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2 Reyes 21:1-22

2 Reyes 21:1-22 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre era Hepsiba. Pero Manasés hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, pues practicaba las repugnantes ceremonias de las naciones que el SEÑOR había expulsado delante de los israelitas. Reconstruyó los altares paganos que su padre Ezequías había destruido; además, erigió otros altares en honor de Baal e hizo una imagen de la diosa Aserá, como lo había hecho Acab, rey de Israel. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. Construyó altares en el Templo del SEÑOR, lugar del cual el SEÑOR había dicho: «En Jerusalén pondré mi Nombre». En ambos atrios del Templo del SEÑOR construyó altares en honor de los astros del cielo. Sacrificó en el fuego a su propio hijo, practicó la adivinación y la agorería, y consultó a médiums y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al SEÑOR, provocando así su ira. Tomó la imagen de la diosa Aserá que él había hecho y la puso en el Templo, lugar del cual el SEÑOR había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, he decidido poner mi Nombre para siempre. Nunca más dejaré que los israelitas anden perdidos fuera de la tierra que di a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que les he ordenado, es decir, toda la Ley que dio mi siervo Moisés». Pero no hicieron caso. Manasés los descarrió, de modo que se condujeron peor que las naciones que el SEÑOR destruyó delante de ellos. Por lo tanto, el SEÑOR dijo por medio de sus siervos los profetas: «Como Manasés, rey de Judá, ha practicado estas repugnantes ceremonias y se ha conducido peor que los amorreos que lo precedieron, haciendo que los israelitas pequen con los ídolos que él hizo, así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Voy a enviar tal desgracia sobre Jerusalén y Judá que a todo el que la oiga le quedará retumbando en los oídos. Extenderé sobre Jerusalén el mismo cordel con que medí a Samaria y la misma plomada con que señalé a la familia de Acab. Voy a tratar a Jerusalén como se hace con un plato que se restriega y se pone boca abajo. Abandonaré al resto de mi heredad, entregando a mi pueblo en manos de sus enemigos, que lo saquearán y lo despojarán. Porque los israelitas han hecho lo que me ofende y me han provocado desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta hoy”». Además del pecado que hizo cometer a Judá, haciendo así lo que ofende al SEÑOR, Manasés derramó tanta sangre inocente que inundó a Jerusalén de un extremo a otro. Los demás acontecimientos del reinado de Manasés y todo lo que hizo, incluso el pecado que cometió, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Manasés murió y fue sepultado en su palacio, en el jardín de Uza. Y su hijo Amón lo sucedió en el trono. Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén dos años. Su madre era Mesulémet, hija de Jaruz, oriunda de Jotba. Amón hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como lo había hecho su padre Manasés. En todo siguió el mal ejemplo de su padre, adorando e postrándose ante los ídolos que este había adorado. Así que abandonó al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y no anduvo en el camino del SEÑOR.

