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2 Samuel 22:1-51

2 Samuel 22:1-51 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

David dedicó al SEÑOR la letra de esta canción cuando el SEÑOR lo libró de las manos de todos sus enemigos y de las manos de Saúl. Dijo así: «El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, la roca en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvación. ¡Tú me salvaste de la violencia! »Invoco al SEÑOR, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. Las olas de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Los lazos del sepulcro me enredaron; las redes de la muerte me atraparon. »En mi angustia invoqué al SEÑOR; llamé a mi Dios y él me escuchó desde su Templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los cielos; temblaron a causa de su enojo. Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. Montando sobre un querubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. De las tinieblas y los oscuros nubarrones hizo tiendas que lo rodeaban. De su radiante presencia brotaron carbones encendidos. Desde el cielo se oyó el trueno del SEÑOR; resonó la voz del Altísimo. Lanzó flechas y dispersó a los enemigos; con relámpagos los desconcertó. A causa de la reprensión del SEÑOR y por el resoplido de su enojo, las cuencas del mar quedaron a la vista; al descubierto quedaron los cimientos de la tierra. »Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el SEÑOR. Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí. »El SEÑOR me ha pagado conforme a mi justicia; me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos. He guardado los caminos del SEÑOR y no he cometido el error de alejarme de mi Dios. Presentes tengo todas sus leyes; no me he alejado de sus estatutos. He sido íntegro ante él y me he abstenido de pecar. El SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a mi limpieza ante sus ojos. »Tú eres fiel con quien es fiel e íntegro con quien es íntegro; sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. Das la victoria a los humildes, pero tu mirada humilla a los altaneros. Tú, SEÑOR, eres mi lámpara; tú, SEÑOR, iluminas mis tinieblas. Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas. »El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que se refugian en él. Pues ¿quién es Dios sino el SEÑOR? ¿Quién es la Roca sino nuestro Dios? Es él quien me arma de valor y hace perfecto mi camino; da a mis pies la ligereza del venado y me mantiene firme en las alturas; adiestra mis manos para la batalla y mis brazos para tensar un arco de bronce. Tú me cubres con el escudo de tu salvación; tu ayuda me ha hecho prosperar. Has despejado el paso de mi camino, para que mis tobillos no se tuerzan. »Perseguí a mis enemigos y los destruí; no retrocedí hasta verlos aniquilados. Los aplasté por completo. Ya no se levantan. ¡Cayeron debajo de mis pies! Tú me armaste de valor para el combate; doblegaste ante mí a los rebeldes. Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban. Pedían ayuda y no hubo quien los salvara. Al SEÑOR clamaron, pero no respondió. Los desmenucé. Parecían el polvo de la tierra. Los pisoteé como al lodo de las calles. »Me has librado de los conflictos con mi pueblo; me has puesto por líder de las naciones; me sirve gente que yo no conocía. Son extranjeros, y me rinden homenaje; apenas me oyen, me obedecen. Esos extraños se descorazonan y temblando salen de sus refugios. »¡El SEÑOR vive! ¡Alabada sea mi Roca! ¡Exaltado sea Dios, la Roca de mi salvación! Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. Tú me libras de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. Por eso, SEÑOR, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. »“Él da grandes victorias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor”».

