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Ezequiel 11:1-25

Ezequiel 11:1-25 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

El poder de Dios me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del templo del Señor. En la puerta había veinticinco hombres. Entre ellos distinguí a Jaazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, que eran jefes del pueblo. El Señor me dijo: «Estos son los que están tramando crímenes y haciendo planes malvados en esta ciudad. Dicen: “No hace mucho que reconstruimos las casas. Aquí estaremos a salvo, como la carne en la olla.” Por eso, háblales en mi nombre.» El espíritu del Señor se posesionó de mí, y me ordenó que dijera: «Esto dice el Señor: “Eso es lo que ustedes piensan, israelitas. Yo conozco sus pensamientos. Ustedes han cometido muchos asesinatos en esta ciudad, y han llenado de cadáveres las calles. Por eso yo, el Señor, les aseguro: Jerusalén será como una olla, pero la carne no serán ustedes, sino los cadáveres de los que ustedes mataron, pues a ustedes los voy a sacar de la olla. ¿Tienen miedo a la guerra? Pues haré venir guerra sobre ustedes. Yo, el Señor, doy mi palabra. Ejecutaré la sentencia contra ustedes: los sacaré de aquí y los entregaré a gente extranjera. Morirán a filo de espada. Yo los juzgaré a ustedes en los límites de Israel, y entonces reconocerán que yo soy el Señor. La ciudad no les servirá a ustedes de olla, ni ustedes serán la carne. Yo los juzgaré a ustedes en los límites de Israel, y entonces reconocerán que yo soy el Señor. Ustedes no han vivido de acuerdo con mis órdenes ni han practicado mis leyes, sino que han seguido las prácticas de las naciones que los rodean.”» Mientras yo les hablaba en nombre del Señor, cayó muerto Pelatías, hijo de Benaías. Yo me incliné hasta tocar el suelo con la frente, lancé un fuerte grito y dije: «¡Ay, Señor! ¿Vas a terminar con lo poco que queda de Israel?» El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «La gente que vive en Jerusalén habla de los israelitas, tus compatriotas, y dice: “¡Ellos están lejos del Señor! A nosotros, en cambio, nos dio el país para que seamos dueños de él.” Por eso diles: “Esto dice el Señor: Yo los desterré y los dispersé entre las naciones, entre países extraños, pero solo por un corto tiempo. Ahora yo mismo seré un santuario para ellos en los países adonde han ido.” Diles también: “Esto dice el Señor: Yo los haré volver de esos países y naciones adonde los he dispersado, y los reuniré y les daré el país de Israel. Ellos volverán a su país y acabarán con todas las prácticas odiosas y detestables que hay en él. Yo les quitaré ese corazón duro como la piedra, y les daré un nuevo corazón y un nuevo espíritu. Entonces vivirán de acuerdo con mis leyes y decretos, y los pondrán en práctica. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Pero a los que viven apegados a esas prácticas odiosas y detestables, les pediré cuentas de su conducta. Yo, el Señor, doy mi palabra.”» Los seres alados levantaron el vuelo, y las ruedas los siguieron. Entonces la gloria del Dios de Israel, que estaba encima de ellos, se levantó y se alejó de la ciudad, yendo a colocarse sobre el monte que está al oriente de la ciudad. Luego el poder de Dios me levantó y me hizo volver a Babilonia, donde estaban los otros desterrados. Esto sucedió en una visión que el espíritu de Dios me hizo ver. Después la visión desapareció, y yo les conté a los desterrados todo lo que el Señor me había revelado.

