2 Pedro 3:3-13
2 Pedro 3:3-13 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará y dirá: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros antepasados murieron y nada ha cambiado desde el principio de la creación». Pero intencionalmente olvidan que desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado. Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos. Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años y mil años, como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego; y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada. Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes con devoción, siguiendo una conducta santa y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero según su promesa, nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habita la justicia.
2 Pedro 3:3-13 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
En primer lugar, tomen en cuenta que, en los últimos días, vendrán algunos que solo pensarán en sus malos deseos. Se burlarán de ustedes y les preguntarán: «¿Qué pasó con la promesa de que Jesucristo regresaría? Ya murieron nuestros padres, ¡y todo sigue igual que cuando el mundo fue creado!» Esa gente no quiere darse cuenta de que, hace mucho tiempo, Dios creó los cielos y la tierra, y de que con solo una orden separó la tierra y los mares. Además, Dios usó el agua del diluvio para destruir al mundo de esa época; pero, con ese mismo poder, ha dado la orden de que, en el momento indicado, los cielos y la tierra que ahora existen sean destruidos con fuego. Serán quemados el día en que Dios juzgue a todos y destruya a los que hacen el mal. Además, hermanos míos, no olviden que, para el Señor, un día es como mil años, y mil años son como un día. No es que Dios sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Lo que pasa es que Dios tiene paciencia con ustedes, porque él no quiere que nadie muera, sino que todos vuelvan a obedecerle. Pero cuando el Señor Jesús regrese, vendrá como cuando un ladrón entra en una casa a robar. En ese día, los cielos desaparecerán en medio de un ruido espantoso, las estrellas serán destruidas por el fuego, y la tierra y todo lo que hay en ella desaparecerán. Ya que todo será destruido de esa manera, ustedes deben obedecer solo a Dios, hacer el bien, y esperar con ansias el día en que Dios juzgará a todo el mundo. Ese día, el fuego destruirá los cielos y derretirá las estrellas. Pero nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, donde todo será bueno y justo.
2 Pedro 3:3-13 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Pero antes deben saber que en los días finales vendrá gente blasfema, que andará según sus propios malos deseos y que dirá: «¿Qué pasó con la promesa de su venida? Desde el día en que nuestros padres murieron, todas las cosas siguen tal y como eran desde el principio de la creación.» Pero con toda intención se olvidan de que, desde la antigüedad, fueron creados los cielos por la palabra de Dios, lo mismo que la tierra, la cual proviene del agua y subsiste por medio del agua. Por eso el mundo de entonces fue destruido por una inundación. Pero esa misma palabra ha reservado los cielos y la tierra que ahora existen; los ha guardado para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los hombres perversos. Pero no olviden, amados hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no se tarda para cumplir su promesa, como algunos piensan, sino que nos tiene paciencia y no quiere que ninguno se pierda, sino que todos se vuelvan a él. Pero el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Ese día los cielos desaparecerán en medio de un gran estruendo, y los elementos arderán y serán reducidos a cenizas, y la tierra y todo lo que en ella se ha hecho será quemado. Puesto que todo será deshecho, ustedes deben vivir una vida santa y dedicada a Dios, y esperar con ansias la venida del día de Dios. Ese día los cielos serán deshechos por el fuego, y los elementos se fundirán por el calor de las llamas. Pero, según sus promesas, nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, donde reinará la justicia.
2 Pedro 3:3-13 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Sobre todo tengan esto en cuenta: que en los días últimos vendrá gente que vivirá de acuerdo con sus propios malos deseos, y que en son de burla preguntará: «¿Qué pasó con la promesa de que Cristo iba a volver? Ya murieron nuestros padres, y todo sigue igual desde que el mundo fue creado.» Esa gente no quiere darse cuenta de que desde tiempos antiguos ya existía el cielo, y también la tierra, que Dios con su palabra hizo salir del agua y la mantiene en medio del agua. También por medio del agua del diluvio fue destruido el mundo de entonces. Pero los cielos y la tierra que ahora existen, están reservados para el fuego por el mismo mandato de Dios. Ese fuego los quemará en el día del juicio y de la perdición de los malos. Además, queridos hermanos, no olviden que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. No es que el Señor se tarde en cumplir su promesa, como algunos suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se desharán con un ruido espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida al juicio de Dios. Puesto que todo va a ser destruido de esa manera, ¡con cuánta santidad y devoción deben vivir ustedes! Esperen la llegada del día de Dios, y hagan lo posible por apresurarla. Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán entre las llamas; pero nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, en los cuales todo será justo y bueno.
2 Pedro 3:3-13 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
2 Pedro 3:3-13 La Biblia de las Américas (LBLA)
Ante todo, sabed esto: que en los últimos días vendrán burladores, con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación. Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado con agua; pero los cielos y la tierra actuales están reservados por su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos. Pero, amados, no ignoréis esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
2 Pedro 3:3-13 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Sobre todo, quiero recordarles que, en los últimos días, vendrán burladores que se reirán de la verdad y seguirán sus propios deseos. Dirán: «¿Qué pasó con la promesa de que Jesús iba a volver? Desde tiempos antes de nuestros antepasados, el mundo sigue igual que al principio de la creación». Deliberadamente olvidan que hace mucho tiempo Dios hizo los cielos por la orden de su palabra, y sacó la tierra de las aguas y la rodeó con agua. Luego usó el agua para destruir el mundo antiguo con un potente diluvio. Por esa misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen han sido reservados para el fuego. Están guardados para el día del juicio, cuando será destruida la gente que vive sin Dios. Sin embargo, queridos amigos, hay algo que no deben olvidar: para el Señor, un día es como mil años y mil años son como un día. En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan. Pero el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará sometida a juicio. Dado que todo lo que nos rodea será destruido de esta manera, ¡cómo no llevar una vida santa y vivir en obediencia a Dios, esperar con ansias el día de Dios y apresurar que este llegue! En aquel día, él prenderá fuego a los cielos, y los elementos se derretirán en las llamas. Pero nosotros esperamos con entusiasmo los cielos nuevos y la tierra nueva que él prometió, un mundo lleno de la justicia de Dios.