2 Samuel 22:1-51 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Cuando Dios libró a David de sus enemigos y de Saúl, David entonó este canto: «¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite! Tú mereces que te alabe porque, cuando te llamo, me libras de mis enemigos. »Hubo una vez en que la muerte quiso atraparme entre sus lazos; fui arrastrado por una corriente que todo lo destruía. Me vi atrapado por la muerte; me vi al borde de la tumba. Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi oración llegó hasta sus oídos! »Hubo un temblor de tierra, y la tierra se estremeció. También los cerros temblaron desde sus cimientos; ¡temblaron por el enojo de Dios! Echaba humo por la nariz, arrojaba fuego por la boca, lanzaba carbones encendidos. »Dios partió el cielo en dos y bajó en una espesa nube. Cruzó los cielos sobre un querubín; se fue volando sobre las alas del viento. Se escondió en la oscuridad, entre las nubes cargadas de agua que lo encubrían por completo. ¡De su grandioso trono salían nubes, granizos y carbones encendidos! »De pronto, en el cielo se oyó una voz de trueno: ¡era la voz del Dios altísimo que se dejó escuchar entre granizos y carbones encendidos! Arrojó sus relámpagos como si disparara flechas; ¡dispersó a sus enemigos y los hizo salir corriendo! »Dios mío, tú reprendiste al mar, y por causa de tu enojo el fondo del mar quedó a la vista. En tu enojo resoplaste, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto. Desde los altos cielos me tendiste la mano y me sacaste del mar profundo. Mis enemigos me odiaban; eran más fuertes y poderosos que yo, ¡pero tú me libraste de ellos! Se enfrentaron a mí en el peor momento, pero tú me apoyaste. Me diste libertad; ¡me libraste porque me amas! »Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres. Me trataste con bondad porque hago lo que es justo. Yo obedezco tus enseñanzas y no me aparto de ti. Cumplo todas tus leyes, y jamás me aparto de ellas. He sido honesto contigo y no he hecho nada malo. Me diste mi recompensa porque hago lo que quieres, porque tú sabes que yo hago lo que es justo. Tú eres fiel con los que te son fieles, y tratas bien a quienes bien se comportan. Eres sincero con los que son sinceros, pero con los tramposos demuestras ser más astuto. A la gente humilde le concedes la victoria, pero a los orgullosos los haces salir derrotados. »Dios mío, tú alumbras mi vida; tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré conquistar sus ciudades. Tus enseñanzas son perfectas, tu palabra no tiene defectos. Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti. Dios de Israel, solo tú eres Dios; ¡solo tú puedes protegernos! ¡Solo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino! ¡Tú me das fuerzas para correr con la velocidad de un venado! Cuando ando por las altas montañas, tú no me dejas caer. Tú me enseñas a enfrentarme a mis enemigos; tú me das valor para vencerlos. Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder y me concedes la victoria. Me despejas el camino para que no tenga yo tropiezos. »Perseguí a mis enemigos y los alcancé, y no volví hasta haberlos destruido. Los derroté por completo; ¡los aplasté bajo mis pies, y no volvieron a levantarse! Tú me llenaste de valor para entrar en combate; tú hiciste que los rebeldes cayeran derrotados a mis pies. Me hiciste vencer a mis enemigos, y acabé con los que me odiaban. A gritos pedían ayuda, pero nadie fue a salvarlos. Hasta de ti pedían ayuda, pero tampoco tú los salvaste. Los deshice por completo: ¡quedaron como el polvo que se lleva el viento! ¡Me di gusto aplastándolos como al lodo de la calle! »Dios mío, tú me libras de la gente que anda buscando pelea; me hiciste jefe de naciones, y gente extraña que yo no conocía ahora está dispuesta a servirme. Tan pronto esos extranjeros me oyen, se desaniman por completo y temblando salen de sus escondites dispuestos a obedecerme. »¡Bendito seas, mi Dios, tú que vives y me proteges! ¡Alabado seas, mi Dios y Salvador! ¡Tú me permitiste vengarme de mis enemigos! ¡Tú pusiste a los pueblos bajo mi dominio! Tú me pusiste a salvo de la furia de mis enemigos. Me pusiste por encima de mis adversarios, y me libraste de gente violenta. Por eso, Dios mío, yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones. Tú siempre le das la victoria al rey que pusiste sobre Israel. Tú siempre les muestras tu amor a David y a sus herederos.»

