Éxodo 9:13-35
Éxodo 9:13-35 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Entonces Dios le dijo a Moisés: «Levántate muy temprano. Preséntate ante el rey y dile de mi parte que yo, el Dios de los israelitas, le ordeno que deje que mi pueblo vaya a adorarme. De lo contrario, esta vez enviaré todos mis castigos contra todo Egipto. No hay en toda la tierra otro Dios como yo, y se lo voy a demostrar. Si yo lo hubiera deseado, habría castigado a todos los egipcios con una enfermedad tan terrible que ya estarían muertos. Si hasta ahora no lo he hecho, es porque quiero mostrar mi poder, y porque quiero que todos en el país me conozcan. »Dile que si insiste en no dejar salir a mi pueblo, mañana a esta hora dejaré caer unos granizos tan grandes y pesados, como no se han visto en toda la historia de Egipto. Dile que ponga en lugar seguro todo su ganado y todo lo que tenga en el campo, porque el granizo caerá sobre todo hombre y animal, y matará a todo el que no esté en lugar seguro». Al oír esta advertencia de parte de Dios, algunos de los consejeros del rey tuvieron miedo y dejaron que sus sirvientes fueran a ponerse a salvo, y además guardaron todo su ganado en los establos. Pero otros no creyeron y dejaron en el campo a sus sirvientes y al ganado. Entonces Dios le dijo a Moisés: «Levanta al cielo tu brazo, para que lluevan granizos sobre toda la gente, y sobre el ganado y las plantas de Egipto». Con la vara en la mano, Moisés levantó el brazo al cielo. Al instante, Dios dejó caer sobre Egipto truenos, rayos y granizo. ¡Nunca en toda la historia de Egipto se había visto algo parecido! Tan terribles eran la lluvia de granizo y los rayos que caían, que acabaron con gente, ganados y plantas. Los árboles quedaron despedazados, y el lino y la cebada destruidos, pues el lino había florecido y la cebada estaba ya en espiga. Solo se salvaron el trigo y el centeno, porque dan fruto más tarde. Sin embargo, en el territorio de Gosén, donde vivían los israelitas, no cayó un solo granizo. Por eso el rey de Egipto mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: —Debo admitir que esta vez he hecho mal. La culpa la tenemos nosotros y no Dios, así que díganle que ya no impediré que los israelitas se vayan. ¡Ya no soportamos más el granizo y los truenos! Moisés le contestó: —Voy a demostrarle a Su Majestad que nuestro Dios es el dueño de toda la tierra. En cuanto yo salga de la ciudad, hablaré con él, y ya no habrá más truenos ni granizo. Esto lo haré a pesar de que ni usted ni sus consejeros respetan todavía a Dios. Moisés salió entonces del palacio y de la ciudad, y levantando los brazos le pidió a Dios que quitara los truenos y el granizo. Al momento la lluvia terminó, el granizo dejó de caer, y los truenos ya no se escucharon más. Pero aun cuando todo terminó, el rey siguió haciendo lo malo: tanto él como sus consejeros se pusieron tercos, y no dejaron que se fueran los israelitas. Pero ya Dios había dicho que esto sucedería, y Moisés se lo comunicó al pueblo.
Éxodo 9:13-35 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
El SEÑOR ordenó a Moisés madrugar al día siguiente y salirle al paso al faraón para advertirle: «Así dice el SEÑOR y Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto. Porque esta vez voy a enviar el grueso de mis plagas contra ti, y contra tus funcionarios y tu pueblo, para que sepas que no hay en toda la tierra nadie como yo. Si en este momento desplegara yo mi poder, y a ti y a tu pueblo los azotara con una plaga, desaparecerían de la tierra. Pero te he dejado con vida precisamente para mostrarte mi poder y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra. Tú, sin embargo, sigues enfrentándote a mi pueblo y no quieres dejarlo ir. Por eso mañana a esta hora enviaré la peor granizada que haya caído en Egipto desde su fundación. Ordena inmediatamente que se pongan bajo techo tus ganados y todo lo que tengas en el campo, lo mismo personas que animales, porque el granizo caerá sobre los que anden al aire libre y los matará”». Algunos funcionarios del faraón temieron la palabra del SEÑOR y se apresuraron a poner bajo techo a sus esclavos y ganados, pero otros no hicieron caso de la palabra del SEÑOR y dejaron en el campo a sus esclavos y ganados. Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre la gente y los animales, y sobre todo lo que crece en el campo». Moisés levantó su vara hacia el cielo y el SEÑOR hizo que cayera granizo sobre todo Egipto: envió truenos, granizo y rayos sobre toda la tierra. Llovió granizo y con el granizo caían rayos zigzagueantes. Nunca en toda la historia de Egipto como nación hubo una tormenta peor que esta. El granizo arrasó con todo lo que había en los campos de Egipto, y con personas y animales; acabó con todos los cultivos y destrozó todos los árboles. El único lugar en donde no granizó fue en la tierra de Gosén, donde estaban los israelitas. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón para decirles: —Esta vez reconozco mi pecado. El SEÑOR ha actuado con justicia, mientras yo y también mi pueblo hemos actuado mal. No voy a detenerlos más tiempo; voy a dejarlos ir. Pero rueguen al SEÑOR, que truenos y granizo los hemos tenido de sobra. —En cuanto yo salga de la ciudad —contestó Moisés—, elevaré mis manos al SEÑOR, cesarán los truenos y dejará de granizar. Así sabrás que la tierra es del SEÑOR. Sin embargo, yo sé que tú y tus funcionarios aún no tienen temor de Dios el SEÑOR. El lino y la cebada fueron destruidos, ya que la cebada estaba en espiga y el lino en flor. Sin embargo, el trigo y el centeno no se echaron a perder porque maduran más tarde. Tan pronto como Moisés dejó al faraón y salió de la ciudad, elevó sus manos al SEÑOR y enseguida cesaron los truenos y dejó de granizar y de llover sobre la tierra. Pero en cuanto vio el faraón que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, reincidió en su pecado. Tanto él como sus funcionarios endurecieron sus corazones. Tal como el SEÑOR lo había advertido por medio de Moisés, el corazón del faraón fue endurecido y ya no dejó que los israelitas se fueran.
Éxodo 9:13-35 Reina Valera Contemporánea (RVC)
El Señor le dijo a Moisés: «Levántate muy temprano, y preséntate ante el faraón y dile: “Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: ‘Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.’ Porque esta vez voy a enviar a tu corazón, y a tus siervos y a tu pueblo, todas mis plagas, para que entiendas que no hay en toda la tierra otro dios como yo. Voy a extender ahora mi mano, y a ti y a tu pueblo los heriré con una plaga, y tú dejarás de existir. A decir verdad, yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea proclamado en toda la tierra. ¿Aun así, en tu soberbia, retienes a mi pueblo y no lo dejas ir? Pues mañana a estas horas haré que caiga sobre Egipto un granizo muy pesado, como nunca antes lo hubo desde que Egipto se fundó hasta ahora. Así que manda recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo, porque el granizo caerá sobre todo hombre o animal que se halle en el campo y que no se guarezca en casa, y morirá.”» Los siervos del faraón que tuvieron temor de la palabra del Señor hicieron que sus criados y su ganado se guarecieran en casa, pero los que no recibieron en su corazón la palabra del Señor dejaron en el campo a sus criados y sus ganados. Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre hombres y animales, y sobre toda la hierba del campo.» Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y el Señor hizo que tronara y granizara, y que cayera fuego sobre la tierra. El Señor hizo que cayera granizo sobre todo Egipto. Llovió granizo, y fuego mezclado con el granizo; un granizo tan grande, como nunca antes lo hubo en todo Egipto desde que el país fue habitado. Y en todo Egipto ese granizo hirió todo lo que estaba en el campo, lo mismo a los hombres que a los animales. De igual manera, el granizo destrozó toda la hierba del campo y desgajó todos los árboles del país. El único lugar donde no hubo granizo fue la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel. Entonces el faraón mandó a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: «Esta vez he pecado. El Señor es justo, y mi pueblo y yo somos impíos. Oren al Señor para que cesen esos ensordecedores truenos y el granizo. No voy a seguir deteniéndolos. Voy a dejarlos ir.» Y Moisés le respondió: «Tan pronto como yo salga de la ciudad, extenderé mis manos al Señor y los truenos cesarán. Ya no habrá más granizo. Así sabrás que la tierra es del Señor. Aunque yo sé que ni tú ni tus siervos tendrán todavía temor de la presencia de Dios, el Señor.» Como la cebada estaba ya espigada, y el lino estaba en caña, tanto este como aquella quedaron destrozados; pero el trigo y el centeno no fueron destrozados porque son productos tardíos. En cuanto Moisés salió de la presencia del faraón y estuvo fuera de la ciudad, extendió sus manos al Señor, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia dejó de caer sobre la tierra. Pero al ver el faraón que la lluvia había cesado, lo mismo que el granizo y los truenos, se obstinó en seguir pecando, y tanto él como sus siervos endurecieron su corazón. De tal manera se endureció el corazón del faraón que no dejó ir a los hijos de Israel, tal y como el Señor lo había dicho por medio de Moisés.
