Éxodo 14:11-31
Éxodo 14:11-31 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Entonces le reclamaron a Moisés: —¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? Ya en Egipto te decíamos: “¡Déjanos en paz! ¡Preferimos servir a los egipcios!”. ¡Mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto! —No tengan miedo —les respondió Moisés—. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el SEÑOR realizará en favor de ustedes. A esos egipcios que hoy ven, ¡jamás volverán a verlos! Ustedes quédense quietos, que el SEÑOR presentará batalla por ustedes. Pero el SEÑOR dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? ¡Ordena a los israelitas que se pongan en marcha! Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, para que los persigan. Voy a cubrirme de gloria a costa del faraón y de su ejército, y de sus carros y jinetes. Y cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el SEÑOR». Entonces el ángel de Dios, que marchaba al frente del ejército israelita, se dio vuelta y fue a situarse detrás de este. Lo mismo sucedió con la columna de nube, que dejó su puesto de vanguardia y se desplazó hacia la retaguardia, quedando entre los egipcios y los israelitas. Durante toda la noche, la nube fue oscuridad para unos y luz para otros, así que en toda esa noche no pudieron acercarse los unos a los otros. Moisés extendió su brazo sobre el mar, y toda la noche el SEÑOR envió sobre el mar un recio viento del este que lo hizo retroceder, convirtiéndolo en tierra seca. Las aguas del mar se dividieron y los israelitas lo cruzaron sobre tierra seca. El mar era para ellos una muralla de agua a la derecha y otra a la izquierda. Los egipcios los persiguieron. Todos los caballos y carros del faraón con todos sus jinetes entraron en el mar tras ellos. Cuando ya estaba por amanecer, el SEÑOR miró al ejército egipcio desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos: hizo que las ruedas de sus carros se atascaran, de modo que se les hacía muy difícil avanzar. Entonces exclamaron los egipcios: «¡Alejémonos de los israelitas, pues el SEÑOR está peleando por ellos y contra nosotros!». Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: «Extiende tu brazo sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios y contra sus carros y jinetes». Moisés extendió su brazo sobre el mar y, al despuntar el alba, el agua volvió a su estado normal. Los egipcios, en su huida, se toparon con el mar. Así el SEÑOR los hundió en el fondo del mar. Al recobrar las aguas su estado normal, se tragaron a todos los carros y jinetes del faraón, y a todo el ejército que había entrado al mar para perseguir a los israelitas. Ninguno de ellos quedó con vida. Los israelitas, sin embargo, cruzaron el mar sobre tierra seca, pues para ellos el mar formó una muralla de agua a la derecha y otra a la izquierda. En ese día el SEÑOR salvó a Israel del poder de Egipto. Los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios tendidos a la orilla del mar. Y al ver los israelitas el gran poder que el SEÑOR había desplegado en contra de los egipcios, temieron al SEÑOR y creyeron en él y en su siervo Moisés.
Éxodo 14:11-31 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
A Moisés le reclamaron: —¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Por qué nos trajiste a morir en el desierto? ¿Acaso no había en Egipto lugar para enterrarnos? ¿No te dijimos que no nos molestaras, y que nos dejaras trabajar para los egipcios? ¡Hubiera sido mejor seguir allá como esclavos, que venir a morir en el desierto! Moisés les respondió: —¡Tranquilos, no tengan miedo! Ustedes no se preocupen, que van a ver cómo nuestro Dios los va a salvar. A esos egipcios que hoy ven, no volverán a verlos nunca más, porque Dios peleará por ustedes. Pero Dios le dijo a Moisés: —¿Y tú por qué me pides ayuda? ¡Mejor ordena a los israelitas seguir adelante! Toma la vara y extiende tu brazo sobre el mar, para que se abra en dos; así el pueblo podrá pasar por en medio, caminando sobre tierra seca. Como yo haré que los egipcios se pongan tercos, ellos van a ir tras ustedes, pero entonces yo los destruiré. Y cuando haya derrotado al rey, y a todos sus ejércitos y carros, los egipcios sabrán que yo soy el Dios de Israel. ¡Voy a demostrarles mi gran poder! Entonces los israelitas avanzaron en dirección al mar. Mientras tanto, el ángel de Dios, que viajaba al frente de ellos, fue y se colocó atrás, quedando entre ellos y los egipcios. Lo mismo hizo la nube en forma de columna, la cual siguió alumbrando el camino a los israelitas, pero dejó en la oscuridad al ejército egipcio. En toda esa noche los egipcios nunca pudieron alcanzar a los israelitas. Moisés, por su parte, extendió su brazo sobre el mar, y Dios hizo que un fuerte viento soplara durante toda la noche. El viento partió el mar en dos, y