Ezequiel 11:1-25 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

El Espíritu me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del Templo del SEÑOR. A la entrada vi a veinticinco hombres, entre los cuales estaban Jazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaías, que eran líderes del pueblo. El SEÑOR me dijo: «Hijo de hombre, estos son los que están tramando maldades y dando malos consejos en esta ciudad. Dicen: “Todavía no es el momento de reconstruir las casas. La ciudad es la olla y nosotros somos la carne”. Por eso, hijo de hombre, profetiza contra ellos; ¡sí, profetiza!». El Espíritu del SEÑOR vino sobre mí y me ordenó proclamar: «Así dice el SEÑOR: “Ustedes, pueblo de Israel, han dicho esto y yo conozco sus pensamientos. Han matado a mucha gente en esta ciudad y han llenado las calles de cadáveres. »”Por eso yo, el SEÑOR y Dios, les digo: Los cadáveres que ustedes han arrojado son la carne y la ciudad es la olla, pero yo los sacaré de ahí. ¿Temen a la espada? Pues bien, yo, el SEÑOR y Dios, declaro que con espadas iré contra ustedes. Los sacaré de la ciudad, los entregaré en manos de extranjeros y los juzgaré con justicia. Morirán a filo de espada; yo los juzgaré en las mismas fronteras de Israel y así sabrán que yo soy el SEÑOR. La ciudad no les servirá de olla ni serán ustedes la carne dentro de ella. Yo los juzgaré en la frontera misma de Israel. Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR. No han seguido mis estatutos ni han cumplido con mis leyes, sino que han adoptado las costumbres de las naciones que los rodean”». Mientras yo profetizaba, Pelatías, hijo de Benaías, cayó muerto. Entonces caí rostro en tierra y clamé a gritos: «¡Ay, mi SEÑOR y Dios! ¿Vas a exterminar al remanente de Israel?». La palabra del SEÑOR vino a mí y me dijo: «Hijo de hombre, esto es lo que dicen los habitantes de Jerusalén en cuanto a tus hermanos, tus parientes y todo el pueblo de Israel: “Ellos se han alejado del SEÑOR, y por eso se nos ha dado esta tierra en posesión”. »Por tanto, adviérteles que así dice el SEÑOR y Dios: “Aunque los desterré a naciones lejanas y los dispersé por países extraños, por un tiempo les he servido de santuario en las tierras adonde han ido”. »Adviérteles también que así dice el SEÑOR y Dios: “Yo los reuniré de entre las naciones; los juntaré de los países donde han estado dispersos y les daré la tierra de Israel. »”Ellos volverán a su tierra y echarán de allí a los ídolos detestables y pondrán fin a todas las abominaciones. Yo les daré un corazón sincero y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen y pondré en ellos un corazón de carne, para que cumplan mis estatutos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Pero a los que van tras esos ídolos detestables y siguen prácticas abominables, yo les pediré cuentas de su conducta”», afirma el SEÑOR y Dios. SEÑOR Los querubines desplegaron sus alas. Las ruedas estaban junto a ellos y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. La gloria del SEÑOR se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente de Jerusalén. En una visión, el Espíritu me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia; y la visión terminó. Entonces comuniqué a los exiliados todo lo que el SEÑOR me había revelado.

Ezequiel 11:1-25 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Una fuerza dentro de mí me levantó y me llevó hasta la entrada del templo de Dios, que está en el lado este. Allí había veinticinco hombres, entre los que se encontraban dos jefes del pueblo, que eran Jaazanías hijo de Azur y Pelatías hijo de Benaías. Entonces Dios me dijo: «Estos son los que hacen planes malvados y dan malos consejos a la gente de Jerusalén. Les aseguran: “No es urgente reconstruir las casas. Aquí en la ciudad estamos a salvo”. Por eso tú, Ezequiel, tienes que darles un mensaje de mi parte». Entonces el espíritu de Dios vino sobre mí, y me ordenó decirles: «El Dios de Israel afirma: “Israelitas, yo sé lo que ustedes dicen y piensan. Ya han matado a mucha gente en esta ciudad. Por eso las calles están llenas de cadáveres. ”Pero yo, el Dios de Israel, les aseguro que voy a sacarlos de Jerusalén, a pesar de que ustedes creen estar a salvo dentro de ella. Solo dejaré dentro de la ciudad los cadáveres de la gente que ustedes mataron. ¿No es verdad que tienen miedo de morir en la guerra? ¡Pues les juro que morirán en plena batalla! Los sacaré de Jerusalén, y dejaré que los extranjeros hagan con ustedes lo que quieran. Ese será el castigo que merecen. ”Si creían estar seguros dentro de la ciudad, verán que ni siquiera el país les dará protección. En las fronteras mismas de Israel morirán traspasados por las espadas. Yo los castigaré, porque no obedecieron mis mandamientos, sino que prefirieron vivir como los pueblos vecinos que no me obedecen. Así ustedes reconocerán que yo soy el Dios de Israel”». Todavía estaba yo hablando, cuando cayó muerto Pelatías hijo de Benaías. Entonces me arrodillé, y tocando el suelo con mi frente, grité con todas mis fuerzas: —¡Ay, Dios mío! ¿Vas a matar a los pocos israelitas que aún quedan con vida? Y Dios me contestó: —Los que aún viven en Jerusalén piensan que los israelitas que fueron llevados prisioneros a Babilonia son los que se apartaron de mí. Ellos creen que ahora el país les pertenece solo a ellos. Pero tú diles a los israelitas en Babilonia que, aunque es verdad que yo los expulsé de esta tierra y los dispersé por todas las naciones, no será por mucho tiempo. Además, también allí pueden adorarme. »Yo les prometo que los haré volver de las naciones por donde los dispersé. Y cuando ya los haya reunido, les devolveré la tierra de Israel. Cuando ellos regresen, deberán destruir todos esos ídolos odiosos con que me ofenden los que han quedado en Jerusalén. También pondrán fin a todas sus maldades repugnantes. »Yo haré que ellos cambien su manera de pensar y su manera de adorarme. Haré que dejen de ser tercos y testarudos, y los haré leales y obedientes. Entonces obedecerán mis mandamientos y vivirán como les he ordenado que vivan. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Pero a los que sigan adorando a esos ídolos odiosos, y no se aparten de sus repugnantes maldades, yo les pediré cuentas de su conducta. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra. Los cuatro seres con apariencia extraña extendieron sus alas y se llevaron sus ruedas. Entonces el gran resplandor de Dios, que estaba encima de ellos, comenzó a alejarse de Jerusalén, y se detuvo sobre el cerro que está al este de la ciudad. Mientras yo veía todo esto, una fuerza dentro de mí me levantó y me llevó a donde estaban los que habían sido llevados prisioneros a Babilonia. Cuando esta visión terminó, yo les narré a ellos todo lo que Dios me había permitido ver.

