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Ezequiel 37:1-28

Ezequiel 37:1-28 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

La mano del SEÑOR vino sobre mí; su Espíritu me llevó y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Me hizo pasearme entre ellos, de un lado para otro. Pude ver que los huesos que cubrían el valle estaban muy secos y eran muchos. Entonces me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?». Y yo contesté: «SEÑOR y Dios, tú lo sabes». Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos y diles: “¡Huesos secos, escuchen la palabra del SEÑOR! Así dice el SEÑOR y Dios a estos huesos: ‘Yo haré entrar en ustedes espíritu y vivirán. Les pondré tendones, haré que les salga carne, los cubriré de piel y les daré aliento de vida. Así vivirán y sabrán que yo soy el SEÑOR’ ”». Tal y como me lo ordenó, profeticé. Y mientras profetizaba, se escuchó un ruido que sacudió la tierra, y los huesos comenzaron a unirse entre sí. Yo me fijé y vi que en ellos aparecían tendones, les salía carne y se recubrían de piel. ¡Pero no había espíritu en ellos! Entonces el SEÑOR me dijo: «Profetiza, hijo de hombre; profetiza al espíritu y dile: “Esto ordena el SEÑOR y Dios: ‘Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos y vivirán’ ”». Yo profeticé, tal como él me lo había ordenado y el espíritu entró en ellos; entonces vivieron y se pusieron de pie. ¡Era un ejército numeroso! Luego me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Israel. Ellos andan diciendo: “Nuestros huesos se han secado. Ya no tenemos esperanza. ¡Estamos perdidos!”. Por eso, profetiza y adviérteles que así dice el SEÑOR y Dios: “Pueblo mío, abriré tus tumbas, te sacaré de ellas y te haré regresar a la tierra de Israel. Y, cuando haya abierto tus tumbas y te haya sacado de allí, entonces, pueblo mío, sabrás que yo soy el SEÑOR. Pondré mi Espíritu en ustedes y vivirán. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el SEÑOR, lo he dicho y lo cumpliré, afirma el SEÑOR”». La palabra del SEÑOR vino a mí y me dijo: «Hijo de hombre, toma una vara y escribe sobre ella: “Para Judá y sus aliados los israelitas”. Luego toma otra vara y escribe: “Para José, vara de Efraín y todos sus aliados los israelitas”. Júntalas, la una con la otra, de modo que formen una sola vara en tu mano. »Cuando la gente de tu pueblo te pregunte: “¿Qué significa todo esto?”, tú responderás que así dice el SEÑOR y Dios: “Voy a tomar la vara de José que está en la mano de Efraín y a las tribus de Israel que están unidas a él, y la juntaré a la vara de Judá. Así haré con ellos una sola vara y en mi mano serán una sola”. Sostén en tu mano las varas sobre las cuales has escrito, para que las vean. Entonces adviérteles que así dice el SEÑOR y Dios: “Tomaré a los israelitas de entre las naciones por donde han andado; los reuniré de todas partes y los haré regresar a su propia tierra. Y en esta tierra, en los montes de Israel, haré de ellos una sola nación. Todos estarán bajo un solo rey; nunca más serán dos naciones ni estarán divididos en dos reinos. Ya no se contaminarán más con sus ídolos, ni con sus iniquidades ni actos abominables. Yo los libraré y los purificaré de todas sus infidelidades. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. »”Mi siervo David será su rey y todos tendrán un solo pastor. Caminarán según mis leyes, cumplirán mis estatutos y los pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, donde vivieron sus antepasados. Ellos, sus hijos y sus nietos vivirán allí para siempre y mi siervo David será su príncipe eterno. Y haré con ellos un pacto de paz. Será un pacto eterno. Y los estableceré y haré que se multipliquen; pondré mi santuario entre ellos para siempre. Habitaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y, cuando mi santuario esté para siempre en medio de ellos, las naciones sabrán que yo, el SEÑOR, he hecho de Israel un pueblo santo”».