Éxodo 9:13-35 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Entonces el Señor le dijo a Moisés: —Levántate mañana temprano, y ve a decirle al faraón: “Así ha dicho el Señor, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me adore; porque esta vez voy a enviar todas mis plagas contra ti, y contra tus funcionarios y tu gente, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra. Yo podría haberte mostrado mi poder castigándote a ti y a tu pueblo con una plaga, y ya habrías desaparecido de la tierra; pero te he dejado vivir para que veas mi poder, y para darme a conocer en toda la tierra. A pesar de eso, tú sigues oponiéndote a mi pueblo y no lo dejas ir. ¡Pues bien! Mañana a esta hora haré que caiga una fuerte granizada, como no ha caído otra igual en toda la historia de Egipto. Así que manda poner en lugar seguro tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque el granizo, al caer, matará a todos los hombres y animales que estén al aire libre y no bajo techo.” Algunos funcionarios del faraón tuvieron miedo de la advertencia del Señor, y pusieron a sus esclavos y animales bajo techo; pero hubo otros que no la tomaron en serio, y los dejaron al aire libre. Entonces el Señor le dijo a Moisés: —Levanta tu brazo hacia el cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre hombres y animales, y sobre las plantas de los campos egipcios. Moisés levantó su brazo hacia el cielo, y el Señor envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. Hizo que granizara en todo Egipto, y el granizo y los rayos caían sin parar. En toda la historia de Egipto jamás había caído una granizada tan fuerte. El granizo destrozó todo lo que había en el territorio egipcio: destruyó hombres y animales, y todas las plantas del campo, y desgajó además todos los árboles del país. A pesar de eso, en la tierra de Gosen, donde vivían los israelitas, no cayó un solo granizo. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: —Reconozco que he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, y no del Señor. Demasiados truenos y granizo hemos tenido ya, así que no voy a detenerlos más. Pídan ustedes al Señor por nosotros, y yo los dejaré ir. Y Moisés le contestó: —Tan pronto como yo salga de la ciudad, levantaré mis manos en oración al Señor. Entonces dejará de granizar y no habrá más truenos, para que sepas que la tierra es del Señor. Pero yo sé bien que ni tú ni tus funcionarios tienen todavía temor de Dios el Señor. Los sembrados de lino y de cebada quedaron destrozados, pues la cebada estaba ya en espiga y el lino estaba en flor. Pero al trigo y al centeno no les pasó nada porque brotan más tarde. Cuando Moisés salió de la ciudad, después de haber estado con el faraón, levantó sus manos al Señor en oración. Inmediatamente dejó de granizar y de llover, y no hubo más truenos. Pero en cuanto el faraón vio que ya no llovía, ni granizaba, ni había truenos, volvió a pecar. Y no solo él se puso terco, sino también sus funcionarios. El faraón se puso terco y no dejó ir a los israelitas, tal como el Señor lo había dicho antes por medio de Moisés.
Éxodo 9:13-35 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir? He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá. De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa; mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo. Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más. Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra. Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios. El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos. Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra. Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos. Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.
Éxodo 9:13-35 La Biblia de las Américas (LBLA)
Entonces dijo el SEÑOR a Moisés: Levántate muy de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: «Así dice el SEÑOR, el Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque si yo hubiera extendido mi mano y te hubiera herido a ti y a tu pueblo con pestilencia, ya habrías sido cortado de la tierra. Pero en verdad, por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder y para proclamar mi nombre por toda la tierra. Y todavía te enalteces contra mi pueblo no dejándolos ir. He aquí, mañana como a esta hora, enviaré granizo muy pesado, tal como no ha habido en Egipto desde el día en que fue fundado hasta ahora. Ahora pues, manda poner a salvo tus ganados y todo lo que tienes en el campo, porque todo hombre o todo animal que se encuentre en el campo, y no sea traído a la casa, morirá cuando caiga sobre ellos el granizo” ». El que de entre los siervos de Faraón tuvo temor de la palabra del SEÑOR, hizo poner a salvo a sus siervos y sus ganados en sus casas, pero el que no hizo caso a la palabra del SEÑOR, dejó a sus siervos y sus ganados en el campo. Y el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga granizo en toda la tierra de Egipto, sobre los hombres, sobre los animales y sobre toda planta del campo por toda la tierra de Egipto. Y extendió Moisés su vara hacia el cielo, y el SEÑOR envió truenos y granizo, y cayó fuego sobre la tierra. Y el SEÑOR hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Y hubo granizo muy intenso, y fuego centelleando continuamente en medio del granizo, muy pesado, tal como no había habido en toda la tierra de Egipto desde que llegó a ser una nación. Y el granizo hirió todo lo que había en el campo por toda la tierra de Egipto, tanto hombres como animales; el granizo hirió también toda planta del campo, y destrozó todos los árboles del campo. solo en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. Entonces Faraón envió llamar a Moisés y Aarón y les dijo: Esta vez he pecado; el SEÑOR es el justo, y yo y mi pueblo somos los impíos. Rogad al SEÑOR, porque ha habido ya suficientes truenos y granizo de parte de Dios; y os dejaré ir y no os quedaréis más aquí. Y Moisés le dijo: Tan pronto como yo salga de la ciudad, extenderé mis manos al SEÑOR; los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es del SEÑOR. En cuanto a ti y a tus siervos, sé que aún no teméis al SEÑOR Dios. (Y el lino y la cebada fueron destruidos, pues la cebada estaba en espiga y el lino estaba en flor; pero el trigo y el centeno no fueron destruidos, por ser tardíos.) Y salió Moisés de la ciudad, de la presencia de Faraón, y extendió sus manos al SEÑOR, y los truenos y el granizo cesaron, y no cayó más lluvia sobre la tierra. Pero cuando Faraón vio que la lluvia, el granizo y los truenos habían cesado, pecó otra vez, y endureció su corazón, tanto él como sus siervos. Y se endureció el corazón de Faraón y no dejó ir a los hijos de Israel, tal como el SEÑOR había dicho por medio de Moisés.
