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Deuteronomio 4:1-40

Deuteronomio 4:1-40 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Ahora, israelitas, escuchen los estatutos y las leyes que enseñé, para que los pongan en práctica. Así vivirán y podrán entrar a la tierra que el SEÑOR, el Dios de sus antepasados, les da en posesión. No añadan ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno. Más bien, cumplan los mandamientos del SEÑOR su Dios. Ustedes vieron con sus propios ojos lo que el SEÑOR hizo en Baal Peor, y cómo el SEÑOR su Dios destruyó de entre ustedes a todos los que siguieron al dios de ese lugar. Pero ustedes, los que se mantuvieron fieles al SEÑOR su Dios, hoy todavía están vivos. Miren, yo les he enseñado los estatutos y leyes que me ordenó el SEÑOR mi Dios, para que ustedes los pongan en práctica en la tierra de la que ahora van a tomar posesión. Obedézcanlos y pónganlos en práctica; así demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las naciones. Ellas oirán todos estos estatutos y dirán: «¡En verdad, este es un pueblo sabio e inteligente; esta es una gran nación!». Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cerca de ella como lo está de nosotros el SEÑOR nuestro Dios, cada vez que lo invocamos? ¿Y qué nación hay tan grande que tenga estatutos y ordenanzas tan justas como todas estas leyes que hoy les expongo? Pero ¡tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos ni las aparten de sus corazones mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos. El día que ustedes estuvieron ante el SEÑOR su Dios en Horeb, él me dijo: «Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra y para que enseñe esto mismo a sus hijos». Ustedes se acercaron al pie de la montaña y allí permanecieron, mientras la montaña ardía en llamas que llegaban hasta el cielo mismo, entre negras nubes y densa oscuridad. Entonces el SEÑOR les habló desde el fuego y ustedes oyeron el sonido de las palabras, pero no vieron forma alguna; solo se oía una voz. Él les dio a conocer su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y ordenó que los pusieran en práctica. En aquel tiempo, el SEÑOR me ordenó que les enseñara los estatutos y las leyes que ustedes deberán poner en práctica en la tierra que van a poseer al cruzar el Jordán. El día que el SEÑOR habló en Horeb, en medio del fuego, ustedes no vieron ninguna figura. Por lo tanto, tengan mucho cuidado de no corromperse haciendo imágenes o figuras que tengan forma o imagen de hombre o de mujer, o de animales que caminan sobre la tierra, o de aves que vuelan por el aire, o de criaturas que se arrastran, o de peces que viven en las aguas debajo de la tierra. De lo contrario, cuando levanten los ojos y vean todo el ejército del cielo —es decir, el sol, la luna y las estrellas—, pueden sentirse tentados a postrarse ante ellos y adorarlos. Esos astros se los ha dado el SEÑOR, el Dios de ustedes, a todas las naciones que están debajo del cielo. Pero a ustedes el SEÑOR los tomó y los sacó de Egipto, de ese horno donde se funde el hierro, para que fueran el pueblo de su propiedad, como lo son ahora. Sin embargo, por culpa de ustedes el SEÑOR se enojó conmigo y juró que yo no cruzaría el Jordán ni entraría en la buena tierra que el SEÑOR su Dios les da en posesión. Yo moriré en esta tierra sin haber cruzado el Jordán, pero ustedes sí lo cruzarán y tomarán posesión de esa buena tierra. Tengan, pues, cuidado de no olvidar el pacto que el SEÑOR su Dios ha hecho con ustedes. No se fabriquen imágenes de ninguna figura que el SEÑOR su Dios les haya prohibido, porque el SEÑOR su Dios es fuego consumidor y Dios celoso. Si después de haber tenido hijos y nietos, y de haber vivido en la tierra mucho tiempo, ustedes se corrompen y se fabrican imágenes y toda clase de figuras, haciendo así lo malo ante el SEÑOR su Dios y provocándolo a ira, hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes de que muy pronto desaparecerán de la tierra que van a poseer al cruzar el Jordán. No vivirán allí mucho tiempo, sino que serán destruidos por completo. El SEÑOR los dispersará entre las naciones y entre todas ellas solo quedarán esparcidos unos pocos. Allí ustedes adorarán a dioses de madera y de piedra, hechos por seres humanos: dioses que no pueden ver ni oír, ni comer ni oler. Pero si desde