Ezequiel 37:1-28 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

El poder de Dios vino sobre mí, y su espíritu me llevó a un valle que estaba lleno de huesos. Me hizo recorrer el valle de un lado a otro, y pude ver que allí había muchísimos huesos, y que todos estaban completamente secos. Entonces Dios me dijo: —Ezequiel, hombre mortal, ¿crees que estos huesos puedan volver a la vida? Yo le respondí: —Dios mío, solo tú lo sabes. Dios me dio entonces esta orden: —Diles de mi parte a estos huesos que presten atención a este mensaje: “¡Huesos secos, yo voy a soplar en ustedes, para que reciban el aliento de vida y revivan! Voy a ponerles tendones, y a recubrirlos de carne y piel. Voy a darles aliento de vida, para que revivan. Así reconocerán que yo soy el Dios de Israel”. Yo les dije a los huesos lo que Dios me había ordenado decir. Y mientras hablaba de parte de Dios, escuché un ruido muy fuerte. Eran los huesos, que se estaban juntando los unos con los otros. Pude ver cómo les salían tendones, y les crecía carne y se recubrían de piel. Sin embargo, seguían sin vida. Entonces Dios me dijo: —Llama al aliento de vida. Dile que yo le ordeno que venga de los cuatro puntos cardinales, y que les dé vida a estos huesos muertos. Yo le repetí al aliento de vida lo que Dios me ordenó decirle, y el aliento de vida entró en los huesos. Entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Eran tantos que parecían un ejército! Dios me dijo entonces: —Ezequiel, estos huesos representan a los israelitas. Ellos se andan quejando, y dicen: “No hay remedio; estamos perdidos. ¡Somos unos huesos secos!” Pero tú vas a hablar con ellos, y vas a darles de mi parte este mensaje: “Israelitas, ustedes creen que están muertos, pero yo soy su Dios. Yo abriré las tumbas donde creen estar enterrados, y los sacaré de allí. Soplaré sobre ustedes para darles mi aliento de vida, y los haré volver a la tierra de Israel. Cuando yo haga esto, ustedes volverán a vivir y reconocerán que yo soy su Dios. Yo, el Dios de Israel, lo he dicho y lo cumpliré”. Dios también me dijo: «Toma un trozo de madera y escribe en él: “Del reino de Judá”. Toma luego otro pedazo de madera y escribe en él: “Del reino de Israel”. Junta en tus manos los dos trozos de madera, y cuando la gente de tu pueblo pregunte qué quieres decir con eso, tú le dirás: “Dios ha declarado que juntará a Judá y a Israel, y que hará de los dos un solo reino”. »Después de eso, levanta los dos trozos de madera, para que todos los vean, y diles: “Dios ha prometido reunir y sacar a los israelitas de las naciones donde ahora se encuentran, para llevarlos de nuevo a su tierra”. Porque en esta tierra, y en estas montañas de Israel, los convertiré en una sola nación. Tendrán un solo rey, y no volverán a dividirse en dos reinos. »Nunca más volverán los israelitas a contaminarse con sus ídolos malolientes, ni con sus pecados y acciones repugnantes. Yo los limpiaré de sus pecados y no dejaré que vuelvan a serme infieles. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. »Entonces los israelitas obedecerán mis mandamientos, como deben hacerlo. Vivirán para siempre, junto con sus hijos y sus nietos, en la tierra que les di a Jacob y a sus antepasados. David será su único rey y jefe. »Haré con ellos un pacto eterno de paz, y llegarán a ser un pueblo numeroso. Y cuando ponga mi templo en medio de ellos, y viva allí para siempre, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Entonces las naciones reconocerán que yo habré convertido a Israel en un pueblo muy especial. Yo soy el Dios de Israel».