2 Samuel 22:1-51 Reina Valera Contemporánea (RVC)

David dedicó este cántico al Señor cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Estas son sus palabras: «Señor, tú eres mi roca y mi fortaleza ¡eres mi libertador! Dios mío, tú eres mi fuerza; ¡en ti confío! Eres mi escudo, mi poderosa salvación, ¡mi alto refugio! Salvador mío, tú me salvas de la violencia. Yo te invoco, Señor, porque solo tú eres digno de alabanza; ¡tú me salvas de mis adversarios! »Los lazos de la muerte me rodearon; ¡me arrolló un torrente de perversidad! Los lazos del sepulcro me rodearon; ¡me vi ante las trampas de la muerte! Pero en mi angustia, Señor, a ti clamé; a ti, mi Dios, pedí ayuda, y desde tu templo me escuchaste; ¡mis gemidos llegaron a tus oídos! »La tierra tembló y se estremeció; los cimientos de los cielos se cimbraron; ¡se sacudieron por la indignación del Señor! Humo salía de su nariz y de su boca brotaba fuego destructor; ¡su furor inflamaba los carbones! Inclinó los cielos, y bajó; a sus pies había densas tinieblas. Montó sobre un querubín, y voló; ¡voló sobre las alas del viento! Se envolvió en un manto de sombras; entre grises nubes, cargadas de agua. ¡De su deslumbrante presencia salieron ardientes ascuas que cruzaron las nubes! »El Señor lanzó un poderoso trueno; el Altísimo dejó escuchar su voz. Lanzó sus flechas, y los dispersó; ¡lanzó relámpagos, y acabó con ellos! El Señor dejó oír su reprensión, ¡y a la vista quedó el fondo de las aguas! De su nariz salió un intenso soplo, ¡y a la vista quedaron los cimientos del mundo! »Desde lo alto el Señor me tendió la mano y me rescató de las aguas tumultuosas; ¡me libró de los poderosos enemigos que me odiaban y eran más fuertes que yo! Me atacaron en el día de mi desgracia, pero el Señor me dio su apoyo; me llevó a un terreno espacioso, y me salvó, porque se agradó de mí. El Señor me premió porque soy justo; ¡porque mis manos están limpias de culpa! »Yo he seguido los caminos del Señor, y ningún mal he cometido contra mi Dios. Tengo presentes todos sus decretos, y no me he apartado de sus estatutos. Con él me he conducido rectamente, y me he alejado de la maldad; el Señor ha visto la limpieza de mis manos, y por eso ha recompensado mi justicia. »Señor, tú eres fiel con el que es fiel, e intachable con el que es intachable. Juegas limpio con quien juega limpio, pero al tramposo le ganas en astucia. Tú salvas a los humildes, pero humillas a los soberbios. Señor, mi Dios, tú mantienes mi lámpara encendida; ¡tú eres la luz de mis tinieblas! ¡Con tu ayuda, mi Dios, puedo vencer ejércitos y derribar murallas! »El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor, acrisolada; Dios es el escudo de los que en él confían. ¡Aparte del Señor, no hay otro Dios! ¡Aparte de nuestro Dios, no hay otra Roca! Dios es quien me infunde fuerzas; Dios es quien endereza mi camino; Dios es quien me aligera los pies, y me hace correr como un venado. Dios es quien me afirma en las alturas; Dios adiestra mis manos para el combate, y me da fuerzas para tensar el arco de bronce. »Tú me diste el escudo de tu salvación, y con tu bondad me engrandeciste. Me pusiste sobre un terreno espacioso, para que mis pies no resbalaran. Así pude perseguir y alcanzar a mis adversarios, ¡y no volví hasta haberlos exterminado! Los herí, y ya no se levantaron; ¡quedaron tendidos debajo de mis pies! »Tú me infundiste fuerzas para la batalla, para vencer y humillar a mis adversarios. Tú los hiciste ponerse en retirada, y así acabé con los que me odiaban. Clamaron a ti, Señor, pero no los atendiste; ¡no hubo nadie que los ayudara! Los hice polvo, los deshice como a terrones; ¡los pisoteé como al lodo en las calles! Tú me libraste de un pueblo rebelde, y me pusiste al frente de las naciones. Gente que yo no conocía, viene a servirme; gente extraña me rinde homenaje; ¡apenas me escuchan, me obedecen! ¡Gente de otros pueblos se llena de miedo y sale temblando de sus escondites! »¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi roca! ¡Exaltado sea el Dios de mi salvación! Es el Dios que vindica mis agravios y somete a las naciones bajo mis pies. Es el Dios que me libra de mis adversarios, que me eleva por encima de mis oponentes, ¡que me pone a salvo de los violentos! Por eso alabo al Señor entre los pueblos, y canto salmos a su nombre. El Señor da la victoria al rey; siempre es misericordioso con su ungido, con David y con sus descendientes.»