2 Reyes 21:1-22 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Manasés comenzó a reinar a los doce años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Hepsiba. Manasés no obedeció a Dios, pues practicó las costumbres vergonzosas de las naciones que Dios había expulsado del territorio de los israelitas. Reconstruyó los pequeños templos que su padre Ezequías había destruido, hizo imágenes de la diosa Astarté y edificó altares para adorar a Baal. También siguió el mal ejemplo del rey Ahab y adoró a todos los astros del cielo. Construyó altares para esos astros en los patios del templo de Dios, aun cuando Dios había dicho que ese templo sería su casa en Jerusalén. Manasés puso la imagen de la diosa Astarté en el templo de Dios, practicó la hechicería y la brujería, y se hizo amigo de los espiritistas y los brujos. También hizo quemar a su hijo como un sacrificio. Su comportamiento fue tan malo, que Dios se enojó mucho. Dios les había dicho a David y a su hijo Salomón: «De todas las ciudades de Israel, he elegido a Jerusalén, para poner allí mi templo y vivir en él para siempre. Si los israelitas obedecen todos los mandamientos que le di a Moisés, no los expulsaré del país que les he dado». Pero los israelitas no obedecieron a Dios. Al contrario, Manasés los hizo cometer peores pecados que los que habían cometido las naciones que Dios había destruido cuando los israelitas llegaron a la región. Por eso Dios dijo por medio de sus profetas: «Manasés ha cometido pecados vergonzosos; sus pecados son peores que los cometidos por los amorreos. Hizo que Judá pecara adorando ídolos. Por eso yo, el Dios de Israel, causaré terribles daños en Jerusalén y en Judá. Bastará que oigan lo que allí haré para que les duelan los oídos. »De Jerusalén no va a quedar nada. La voy a castigar como castigué a Samaria y a la familia de Ahab. Quedará vacía, como un plato que se limpia y se vuelca para dejarlo secar. Aun a los que queden con vida los destruiré. Voy a dejar que sus enemigos los derroten y les quiten todo. Porque desde que saqué de Egipto a sus antepasados, este pueblo se ha comportado mal y me ha hecho enojar». Además de hacer pecar a Judá, Manasés mató a mucha gente inocente. ¡Fueron tantos los que mató que Jerusalén se llenó de sangre desde un extremo al otro! Todo lo que hizo Manasés, y los terribles pecados que cometió, está escrito en el libro de la historia de los reyes de Judá. Cuando murió, lo enterraron en el jardín de su palacio, el jardín de Uzá. Su hijo Amón reinó en su lugar. Amón comenzó a reinar a los veintidós años. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró dos años. Su madre vivía en Jotbá, se llamaba Mesulémet y era hija de Harús. Amón desobedeció al Dios de Israel, el Dios de sus antepasados, pues adoró a los dioses falsos al igual que su padre Manasés, y cometió los mismos pecados.

2 Reyes 21:1-22 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Hepsibá. Pero Manasés hizo lo malo a los ojos del Señor, pues siguió las prácticas repugnantes de las naciones que el Señor había arrojado de la presencia de los israelitas; además, reconstruyó los altares en los montes que Ezequías su padre había derribado, y erigió altares a Baal; hizo una imagen de Asera, como lo había hecho el rey Ajab de Israel, y adoró y rindió culto a todo el ejército de los cielos. De igual manera, construyó altares en el templo del Señor, del cual el Señor había dicho: «Yo pondré mi nombre en Jerusalén», y en los dos atrios del templo del Señor construyó altares para todo el ejército de los cielos. Además, a su hijo lo lanzó al fuego como sacrificio, y se entregó al estudio de los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, con lo que multiplicó la maldad a los ojos del Señor, para provocarlo a ira. Él mismo hizo una imagen de Asera, y la puso en el templo del Señor, del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «Yo pondré mi nombre para siempre en este templo, y en Jerusalén, ciudad que yo escogí de entre todas las tribus de Israel. Jamás volveré a permitir que Israel sea llevado lejos de la tierra que di a sus padres, siempre y cuando cumplan todo lo que yo les he mandado, y sigan todo lo que está en la ley que mi siervo Moisés les dio.» Pero los israelitas no obedecieron, y Manasés los indujo a que hicieran lo malo, más que las naciones que el Señor destruyó delante de ellos. El Señor habló por medio de sus siervos, los profetas, y dijo: «Puesto que Manasés, rey de Judá, ha incurrido en estas cosas tan repugnantes y sus actos han sido peores que todo lo que hicieron los amorreos antes de él, y puesto que con sus ídolos ha hecho pecar a Judá, yo, el Señor y Dios de Israel, declaro: “Voy a traer sobre Jerusalén y sobre Judá tal calamidad, que a quien lo oiga le zumbarán los oídos. Voy a medir a Jerusalén con el mismo cordel y la misma plomada con que medí a Samaria y a la dinastía de Ajab. Voy a limpiar a Jerusalén como se limpia un plato: voy a fregarla y a ponerla boca abajo. Voy a desamparar al resto de mi pueblo. Voy a entregarlos en manos de sus enemigos, para que sean presa y botín de guerra de todos sus adversarios, pues desde el día que sus padres salieron de Egipto y hasta el día de hoy han hecho lo malo delante de mis ojos, y me han provocado a ira.”» Por si fuera poco, y además de haber hecho pecar a Judá induciéndolos a hacer lo malo a los ojos del Señor, Manasés derramó tanta sangre inocente que llenó a Jerusalén de cadáveres de un extremo al otro. Los demás hechos de Manasés, y todas sus obras y los pecados que cometió, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Cuando Manasés fue a reunirse con sus antepasados, fue sepultado en el huerto de su casa, es decir, en el huerto de Uzá, y en su lugar reinó su hijo Amón. Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dos años. Su madre se llamaba Mesulemet hija de Jarús, y era de Jotbá. Pero Amón hizo lo malo a los ojos del Señor, como lo había hecho Manasés, su padre, pues siguió su mal ejemplo y rindió culto a los ídolos que su padre había adorado, y se apartó del Señor, el Dios de sus padres, y no siguió por el camino del Señor.