Ezequiel 37:1-28 Reina Valera Contemporánea (RVC)

La mano del Señor vino y se posó sobre mí, y en el espíritu del Señor me llevó hasta un valle que estaba lleno de huesos, y me puso en medio de ese valle. Luego me hizo dar de vueltas y pasar cerca de los huesos, los cuales eran muchísimos y bastante secos, y estaban a flor de tierra. Y el Señor me preguntó: «Hijo de hombre, ¿cobrarán vida estos huesos?» Yo le contesté: «Señor y Dios, tú lo sabes.» Entonces el Señor me dijo: «Profetiza sobre estos huesos, y diles: “Huesos secos, oigan la palabra del Señor. Esto es lo que Dios el Señor les dice: ‘Huesos, voy a hacer que entre en ustedes el espíritu, y ustedes volverán a vivir. Voy a poner tendones en ustedes, y volveré a cubrirlos de carne y de piel; pondré también el espíritu en ustedes, y volverán a vivir.’ Así sabrán que yo soy el Señor.”» Yo profeticé, tal y como se me ordenó, y mientras yo profetizaba hubo un ruido y un temblor, y los huesos se juntaron el uno con el otro. Me fijé, y vi que ya tenían tendones, y que se cubrían de carne, y que se iban revistiendo de piel. Pero aún no había en ellos espíritu. Entonces el Señor me dijo: «Hijo de hombre, profetiza al espíritu. Háblale y dile que así ha dicho Dios el Señor: “Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, para que cobren vida.”» Yo profeticé, tal y como se me ordenó, y el espíritu entró en ellos y cobraron vida, y se pusieron de pie. Eran un ejército bastante numeroso. Entonces el Señor me dijo: «Hijo de hombre, todos estos huesos son el pueblo de Israel. Ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado; ha muerto nuestra esperanza; ¡hemos sido destruidos por completo!” Por eso, profetiza y diles que yo, su Señor y Dios, he dicho: “Pueblo mío, voy a abrir los sepulcros de ustedes; voy a levantarlos de sus sepulturas para traerlos de nuevo a la tierra de Israel. Y cuando yo abra sus sepulcros y los saque de sus sepulturas, ustedes, pueblo mío, sabrán que yo soy el Señor. Entonces pondré mi espíritu en ustedes, y volverán a vivir.” Sí, yo los haré reposar en su tierra, y así sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí.» —Palabra del Señor. La palabra del Señor vino a mí, y me dijo: «Hijo de hombre, toma la rama de un árbol y escribe en ella: “De Judá y de sus compañeros, los hijos de Israel.” Toma luego otra rama, y escribe en ella: “De José, que es Efraín, y de sus compañeros, el pueblo de Israel.” Junta luego las dos ramas, de tal manera que en tu mano formen una sola rama. Y cuando los hijos de tu pueblo te pregunten: “¿No vas a decirnos qué es lo que te propones con esto?”, les dirás que yo, su Señor y Dios, he dicho: “Fíjense bien: he tomado la rama que está en la mano de Efraín, y que representa a José y a sus compañeros, las tribus de Israel, y voy a juntarla con la rama que representa a Judá, para que en mi mano formen una sola rama.” Las ramas sobre las cuales escribiste los nombres, las sostendrás en tu mano para que puedan verlas, y entonces les dirás que yo, su Señor y Dios, he dicho: “Fíjense bien: voy a sacar a los hijos de Israel de las naciones a las que fueron llevados; voy a recogerlos de todas partes, y los traeré a su tierra. Allí, en su tierra, y en los montes de Israel, haré de ellos una nación, y tendrán un solo rey, y nunca más serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos. Tampoco volverán a contaminarse con sus ídolos, ni con sus hechos repugnantes ni con ninguna de sus rebeliones. Voy a librarlos y a limpiarlos de todas las rebeliones con las cuales pecaron, y ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.” »Mi siervo David reinará sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor. Andarán en mis preceptos, y obedecerán y practicarán mis estatutos. Habitarán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, y en la cual habitaron sus padres. Allí habitarán para siempre ellos, y sus hijos y los hijos de sus hijos, y para siempre mi siervo David será su príncipe. Yo haré con ellos un pacto perpetuo de paz; haré que se establezcan y se multipliquen, y para siempre pondré mi santuario entre ellos. Allí, en medio de ellos, estará mi tabernáculo, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y cuando mi santuario esté para siempre en medio de ellos, las naciones sabrán que yo, el Señor, santifico a Israel.»