allí buscan al SEÑOR su Dios con todo su corazón y con toda su alma, lo encontrarán. Y al cabo del tiempo, cuando hayan vivido en medio de todas esas angustias y dolores, volverán al SEÑOR su Dios y escucharán su voz. Porque el SEÑOR su Dios es un Dios compasivo que no los abandonará ni los destruirá; tampoco se olvidará del pacto que mediante juramento hizo con sus antepasados. SEÑOR Investiguen los tiempos pasados, desde el día que Dios creó al ser humano en la tierra, y examinen el cielo de un extremo a otro. ¿Ha sucedido algo así de grandioso o se ha sabido alguna vez de algo semejante? ¿Qué pueblo ha oído a Dios hablarle en medio del fuego como lo has oído tú y ha vivido para contarlo? ¿Acaso hay un dios que haya intentado entrar en una nación y tomarla para sí mediante pruebas, señales, milagros, guerras, actos portentosos y gran despliegue de fuerza y de poder, como lo hizo por ti el SEÑOR tu Dios en Egipto, ante tus propios ojos? A ustedes se les ha mostrado todo esto para que sepan que el SEÑOR es Dios y que no hay otro fuera de él. Desde el cielo les permitió escuchar su voz para instruirles. Y en la tierra les permitió ver su gran fuego desde el cual les habló. El SEÑOR amó a sus antepasados y escogió la descendencia de ellos. Por eso él mismo, personalmente, con gran poder los sacó de Egipto y ante sus propios ojos desalojó a naciones más grandes y más fuertes que ustedes para hacerles entrar en su tierra y dársela en posesión, como sucede hoy. Reconozcan y consideren seriamente hoy que el SEÑOR es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra; no hay otro. Obedezcan sus estatutos y mandamientos que hoy te mando cumplir. De este modo, a ustedes y a sus descendientes les irá bien y permanecerán mucho tiempo en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre.

Deuteronomio 4:1-40 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Moisés siguió diciendo: «Israelitas, sigan todas las enseñanzas que les he dado, para que vivan y ocupen el territorio que va a darles el Dios de nuestros antepasados. No cambien ninguno de los mandamientos que yo les he dado de parte de Dios; más bien, obedézcanlos. Ustedes han visto cómo Dios acabó con todos los que adoraron al dios de Baal-peor. También han visto que solo sobrevivieron los que fueron fieles a Dios. »Nuestro Dios me ha ordenado enseñarles todos sus mandamientos, para que ustedes los obedezcan en el territorio que van a ocupar. Así, cuando los demás pueblos oigan hablar de ellos, dirán que ustedes son un gran pueblo, sabio y entendido, pues tienen buenas enseñanzas y saben obedecerlas. No hay ningún otro pueblo que tenga tan cerca a su Dios, como lo tenemos nosotros cuando le pedimos ayuda. Ni hay tampoco un pueblo que tenga mandamientos tan justos como los que ustedes han recibido. Por eso, jamás olviden todo lo que les ha pasado; al contrario, deben contárselo a sus hijos y nietos. »Cuando ustedes estaban en el monte Horeb, Dios me dijo que los reuniera delante de él, pues quería hablarles y enseñarles a obedecerlo todo el tiempo, para que del mismo modo ustedes enseñaran a sus hijos. »Ustedes se reunieron al pie del monte, y vieron las llamas de fuego que de él salían y se elevaban a gran altura. El humo formaba una gran nube, y desde las llamas de fuego Dios les habló. Ustedes no vieron figura alguna, sino que solamente oyeron la voz de Dios. Fue así como él les dio a conocer los diez mandamientos del pacto que hizo con ustedes, y los escribió en dos tablas de piedra para que los obedecieran. Luego me ordenó que yo les enseñara los mandamientos que ustedes debían cumplir en la tierra que estaban por ocupar. »El día en que Dios les habló en Horeb, en medio del fuego, ustedes no vieron ninguna figura. Por lo tanto, no vayan a hacerse ídolos con forma de hombre o de mujer, ni de animales o aves, ni de reptiles o peces. No adoren al sol ni a la luna, ni a las estrellas ni a los astros. Esos astros, que brillan para todas las naciones, los creó Dios. »Cuando Dios los rescató a ustedes de Egipto, lo hizo para convertirlos en su propio pueblo. Sin embargo, por culpa de ustedes, Dios se enojó conmigo y juró que no me permitiría cruzar el río Jordán. Por eso yo no voy a entrar en esa tierra tan buena que él va a darles. Al contrario, moriré de este lado del río. »Ustedes sí lo cruzarán, y