en medio dejó un camino de tierra seca. El agua formaba dos grandes paredes, una a la derecha y otra a la izquierda. Por ese camino comenzaron a pasar los israelitas. Los egipcios se fueron tras los israelitas por el camino abierto en el mar. Los persiguieron con sus caballos y sus carros de guerra. Pero en la madrugada Dios miró al ejército egipcio desde la columna de nube y fuego, y fue tal el desorden que Dios provocó entre ellos, que se llenaron de pánico. Además, Dios dañó las ruedas de sus carros de guerra, de modo que no podían avanzar. Entonces los egipcios gritaron: «¡Huyamos de los israelitas, pues su Dios está peleando contra nosotros!» Pero Dios le dijo a Moisés: «Extiende tu brazo sobre el mar, para que el agua se vuelva a juntar y cubra a los egipcios y a sus carros». Moisés lo hizo así, y al amanecer el mar se volvió a juntar como antes. Los egipcios trataron de escapar, pero no pudieron hacerlo, porque Dios cubrió con el mar a todo el ejército egipcio y a sus carros de guerra. ¡Ni un solo soldado egipcio quedó con vida! En cambio, los israelitas cruzaron el mar sobre tierra seca, pues el agua formaba dos grandes paredes, una a la derecha y otra a la izquierda. Así fue como aquel día Dios libró a los israelitas. Todos ellos pudieron ver los cuerpos muertos de los egipcios, tendidos a la orilla del mar. Al ver que Dios había derrotado a los egipcios con su gran poder, los israelitas decidieron obedecer a Dios y confiar en él y en Moisés.
Éxodo 14:11-31 Reina Valera Contemporánea (RVC)
y le dijeron a Moisés: «¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos has traído hasta el desierto para que muramos aquí? ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto? Esto es lo que te decíamos en Egipto, cuando te pedimos: “¡Déjanos servir a los egipcios! ¡Es mejor que sirvamos a los egipcios, y no que muramos en el desierto!”» Pero Moisés le dijo al pueblo: «No tengan miedo. Manténganse firmes, y vean la salvación que el Señor llevará hoy a cabo en favor de ustedes. Los egipcios que hoy han visto, nunca más volverán a verlos. Quédense tranquilos, que el Señor peleará por ustedes.» Pero el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los hijos de Israel que sigan su marcha! Y tú, levanta tu vara, extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, para que los hijos de Israel lo crucen en seco. Yo, por mi parte, voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me glorificaré en el faraón y en todo su ejército, y en sus carros de guerra y en su caballería. Y cuando me haya glorificado en el faraón, y en su caballería y carros de guerra, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.» El ángel de Dios, que precedía al campamento de Israel, se apartó de ellos y se puso en la retaguardia. Así mismo, la columna de nube que los precedía se apartó y fue a ponerse a sus espaldas, entre el ejército egipcio y el campamento de Israel. Para los egipcios, esta era una nube tenebrosa, pero a Israel lo alumbraba de noche. En toda esa noche, no se acercaron los unos a los otros. Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo que toda esa noche el mar se retirara por causa de un fuerte viento oriental; eso hizo que las aguas se dividieran y que el mar se quedara seco. Así los hijos de Israel entraron en el mar y lo cruzaron en seco, con un muro de agua a su derecha y otro a su izquierda. Los egipcios los siguieron. Toda la caballería del faraón, más sus carros de guerra y su gente de a caballo, entraron tras ellos hasta la mitad del mar. Pero en la madrugada del día siguiente el Señor miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y de nube, y trastornó su campamento: a sus carros les quitó las ruedas, y a ellos los dejó en una confusión tremenda. Entonces los egipcios dijeron: «Huyamos de los israelitas, porque el Señor pelea en favor de ellos y contra nosotros.» Pero el Señor le dijo a Moisés: «Ahora extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, y contra sus carros y caballería.» Moisés extendió su mano sobre el mar, y al amanecer el mar se volvió con toda su fuerza contra los egipcios, que al huir se toparon con el mar. ¡Y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar! Al volverse las aguas, cubrieron por completo los carros y la caballería del faraón, y todo su ejército que había entrado en el mar para perseguir a los israelitas. ¡Ni uno de ellos quedó con vida! En cambio, los israelitas cruzaron el mar en seco, con un muro de agua a su derecha y otro a su izquierda. Aquel día el Señor salvó a los israelitas de manos de los egipcios, e Israel vio los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar. Y al ver el pueblo de Israel aquel gran hecho que el Señor llevó a cabo en contra de los egipcios, tuvo temor del Señor, y todos creyeron en el Señor y en su siervo Moisés.