Ezequiel 37:1-28 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

El Señor puso su mano sobre mí, y me hizo salir lleno de su poder, y me colocó en un valle que estaba lleno de huesos. El Señor me hizo recorrerlo en todas direcciones; los huesos cubrían el valle, eran muchísimos y estaban completamente secos. Entonces me dijo: «¿Crees tú que estos huesos pueden volver a tener vida?» Yo le respondí: «Señor, solo tú lo sabes.» Entonces el Señor me dijo: «Habla en mi nombre a estos huesos. Diles: “Huesos secos, escuchen este mensaje del Señor. El Señor les dice: Voy a hacer entrar en ustedes aliento de vida, para que revivan. Les pondré tendones, los rellenaré de carne, los cubriré de piel y les daré aliento de vida para que revivan. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor.”» Yo les hablé como él me lo había ordenado. Y mientras les hablaba, oí un ruido: era un terremoto, y los huesos comenzaron a juntarse unos con otros. Y vi que sobre ellos aparecían tendones y carne, y que se cubrían de piel. Pero no tenían aliento de vida. Entonces el Señor me dijo: «Habla en mi nombre al aliento de vida, y dile: “Así dice el Señor: Aliento de vida, ven de los cuatro puntos cardinales y da vida a estos cuerpos muertos.”» Yo hablé en nombre del Señor, como él me lo ordenó, y el aliento de vida vino y entró en ellos, y ellos revivieron y se pusieron de pie. Eran tantos que formaban un ejército inmenso. Entonces el Señor me dijo: «El pueblo de Israel es como estos huesos. Andan diciendo: “Nuestros huesos están secos; no tenemos ninguna esperanza, estamos perdidos.” Pues bien, háblales en mi nombre, y diles: “Esto dice el Señor: Pueblo mío, voy a abrir las tumbas de ustedes; voy a sacarlos de ellas y a hacerlos volver a la tierra de Israel. Y cuando yo abra sus tumbas y los saque de ellas, reconocerán ustedes, pueblo mío, que yo soy el Señor. Yo pondré en ustedes mi aliento de vida, y ustedes revivirán; y los instalaré en su propia tierra. Entonces sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo he hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.”» El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Toma un palo, y escribe en él: “Judá y sus aliados israelitas”. Toma luego otro palo, y escribe: “José, representado por Efraín, y todos sus aliados del resto de Israel”. En seguida, júntalos en tu mano el uno con el otro, de manera que formen uno solo. Cuando tus compatriotas te digan: “Explícanos lo que esto significa”, diles: “Esto dice el Señor: Voy a tomar el palo de José, que está en manos de Efraín y de las demás tribus aliadas de Israel, y lo voy a juntar con el palo de Judá para convertirlos en un solo palo en mi mano.” Ten en tu mano, a la vista de ellos, los dos palos sobre los cuales escribiste. Luego diles: “Esto dice el Señor: Voy a sacar a los israelitas de entre las naciones a donde han ido a parar; los reuniré de todas partes y los haré volver a su tierra. Haré de ellos una sola nación en este país, en los montes de Israel, y tendrán un solo rey. No volverán a estar divididos en dos naciones, ni separados en dos reinos. Tampoco volverán a mancharse adorando ídolos repugnantes ni cometiendo toda clase de pecados. Yo los libraré de todas las infidelidades que han cometido, y los limpiaré de sus pecados. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será el rey y único pastor de todos ellos, y ellos me obedecerán y cumplirán mis leyes y decretos. Vivirán en el país que di a mi siervo Jacob, donde también vivieron sus antepasados. Allí vivirán siempre ellos y sus hijos y todos sus descendientes; y mi siervo David será siempre su jefe. Haré con ellos una alianza para asegurarles una vida tranquila. Será una alianza eterna. Haré que aumenten en número, y para siempre pondré mi santo templo en medio de ellos. Viviré entre ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Cuando mi santo templo esté para siempre en medio de ellos, las demás naciones reconocerán que yo he escogido a Israel como mi posesión sagrada.”»