conquistarán esa tierra. Pero tengan cuidado y no se olviden del pacto que Dios ha hecho con ustedes. Cumplan las órdenes de Dios y no adoren ningún ídolo, pues Dios es muy celoso y, en castigo, podría destruirlos con fuego. »Cuando ustedes hayan ocupado esa tierra, y tengan hijos y nietos, no se hagan ningún ídolo, ni mucho menos vayan a adorarlo. Estarían cometiendo un terrible pecado, y harían que Dios se enojara. El cielo y la tierra son testigos de que, si no obedecen, no vivirán mucho tiempo en esa tierra que está al otro lado del río Jordán, sino que muy pronto morirán. »Solo a unos cuantos Dios les permitirá vivir en otros países. Allí adorarán ídolos de madera y de piedra, estatuas que no pueden ver ni oír, ni comer o respirar, porque el hombre mismo los ha hecho. Sin embargo, si ustedes son sinceros, y de corazón le piden a Dios que los perdone, aun en esos países Dios los perdonará. Si en medio de su angustia y sufrimiento ustedes vuelven a obedecer a Dios, él no los abandonará ni los destruirá, porque los ama mucho. Dios jamás se olvidará del pacto que hizo con los antepasados de ustedes, pues se comprometió a cumplirlo. »Dios sacó de Egipto a los antepasados de ustedes, y así les demostró su gran amor y su gran poder. Por luchar en favor de ustedes, hizo grandes milagros y sembró el pánico entre los demás países. »Si Dios los rescató, fue para que ustedes llegaran a ser su propio pueblo. Ningún otro pueblo ha oído la voz de Dios, y mucho menos ha vivido para contarlo. Sin embargo, Dios les habló desde el cielo, para ponerlos en el camino correcto. Aquí en la tierra, les habló desde el fuego, y ustedes siguieron con vida. Y cuando se pusieron en marcha, Dios les abrió paso; hizo a un lado a países más grandes y poderosos que ustedes, para entregarles la tierra que ahora están por recibir. »Si ustedes estudian la historia, verán que nunca antes sucedió algo parecido a lo que ahora sucede con ustedes. Pero todo esto es para que se den cuenta de que su Dios es verdadero, y es el único Dios. »Por eso, nunca olviden que nuestro Dios es el único dueño y señor del cielo y de la tierra. Hoy les entrego las leyes de Dios. Obedézcanlas, y vivirán mucho tiempo en la tierra que Dios les va a dar para siempre».

Deuteronomio 4:1-40 Reina Valera Contemporánea (RVC)

»Ahora, pueblo de Israel, oigan los estatutos y decretos que voy a enseñarles, para que los pongan por obra, y vivan y entren en la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres, y tomen posesión de ella. No añadan ni quiten una sola palabra de lo que yo les mando, sino cumplan los mandamientos del Señor su Dios, que yo les ordeno observar. Con sus propios ojos han visto ustedes lo que el Señor hizo en Baal Pegor, y cómo el Señor su Dios destruyó de en medio de ustedes a todos los que se fueron tras Baal Pegor. Pero todos ustedes, los que siguieron al Señor su Dios, todavía siguen con vida. Miren, yo les he enseñado los estatutos y decretos que el Señor mi Dios me mandó enseñarles, para que los cumplan en la tierra en la cual van a entrar para tomar posesión de ella. Cumplan con ellos, pónganlos por obra, porque esta es su sabiduría y su inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos y dirán: “Ciertamente, este es un pueblo sabio y entendido; es una gran nación.” Porque ¿dónde hay una gran nación, cuyos dioses estén tan cerca de ellos como lo está de nosotros el Señor nuestro Dios en todo lo que le pedimos? Y ¿dónde hay una gran nación, cuyos estatutos y juicios sean justos, como lo es toda esta ley que hoy les expongo? »Por lo tanto, ten cuidado. Ten mucho cuidado de no olvidar nada de todo lo que tus ojos han visto. Que no se aparten de tu corazón en ningún momento de tu vida. Al contrario, enséñales esto a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. Aquel día que estuviste delante del Señor tu Dios en Horeb, el Señor me dijo: “Reúne al pueblo, para que yo les haga oír mis palabras. Las aprenderán, para que me teman todos los días que vivan sobre la tierra, y para que las enseñen a sus hijos.” Ustedes se acercaron y se pusieron al pie del monte, y el monte ardía en medio de una espesa nube y de gran oscuridad, mientras el fuego llegaba hasta los cielos. Entonces, desde el fuego el Señor habló con ustedes, y ustedes oyeron su voz y sus palabras, pero aparte