2 Samuel 22:1-51 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

David entonó este canto al Señor cuando el Señor lo libró de caer en manos de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así: «Tú, Señor, eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite, mi más alto refugio, mi salvador. ¡Me salvaste de la violencia! Tú, Señor, eres digno de alabanza: cuando te llamo, me salvas de mis enemigos. »Pues la muerte me enredó en sus olas; sentí miedo ante el torrente destructor. La muerte me envolvió en sus lazos; ¡me encontré en trampas mortales! En mi angustia llamé al Señor, pedí ayuda a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mis gritos llegaron a sus oídos! »Hubo entonces un fuerte temblor de tierra: temblaron las bases del cielo; fueron sacudidas por la furia del Señor. De su nariz brotaba humo, y de su boca un fuego destructor; ¡por la boca lanzaba carbones encendidos! Descorrió la cortina del cielo, y descendió. ¡Debajo de sus pies había grandes nubarrones! Montó en un ser alado, y voló; se le veía sobre las alas del viento. Tomó como tienda de campaña la densa oscuridad que le rodeaba y los nubarrones cargados de agua. Un fulgor relampagueante salió de su presencia; llovieron carbones encendidos. »El Señor, el Altísimo, hizo oír su voz de trueno desde el cielo: lanzó sus flechas, sus relámpagos, y a mis enemigos hizo huir en desorden. El fondo del mar quedó al descubierto; las bases del mundo quedaron a la vista, por la voz amenazante del Señor, por el fuerte soplo que lanzó. »Dios me tendió la mano desde lo alto, y con su mano me sacó del mar inmenso. Me salvó de enemigos poderosos que me odiaban y eran más fuertes que yo. Me atacaron cuando yo estaba en desgracia, pero el Señor me dio su apoyo: me sacó a la libertad; ¡me salvó porque me amaba! El Señor me ha dado la recompensa que merecía mi limpia conducta, pues yo he seguido el camino del Señor; ¡jamás he renegado de mi Dios! Yo tengo presentes todos sus decretos; ¡jamás me he desviado de sus leyes! Me he conducido ante él sin tacha alguna; me he alejado de la maldad. El Señor me ha recompensado por mi limpia conducta en su presencia. »Tú, Señor, eres fiel con el que es fiel, irreprochable con el que es irreprochable, sincero con el que es sincero, pero sagaz con el que es astuto. Tú salvas a los humildes, pero te fijas en los orgullosos y los humillas. Tú, Señor, eres mi luz; tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad. Con tu ayuda atacaré al enemigo y pasaré sobre el muro de sus ciudades. »El camino de Dios es perfecto; la promesa del Señor es digna de confianza. ¡Dios protege a todos los que en él confían! ¿Quién es Dios, fuera del Señor? ¿Qué otro dios hay que pueda protegernos? Dios es mi refugio poderoso, quien hace intachable mi conducta, quien me da pies ligeros, como de ciervo, quien me hace estar firme en las alturas, quien me entrena para la batalla, quien me da fuerzas para tensar arcos de bronce. »Tú me proteges y me salvas; tu bondad me ha hecho prosperar. Has hecho fácil mi camino, y mis pies no han resbalado. »Perseguí a mis enemigos, los destruí, y sólo volví después de exterminarlos. ¡Los exterminé! ¡Los hice pedazos! Ya no se levantaron: ¡cayeron debajo de mis pies! Tú me diste fuerza en la batalla; hiciste que los rebeldes se inclinaran ante mí, y que delante de mi huyeran mis enemigos. Así pude destruir a los que me odiaban. Pedían ayuda, y nadie los ayudó; llamaban al Señor, y no les contestó. ¡Los deshice como a polvo del suelo! ¡Los pisoteé como a barro de las calles! Me libraste de las luchas de mi pueblo, me mantuviste como jefe de las naciones, y me sirve gente que yo no conocía. En cuanto me oyen, me obedecen; gente extranjera me halaga, gente extranjera se acobarda y sale temblando de sus refugios. »¡Viva el Señor! ¡Bendito sea mi protector! ¡Sea enaltecido Dios, que me salva y me protege! Él es el Dios que me ha vengado y que me ha sometido los pueblos. Él me libra de mis enemigos, de los rebeldes que se alzaron contra mí. ¡Tú, Señor, me salvas de los hombres violentos! Por eso te alabo entre las naciones y canto himnos a tu nombre. Concedes grandes victorias al rey que has escogido; siempre tratas con amor a David y a su descendencia.»