Ezequiel 37:1-28 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano. Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?, diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano. Y los palos sobre los que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios. Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.

Ezequiel 37:1-28 La Biblia de las Américas (LBLA)

La mano del SEÑOR vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del SEÑOR, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos. Y Él me hizo pasar en derredor de ellos, y he aquí, eran muchísimos sobre la superficie del valle; y he aquí, estaban muy secos. Y Él me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor DIOS, tú lo sabes. Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: «Huesos secos, oíd la palabra del SEÑOR. Así dice el Señor DIOS a estos huesos: “He aquí, haré entrar en vosotros espíritu, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, haré crecer carne sobre vosotros, os cubriré de piel y pondré espíritu en vosotros, y viviréis; y sabréis que yo soy el SEÑOR” ». Profeticé, pues, como me fue mandado; y mientras yo profetizaba hubo un ruido, y luego un estremecimiento, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí, había tendones sobre ellos, creció la carne y la piel los cubrió, pero no había espíritu en ellos. Entonces Él me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: «Así dice el Señor DIOS: “Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos muertos, y vivirán” ». Y profeticé como Él me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército. Entonces Él me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel; he aquí, ellos dicen: «Nuestros huesos se han secado, y nuestra esperanza ha perecido. Estamos completamente destruidos». Por tanto, profetiza, y diles: «Así dice el Señor DIOS: “He aquí, abriré vuestros sepulcros y os haré subir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy el SEÑOR, cuando abra vuestros sepulcros y os haga subir de vuestros sepulcros, pueblo mío. Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os pondré en vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, el SEÑOR, he hablado y lo he hecho” —declara el SEÑOR». Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: Y tú, hijo de hombre, toma una vara y escribe en ella: «Para Judá y para los hijos de Israel, sus compañeros». Toma luego otra vara y escribe en ella: «Para José, vara de Efraín, y para toda la casa de Israel, sus compañeros». Júntalas la una con la otra en una sola vara para que sean una sola en tu mano. Y cuando los hijos de tu pueblo te hablen, diciendo: «¿No nos explicarás qué quieres decir con esto?», diles: «Así dice el Señor DIOS: “He aquí, tomaré la vara de José, que está en la mano de Efraín, y las tribus de Israel, sus compañeros; las pondré con aquella, con la vara de Judá, y las haré una sola vara, y serán una en mi mano” ». Y las varas en que escribas estarán en tu mano a la vista de ellos, y diles: «Así dice el Señor DIOS: “He aquí, tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los recogeré de todas partes y los traeré a su propia tierra. Y haré de ellos una nación en la tierra, en los montes de Israel; un solo rey será rey de todos ellos; nunca más serán dos naciones, y nunca más serán divididos en dos reinos. No se contaminarán más con sus ídolos, ni con sus abominaciones, ni con ninguna de sus transgresiones; sino que los libraré de todos los lugares en que pecaron y los limpiaré. Y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. ”Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; andarán en mis ordenanzas y guardarán mis estatutos y los cumplirán. Y habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos y sus hijos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será su príncipe para siempre. Y haré con ellos un pacto de paz; será un pacto eterno con ellos. Y los estableceré, los multiplicaré y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre. Mi morada estará también junto a ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y las naciones sabrán que yo, el SEÑOR, santifico a Israel, cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre” ».

