob subió y quitó la piedra de la boca del pozo, y dio de beber al rebaño de Labán, hermano de su madre. Entonces Jacob besó a Raquel, y alzó su voz y lloró. Y Jacob hizo saber a Raquel que él era pariente de su padre, y que era hijo de Rebeca; y ella corrió y se lo hizo saber a su padre. Y sucedió que cuando Labán oyó las noticias de Jacob, hijo de su hermana, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo trajo a su casa. Entonces él contó a Labán todas estas cosas. Y le dijo Labán: Ciertamente tú eres hueso mío y carne mía. Y Jacob se quedó con él todo un mes. Y Labán dijo a Jacob: ¿Acaso porque eres mi pariente has de servirme de balde? Hazme saber cuál será tu salario. Labán tenía dos hijas; el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de bella figura y de hermoso parecer. Y Jacob se había enamorado de Raquel, y dijo: Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor. Y Labán dijo: Mejor es dártela a ti que dársela a otro hombre; quédate conmigo. Jacob, pues, sirvió siete años por Raquel, y le parecieron unos pocos días, por el amor que le tenía. Entonces Jacob dijo a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido para unirme a ella. Y Labán reunió a todos los hombres del lugar, e hizo un banquete. Y sucedió que al anochecer tomó a su hija Lea y se la trajo, y Jacob se llegó a ella. Y Labán dio su sierva Zilpa a su hija Lea como sierva. Cuando fue de mañana, he aquí que era Lea. Y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No fue por Raquel que te serví? ¿Por qué, pues, me has engañado? Y Labán respondió: No se acostumbra en nuestro lugar dar a la menor antes que a la mayor. Cumple la semana nupcial de esta, y te daremos también la otra por el servicio que habrás de rendirme aún otros siete años. Así lo hizo Jacob, y cumplió la semana de ella; y él le dio a su hija Raquel por mujer. Y Labán dio su sierva Bilha a su hija Raquel como sierva. Y Jacob se llegó también a Raquel, y amó más a Raquel que a Lea; y sirvió a Labán durante otros siete años.

Génesis 29:1-30 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Entonces Jacob se apresuró y por fin llegó a la tierra del oriente. A la distancia vio un pozo. Junto al pozo, en campo abierto, había tres rebaños de ovejas y de cabras esperando a que les dieran de beber; pero una pesada piedra tapaba la boca del pozo. Era costumbre del lugar esperar a que llegaran todos los rebaños antes de quitar la piedra y dar de beber a los animales. Después se volvía a tapar la boca del pozo con la piedra. Jacob se acercó a los pastores y preguntó: —¿De dónde son ustedes, amigos? —Somos de Harán —contestaron ellos. —¿Conocen allí a un hombre llamado Labán, el nieto de Nacor? —les preguntó. —Sí, lo conocemos —contestaron. —¿Y él está bien? —preguntó Jacob. —Sí, está bien —contestaron—. Mire, ahí viene su hija Raquel con los rebaños. —Todavía estamos a plena luz del día —dijo Jacob—, por lo que es demasiado temprano para reunir a los animales. ¿Por qué no dan ustedes de beber a las ovejas y a las cabras para que así puedan volver a pastar? —No podemos dar de beber a los animales hasta que hayan llegado todos los rebaños —contestaron—. Entonces los pastores quitan la piedra de la boca del pozo y damos de beber a todas las ovejas y las cabras. Todavía estaba Jacob hablando con ellos cuando llegó Raquel con los rebaños de su padre, porque ella era pastora. Ya que Raquel era su prima —la hija de Labán, el hermano de su madre—, y como las ovejas y las cabras eran de su tío Labán, Jacob fue al pozo, quitó la piedra que tapaba la boca y dio de beber al rebaño de su tío. Luego Jacob besó a Raquel y lloró en voz alta. Le explicó a Raquel que él era su primo por parte de su padre, el hijo de su tía Rebeca. Enseguida Raquel salió corriendo y se lo contó a su padre Labán. En cuanto Labán oyó que su sobrino Jacob había llegado, corrió a encontrarse con él. Lo abrazó y lo besó, y lo llevó a su casa. Cuando Jacob le contó su historia, Labán exclamó: «¡Verdaderamente eres de mi misma sangre!». Jacob se quedó con Labán alrededor de un mes, y después Labán le dijo: —No deberías trabajar para mí sin recibir pago, solo porque somos parientes. Dime cuánto debería ser tu salario. Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor se llamaba Raquel. No había brillo en los ojos de Lea, pero Raquel tenía una hermosa figura y una cara bonita. Ya que Jacob estaba enamorado de Raquel, le dijo a su padre: —Trabajaré para ti siete años si me entregas como esposa a Raquel, tu hija menor. —¡De acuerdo! —respondió Labán—. Prefiero entregártela a ti que a cualquier otro. Quédate y trabaja para mí. Así que Jacob trabajó siete años para obtener a Raquel; pero su amor por ella era tan fuerte que le parecieron unos pocos días. Finalmente llegó el momento de casarse con ella. «He cumplido mi parte del acuerdo —le dijo Jacob a Labán—. Ahora entrégame a mi esposa para acostarme con ella». Entonces Labán invitó a toda la gente de los alrededores y preparó una fiesta de bodas; pero aquella noche, cuando estaba oscuro, Labán tomó a Lea y se la entregó a Jacob, y él durmió con ella. (Labán le había dado a Lea una sierva, Zilpa, para que la atendiera). A la mañana siguiente, cuando Jacob se despertó, ¡vio que era Lea! —¿Qué me has hecho? —le dijo a Labán con furia—. ¡He trabajado siete años por Raquel! ¿Por qué me has engañado? —Aquí no es nuestra costumbre casar a la hija menor antes que a la mayor —contestó Labán—, pero espera hasta que termine la semana nupcial y entonces te daré también a Raquel, siempre y cuando prometas trabajar para mí otros siete años. Así que Jacob aceptó trabajar siete años más. Una semana después de casarse con Lea, Labán también le entregó a Raquel. (Labán le dio a Raquel una sierva, Bilha, para que la atendiera). Entonces Jacob durmió también con Raquel, y la amó mucho más que a Lea. Y se quedó allí y trabajó para Labán los siete años adicionales.