Éxodo 14:11-31 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Y a Moisés le dijeron: —¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para hacernos morir en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto? Esto es precisamente lo que te decíamos en Egipto: “Déjanos trabajar para los egipcios. ¡Más nos vale ser esclavos de ellos que morir en el desierto!” Pero Moisés les contestó: —No tengan miedo. Manténganse firmes y fíjense en lo que el Señor va a hacer hoy para salvarlos, porque nunca más volverán a ver a los egipcios que hoy ven. Ustedes no se preocupen, que el Señor va a pelear por ustedes. Entonces el Señor le dijo a Moisés: —¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los israelitas que sigan adelante! Y tú, levanta tu bastón, extiende tu brazo y parte el mar en dos, para que los israelitas lo crucen en seco. Yo voy a hacer que los egipcios se pongan tercos y los persigan; entonces mostraré mi poder en el faraón y en todo su ejército, y en sus carros y caballería. Cuando haya mostrado mi poder en el faraón, y en sus carros y caballería, los egipcios sabrán que yo soy el Señor. En ese momento el ángel de Dios y la columna de nube, que marchaban al frente de los israelitas, cambiaron de lugar y se pusieron detrás de ellos. Así la columna de nube quedó entre el ejército egipcio y los israelitas; para los egipcios era una nube oscura, pero a los israelitas los alumbraba. Por eso los egipcios no pudieron alcanzar a los israelitas en toda la noche. Moisés extendió su brazo sobre el mar, y el Señor envió un fuerte viento del este que sopló durante toda la noche y partió el mar en dos. Así el Señor convirtió el mar en tierra seca, y por tierra seca lo cruzaron los israelitas, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda. Toda la caballería y los carros del faraón entraron detrás de ellos, y los persiguieron hasta la mitad del mar; pero a la madrugada el Señor miró de tal manera al ejército de los egipcios, desde la columna de fuego y de nube, que provocó un gran desorden entre ellos; descompuso además las ruedas de sus carros, de modo que apenas podían avanzar. Entonces los egipcios dijeron: —Huyamos de los israelitas, pues el Señor pelea a favor de ellos y contra nosotros. Pero el Señor le dijo a Moisés: —Extiende tu brazo sobre el mar, para que el agua regrese y caiga sobre los egipcios, y sobre sus carros y caballería. Moisés extendió su brazo sobre el mar y, al amanecer, el agua volvió a su cauce normal. Cuando los egipcios trataron de huir, se toparon con el mar, y así el Señor los hundió en él. Al volver el agua a su cauce normal, cubrió los carros y la caballería, y todo el ejército que había entrado en el mar para perseguir a los israelitas. Ni un solo soldado del faraón quedó vivo. Sin embargo, los israelitas cruzaron el mar por tierra seca, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda. En aquel día el Señor salvó a los israelitas del poder de los egipcios, y los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar. Al ver los israelitas el gran poder que el Señor había desplegado contra Egipto, mostraron reverencia ante el Señor y tuvieron confianza en él y en su siervo Moisés.
Éxodo 14:11-31 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo. Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquellos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios. Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.
Éxodo 14:11-31 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y dijeron a Moisés: ¿Acaso no había sepulcros en Egipto para que nos sacaras a morir en el desierto? ¿Por qué nos has tratado de esta manera, sacándonos de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: «Déjanos, para que sirvamos a los egipcios»? Porque mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto. Pero Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes y ved la salvación que el SEÑOR hará hoy por vosotros; porque los egipcios a quienes habéis visto hoy, no los volveréis a ver jamás. El SEÑOR peleará por vosotros mientras vosotros os quedáis callados. Entonces dijo el SEÑOR a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Y tú, levanta tu vara y extiende tu mano sobre el mar y divídelo; y los hijos de Israel pasarán por en medio del mar, sobre tierra seca. Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que entren a perseguirlos; y me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería. Entonces sabrán los egipcios que yo soy el SEÑOR, cuando sea glorificado en Faraón, en sus carros y en su caballería. Y el ángel de Dios que había ido delante del campamento de Israel, se apartó, e iba tras ellos; y la columna de nube que había ido delante de ellos, se apartó, y se les puso detrás. Y vino a colocarse entre el campamento de Egipto y el campamento de Israel; y estaba la nube junto con las tinieblas; sin embargo, de noche alumbraba a Israel, y en toda la noche no se acercaron los unos a los otros. Extendió Moisés su mano sobre el mar; y el SEÑOR, por medio de un fuerte viento solano que sopló toda la noche, hizo que el mar retrocediera; y cambió el mar en tierra seca, y fueron divididas las aguas. Y los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, y las aguas les eran como un muro a su derecha y a su izquierda. Entonces los egipcios reanudaron la persecución, y entraron tras ellos en medio del mar todos los caballos de Faraón, sus carros y sus jinetes. Y aconteció que a la vigilia de la mañana, el SEÑOR miró el ejército de los egipcios desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión en el ejército de los egipcios. Y entorpeció las ruedas de sus carros, e hizo que avanzaran con dificultad. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos ante Israel, porque el SEÑOR pelea por ellos contra los egipcios. Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y su caballería. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, regresó el mar a su estado normal, y los egipcios al huir se encontraban con él; así derribó el SEÑOR a los egipcios en medio del mar. Y las aguas volvieron y cubrieron los carros y la caballería, a todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó ni uno de ellos. Mas los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar, y las aguas les eran como un muro a su derecha y a su izquierda. Aquel día salvó el SEÑOR a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Cuando Israel vio el gran poder que el SEÑOR había usado contra los egipcios, el pueblo temió al SEÑOR, y creyeron en el SEÑOR y en Moisés, su siervo.
