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2 Corintios 10:1-18

2 Corintios 10:1-18 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Por la humildad y la bondad de Cristo yo, Pablo, apelo a ustedes personalmente; yo mismo que, según dicen, soy tímido cuando me encuentro cara a cara con ustedes, pero atrevido cuando estoy lejos. Les ruego que cuando vaya no tenga que ser tan atrevido como me he propuesto ser con algunos que opinan que vivimos según criterios meramente humanos; pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que obedezca a Cristo. También estamos dispuestos a castigar cualquier acto de desobediencia una vez que yo pueda contar con la completa obediencia de ustedes. Fíjense en lo que está a la vista. Si alguno está convencido de ser de Cristo, considere esto de nuevo: nosotros somos tan de Cristo como él. No me avergüenza jactarme más de la cuenta de la autoridad que el Señor nos ha dado para la edificación y no para la destrucción de ustedes. No quiero dar la impresión de que trato de asustarlos con mis cartas, pues algunos dicen: «Sus cartas son duras y fuertes, pero él en persona no impresiona a nadie y como orador es un fracaso». Tales personas deben darse cuenta de que lo que somos por escrito estando ausentes lo somos con hechos estando presentes. No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que hacen. Nosotros, por nuestra parte, no vamos a jactarnos más de lo debido. Nos limitaremos al campo que Dios nos ha asignado según su medida, en la cual también ustedes están incluidos. Si no hubiéramos estado antes entre ustedes, se podría alegar que estamos rebasando estos límites, cuando lo cierto es que fuimos los primeros en llevarles el evangelio de Cristo. No nos jactamos desmedidamente a costa del trabajo que otros han hecho. Al contrario, esperamos que, según vaya creciendo la fe de ustedes, también nuestro campo de acción entre ustedes se amplíe grandemente, para poder predicar las buenas noticias más allá de sus regiones, sin tener que jactarnos del trabajo ya hecho por otros. Más bien, «Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor». Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien recomienda el Señor.

2 Corintios 10:1-18 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Dicen que soy muy tímido cuando estoy entre ustedes, pero muy valiente cuando estoy lejos. Yo les ruego, por el cariño y la bondad de Cristo, que cuando vaya a verlos, no me obliguen a ser duro con los que nos acusan. Ellos dicen que nosotros hacemos las cosas solo por interés, como lo hace la gente de este mundo. Es verdad que vivimos en este mundo, pero no actuamos como todo el mundo, ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones y el orgullo de quienes quieren impedir que todos conozcan a Dios. Con ese poder hacemos que los pecadores cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo. Estamos dispuestos a castigar a todo el que no obedezca a Cristo, comenzando por ustedes, hasta que llegue el día en que todos lo obedezcan. Ustedes solo aceptan lo que pueden ver. A los que están seguros de que son de Cristo, quiero decirles que yo también lo soy. Aunque yo exagere un poco en mi autoridad, no me da vergüenza. El Señor Jesucristo me dio autoridad sobre ustedes, para ayudarlos a confiar más en él y no para destruirlos. No quiero que piensen que trato de asustarlos con mis cartas. Algunos dicen que mis cartas son duras y fuertes, pero que cuando hablo en persona soy débil, y que no sé hablar bien ni impresiono a nadie. Esas personas tienen que entender que, cuando vaya a verlos, seré tan fuerte como lo soy en las cartas que envío desde lejos. Jamás llegaré a compararme con los que hablan bien de sí mismos. Compararse con uno mismo es una tontería. Tampoco voy a presumir de lo que no he hecho. Si de algo voy a sentirme orgulloso, es del trabajo que Dios me mandó hacer. ¡Y ustedes son parte de ese trabajo! No voy a presumir más de lo que debo, pero fui de los primeros en llegar a Corinto y en anunciarles la buena noticia de Jesucristo. Tampoco voy a sentirme orgulloso del trabajo que otros hicieron. Al contrario, espero poder trabajar más entre ustedes, según vaya aumentando su confianza en Dios. Esa es la meta de mi trabajo. También deseo anunciar la buena noticia en lugares más allá de Corinto, donde nadie haya trabajado antes. Así nadie podrá decir que ando presumiendo con el trabajo de otros. La Biblia dice: «Si alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de creer en el Señor.» La persona que merece aplausos no es la que habla bien de sí misma, sino aquella de quien el Señor habla bien.