2 Reyes 21:1-22 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Hepsiba. Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, pues practicó las mismas infamias de las naciones que el Señor había arrojado de la presencia de los israelitas: reconstruyó los santuarios paganos que Ezequías, su padre, había destruido; levantó altares a Baal e hizo una imagen de Aserá, como había hecho Ahab, rey de Israel; además adoró y rindió culto a todos los astros del cielo, y construyó altares en el templo del Señor, acerca del cual el Señor había dicho que sería la residencia de su nombre en Jerusalén. Levantó otros altares en los dos atrios del templo del Señor, y los dedicó a todos los astros del cielo. Además hizo quemar a sus hijos en sacrificio, practicó la invocación de espíritus y la adivinación, y estableció el espiritismo y la hechicería. Tan malos fueron sus hechos a los ojos del Señor, que acabó por provocar su indignación. También colocó una imagen de Aserá en el templo del Señor, acerca del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «Este templo en Jerusalén, que he escogido entre todas las tribus de Israel, será para siempre la residencia de mi nombre. No volveré a arrojar a los israelitas de la tierra que di a sus antepasados, con tal de que cumplan y practiquen todo lo que les he ordenado, y todas las enseñanzas que les dio mi siervo Moisés.» Pero ellos no hicieron caso. Por el contrario, Manasés los llevó a actuar con más perversidad que las naciones que el Señor había aniquilado ante los israelitas. Por lo tanto, el Señor habló por medio de sus siervos los profetas, y dijo: «Por haber cometido Manasés tantas infamias, y por ser su maldad mayor que la de los amorreos que hubo antes que él, ya que ha hecho que Judá peque con sus ídolos, yo, el Señor, el Dios de Israel, declaro: Voy a acarrear tal desastre sobre Jerusalén y Judá, que hasta le van a doler los oídos a quien lo oiga. Mediré a Jerusalén con la misma medida que a Samaria y a la descendencia de Ahab; la voy a dejar limpia, como cuando se limpia un plato y se pone boca abajo. En cuanto al resto de mi pueblo, lo abandonaré y lo entregaré en manos de sus enemigos, para que sean saqueados y despojados por ellos. Porque sus hechos han sido malos a mis ojos, y me han estado irritando desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta el presente.» Además de los pecados que Manasés hizo cometer a Judá y de sus malas acciones a los ojos del Señor, fue tanta la sangre inocente que derramó en Jerusalén, que la llenó de extremo a extremo. El resto de la historia de Manasés y de todo lo que hizo, y los pecados que cometió, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Cuando murió, lo enterraron en el jardín de su palacio, en el jardín de Uzá. Después reinó en su lugar su hijo Amón. Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dos años. Su madre se llamaba Mesulémet, y era hija de Harús, de Jotbá. Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, como los de su padre Manasés, pues siguió sus mismos malos pasos y rindió culto y adoró a los mismos ídolos que su padre había adorado. Así abandonó al Señor, el Dios de sus antepasados, y no actuó conforme a su voluntad.