2 Samuel 22:1-51 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Habló David a Jehová las palabras de este cántico, el día que Jehová le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl. Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos. Me rodearon ondas de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. Ligaduras del Seol me rodearon; Tendieron sobre mí lazos de muerte. En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos. La tierra fue conmovida, y tembló, Y se conmovieron los cimientos de los cielos; Se estremecieron, porque se indignó él. Humo subió de su nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por él encendidos. E inclinó los cielos, y descendió; Y había tinieblas debajo de sus pies. Y cabalgó sobre un querubín, y voló; Voló sobre las alas del viento. Puso tinieblas por su escondedero alrededor de sí; Oscuridad de aguas y densas nubes. Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes. Y tronó desde los cielos Jehová, Y el Altísimo dio su voz; Envió sus saetas, y los dispersó; Y lanzó relámpagos, y los destruyó. Entonces aparecieron los torrentes de las aguas, Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo; A la reprensión de Jehová, Por el soplo del aliento de su nariz. Envió desde lo alto y me tomó; Me sacó de las muchas aguas. Me libró de poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo. Me asaltaron en el día de mi quebranto; Mas Jehová fue mi apoyo, Y me sacó a lugar espacioso; Me libró, porque se agradó de mí. Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado. Porque yo he guardado los caminos de Jehová, Y no me aparté impíamente de mi Dios. Pues todos sus decretos estuvieron delante de mí, Y no me he apartado de sus estatutos. Fui recto para con él, Y me he guardado de mi maldad; Por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista. Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro. Limpio te mostrarás para con el limpio, Y rígido serás para con el perverso. Porque tú salvas al pueblo afligido, Mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos. Tú eres mi lámpara, oh Jehová; Mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros. En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan. Porque ¿quién es Dios, sino solo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, Y quien despeja mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, De manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. Me diste asimismo el escudo de tu salvación, Y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, Y mis pies no han resbalado. Perseguiré a mis enemigos, y los destruiré, Y no volveré hasta acabarlos. Los consumiré y los heriré, de modo que no se levanten; Caerán debajo de mis pies. Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí, Y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, Para que yo destruyese a los que me aborrecen. Clamaron, y no hubo quien los salvase; Aun a Jehová, mas no les oyó. Como polvo de la tierra los molí; Como lodo de las calles los pisé y los trituré. Me has librado de las contiendas del pueblo; Me guardaste para que fuese cabeza de naciones; Pueblo que yo no conocía me servirá. Los hijos de extraños se someterán a mí; Al oír de mí, me obedecerán. Los extraños se debilitarán, Y saldrán temblando de sus encierros. Viva Jehová, y bendita sea mi roca, Y engrandecido sea el Dios de mi salvación. El Dios que venga mis agravios, Y sujeta pueblos debajo de mí; El que me libra de enemigos, Y aun me exalta sobre los que se levantan contra mí; Me libraste del varón violento. Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, Y cantaré a tu nombre. Él salva gloriosamente a su rey, Y usa de misericordia para con su ungido, A David y a su descendencia para siempre.