Ezequiel 11:1-25 Reina Valera Contemporánea (RVC)

El espíritu me levantó y me llevó a la puerta oriental del templo del Señor. Allí, a la entrada de la puerta, vi a veinticinco hombres. Entre ellos estaban Jazanías hijo de Azur y Pelatías hijo de Benaías, que eran dos personas importantes del pueblo. Y me dijo: «Hijo de hombre, estos son los que en esta ciudad hacen planes malvados e imparten malos consejos. Estos son los que dicen: “Construyamos casas, que las cosas no suceden tan pronto. Si la ciudad es la olla, entonces nosotros somos la carne.” Por lo tanto, profetiza contra ellos, hijo de hombre. ¡Profetiza!» Luego, el espíritu del Señor vino sobre mí, y me dijo: «Dile de mi parte al pueblo de Israel: “Así ha dicho el Señor: ‘Ustedes han hablado, y yo he entendido todo lo que ustedes piensan. En esta ciudad ustedes han multiplicado sus muertos, y han llenado de cadáveres sus calles.’ Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor: ‘Los muertos que ustedes han puesto en medio de la ciudad son la carne, y la ciudad es la olla. ¡Pues yo voy a echarlos a ustedes dentro de esa olla!’ Ustedes temen morir por la espada, pero yo haré que por la espada mueran. —Palabra del Señor. »”Voy a expulsarlos de la ciudad, y a ponerlos en manos de gente extraña. Voy a dictar sentencia contra ustedes. A filo de espada morirán; dictaré sentencia contra ustedes en los límites de Israel. Así sabrán que yo soy el Señor. La ciudad no será para ustedes ninguna olla, ni ustedes serán la carne en la olla. Yo dictaré sentencia contra ustedes en los límites de Israel. Sabrán entonces que yo soy el Señor, porque no han seguido mis estatutos ni han obedecido mis decretos, sino que han seguido las costumbres de las naciones a su alrededor.”» Y sucedió que, mientras yo profetizaba, Pelatías hijo de Benaías murió. Entonces me incliné de cara al suelo, y con gran voz clamé: «¡Ay, Señor y Dios! ¿Vas a destruir del todo al remanente de Israel?» Entonces la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: «Hijo de hombre, fue a tus propios hermanos y parientes, y a todo el pueblo de Israel, a quienes los habitantes de Jerusalén decían: “Aléjense del Señor, que esta tierra se nos dio a nosotros en posesión.” Por lo tanto, diles de mi parte: “Aunque yo los he arrojado entre las naciones lejanas, y los he esparcido por todos los países, con todo seré para ustedes un pequeño santuario en los países adonde lleguen.” Y diles también: “Así ha dicho Dios el Señor: ‘Yo volveré a recogerlos de entre los pueblos y naciones por las que estén esparcidos, y les daré la tierra de Israel.’” Y ellos volverán allá, y quitarán de allí todas sus idolatrías y todos sus ídolos repugnantes. Pondré en ellos un corazón y un espíritu nuevo. Les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible, para que sigan mis ordenanzas y cumplan mis decretos. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Pero a aquellos cuyo corazón vaya tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, los haré que sufran en carne propia las consecuencias de su mala conducta.» —Palabra de Dios el Señor. Después de esto, los querubines levantaron sus alas, y las ruedas los siguieron. La gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos, pero se levantó y salió de la ciudad, y fue a posarse sobre el monte que está al oriente de la ciudad. Entonces el espíritu me levantó y una vez más me llevó, en una visión del espíritu de Dios, al país de los caldeos, donde estaban los cautivos. Luego, la visión desapareció de mi vista, y yo les conté a los cautivos todo lo que el Señor me había mostrado.