2 Reyes 21:1-22 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años; el nombre de su madre fue Hepsiba. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, según las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas. Asimismo edificó altares en la casa de Jehová, de la cual Jehová había dicho: Yo pondré mi nombre en Jerusalén. Y edificó altares para todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová. Y pasó a su hijo por fuego, y se dio a observar los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, multiplicando así el hacer lo malo ante los ojos de Jehová, para provocarlo a ira. Y puso una imagen de Asera que él había hecho, en la casa de la cual Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo pondré mi nombre para siempre en esta casa, y en Jerusalén, a la cual escogí de todas las tribus de Israel; y no volveré a hacer que el pie de Israel sea movido de la tierra que di a sus padres, con tal que guarden y hagan conforme a todas las cosas que yo les he mandado, y conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les mandó. Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel. Habló, pues, Jehová por medio de sus siervos los profetas, diciendo: Por cuanto Manasés rey de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; por tanto, así ha dicho Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos oídos. Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve boca abajo. Y desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en manos de sus enemigos; y serán para presa y despojo de todos sus adversarios; por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me han provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy. Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo; además de su pecado con que hizo pecar a Judá, para que hiciese lo malo ante los ojos de Jehová. Los demás hechos de Manasés, y todo lo que hizo, y el pecado que cometió, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y durmió Manasés con sus padres, y fue sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uza, y reinó en su lugar Amón su hijo. De veintidós años era Amón cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Mesulemet hija de Haruz, de Jotba. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre. Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvió a los ídolos a los cuales había servido su padre, y los adoró; y dejó a Jehová el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehová.

2 Reyes 21:1-22 La Biblia de las Américas (LBLA)

Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. El nombre de su madre era Hepsiba. E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, conforme a las abominaciones de las naciones que el SEÑOR había desposeído delante de los hijos de Israel. Porque reedificó los lugares altos que su padre Ezequías había destruido; levantó también altares a Baal e hizo una Asera, como había hecho Acab, rey de Israel, y adoró a todo el ejército de los cielos y los sirvió. Edificó además altares en la casa del SEÑOR, de la cual el SEÑOR había dicho: En Jerusalén pondré mi nombre. Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa del SEÑOR. Hizo pasar por fuego a su hijo, practicó la hechicería, usó la adivinación y trató con médium y espiritistas. Hizo mucho mal ante los ojos del SEÑOR, provocándole a ira. Colocó la imagen tallada de Asera que él había hecho, en la casa de la cual el SEÑOR había dicho a David y a su hijo Salomón: En esta casa y en Jerusalén, que he escogido de entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre. Y haré que nunca más los pies de Israel vaguen fuera de la tierra que di a sus padres, con tal de que cuiden de hacer conforme a todo lo que les he mandado, y conforme a toda la ley que mi siervo Moisés les ordenó. Pero ellos no escucharon, y Manasés los hizo extraviar para que hicieran lo malo más que las naciones que el SEÑOR había destruido delante de los hijos de Israel. Y habló el SEÑOR por medio de sus siervos los profetas, diciendo: Por cuanto Manasés, rey de Judá, ha hecho estas abominaciones, habiendo hecho lo malo más que todo lo que hicieron los amorreos antes de él, haciendo pecar también a Judá con sus ídolos; por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de Israel: «He aquí, voy a traer tal calamidad sobre Jerusalén y Judá, que a todo el que oiga de ello le retiñirán ambos oídos. Extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab, y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, limpiándolo y volviéndolo boca abajo. Abandonaré al remanente de mi heredad y los entregaré en mano de sus enemigos, y serán para presa y despojo para todos sus enemigos; porque han hecho lo malo ante mis ojos, y han estado provocándome a ira desde el día en que sus padres salieron de Egipto, hasta el día de hoy». Además, Manasés derramó muchísima sangre inocente hasta llenar a Jerusalén de un extremo a otro, aparte de su pecado con el que hizo pecar a Judá para que hiciera lo malo ante los ojos del SEÑOR. Los demás hechos de Manasés, todo lo que hizo y el pecado que cometió, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? Y durmió Manasés con sus padres, y fue sepultado en el jardín de su casa, en el jardín de Uza; y su hijo Amón reinó en su lugar. Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. El nombre de su madre era Mesulemet, hija de Haruz, de Jotba. E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como había hecho su padre Manasés. Pues anduvo en todo el camino en que su padre había andado, sirvió a los ídolos a los que su padre había servido y los adoró. Y abandonó al SEÑOR, el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino del SEÑOR.