de oír su voz, no vieron ninguna figura. Entonces él les dio a conocer su pacto, el cual les mandó poner por obra, es decir, los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. En aquella ocasión, a mí también me ordenó el Señor enseñarles a ustedes los estatutos y sentencias, para que los pusieran por obra en la tierra de la cual van a tomar posesión. »El día que el Señor les habló desde el fuego ustedes no vieron ninguna figura. Así que tengan mucho cuidado, para que no se corrompan al hacerse esculturas, o imágenes de alguna figura, o efigies de hombres o mujeres, o figuras de los animales que hay en la tierra, o figuras de las aves que cruzan los aires, o figuras de los animales que se arrastran por el suelo, o figuras de los peces que hay en el agua debajo de la tierra. No vaya a ser que levantes los ojos al cielo y, al ver el sol y la luna y las estrellas, y todas las huestes celestiales, sientas el impulso de inclinarte ante ellos y adorarlos. Todos ellos los ha concedido el Señor tu Dios a todos los pueblos debajo de los cielos; en cambio, a ustedes el Señor los tomó y los sacó de Egipto, de ese horno de hierro, para que sean su propio pueblo, como en efecto hoy lo son. »Por culpa de ustedes el Señor se enojó contra mí, y juró que yo no cruzaría el Jordán ni entraría en la bella tierra que el Señor su Dios les da en propiedad. Así que yo no cruzaré el Jordán, sino que voy a morir en esta tierra; pero ustedes sí lo cruzarán, y tomarán posesión de esa bella tierra. Tengan cuidado de no olvidarse del pacto que el Señor su Dios estableció con ustedes. No se hagan ninguna escultura ni imagen de todo lo que el Señor su Dios les ha prohibido, pues el Señor su Dios es un fuego consumidor; es un Dios celoso. »Si después de haber engendrado hijos y nietos, y de haber pasado su vida en la tierra, llegan ustedes a corromperse y hacerse esculturas o imágenes de alguna cosa, y hacen enojar al Señor su Dios por hacer lo malo delante de sus ojos, pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra de que muy pronto ustedes serán totalmente borrados de la tierra por la cual cruzan el Jordán para tomar posesión de ella. No estarán en ella mucho tiempo sin que sean destruidos. El Señor los esparcirá entre los pueblos, y un reducido número de ustedes quedará entre las naciones a las cuales el Señor los lleva. Allí ustedes servirán a dioses de madera y piedra, hechos por manos humanas, incapaces de ver, oír, comer ni oler. »Pero si estando allí buscas al Señor tu Dios, lo hallarás, siempre y cuando lo busques con todo tu corazón y con toda tu alma. En los últimos días, si te encuentras angustiado y afectado por todas estas cosas, si te vuelves al Señor tu Dios, y oyes su voz, él no te abandonará ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que hizo con tus padres, porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso. »Pregunta ahora si en los tiempos pasados, antes de que tú vivieras, o desde el día que Dios creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo del cielo al otro ha ocurrido algo tan grande como esto, o se supo de algo así. ¿Acaso algún pueblo ha escuchado la voz de Dios hablarle desde el fuego, como la has oído tú, y seguir con vida? ¿O ha intentado Dios venir y sacar a una nación de en medio de otra nación, y hacerla suya con pruebas y señales, y con milagros y guerra, y con mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores, como lo hizo el Señor su Dios en Egipto con ustedes, ante sus propios ojos? A ti, Israel, se te ha mostrado esto, para que sepas que el Señor es Dios, y que no hay otro fuera de él. Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; sobre la tierra te mostró su gran fuego, y en medio del fuego has oído sus palabras. Fue tal su amor por tus padres que los escogió a ustedes, la descendencia de ellos, y con su presencia y gran poder los sacó de Egipto, y delante de ustedes expulsó a naciones más grandes y fuertes que ustedes, para introducirlos en la tierra de la que hoy les da posesión. »Israel, aprende y reflexiona hoy en tu corazón que el Señor es Dios, lo mismo arriba en el cielo que abajo en la tierra, y que no hay otro Dios. Cumple con sus estatutos y sus mandamientos, los cuales hoy te ordeno cumplir, para que te vaya bien, a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.»