2 Corintios 10:1-18 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Yo, Pablo, que cuando estoy entre ustedes soy ciertamente humilde, pero atrevido cuando estoy lejos de ustedes, les ruego esto por la bondad y dulzura de Cristo: les ruego que, cuando esté entre ustedes, no tenga yo que actuar con la osadía que estoy resuelto a utilizar contra los que creen que actuamos según los criterios humanos. Es verdad que aún somos seres humanos, pero no luchamos como los seres humanos. Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Estamos listos para castigar toda desobediencia, una vez que la obediencia de ustedes llegue a la perfección. Ustedes se fijan solo en la apariencia de las cosas. Pero si alguno está convencido de que es de Cristo, piense bien en esto que le digo: que así como él es de Cristo, también nosotros somos de Cristo. No me avergüenza el jactarme una vez más de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para la edificación de ustedes, y no para su destrucción. No quiero dar la impresión de querer asustarlos por carta. Hay quienes dicen que mis cartas son duras y fuertes, pero que mi presencia física es débil y que mis palabras no valen nada. Quienes eso dicen deben tener en cuenta que, así como somos con palabras y por carta, cuando estamos lejos, así también lo seremos en los hechos, cuando estemos entre ustedes. Nosotros no nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con quienes se alaban a sí mismos; cuando ellos se miden con sus propias medidas y se comparan unos con otros, no demuestran buen juicio. Nosotros no vamos a jactarnos de manera exagerada, sino que nos ceñiremos a los límites establecidos por Dios, que llegan también hasta ustedes. Si antes no hubiéramos llegado hasta ustedes, podría decirse que nos hemos extralimitado; pero fuimos los primeros en llegar hasta ustedes con el evangelio de Cristo. No nos jactamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que, a medida que crezca la fe de ustedes, esperamos ser engrandecidos entre ustedes, siempre dentro de nuestros límites. También anunciaremos el evangelio en lugares más allá de donde están ustedes, pero sin incursionar en la obra de otro, para no jactarnos en los trabajos ajenos. Pero si alguno quiere jactarse, que lo haga en el Señor; porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.

2 Corintios 10:1-18 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Yo, Pablo, les ruego a ustedes, por la ternura y la bondad de Cristo, aunque digan que cuando estoy entre ustedes soy muy tímido, y muy atrevido cuando estoy lejos. Pues bien, les ruego que, cuando vaya a verlos, no me obliguen a ser atrevido con quienes nos acusan de hacer las cosas por motivos puramente humanos, pues estoy dispuesto a enfrentarme con ellos. Es cierto que somos humanos, pero no luchamos como los hombres de este mundo. Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas. Y así destruimos las acusaciones y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él, y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que ustedes obedezcan perfectamente. Fíjense en lo que es evidente. Si alguno está seguro de ser de Cristo, debe tener en cuenta que también nosotros somos de Cristo. Y aunque yo insista un poco más de la cuenta en nuestra autoridad, no tengo por qué avergonzarme; pues el Señor nos dio la autoridad para edificación de la comunidad y no para destruirla. No quiero que parezca que trato de asustarlos con mis cartas. Hay quien dice que mis cartas son duras y fuertes, pero que en persona no impresiono a nadie, ni impongo respeto al hablar. Pero el que esto dice debe saber también que, así como somos con palabras y por carta estando lejos de ustedes, así seremos con hechos cuando estemos entre ustedes. Ciertamente, no nos atrevemos a igualarnos o a compararnos con esos que se alaban a sí mismos. Pero ellos cometen una tontería al medirse con su propia medida y al compararse unos con otros. Nosotros no vamos a gloriarnos más allá de ciertos límites. Dios es quien señala los límites de nuestro campo de trabajo, y él nos permitió llegar hasta ustedes en Corinto. Por eso, no estamos saliéndonos de nuestros límites, como sería el caso si no hubiéramos estado antes entre ustedes. Nosotros fuimos los primeros en llevarles a ustedes el evangelio de Cristo. Y no nos gloriamos de los trabajos que otros han hecho, saliéndonos de nuestros límites. Al contrario, esperamos poder trabajar más entre ustedes, conforme ustedes vayan teniendo más fe, aunque siempre dentro de nuestros límites. También esperamos extendernos y anunciar el evangelio en lugares más allá de donde están ustedes, pero sin meternos en campos ajenos, para no gloriarnos de los trabajos que otros han hecho. Si alguno quiere gloriarse, que se gloríe del Señor. Porque el hombre digno de aprobación no es el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.

2 Corintios 10:1-18 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros; ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo. Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré; para que no parezca como que os quiero amedrentar por cartas. Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable. Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes. Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar también hasta vosotros. Porque no nos hemos extralimitado, como si no llegásemos hasta vosotros, pues fuimos los primeros en llegar hasta vosotros con el evangelio de Cristo. No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla; y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado. Mas el que se gloría, gloríese en el Señor; porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.