2 Samuel 22:1-51 La Biblia de las Américas (LBLA)

Habló David las palabras de este cántico al SEÑOR el día que el SEÑOR lo libró de la mano de todos sus enemigos y de la mano de Saúl. Y dijo: El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador; mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable y mi refugio; salvador mío, tú me salvas de la violencia. Invoco al SEÑOR, que es digno de ser alabado, y soy salvo de mis enemigos. Las ondas de la muerte me cercaron, los torrentes de iniquidad me atemorizaron; los lazos del Seol me rodearon, las redes de la muerte surgieron ante mí. En mi angustia invoqué al SEÑOR, sí, clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor llegó a sus oídos. Entonces la tierra se estremeció y tembló, los cimientos de los cielos temblaron y fueron sacudidos, porque Él se indignó. Humo subió de su nariz, y el fuego de su boca consumía; carbones fueron por él encendidos. Inclinó también los cielos, y descendió con densas tinieblas debajo de sus pies. Cabalgó sobre un querubín, y voló; y apareció sobre las alas del viento. De tinieblas hizo pabellones a su alrededor, abundantes aguas, densos nubarrones. Del fulgor de su presencia ascuas de fuego se encendieron. Tronó el SEÑOR desde los cielos, y el Altísimo dio su voz. Y envió saetas, y los dispersó, relámpagos, y los confundió. Entonces los abismos del mar aparecieron, los cimientos del mundo quedaron al descubierto, por la reprensión del SEÑOR, por el soplo del aliento de su nariz. Extendió la mano desde lo alto y me tomó; me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo. Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio, mas el SEÑOR fue mi sostén. También me sacó a un lugar espacioso; me rescató, porque se complació en mí. El SEÑOR me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado. Porque he guardado los caminos del SEÑOR, y no me he apartado impíamente de mi Dios. Pues todas sus ordenanzas estaban delante de mí, y en cuanto a sus estatutos, no me aparté de ellos. También fui íntegro para con Él, y me guardé de mi iniquidad. Por tanto el SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a mi pureza delante de sus ojos. Con el benigno te muestras benigno, con el hombre íntegro te muestras íntegro; con el puro eres puro, y con el perverso eres sagaz. Salvas al pueblo afligido, pero tus ojos están sobre los altivos a quienes tú humillas. Porque tú eres mi lámpara, oh SEÑOR; el SEÑOR alumbra mis tinieblas. Pues contigo aplastaré ejércitos, con mi Dios escalaré murallas. En cuanto a Dios, su camino es perfecto; acrisolada es la palabra del SEÑOR; Él es escudo a todos los que a Él se acogen. Pues ¿quién es Dios, fuera del SEÑOR? ¿Y quién es roca, sino solo nuestro Dios? Dios es mi fortaleza poderosa, y el que pone al íntegro en su camino. Él hace mis pies como de ciervas, y me afirma en mis alturas. Él adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar el arco de bronce. Tú me has dado también el escudo de tu salvación, y tu ayuda me engrandece. Ensanchas mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado. Perseguí a mis enemigos y los destruí, y no me volví hasta acabarlos. Los he consumido y los he destrozado, y no pudieron levantarse; cayeron debajo de mis pies. Pues tú me has ceñido con fuerza para la batalla; has subyugado debajo de mí a los que contra mí se levantaron. También has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, y destruí a los que me odiaban. Clamaron, mas no hubo quién los salvara; aun al SEÑOR clamaron, mas no les respondió. Entonces los pulvericé, como polvo de la tierra, como lodo de las calles los trituré y los pisé. Tú me has librado también de las contiendas de mi pueblo; me has guardado para ser cabeza de naciones; pueblo que yo no conocía me sirve. Los extranjeros me fingen obediencia, al oírme, me obedecen. Los extranjeros desfallecen, y salen temblando de sus fortalezas. El SEÑOR vive, bendita sea mi roca, y ensalzado sea Dios, roca de mi salvación, el Dios que por mí hace venganza, y hace caer pueblos debajo de mí; el que me libra de mis enemigos. Tú me exaltas sobre los que se levantan contra mí; me rescatas del hombre violento. Por tanto, te alabaré, oh SEÑOR, entre las naciones, y cantaré alabanzas a tu nombre. Él es torre de salvación a su rey, y muestra misericordia a su ungido, a David y a su descendencia para siempre.