Deuteronomio 4:1-40 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

»Ahora pues, israelitas, escuchen las leyes y decretos que les he enseñado, y pónganlos en práctica, para que vivan y ocupen el país que el Señor y Dios de sus antepasados les va a dar. No añadan ni quiten nada a lo que yo les ordeno; cumplan los mandamientos del Señor su Dios, que yo les ordeno. Ustedes mismos han visto lo que el Señor hizo en Baal-peor, y cómo exterminó de entre ustedes a todos los que adoraron al dios de aquel lugar; pero todos ustedes, los que se mantuvieron fieles al Señor su Dios, todavía están vivos. Yo les he enseñado las leyes y los decretos que el Señor mi Dios me ordenó, para que los pongan en práctica en el país que van a ocupar. Cúmplanlos y practíquenlos, porque de esta manera los pueblos reconocerán que en ustedes hay sabiduría y entendimiento, ya que cuando conozcan estas leyes no podrán menos que decir: “¡Qué sabia y entendida es esta gran nación!” Porque, ¿qué nación hay tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella, como tenemos nosotros al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? ¿Y qué nación hay tan grande que tenga leyes y decretos tan justos como toda esta enseñanza que yo les presento hoy? Así pues, tengan mucho cuidado de no olvidar las cosas que han visto, ni de apartarlas jamás de su pensamiento; por el contrario, explíquenlas a sus hijos y a sus nietos. »El día que ustedes estuvieron ante el Señor su Dios en el monte Horeb, el Señor me dijo: “Reúne al pueblo para que escuchen mis palabras y aprendan a honrarme todos los días de su vida, y enseñen a sus hijos a hacer lo mismo.” Ustedes se acercaron al pie del monte, del cual salían llamas de fuego que subían a gran altura y formaban una nube espesa y negra; entonces el Señor les habló de en medio del fuego. Ustedes oyeron sus palabras, pero, aparte de oír su voz, no vieron ninguna figura. El Señor les dio a conocer su alianza, que eran diez mandamientos que escribió en dos tablas de piedra y que les ordenó poner en práctica. A mí me ordenó que les enseñara las leyes y decretos que han de cumplir en la tierra que van a ocupar. »El día en que el Señor habló con ustedes de en medio del fuego, en el monte Horeb, no vieron ninguna figura. Tengan, pues, mucho cuidado de no caer en la perversión de hacer figuras que tengan forma de hombre o de mujer, ni figuras de animales, aves, reptiles o peces. Y cuando miren al cielo y vean el sol, la luna, las estrellas y todos los astros, no caigan en la tentación de adorarlos, porque el Señor su Dios creó los astros para todos los pueblos del mundo. En cuanto a ustedes, el Señor los tomó y los sacó de aquel horno para fundir hierro, que es Egipto, y los hizo lo que ahora son: el pueblo de su propiedad. Sin embargo, el Señor se enojó conmigo por culpa de ustedes, y juró que yo no pasaría el río Jordán ni entraría en la buena tierra que él les va a dar en propiedad. Así que, aunque yo voy a morir en este país y no cruzaré el Jordán, ustedes sí lo cruzarán, y tomarán posesión de esa buena tierra. Pero tengan cuidado de no olvidarse de la alianza que el Señor su Dios ha hecho con ustedes. No se hagan ningún ídolo ni figura de las que el Señor su Dios les ha prohibido hacer, porque el Señor su Dios es un Dios celoso, ¡un fuego que todo lo consume! »Cuando ustedes tengan hijos y nietos, y se hayan hecho viejos en este país, si llegan a rebajarse haciendo imágenes o figuras que representen cualquier cosa, cometiendo así una maldad delante del Señor su Dios y provocando su enojo, yo pongo hoy al cielo y a la tierra por testigos de que pronto desaparecerán ustedes del país que van a ocupar al otro lado del Jordán. No vivirán mucho tiempo en esa tierra, sino que serán exterminados por completo. El Señor los dispersará por todas las naciones, y solo un pequeño número de ustedes sobrevivirá en ellas. Allí servirán a dioses hechos por el hombre, ídolos de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni respiran. Pero si allí buscan al Señor su Dios con todo su corazón y con toda su alma, lo encontrarán. Cuando finalmente pasen ustedes por todos estos sufrimientos y angustias, si se vuelven al Señor y le obedecen, él, que es bondadoso, no los abandonará ni los destruirá, ni se olvidará de la alianza que hizo con los antepasados de ustedes y que juró cumplir. »Busquen en los tiempos anteriores a ustedes, y desde los tiempos antiguos, cuando Dios creó al hombre en el mundo; vayan por toda la tierra y pregunten si alguna vez ha sucedido o se ha sabido de algo tan grande como esto. ¿Existe algún pueblo que haya oído, como ustedes, la voz de Dios hablándole de en medio del fuego, y que no haya perdido la vida? ¿Ha habido algún dios que haya escogido a un pueblo de entre los demás