2 Pedro 1:15-18
2 Pedro 1:15-18 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
También me esforzaré con empeño para que, aun después de mi partida, ustedes puedan recordar estas cosas en todo tiempo. Cuando les dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos, sino dando testimonio de su grandeza que vimos con nuestros propios ojos. Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él». Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con él en el monte santo.
2 Pedro 1:15-18 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
pero yo haré todo lo posible para que ustedes recuerden estos consejos aun después de mi muerte. Cuando les enseñábamos acerca del poder de nuestro Señor Jesucristo y de su regreso, no estábamos inventando una historia, sino que con nuestros propios ojos vimos el gran poder de nuestro Señor. Nosotros estábamos allí cuando Dios el Padre trató a Jesús con mucho honor y mostró lo maravilloso que es él. Y allí mismo, en la montaña sagrada, oímos cuando nuestro grande y maravilloso Dios dijo: «Este es mi Hijo. Yo lo amo mucho y estoy muy contento con él.»
2 Pedro 1:15-18 Reina Valera Contemporánea (RVC)
También debo esforzarme para que después de mi partida ustedes puedan tener siempre presentes todas estas cosas. Porque, cuando les hicimos saber que nuestro Señor Jesucristo vendrá con todo su poder, no lo hicimos siguiendo fábulas artificiosas, sino como quienes han visto su majestad con sus propios ojos. Pues cuando él recibió de Dios Padre la honra y la gloria, desde la magnífica gloria le fue enviada una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.» Y nosotros oímos esa voz que venía del cielo, mientras estábamos con él en el monte santo.
2 Pedro 1:15-18 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
pero haré todo lo posible para que también después de mi muerte se acuerden ustedes de estas cosas. La enseñanza que les dimos sobre el poder y el regreso de nuestro Señor Jesucristo, no consistía en cuentos inventados ingeniosamente, pues con nuestros propios ojos vimos al Señor en su grandeza. Lo vimos cuando Dios el Padre le dio honor y gloria, cuando la voz de Dios le habló de aquella gloriosa manera: «Este es mi Hijo amado, a quien he elegido.» Nosotros mismos oímos aquella voz que venía del cielo, pues estábamos con el Señor en el monte sagrado.
2 Pedro 1:15-18 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas. Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.
2 Pedro 1:15-18 La Biblia de las Américas (LBLA)
También yo procuraré con diligencia, que en todo tiempo, después de mi partida, podáis recordar estas cosas. Porque cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas, sino que fuimos testigos oculares de su majestad. Pues cuando Él recibió honor y gloria de Dios Padre, la majestuosa Gloria le hizo esta declaración: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; y nosotros mismos escuchamos esta declaración, hecha desde el cielo cuando estábamos con Él en el monte santo.
2 Pedro 1:15-18 Nueva Traducción Viviente (NTV)
así que me esforzaré por asegurarme de que siempre recuerden estas cosas después de que me haya ido. Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros vimos su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos cuando él recibió honor y gloria de parte de Dios Padre. La voz de la majestuosa gloria de Dios le dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo». Nosotros mismos oímos aquella voz del cielo cuando estuvimos con él en el monte santo.