Ezequiel 11:1-25 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

El Espíritu me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo. Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo; los cuales dicen: No será tan pronto; edifiquemos casas; esta será la olla, y nosotros la carne. Por tanto profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre. Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he entendido. Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y habéis llenado de muertos sus calles. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Vuestros muertos que habéis puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla; mas yo os sacaré a vosotros de en medio de ella. Espada habéis temido, y espada traeré sobre vosotros, dice Jehová el Señor. Y os sacaré de en medio de ella, y os entregaré en manos de extraños, y haré juicios entre vosotros. A espada caeréis; en los límites de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Jehová. La ciudad no os será por olla, ni vosotros seréis en medio de ella la carne; en los límites de Israel os juzgaré. Y sabréis que yo soy Jehová; porque no habéis andado en mis estatutos, ni habéis obedecido mis decretos, sino según las costumbres de las naciones que os rodean habéis hecho. Y aconteció que mientras yo profetizaba, aquel Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces me postré rostro a tierra y clamé con gran voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Destruirás del todo al remanente de Israel? Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentesco y toda la casa de Israel, toda ella son aquellos a quienes dijeron los moradores de Jerusalén: Alejaos de Jehová; a nosotros es dada la tierra en posesión. Por tanto, di: Así ha dicho Jehová el Señor: Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen. Di, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel. Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones. Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios. Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor. Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos. Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad. Luego me levantó el Espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue de mí la visión que había visto. Y hablé a los cautivos todas las cosas que Jehová me había mostrado.

Ezequiel 11:1-25 La Biblia de las Américas (LBLA)

Entonces el Espíritu me levantó y me llevó a la puerta oriental de la casa del SEÑOR que mira al oriente. Y he aquí, a la entrada de la puerta había veinticinco hombres, y entre ellos vi a Jaazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaía, jefes del pueblo. Y Él me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan iniquidad y dan malos consejos en esta ciudad, los cuales dicen: «¿No está cerca el tiempo de edificar casas? Esta ciudad es la olla y nosotros la carne». Por tanto, profetiza contra ellos, profetiza, hijo de hombre. Entonces el Espíritu del SEÑOR cayó sobre mí, y me dijo: Di: «Así dice el SEÑOR: “Así habéis dicho, casa de Israel, yo conozco vuestros pensamientos. Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, habéis llenado sus calles de muertos”. Por tanto, así dice el Señor DIOS: “Vuestros muertos, los que habéis dejado en medio de la ciudad, son la carne, y ella es la olla; pero yo os sacaré de ella. Habéis temido la espada, y espada traeré sobre vosotros” —declara el Señor DIOS. “Y os sacaré de en medio de la ciudad, os entregaré en manos de extraños y traeré juicios contra vosotros. A espada caeréis; en los confines de Israel os juzgaré; y sabréis que yo soy el SEÑOR. Esta ciudad no será olla para vosotros, ni vosotros seréis carne en medio de ella; hacia los confines de Israel os juzgaré. Y sabréis que yo soy el SEÑOR; porque no habéis andado en mis estatutos ni habéis ejecutado mis ordenanzas, sino que habéis obrado conforme a las costumbres de las naciones que os rodean” ». Y sucedió que mientras yo profetizaba, Pelatías, hijo de Benaía, murió. Entonces caí sobre mi rostro, y clamé a gran voz y dije: ¡Ah, Señor DIOS! ¿Vas a acabar por completo con el remanente de Israel? Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: Hijo de hombre, tus hermanos, tus parientes, los hombres en el destierro contigo y toda la casa de Israel, todos ellos, son aquellos a quienes los habitantes de Jerusalén han dicho: «Alejaos del SEÑOR; a nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión». Por tanto, di: «Así dice el Señor DIOS: “Aunque yo los había echado lejos entre las naciones, y aunque yo los había dispersado por las tierras, sin embargo fui para ellos un santuario por poco tiempo en las tierras adonde habían ido” ». Por tanto di: «Así dice el Señor DIOS: “Yo os recogeré de entre los pueblos y os reuniré de las tierras entre las cuales habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel” ». Cuando lleguen allí, quitarán de ella todas sus cosas detestables y todas sus abominaciones. Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios. Pero en cuanto a aquellos cuyo corazón va detrás de sus cosas detestables y abominaciones, haré recaer su conducta sobre su cabeza —declara el Señor DIOS. Entonces los querubines alzaron sus alas con las ruedas a su lado, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima, sobre ellos. La gloria del SEÑOR se elevó de en medio de la ciudad, y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad. Y el Espíritu me levantó y me llevó a Caldea, a los desterrados, en visión por el Espíritu de Dios. Y se alejó de mí la visión que había visto. Entonces hablé a los desterrados de todas las cosas que el SEÑOR me había mostrado.

