2 Reyes 7:3-5
2 Reyes 7:3-5 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Ese día, cuatro hombres que tenían una enfermedad en la piel se hallaban a la entrada de la ciudad. —¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados esperando la muerte? —se preguntaron unos a otros—. No ganamos nada con entrar en la ciudad. Allí nos moriremos de hambre con todos los demás; pero si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo. Vayamos, pues, al campamento de los arameos para rendirnos. Si nos perdonan la vida, viviremos; si nos matan, de todos modos moriremos. Al anochecer se pusieron en camino, pero cuando llegaron a las afueras del campamento arameo, ¡ya no había nadie allí!
2 Reyes 7:3-5 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
A la entrada de la ciudad había cuatro hombres enfermos de la piel, pues tenían lepra. Decían entre ellos: «¿Qué estamos haciendo acá sentados esperando morir? Si entramos en la ciudad, moriremos de hambre, pues no hay nada para comer, y si nos quedamos sentados aquí, también vamos a morir. Mejor vayamos al campamento de los sirios; si nos perdonan la vida, qué bueno, y si nos matan, no importa, de todos modos vamos a morir». Al anochecer, se levantaron y fueron al campamento de los sirios. Cuando llegaron cerca del lugar, se dieron cuenta de que allí no había nadie.
2 Reyes 7:3-5 Reina Valera Contemporánea (RVC)
A la entrada de la ciudad había cuatro leprosos, que se decían el uno al otro: «¿Para qué nos quedamos aquí, esperando la muerte? Si intentáramos entrar en la ciudad, moriríamos dentro de ella por el hambre que allí dentro hay. Si nos quedamos aquí, de todos modos moriremos. Mejor vayamos al campamento de los sirios. Si nos dejan vivir, viviremos; si nos dan muerte, moriremos.» Al caer la noche se pasaron al campamento de los sirios, pero cuando llegaron a la entrada de su campamento no vieron a nadie.
2 Reyes 7:3-5 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Mientras tanto, cuatro leprosos que había a la entrada de la ciudad se dijeron entre sí: —¿Qué hacemos aquí sentados esperando la muerte? Si nos decidimos a entrar en la ciudad, moriremos, pues hay una gran hambre allí dentro; y si nos quedamos aquí sentados, también moriremos. Pasémonos, pues, al campamento sirio; si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos matan, de todos modos vamos a morir. Así pues, se levantaron al anochecer y se dirigieron al campamento sirio; pero cuando ya estuvieron cerca, se dieron cuenta de que no había nadie.
2 Reyes 7:3-5 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos? Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos. Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de los sirios; y llegando a la entrada del campamento de los sirios, no había allí nadie.
2 Reyes 7:3-5 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y había cuatro leprosos a la entrada de la puerta, y se dijeron el uno al otro: ¿Por qué estamos aquí sentados esperando la muerte? Si decimos: «Vamos a entrar en la ciudad», como el hambre está en la ciudad, moriremos allí; y si nos sentamos aquí, también moriremos. Ahora pues, vayamos y pasemos al campamento de los arameos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos matan, pues moriremos. Y se levantaron al anochecer para ir al campamento de los arameos. Y cuando llegaron a las afueras del campamento de los arameos, he aquí, no había allí nadie.
2 Reyes 7:3-5 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Sucedió que había cuatro hombres con lepra sentados en la entrada de las puertas de la ciudad. «¿De qué nos sirve sentarnos aquí a esperar la muerte? —se preguntaban unos a otros—. Si nos quedamos aquí, moriremos, pero con el hambre que hay en la ciudad, moriremos de hambre también allá si regresamos. Así que mejor sería ir y entregarnos al ejército arameo. Si ellos nos perdonan la vida, mucho mejor; pero si nos matan, igual habríamos muerto». Así que, al ponerse el sol, salieron hacia el campamento de los arameos; pero cuando se aproximaron al límite del campamento, ¡no había nadie!