pueblos, con tantas pruebas, señales, milagros y guerras, desplegando tan gran poder y llevando a cabo tales hechos aterradores, como los que realizó ante ustedes y por ustedes el Señor su Dios en Egipto? Esto les ha sido mostrado para que sepan que el Señor es el verdadero Dios, y que fuera de él no hay otro. Él les habló desde el cielo para corregirlos, y en la tierra les mostró su gran fuego, y oyeron sus palabras de en medio del fuego. Él amó a los antepasados de ustedes y escogió a sus descendientes, liberándolos de Egipto por medio de su gran poder. Arrojó de la presencia de ustedes a naciones más numerosas y poderosas que ustedes, con el fin de que ustedes ocuparan sus países y los recibieran en propiedad, como ahora está sucediendo. »Por lo tanto, grábense bien en la mente que el Señor es Dios, tanto en el cielo como en la tierra, y que no hay otro más que él. Cumplan sus leyes y mandamientos que yo les doy en este día, y les irá bien a ustedes y a sus descendientes, y vivirán muchos años en el país que el Señor su Dios les va a dar para siempre.»

Deuteronomio 4:1-40 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno. Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; que a todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Jehová tu Dios de en medio de ti. Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy. Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos; y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad; y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis. Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella. Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día. Y Jehová se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que Jehová tu Dios te da por heredad. Así que yo voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; mas vosotros pasaréis, y poseeréis aquella buena tierra. Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso. Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo; yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. Y Jehová os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará Jehová. Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma. Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres. Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer? ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él. Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego. Y por cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, para echar de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy. Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.

Deuteronomio 4:1-40 La Biblia de las Américas (LBLA)

Ahora pues, oh Israel, escucha los estatutos y los decretos que yo os enseño para que los ejecutéis, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el SEÑOR, el Dios de vuestros padres, os da. No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos del SEÑOR vuestro Dios que yo os mando. Vuestros ojos han visto lo que hizo el SEÑOR en el caso de Baal-peor, pues a todo hombre que siguió a Baal-peor, el SEÑOR tu Dios lo destruyó de en medio de ti. Mas vosotros, que permanecisteis fieles al SEÑOR vuestro Dios, todos estáis vivos hoy. Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como el SEÑOR mi Dios me ordenó, para que los cumpláis en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla. Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: «Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente». Porque, ¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está el SEÑOR nuestro Dios siempre que le invocamos? ¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta ley que hoy pongo delante de vosotros? Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos. Recuerda el día que estuviste delante del SEÑOR tu Dios en Horeb, cuando el SEÑOR me dijo: «Reúneme el pueblo para que yo les haga oír mis palabras, a fin de que aprendan a temerme todos los días que vivan sobre la tierra y las enseñen a sus hijos». Os acercasteis, pues, y permanecisteis al pie del monte, y el monte ardía en fuego hasta el mismo cielo: oscuridad, nube y densas tinieblas. Entonces el SEÑOR os habló de en medio del fuego; oísteis su voz, solo la voz, pero no visteis figura alguna. Y Él os declaró su pacto, el cual os mandó poner por obra: esto es, los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. Y el SEÑOR me ordenó en aquella ocasión que os enseñara estatutos y decretos, a fin de que los cumpliérais en la tierra a la cual vais a entrar para poseerla. Así que guardaos bien, ya que no visteis ninguna figura el día en que el SEÑOR os habló en Horeb de en medio del fuego; no sea que os corrompáis y hagáis para vosotros una imagen tallada semejante a cualquier figura: semejanza de varón o hembra, semejanza de cualquier animal que