Ezequiel 11:1-25 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Luego el Espíritu me levantó y me llevó a la entrada oriental del templo del SEÑOR, donde vi a veinticinco hombres prominentes de la ciudad. Entre ellos estaban Jaazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaía, quienes eran líderes del pueblo. El Espíritu me dijo: «Hijo de hombre, estos son los hombres que piensan hacer maldades y dan consejos perversos en esta ciudad. Le dicen al pueblo: “¿Acaso no es un buen momento para construir casas? Esta ciudad es como una olla de hierro. Aquí adentro estamos a salvo, como la carne en la olla”. Por lo tanto, hijo de hombre, profetiza contra ellos en forma clara y a viva voz». Entonces vino sobre mí el Espíritu del SEÑOR, y me ordenó que dijera: «Esto dice el SEÑOR a los habitantes de Israel: “Yo sé lo que ustedes hablan, porque conozco cada pensamiento que les viene a la mente. Ustedes asesinaron a muchos en esta ciudad y llenaron las calles con cadáveres. »”Por lo tanto, esto dice el SEÑOR Soberano: es cierto que esta ciudad es una olla de hierro, pero los trozos de carne son las víctimas de la injusticia de ustedes. En cuanto a ustedes, pronto los sacaré a rastras de esta olla. Les haré caer la espada de la guerra que tanto temen, dice el SEÑOR Soberano. Los expulsaré de Jerusalén y los entregaré a extranjeros que ejecutarán mis castigos contra ustedes. Serán masacrados hasta las fronteras de Israel. Ejecutaré juicio contra ustedes y sabrán que yo soy el SEÑOR. No, esta ciudad no será una olla de hierro para ustedes ni estarán a salvo como la carne dentro de ella. Los juzgaré, incluso hasta las fronteras de Israel, y sabrán que yo soy el SEÑOR. Pues se negaron a obedecer mis decretos y ordenanzas; en cambio, han imitado las costumbres de las naciones que los rodean”». Mientras yo aún profetizaba, murió de repente Pelatías, hijo de Benaía. Entonces caí rostro en tierra y clamé: «Oh SEÑOR Soberano, ¿vas a matar a todos en Israel?». Luego recibí este mensaje del SEÑOR: «Hijo de hombre, el pueblo que aún queda en Jerusalén habla de ti, de tus parientes y de todos los israelitas desterrados. Dicen: “¡Ellos están lejos del SEÑOR, así que ahora él nos ha dado a nosotros la tierra que les pertenecía!”. »Por lo tanto, diles a los desterrados: “Esto dice el SEÑOR Soberano: ‘A pesar de que los esparcí por los países del mundo, yo seré un santuario para ustedes durante su tiempo en el destierro. Yo, el SEÑOR Soberano, los reuniré de entre las naciones adonde fueron esparcidos y les daré una vez más el territorio de Israel’”. »Cuando los israelitas regresen a su patria, quitarán todo rastro de sus imágenes repugnantes y sus ídolos detestables. Les daré integridad de corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Les quitaré su terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo, para que obedezcan mis decretos y ordenanzas. Entonces, verdaderamente serán mi pueblo y yo seré su Dios. Sin embargo, a todos los que añoren las imágenes repugnantes y los ídolos detestables, les daré su merecido por sus pecados. ¡Yo, el SEÑOR Soberano, he hablado!». SEÑOR Luego los querubines desplegaron las alas y se elevaron por el aire con las ruedas junto a ellos y la gloria del Dios de Israel se sostenía en el aire por encima de ellos. Entonces la gloria del SEÑOR se levantó de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente. Después el Espíritu de Dios me llevó de regreso a Babilonia, al pueblo desterrado. Así terminó la visión de mi visita a Jerusalén. Entonces les relaté a los desterrados todo lo que el SEÑOR me había mostrado.