2 Corintios 10:1-18 La Biblia de las Américas (LBLA)

Y yo mismo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo, que soy humilde cuando estoy delante de vosotros, pero osado para con vosotros cuando estoy ausente, ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que ser osado con la confianza con que me propongo proceder resueltamente contra algunos que nos consideran como si anduviéramos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo, y estando preparados para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa. Vosotros veis las cosas según la apariencia exterior. Si alguno tiene confianza en sí mismo de que es de Cristo, considere esto dentro de sí otra vez: que así como él es de Cristo, también lo somos nosotros. Pues aunque yo me gloríe más todavía respecto de nuestra autoridad, que el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré, para que no parezca como que deseo asustaros con mis cartas. Porque ellos dicen: Las cartas son severas y duras, pero la presencia física es poco impresionante, y la manera de hablar menospreciable. Esto tenga en cuenta tal persona: que lo que somos en palabra por carta, estando ausentes, lo somos también en hechos, estando presentes. Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos y comparándose consigo mismos, carecen de entendimiento. Mas nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino dentro de la medida de la esfera que Dios nos señaló como límite para llegar también hasta vosotros. Pues no nos excedemos a nosotros mismos, como si no os hubiéramos alcanzado, ya que nosotros fuimos los primeros en llegar hasta vosotros con el evangelio de Cristo; no gloriándonos desmedidamente, esto es, en los trabajos de otros, sino teniendo la esperanza de que conforme vuestra fe crezca, nosotros seremos, dentro de nuestra esfera, engrandecidos aún más por vosotros, para anunciar el evangelio aun a las regiones que están más allá de vosotros, y para no gloriarnos en lo que ya se ha hecho en la esfera de otro. Pero EL QUE SE GLORíA, QUE SE GLORíE EN EL SEÑOR. Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.

2 Corintios 10:1-18 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Ahora yo, Pablo, les ruego con la ternura y bondad de Cristo, aunque me doy cuenta de que piensan que soy tímido en persona y valiente solo cuando escribo desde lejos. Pues bien, les suplico ahora, para que cuando vaya, no tenga que ser atrevido con los que piensan que actuamos con intenciones humanas. Somos humanos, pero no luchamos como lo hacen los humanos. Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos. Destruimos todo obstáculo de arrogancia que impide que la gente conozca a Dios. Capturamos los pensamientos rebeldes y enseñamos a las personas a obedecer a Cristo; y una vez que ustedes lleguen a ser totalmente obedientes, castigaremos a todo el que siga en desobediencia. Fíjense en los hechos evidentes. Los que afirman que pertenecen a Cristo deben reconocer que nosotros pertenecemos a Cristo tanto como ellos. Pareciera que estoy jactándome demasiado de la autoridad que nos dio el Señor, pero nuestra autoridad los edifica a ustedes, no los destruye. Así que no me avergonzaré de usar mi autoridad. No es mi intención asustarlos con mis cartas. Pues algunos dicen: «Las cartas de Pablo son exigentes y fuertes, ¡pero él en persona es débil y sus discursos no valen nada!». Esas personas deberían darse cuenta de que nuestras acciones, cuando lleguemos en persona, serán tan enérgicas como lo que decimos en nuestras cartas, que llegan desde lejos. ¡Ah, no se preocupen! No nos atreveríamos a decir que somos tan maravillosos como esos hombres, que les dicen qué importantes son ellos pero solo se comparan el uno con el otro, empleándose a sí mismos como estándar de medición. ¡Qué ignorantes! Nosotros no nos jactaremos de cosas hechas fuera de nuestro campo de autoridad. Nos jactaremos solo de lo que haya sucedido dentro de los límites del trabajo que Dios nos ha dado, los cuales incluyen nuestro trabajo con ustedes. No traspasamos esos límites cuando afirmamos tener autoridad sobre ustedes, como si nunca hubiéramos ido a visitarlos. Pues fuimos los primeros en viajar hasta Corinto con la Buena Noticia de Cristo. Tampoco nos jactamos ni nos atribuimos el mérito por el trabajo que otro haya hecho. En cambio, esperamos que la fe de ustedes crezca, a fin de que se extiendan los límites de nuestro trabajo entre ustedes. Entonces podremos ir a predicar la Buena Noticia en otros lugares más allá de ustedes, donde ningún otro esté trabajando. Así nadie pensará que nos jactamos de trabajar en el territorio de otro. Como dicen las Escrituras: «Si alguien quiere jactarse, que se jacte solamente del SEÑOR». Cuando la gente se alaba a sí misma, ese elogio no sirve de mucho. Lo importante es que los elogios provengan del Señor.