está en la tierra, semejanza de cualquier ave que vuela en el cielo, semejanza de cualquier animal que se arrastra sobre la tierra, semejanza de cualquier pez que hay en las aguas debajo de la tierra. No sea que levantes los ojos al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército del cielo, y seas impulsado a adorarlos y servirlos, cosas que el SEÑOR tu Dios ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros el SEÑOR os ha tomado y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que fuerais pueblo de su heredad como lo sois ahora. Y el SEÑOR se enojó conmigo a causa de vosotros, y juró que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad. Porque yo moriré en esta tierra, no cruzaré el Jordán; mas vosotros pasaréis y tomaréis posesión de esta buena tierra. Guardaos, pues, no sea que olvidéis el pacto que el SEÑOR vuestro Dios hizo con vosotros, y os hagáis imagen tallada en forma de cualquier cosa que el SEÑOR tu Dios te ha prohibido. Porque el SEÑOR tu Dios es fuego consumidor, un Dios celoso. Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis permanecido largo tiempo en la tierra, y os corrompáis y hagáis un ídolo en forma de cualquier cosa, y hagáis lo que es malo ante los ojos del SEÑOR vuestro Dios para provocarle a ira, pongo hoy por testigo contra vosotros al cielo y a la tierra, que pronto seréis totalmente exterminados de la tierra donde vais a pasar el Jordán para poseerla. No viviréis por mucho tiempo en ella, sino que seréis totalmente destruidos. Y el SEÑOR os dispersará entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones adonde el SEÑOR os llevará. Allí serviréis a dioses hechos por manos de hombre, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. Pero desde allí buscarás al SEÑOR tu Dios, y lo hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. En los postreros días, cuando estés angustiado y todas esas cosas te sobrevengan, volverás al SEÑOR tu Dios y escucharás su voz. Pues el SEÑOR tu Dios es Dios compasivo; no te abandonará, ni te destruirá, ni olvidará el pacto que Él juró a tus padres. Ciertamente, pregunta ahora acerca de los tiempos pasados que fueron antes de ti, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra; inquiere desde un extremo de los cielos hasta el otro. ¿Se ha hecho cosa tan grande como esta, o se ha oído algo como esto? ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, y ha sobrevivido? ¿O ha intentado dios alguno tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales y maravillas, con guerra y mano fuerte y con brazo extendido y hechos aterradores, como el SEÑOR tu Dios hizo por ti en Egipto delante de tus ojos? A ti te fue mostrado, para que supieras que el SEÑOR, Él es Dios; ningún otro hay fuera de Él. Desde los cielos te hizo oír su voz para disciplinarte; y sobre la tierra te hizo ver su gran fuego, y oíste sus palabras de en medio del fuego. Porque Él amó a tus padres, por eso escogió a su descendencia después de ellos; y personalmente te sacó de Egipto con su gran poder, expulsando delante de ti naciones más grandes y más poderosas que tú, para hacerte entrar y darte la tierra de ellos por heredad, como sucede hoy. Por tanto, reconoce hoy y reflexiona en tu corazón, que el SEÑOR es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro. Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre.

Deuteronomio 4:1-40 Nueva Traducción Viviente (NTV)

»Ahora, Israel, escucha con atención los decretos y las ordenanzas que estoy a punto de enseñarte. Obedécelos para que vivas y para que puedas entrar y poseer la tierra que el SEÑOR, Dios de tus antepasados, te da. No agregues ni quites nada a estos mandatos que te doy. Simplemente obedece los mandatos del SEÑOR tu Dios que te doy. »Tú viste con tus propios ojos lo que el SEÑOR te hizo en Baal-peor. Allí, el SEÑOR tu Dios destruyó a todos los que habían rendido culto a Baal, el dios de Peor. Sin embargo, ustedes, todos los que fueron fieles al SEÑOR su Dios, todavía siguen vivos; todos y cada uno de ustedes. »Mira, ahora te enseño decretos y ordenanzas tal como me lo encargó el SEÑOR mi Dios, para que los obedezcas en la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer. Síguelos al pie de la letra y darás a conocer tu sabiduría y tu inteligencia a las naciones vecinas. Cuando esas naciones se enteren de todos estos decretos, exclamarán: “¡Qué sabio y prudente es el pueblo de esa gran nación!”