Ezequiel 37:1-28 Nueva Traducción Viviente (NTV)

El SEÑOR puso su mano sobre mí y fui llevado por el Espíritu del SEÑOR hasta un valle que estaba lleno de huesos. El SEÑOR me condujo por entre los huesos que cubrían el fondo del valle. Estaban desparramados en el suelo por todas partes y completamente secos. Luego me preguntó: —Hijo de hombre, ¿podrán estos huesos volver a convertirse en personas vivas? —Oh SEÑOR Soberano —respondí—, solo tú sabes la respuesta. Entonces me dijo: —Anuncia un mensaje profético a estos huesos y diles: “¡Huesos secos, escuchen la palabra del SEÑOR! Esto dice el SEÑOR Soberano: ‘¡Atención! ¡Pondré aliento dentro de ustedes y haré que vuelvan a vivir! Les pondré carne y músculos y los recubriré con piel. Pondré aliento en ustedes y revivirán. Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR’”. Así que yo anuncié el mensaje, tal como él me dijo. De repente, mientras yo hablaba, se oyó un ruido, un traqueteo por todo el valle. Se juntaron los huesos de cada cuerpo y volvieron a unirse hasta formar esqueletos enteros. Mientras yo observaba, vi que se formaron músculos y apareció carne sobre los huesos. Después se formó piel para recubrir los cuerpos, pero aún no tenían aliento de vida. Luego me dijo: «Hijo de hombre, anuncia un mensaje profético a los vientos. Anuncia un mensaje profético y di: “Esto dice el SEÑOR Soberano: ‘¡Ven, oh aliento, ven de los cuatro vientos y sopla en estos cuerpos muertos para que vuelvan a vivir!’”». Así que yo anuncié el mensaje como él me ordenó y entró aliento en los cuerpos. Todos volvieron a la vida y se pusieron de pie; era un gran ejército. Luego me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos representan al pueblo de Israel. Ellos dicen: “Nos hemos vuelto huesos viejos y secos; hemos perdido toda esperanza. Nuestra nación está acabada”. Por lo tanto, profetiza y diles: “Esto dice el SEÑOR Soberano: ‘Oh pueblo mío, abriré las tumbas del destierro y haré que te levantes. Luego te regresaré a la tierra de Israel. Cuando eso suceda, pueblo mío, sabrás que yo soy el SEÑOR. Pondré mi Espíritu en ti, volverás a vivir y regresarás a tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el SEÑOR, he hablado y que he cumplido mi palabra. ¡Sí, el SEÑOR ha hablado!’”». Nuevamente recibí un mensaje del SEÑOR: «Hijo de hombre, toma un trozo de madera y grábale estas palabras: “Esto representa a Judá y a sus tribus aliadas”. Luego toma otro trozo y graba en él estas palabras: “Esto representa a Efraín y a las tribus del norte de Israel”. Ahora toma ambos trozos en tu mano como si fueran una sola pieza de madera. Cuando la gente te pregunte qué significa lo que haces, diles: “Esto dice el SEÑOR Soberano: ‘Tomaré a Efraín y a las tribus del norte y las uniré a Judá. Las convertiré en una sola pieza de madera en mi mano’”. »Luego coloca, a la vista del pueblo, los trozos de madera que has grabado, para que todos puedan verlos. Dales este mensaje de parte del SEÑOR Soberano: “Reuniré al pueblo de Israel de entre las naciones. Los regresaré a su propia tierra desde los lugares adonde fueron esparcidos. Los unificaré para que formen una sola nación sobre los montes de Israel. Un rey los gobernará a todos; ya no estarán divididos en dos naciones o en dos reinos. Nunca más se contaminarán con ídolos ni con imágenes repugnantes ni rebelión, porque los salvaré de su apostasía pecaminosa y los limpiaré. Entonces serán verdaderamente mi pueblo y yo seré su Dios. »”Mi siervo David será su rey y tendrán un solo pastor. Obedecerán mis ordenanzas y se asegurarán de cumplir mis decretos. Vivirán en la tierra que le di a mi siervo Jacob, la tierra donde vivieron sus antepasados. Tanto ellos como sus hijos y sus nietos vivirán allí para siempre, de generación en generación; y mi siervo David será su príncipe por siempre. Haré con ellos un pacto de paz, un pacto eterno. Les daré su tierra y aumentaré su población, y pondré mi templo en medio de ellos para siempre. Haré mi hogar entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y cuando mi templo esté en medio de ellos para siempre, las naciones sabrán que yo soy el SEÑOR, quien hace santo a Israel”».