Éxodo 9:13-35 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Luego el SEÑOR le dijo a Moisés: «Mañana, levántate temprano, regresa a ver al faraón y dile: “Esto dice el SEÑOR, Dios de los hebreos: ‘Deja ir a mi pueblo para que me adore. De lo contrario, enviaré más plagas sobre ti, tus funcionarios y tu pueblo. Entonces sabrás que no hay nadie como yo en toda la tierra. A estas alturas, bien podría haber ya extendido mi mano y haberte herido a ti y a tu pueblo con una plaga capaz de exterminarlos de la faz de la tierra. Sin embargo, te he perdonado la vida con un propósito: mostrarte mi poder y dar a conocer mi fama por toda la tierra. Pero todavía actúas como señor y dueño de mi pueblo, te niegas a dejarlo salir. Por eso, mañana, a esta misma hora, enviaré la granizada más devastadora que haya habido en toda la historia de Egipto. ¡Rápido! Manda que tus animales y tus siervos regresen del campo para ponerse a salvo. Cualquier persona o animal que quede afuera morirá cuando caiga el granizo’”». Algunos de los funcionarios del faraón tuvieron miedo, debido a lo que el SEÑOR había dicho, y enseguida hicieron regresar a los siervos y al ganado de los campos; pero los que no hicieron caso a la palabra del SEÑOR dejaron a los suyos a la intemperie. Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Levanta tu mano al cielo para que caiga el granizo sobre la gente, los animales y todas las plantas a lo largo y a lo ancho de Egipto». Así que Moisés levantó su vara al cielo, y el SEÑOR envió truenos y granizo, y cayeron rayos hacia la tierra. El SEÑOR descargó una terrible granizada sobre toda la tierra de Egipto. Nunca en toda la historia de Egipto hubo una tormenta igual, con rayos sin parar y con un granizo tan devastador. Dejó a Egipto totalmente en ruinas. El granizo destruyó todo lo que había en campo abierto: personas, animales y plantas por igual; hasta los árboles quedaron destrozados. El único lugar donde no cayó granizo fue en la región de Gosén, donde vivía el pueblo de Israel. Entonces el faraón enseguida mandó llamar a Moisés y a Aarón. —Esta vez he pecado —confesó—. El SEÑOR es el justo, y mi pueblo y yo estamos equivocados. Por favor, supliquen al SEÑOR que ponga fin a este granizo y a estos truenos tan aterradores. ¡Basta ya! Los dejaré salir; no tienen que quedarse más tiempo. —Muy bien —respondió Moisés—. En cuanto salga de la ciudad, levantaré mis manos y oraré al SEÑOR. Entonces los truenos y el granizo cesarán, y sabrás que la tierra pertenece al SEÑOR. Sin embargo, yo sé que todavía ni tú ni tus funcionarios temen al SEÑOR Dios. (Todo el lino y toda la cebada quedaron destrozados por el granizo, porque la cebada estaba en espiga y el lino en flor. Pero ni el trigo ni el trigo espelta sufrieron daño, porque todavía no habían brotado del suelo). Entonces Moisés se fue del palacio del faraón y salió de la ciudad. Cuando elevó sus manos al SEÑOR, los truenos y el granizo cesaron, y se detuvo la lluvia. Al ver el faraón que la lluvia, el granizo y los truenos habían cesado, él y sus funcionarios pecaron de nuevo, y el faraón se puso terco una vez más. Como tenía el corazón endurecido, el faraón se negó a dejar salir al pueblo, tal como el SEÑOR había dicho por medio de Moisés.