Éxodo 14:11-31 Nueva Traducción Viviente (NTV)
y le dijeron a Moisés: —¿Por qué nos trajiste aquí a morir en el desierto? ¿Acaso no había suficientes tumbas para nosotros en Egipto? ¿Qué nos has hecho? ¿Por qué nos obligaste a salir de Egipto? ¿No te dijimos que esto pasaría cuando aún estábamos en Egipto? Te dijimos: “¡Déjanos en paz! Déjanos seguir siendo esclavos de los egipcios. ¡Es mejor ser un esclavo en Egipto que un cadáver en el desierto!”. Pero Moisés les dijo: —No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen cómo el SEÑOR los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos. El SEÑOR mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos. Luego el SEÑOR le dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? ¡Dile al pueblo que se ponga en marcha! Toma tu vara y extiende la mano sobre el mar. Divide las aguas para que los israelitas puedan pasar por en medio del mar, pisando tierra seca. Yo endureceré el corazón de los egipcios y se lanzarán contra los israelitas. La grandeza de mi gloria se manifestará por medio del faraón y de su ejército, sus carros de guerra y sus conductores. Cuando mi gloria se exhiba por medio de ellos, ¡todo Egipto verá mi gloria y sabrán que yo soy el SEÑOR!». Entonces el ángel de Dios, que iba al frente del pueblo de Israel, se trasladó hacia atrás del campamento. La columna de nube también se cambió de lugar y pasó a estar detrás de ellos. La nube se puso entre los egipcios y el campamento de los israelitas. Al atardecer, la nube se convirtió en fuego e iluminó la noche, pero los egipcios y los israelitas no se acercaron unos a otros en toda la noche. Luego Moisés extendió la mano sobre el mar y el SEÑOR abrió un camino a través de las aguas mediante un fuerte viento oriental. El viento sopló durante toda la noche y transformó el lecho del mar en tierra seca. Entonces el pueblo de Israel cruzó por en medio del mar, caminando sobre tierra seca, con muros de agua a cada lado. Entonces los egipcios —con todos los carros de guerra y sus conductores, y con los caballos del faraón— persiguieron a los israelitas hasta el medio del mar. Pero poco antes del amanecer, el SEÑOR miró al ejército egipcio desde la columna de fuego y de nube, y causó gran confusión en sus fuerzas de combate. Torció las ruedas de los carros para que les resultara difícil manejarlos. «¡Salgamos de aquí, alejémonos de los israelitas! —gritaban los egipcios—. ¡El SEÑOR está luchando por ellos en contra de Egipto!». Cuando todos los israelitas habían llegado al otro lado, el SEÑOR le dijo a Moisés: «Extiende otra vez tu mano sobre el mar, y las aguas volverán con fuerza y cubrirán a los egipcios, a sus carros y a sus conductores». Entonces, cuando el sol comenzaba a salir, Moisés extendió su mano sobre el mar y las aguas volvieron con fuerza a su estado normal. Los egipcios trataron de escapar, pero el SEÑOR los arrastró al mar. Enseguida las aguas volvieron a su lugar y cubrieron todos los carros y a sus conductores: el ejército completo del faraón. No sobrevivió ni uno de los egipcios que entró al mar para perseguir a los israelitas. En cambio, el pueblo de Israel caminó por en medio del mar sobre tierra seca, mientras las aguas permanecían levantadas como muros a ambos lados. Así es como el SEÑOR aquel día rescató a Israel de las manos de los egipcios. Y los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar. Cuando el pueblo de Israel vio el gran poder que el SEÑOR había desatado contra los egipcios, se llenaron de temor reverente delante de él. Entonces pusieron su fe en el SEÑOR y en su siervo Moisés.