2 Reyes 21:1-22 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Manasés tenía doce años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre era Hepsiba. Él hizo lo malo a los ojos del SEÑOR y siguió las prácticas detestables de las naciones paganas que el SEÑOR había expulsado de la tierra del paso de los israelitas. Reconstruyó los santuarios paganos que su padre Ezequías había destruido. Construyó altares para Baal y levantó un poste dedicado a la diosa Asera, tal como lo había hecho el rey Acab de Israel. También se inclinó ante todos los poderes de los cielos y les rindió culto. Construyó altares paganos dentro del templo del SEÑOR, el lugar sobre el cual el SEÑOR había dicho: «Mi nombre permanecerá en Jerusalén para siempre». Construyó estos altares para todos los poderes de los cielos en ambos atrios del templo del SEÑOR. Manasés también sacrificó a su propio hijo en el fuego. Practicó la hechicería, la adivinación y consultó a los médiums y a los videntes. Hizo muchas cosas perversas a los ojos del SEÑOR y con eso provocó su enojo. Incluso Manasés hizo una imagen tallada de la diosa Asera y la colocó en el templo, en el mismo lugar donde el SEÑOR les había dicho a David y a su hijo Salomón: «Mi nombre será honrado para siempre en este templo y en Jerusalén, la ciudad que he escogido entre todas las tribus de Israel. Si los israelitas se aseguran de obedecer mis mandatos —todas las leyes que mi siervo Moisés les dio—, yo no los expulsaré de esta tierra que les di a sus antepasados». Sin embargo, la gente se negó a escuchar, y Manasés los llevó a cometer cosas aún peores que las que habían hecho las naciones paganas que el SEÑOR había destruido cuando el pueblo de Israel entró en la tierra. Luego el SEÑOR dijo por medio de sus siervos, los profetas: «El rey Manasés de Judá ha hecho muchas cosas detestables. Es aún más perverso que los amorreos, quienes vivían en esta tierra antes que Israel. Él hizo que la gente de Judá pecara con sus ídolos. Entonces esto es lo que el SEÑOR, Dios de Israel, dice: traeré tanto desastre sobre Jerusalén y Judá que los oídos de quienes lo oigan se estremecerán de horror. Juzgaré a Israel con el mismo criterio que usé para juzgar a Samaria y con la misma medida que usé con la familia de Acab. Barreré por completo a la gente de Jerusalén como cuando uno limpia un plato y lo pone boca abajo. Incluso rechazaré al remanente de mi pueblo que haya quedado y los entregaré como botín a sus enemigos. Pues han cometido gran maldad a mis ojos y me han hecho enojar desde que sus antepasados salieron de Egipto». Manasés también asesinó a mucha gente inocente, a tal punto que Jerusalén se llenó de sangre inocente de un extremo a otro. Eso fue además del pecado que hizo cometer a los habitantes de Judá, al inducirlos a hacer lo malo a los ojos del SEÑOR. Los demás acontecimientos del reinado de Manasés y todo lo que él hizo, entre ellos los pecados que cometió, están registrados en El libro de la historia de los reyes de Judá. Cuando Manasés murió, lo enterraron en el jardín del palacio, el jardín de Uza. Luego su hijo Amón lo sucedió en el trono. Amón tenía veintidós años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén dos años. Su madre se llamaba Mesulemet y era hija de Haruz, de Jotba. Él hizo lo malo a los ojos del SEÑOR, tal como su padre Manasés. Siguió el ejemplo de su padre al rendirles culto a los mismos ídolos que su padre había venerado. Abandonó al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y se negó a andar en los caminos del SEÑOR.