2 Samuel 22:1-51 Nueva Traducción Viviente (NTV)

David entonó este cántico al SEÑOR el día que el SEÑOR lo rescató de todos sus enemigos y de Saúl. Cantó así: «El SEÑOR es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro. Él es mi refugio, mi salvador, el que me libra de la violencia. Clamé al SEÑOR, quien es digno de alabanza, y me salvó de mis enemigos. »Las olas de la muerte me envolvieron; me arrasó una inundación devastadora. La tumba me envolvió con sus cuerdas; la muerte me tendió una trampa en el camino. Pero en mi angustia, clamé al SEÑOR; sí, clamé a Dios por ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos. »Entonces la tierra se estremeció y tembló. Se sacudieron los cimientos de los cielos; temblaron a causa de su enojo. De su nariz salía humo a raudales; de su boca saltaban violentas llamas de fuego. Carbones encendidos se disparaban de él. Abrió los cielos y descendió; había oscuras nubes de tormenta debajo de sus pies. Voló montado sobre un poderoso ser angelical, remontándose sobre las alas del viento. Se envolvió con un manto de oscuridad y ocultó su llegada con densas nubes de lluvia. Un gran resplandor brilló alrededor de él, y carbones encendidos se dispararon. El SEÑOR retumbó desde el cielo; la voz del Altísimo resonó. Disparó flechas y dispersó a sus enemigos; destelló su relámpago, y ellos quedaron confundidos. Luego, a la orden del SEÑOR, a la ráfaga de su aliento, pudo verse el fondo del mar, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto. »Él extendió la mano desde el cielo y me rescató; me sacó de aguas profundas. Me rescató de mis enemigos poderosos, de los que me odiaban y eran demasiado fuertes para mí. Me atacaron en un momento de angustia, pero el SEÑOR me sostuvo. Me condujo a un lugar seguro; me rescató porque en mí se deleita. El SEÑOR me recompensó por hacer lo correcto; me restauró debido a mi inocencia. Pues he permanecido en los caminos del SEÑOR; no me he apartado de mi Dios para seguir el mal. He seguido todas sus ordenanzas; nunca he abandonado sus decretos. Soy intachable delante de Dios; me he abstenido del pecado. El SEÑOR me recompensó por hacer lo correcto; ha visto mi inocencia. »Con los fieles te muestras fiel; a los íntegros les muestras integridad. Con los puros te muestras puro, pero te muestras astuto con los tramposos. Rescatas al humilde, pero tus ojos observan al orgulloso y lo humillas. Oh SEÑOR, tú eres mi lámpara; el SEÑOR ilumina mi oscuridad. Con tu fuerza puedo aplastar a un ejército; con mi Dios puedo escalar cualquier muro. »El camino de Dios es perfecto. Todas las promesas del SEÑOR demuestran ser verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección. Pues, ¿quién es Dios aparte del SEÑOR? ¿Quién más que nuestro Dios es una roca sólida? Dios es mi fortaleza firme, y hace perfecto mi camino. Me hace andar tan seguro como un ciervo para que pueda pararme en las alturas de las montañas. Entrena mis manos para la batalla; fortalece mi brazo para tensar un arco de bronce. Me has dado tu escudo de victoria; tu ayuda me ha engrandecido. Has trazado un camino ancho para mis pies a fin de evitar que resbalen. »Perseguí a mis enemigos y los destruí; no paré hasta verlos derrotados. Los consumí; los herí de muerte para que no pudieran levantarse; cayeron debajo de mis pies. Me has armado de fuerza para la batalla; has sometido a mis enemigos debajo de mis pies. Pusiste mi pie sobre su cuello; destruí a todos los que me odiaban. Buscaron ayuda, pero nadie fue a rescatarlos. Hasta clamaron al SEÑOR, pero él se negó a responder. Los molí tan fino como el polvo de la tierra; los pisoteé en la cuneta como lodo. »Me diste la victoria sobre los que me acusaban. Me preservaste como gobernante de naciones; ahora me sirve gente que ni siquiera conozco. Naciones extranjeras se arrastran ante mí; en cuanto oyen hablar de mí, se rinden. Todas pierden el valor y salen temblando de sus fortalezas. »¡El SEÑOR vive! ¡Alabanzas a mi Roca! ¡Exaltado sea Dios, la Roca de mi salvación! Él es el Dios que da su merecido a los que me dañan; él derriba a las naciones y las pone bajo mi control, y me libra de mis enemigos. Tú me mantienes seguro, lejos del alcance de mis enemigos; me salvas de violentos oponentes. Por eso, oh SEÑOR, te alabaré entre las naciones; cantaré alabanzas a tu nombre. Le das grandes victorias a tu rey; le muestras inagotable amor a tu ungido, a David y a todos sus descendientes para siempre».

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