. Pues, ¿qué gran nación tiene un dios que esté tan cerca de ellos de la manera que el SEÑOR nuestro Dios está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos? ¿Y qué gran nación tiene decretos y ordenanzas tan justas e imparciales como este conjunto de leyes que te entrego hoy? »¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de transmitirlas a tus hijos y a tus nietos. Jamás te olvides del día que estuviste ante el SEÑOR tu Dios en el monte Sinaí, donde él me dijo: “Convoca al pueblo para que se presente ante mí, y yo mismo lo instruiré. Entonces ellos aprenderán a temerme toda su vida y les enseñarán a sus hijos que también me teman”. »Ustedes se acercaron y se pararon al pie del monte mientras las llamas de fuego se elevaban hacia el cielo. El monte estaba envuelto en nubes negras y en una densa oscuridad. Entonces el SEÑOR les habló desde en medio del fuego. Ustedes oyeron el sonido de sus palabras, pero no vieron ninguna figura; solo había una voz. Él proclamó su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los cumplieran. Fue en esa ocasión que el SEÑOR me ordenó que les enseñara sus decretos y ordenanzas, para que ustedes los obedecieran en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer. »¡Pero tengan mucho cuidado! Ustedes no vieron una figura del SEÑOR el día que les habló desde en medio del fuego, en el monte Sinaí. Así que no se corrompan haciendo ídolos de ninguna clase, sea con figura de hombre o de mujer, de animales de la tierra o de aves del cielo, de animales pequeños que corren por el suelo o de peces de las profundidades del mar. Además, cuando miren hacia los cielos y vean el sol, la luna y las estrellas —todas las fuerzas del cielo—, no caigan en la tentación de rendirles culto. El SEÑOR su Dios se los dio a todos los pueblos de la tierra. Recuerden que el SEÑOR su Dios los rescató de ese horno de fundir hierro que es Egipto, para convertirlos en su propio pueblo y en su posesión más preciada, y eso es lo que ahora son. »Sin embargo, el SEÑOR se enojó conmigo por culpa de ustedes. Juró que yo no cruzaría el río Jordán para entrar en la buena tierra que el SEÑOR su Dios les da como su preciada posesión. Ustedes cruzarán el Jordán para apoderarse de la tierra, pero yo no. En cambio, moriré aquí, al oriente del río. Así que asegúrense de no romper el pacto que el SEÑOR su Dios hizo con ustedes. No se hagan ídolos de ninguna imagen ni de ninguna forma, porque el SEÑOR su Dios lo ha prohibido. El SEÑOR su Dios es un fuego devorador; él es Dios celoso. »En el futuro, cuando tengan hijos y nietos, y hayan vivido en esa tierra por mucho tiempo, no se corrompan haciendo ídolos de ninguna clase. Esa práctica es mala a los ojos del SEÑOR su Dios y provocará su enojo. »Hoy pongo al cielo y a la tierra como testigos contra ustedes. Si rompen mi pacto, pronto desaparecerán de la tierra que poseerán al cruzar el Jordán. Vivirán allí poco tiempo y después serán destruidos por completo. Pues el SEÑOR los dispersará entre las naciones, donde solo unos pocos sobrevivirán. Allí, en tierra extraña, rendirán culto a ídolos hechos de madera y de hierro, a dioses que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. Sin embargo, desde allí, buscarán nuevamente al SEÑOR su Dios. Y si lo buscan con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarán. »En un futuro lejano, cuando estén sufriendo todas esas cosas, finalmente regresarán al SEÑOR su Dios y escucharán lo que él les dice. Pues el SEÑOR su Dios es Dios compasivo; no los abandonará, ni los destruirá, ni se olvidará del pacto solemne que hizo con sus antepasados. »Investiga toda la historia, desde el momento en que Dios creó a los seres humanos sobre la tierra hasta ahora, y busca desde un extremo del cielo hasta el otro. ¿Alguna vez se ha visto u oído algo tan grande como esto? ¿Hay alguna otra nación que haya escuchado la voz de Dios hablar desde el fuego —tal como la escuchaste tú— y haya sobrevivido? ¿Existe algún otro dios que se haya atrevido a sacar a una nación de otra nación y hacerla suya con mano fuerte y brazo poderoso por medio de pruebas, señales asombrosas, milagros, guerras, y hechos aterradores? Eso fue precisamente lo que el SEÑOR tu Dios hizo por ti en Egipto, frente a tus propios ojos. »Él te mostró esas cosas, para que supieras que el SEÑOR es Dios y que no hay ningún otro. Él te permitió oír su voz desde el cielo para instruirte. Te permitió ver su fuego poderoso aquí, en la tierra, para hablarte desde allí. Debido a que él amó a tus antepasados, quiso bendecir a sus descendientes, así que él mismo te sacó de Egipto con un gran despliegue de poder. Expulsó a naciones mucho más poderosas que tú para establecerte en la tierra de esas naciones y dártela a ti como preciada posesión, así como sucede hoy. »Entonces recuerda lo siguiente y tenlo siempre presente: el SEÑOR es Dios en los cielos y en la tierra, y no hay otro. Si obedeces todos los decretos y los mandatos que te entrego hoy, les irá bien en todo a ti y a tus hijos. Te doy estas instrucciones para que disfrutes de una larga vida en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre».