1 Samuel 16:2-23
1 Samuel 16:2-23 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
—¿Y cómo voy a ir? —respondió Samuel—. Si Saúl llega a enterarse, me matará. —Lleva una ternera —dijo el SEÑOR—, y diles que vas a ofrecerle al SEÑOR un sacrificio. Invita a Isaí al sacrificio y entonces te explicaré lo que debes hacer, pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga. Samuel hizo lo que el SEÑOR mandó. Pero cuando llegó a Belén, los jefes del pueblo lo recibieron con mucho temor. —¿Vienes en son de paz? —preguntaron. —Claro que sí. He venido a ofrecerle al SEÑOR un sacrificio. Conságrense y vengan conmigo para tomar parte en él. Entonces Samuel consagró a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «Sin duda que este es el ungido del SEÑOR». Pero el SEÑOR dijo a Samuel: —No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. Entonces Isaí llamó a Abinadab para presentárselo a Samuel, pero Samuel dijo: —A este no lo ha escogido el SEÑOR. Luego le presentó a Sama y Samuel repitió: —Tampoco a este lo ha escogido el SEÑOR. Isaí le presentó a siete de sus hijos, pero Samuel dijo: —El SEÑOR no ha escogido a ninguno de ellos. ¿Son estos todos tus hijos? —Queda el más pequeño —respondió Isaí—, pero está cuidando el rebaño. —Manda a buscarlo —insistió Samuel—, que no podemos continuar hasta que él llegue. Isaí mandó a buscarlo y se lo trajeron. Era buen mozo, pelirrojo y de buena presencia. El SEÑOR dijo a Samuel: —Este es; levántate y úngelo. Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del SEÑOR vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá. El Espíritu del SEÑOR se apartó de Saúl y en su lugar el SEÑOR envió un espíritu maligno para que lo atormentara. Sus servidores dijeron: —Como usted se dará cuenta, un espíritu maligno de parte de Dios lo está atormentando. Así que ordene usted a estos siervos suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa. Así, cuando lo ataque el espíritu maligno de parte de Dios, el músico tocará y usted se sentirá mejor. —Bien —respondió Saúl—, consíganme un buen músico y tráiganlo. Uno de los cortesanos sugirió: —Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el SEÑOR está con él. Su padre es Isaí, el de Belén. Entonces Saúl envió unos mensajeros a Isaí para decirle: «Mándame a tu hijo David, el que cuida del rebaño». Isaí tomó un asno, alimento, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl por medio de su hijo David. Cuando David llegó, se puso al servicio de Saúl, quien lo llegó a apreciar mucho y lo hizo su escudero. Luego Saúl mandó este mensaje a Isaí: «Permite que David se quede a mi servicio, pues me ha causado muy buena impresión». Cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a Saúl, David tomaba su arpa y tocaba. La música calmaba a Saúl, lo hacía sentirse mejor y el espíritu maligno se apartaba de él.
1 Samuel 16:2-23 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Pero Samuel le dijo: —Dios mío, si Saúl llega a saberlo, me va a matar. ¿Cómo se lo voy a ocultar? Dios le dijo: —Llévate una vaquita y dile que vas a presentarme una ofrenda. Pídele a Jesé que te acompañe. Cuando yo te diga a cuál de sus hijos he elegido como rey, tú le pondrás aceite en la cabeza. Y Samuel obedeció a Dios. Cuando llegó a Belén, los líderes del pueblo se preocuparon mucho y le dijeron: —¿A qué has venido? ¿Hay algún problema? Samuel les contestó: —Todo está bien. No pasa nada. Solo vine a presentarle a Dios esta ofrenda. Prepárense y vengan conmigo al culto. Samuel mismo preparó a Jesé y a sus hijos para que pudieran acompañarlo en el culto. Cuando llegaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Estoy seguro de que Dios ha elegido a este joven». Pero Dios le dijo: «Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Este no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón». Jesé llamó entonces a Abinadab, y se lo presentó a Samuel. Pero Samuel le dijo: «Tampoco a este lo ha elegido Dios». Luego Jesé llamó a Samá, pero Samuel le dijo: «Tampoco a este lo ha elegido Dios». Jesé le presentó a Samuel siete hijos suyos, pero Samuel le dijo que ninguno de ellos era el elegido de Dios. Finalmente, le preguntó a Jesé: —¿Ya no tienes más hijos? Y Jesé le contestó: —Tengo otro, que es el más joven. Está cuidando las ovejas. Samuel le dijo: —Manda a llamarlo, pues no podemos continuar hasta que él venga. Jesé hizo llamar a David, que era un joven de piel morena, ojos brillantes y muy bien parecido. Entonces Dios le dijo a Samuel: «Levántate y échale aceite en la cabeza, porque él es mi elegido». Samuel tomó aceite y lo derramó sobre David, en presencia de sus hermanos. Después de eso, regresó a Ramá. En cuanto a David, desde ese día el espíritu de Dios lo llenó de poder. Al mismo tiempo, el espíritu de Dios abandonó a Saúl, y un mal espíritu que Dios le envió comenzó a atormentarlo. Un día, uno de los sirvientes de Saúl le dijo: «Dios ha enviado sobre Su Majestad un espíritu malo, y le está haciendo mucho daño. Mande usted a buscar a alguien que sepa tocar el arpa. Así, cuando venga ese mal espíritu, el músico tocará y usted se sentirá mejor». Saúl le ordenó a sus sirvientes: —Busquen a alguien que toque bien el arpa, y tráiganmelo. Uno de ellos le dijo: —Yo conozco a uno. Se llama David, y es hijo de Jesé, el que vive en Belén. David toca muy bien el arpa, y es también un guerrero muy valiente; además, sabe hablar bien y es muy bien parecido. ¡Y Dios siempre lo ayuda! Entonces Saúl le envió a Jesé este mensaje: «Envíame a tu hijo David, el que cuida las ovejas». Jesé envió a su hijo David, y aprovechó la ocasión para enviarle a Saúl, como regalo, un burro cargado con pan, un recipiente de cuero lleno de vino, y un cabrito. David llegó al palacio y se puso al servicio de Saúl. Y tanto le agradó David a Saúl que lo tomó como uno de sus ayudantes. Siempre que el espíritu malo atacaba a Saúl, David tocaba el arpa; entonces el espíritu malo se alejaba y Saúl se sentía aliviado. Por eso Saúl le mandó a decir a Jesé: «Estoy muy contento con tu hijo. Déjalo que se quede conmigo, para que sea mi ayudante».
1 Samuel 16:2-23 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Y Samuel le preguntó: «¿Con qué pretexto voy a ir? Si Saúl llega a saber a qué voy, de seguro me matará.» El Señor le respondió: «Llévate una becerra de la vacada, y di que vas a ofrecerme un sacrificio. Llama luego a Yesé para que te acompañe en el sacrificio, y allí te diré lo que tienes que hacer, y consagrarás como rey a quien yo te diga.» Y Samuel hizo lo que el Señor le dijo. En cuanto llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron temerosos a recibirlo, y le preguntaron: «¿Vienes con intenciones pacíficas?» Y Samuel les respondió: «Sí, vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y acompáñenme.» Y Samuel purificó también a Yesé y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Y cuando todos estuvieron reunidos, Samuel vio a Eliab, y pensó: «Seguramente, este es el que Dios ha escogido.» Pero el Señor le dijo: «No te dejes llevar por su apariencia ni por su estatura, porque este no es mi elegido. Yo soy el Señor, y veo más allá de lo que el hombre ve. El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón.» Luego Yesé llamó a Abinadab, y lo puso enfrente de Samuel, pero este dijo: «Tampoco este es el elegido del Señor.» Yesé presentó también a Samá, y Samuel repitió que tampoco este era el elegido del Señor. Yesé le presentó a siete de sus hijos, pero Samuel le dijo que el Señor no había elegido a ninguno de ellos. Y le preguntó: «¿Estos son todos tus hijos?» Yesé respondió: «Falta uno, que es el menor, pero él anda cuidando las ovejas.» Y Samuel le dijo: «Manda a traerlo, porque sin él no podemos sentarnos a la mesa.» Yesé mandó a traerlo, y cuando este llegó lo invitó a pasar. Era un jovencito rubio, de hermosos ojos y de agradable apariencia. Entonces el Señor le dijo a Samuel: «Este es mi elegido. Levántate y conságralo.» Samuel tomó entonces el cuerno en donde llevaba el aceite, y lo ungió como rey en presencia de sus hermanos. Y a partir de ese día el espíritu del Señor estuvo sobre David. Después de eso, Samuel regresó a Ramá. Como el espíritu del Señor ya se había apartado de Saúl, un espíritu maligno de parte del Señor lo atormentaba constantemente. Entonces sus sirvientes le dijeron: «Sabemos que te atormenta un espíritu maligno que viene de Dios. Te sugerimos que envíes a alguno de nosotros para que busque quién sepa tañer el arpa. Así, cuando tu espíritu sea atormentado, este tocará el arpa y la música calmará tu espíritu.» Y Saúl les respondió: «Sí, vayan y busquen alguien que toque bien el arpa, y tráiganlo acá.» Uno de sus sirvientes le dijo: «Yo conozco a uno de los hijos de Yesé, el de Belén. Toca muy bien el arpa; es un joven valiente, fuerte y aguerrido; además, es prudente cuando habla, y muy apuesto, y el Señor está con él.» Entonces Saúl envió unos mensajeros a Yesé, para que le dijeran: «Envíame a tu hijo David, el que cuida las ovejas.» Yesé tomó un asno, lo cargó con pan y una vasija de vino, y un cabrito; y por medio de su hijo David se lo envió a Saúl. Cuando David llegó, se presentó ante el rey; y en cuanto Saúl lo vio, quedó tan complacido que lo hizo su escudero. Luego, Saúl mandó que le dijeran a Yesé: «Te ruego que le permitas a tu hijo quedarse conmigo, pues se ha ganado mi estimación.» Y cuando el espíritu maligno venía de parte de Dios y atormentaba a Saúl, David tomaba el arpa y la tocaba. Con esto Saúl se calmaba y se sentía mejor, y el espíritu maligno se apartaba de Saúl.
1 Samuel 16:2-23 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
—¿Y cómo haré para ir? —respondió Samuel—. ¡Si Saúl llega a saberlo, me matará! El Señor le contestó: —Toma una ternera y di que vas a ofrecérmela en sacrificio. Después invita a Jesé al sacrificio, y yo te diré lo que debes hacer. Consagra como rey a quien yo te diga. Samuel hizo lo que el Señor le mandó. Y cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con cierto temor, y le preguntaron: —¿Vienes en son de paz? —Así es —respondió Samuel—. Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y acompáñenme a participar en el sacrificio. Luego Samuel purificó a Jesé y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Cuando ellos llegaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Con toda seguridad este es el hombre que el Señor ha escogido como rey.» Pero el Señor le dijo: «No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.» Entonces Jesé llamó a Abinadab, y se lo presentó a Samuel; pero Samuel comentó: —Tampoco a este ha escogido el Señor. Luego le presentó Jesé a Samá; pero Samuel dijo: —Tampoco ha escogido a este. Jesé presentó a Samuel siete de sus hijos, pero Samuel tuvo que decirle que a ninguno de ellos lo había elegido el Señor. Finalmente le preguntó: —¿No tienes más hijos? —Falta el más pequeño, que es el que cuida el rebaño —respondió Jesé. —Manda a buscarlo —dijo Samuel—, porque no comenzaremos la ceremonia hasta que él llegue. Jesé lo mandó llamar. Y el chico era de piel sonrosada, agradable y bien parecido. Entonces el Señor dijo a Samuel: —Este es. Así que levántate y conságralo como rey. En seguida Samuel tomó el recipiente con aceite, y en presencia de sus hermanos consagró como rey al joven, que se llamaba David. A partir de aquel momento, el espíritu del Señor se apoderó de él. Después Samuel se despidió y se fue a Ramá. Entre tanto, el espíritu del Señor se había apartado de Saúl, y un espíritu maligno, enviado por el Señor, lo atormentaba. Por eso, los que estaban a su servicio le dijeron: —Como usted ve, señor nuestro, un espíritu maligno de parte de Dios lo está atormentando a usted. Por eso, ordene usted a estos servidores suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa, para que, cuando le ataque a usted el espíritu maligno, él toque el arpa y usted se sienta mejor. —Pues busquen a alguien que sepa tocar bien, y tráiganmelo —contestó Saúl. Entonces uno de ellos dijo: —Yo he visto que uno de los hijos de Jesé, el de Belén, sabe tocar muy bien; además, es un guerrero valiente, y habla con sensatez; es bien parecido y cuenta con la ayuda del Señor. Entonces Saúl mandó mensajeros a Jesé, para que le dijeran: «Envíame a tu hijo David, el que cuida las ovejas», y Jesé envió su hijo David a Saúl. Con él le envió a Saúl un asno cargado de pan, un cuero de vino y un cabrito. Así David se presentó ante Saúl y quedó a su servicio, y Saúl llegó a estimarlo muchísimo y lo nombró su ayudante. Y Saúl envió un mensaje a Jesé, rogándole que dejara a David con él, porque le había agradado mucho. Así que, cuando el espíritu maligno de parte de Dios atacaba a Saúl, David tomaba el arpa y se ponía a tocar. Con eso Saúl recobraba el ánimo y se sentía mejor, y el espíritu maligno se apartaba de él.
1 Samuel 16:2-23 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere. Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? Él respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio. Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a este ha escogido Jehová. Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a este ha elegido Jehová. E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a estos. Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque este es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta. Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio. Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo. Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él. Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas. Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo. Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas. Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos. Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
1 Samuel 16:2-23 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y Samuel respondió: ¿Cómo puedo ir? Cuando Saúl lo sepa, me matará. Y el SEÑOR dijo: Toma contigo una novilla y di: «He venido a ofrecer sacrificio al SEÑOR». Invitarás a Isaí al sacrificio y yo te mostraré lo que habrás de hacer; entonces me ungirás a aquel que yo te indique. Samuel hizo lo que el SEÑOR dijo, y fue a Belén. Y los ancianos de la ciudad vinieron a su encuentro temblando y dijeron: ¿Vienes en paz? Y él respondió: En paz. He venido a ofrecer sacrificio al SEÑOR. Consagraos y venid conmigo al sacrificio. Samuel consagró también a Isaí y a sus hijos y los invitó al sacrificio. Y aconteció que cuando ellos entraron, vio a Eliab, y se dijo: Ciertamente el ungido del SEÑOR está delante de Él. Pero el SEÑOR dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón. Entonces Isaí llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel. Y este dijo: Tampoco a este ha escogido el SEÑOR. Después Isaí hizo pasar a Sama. Y él dijo: Tampoco a este ha escogido el SEÑOR. Isaí hizo pasar a siete de sus hijos delante de Samuel. Pero Samuel dijo a Isaí: El SEÑOR no ha escogido a estos. Y Samuel dijo a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Aún queda el menor, que está apacentando las ovejas. Entonces Samuel dijo a Isaí: Manda a buscarlo, pues no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga acá. Y envió por él y lo hizo entrar. Era rubio, de ojos hermosos y bien parecido. Y el SEÑOR dijo: Levántate, úngele; porque este es. Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el Espíritu del SEÑOR vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante. Luego Samuel se levantó y se fue a Ramá. El Espíritu del SEÑOR se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte del SEÑOR le atormentaba. Entonces los siervos de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te está atormentando. Ordene ahora nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen un hombre que sepa tocar el arpa, y cuando el espíritu malo de parte de Dios esté sobre ti, él tocará el arpa con su mano y te pondrás bien. Entonces Saúl dijo a sus siervos: Buscadme ahora un hombre que toque bien y traédmelo. Y respondió uno de los mancebos y dijo: He aquí, he visto a un hijo de Isaí, el de Belén, que sabe tocar, es poderoso y valiente, un hombre de guerra, prudente en su hablar, hombre bien parecido y el SEÑOR está con él. Entonces Saúl envió mensajeros a Isaí y dijo: Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño. Tomó Isaí un asno cargado de pan, un odre de vino y un cabrito, y los envió a Saúl con su hijo David. David fue a Saúl y le servía; y Saúl lo amó grandemente y lo hizo su escudero. Y Saúl envió a decir a Isaí: Te ruego que David se quede delante de mí, pues ha hallado gracia ante mis ojos. Sucedía que cuando el espíritu malo de parte de Dios venía a Saúl, David tomaba el arpa, la tocaba con su mano, y Saúl se calmaba y se ponía bien, y el espíritu malo se apartaba de él.
1 Samuel 16:2-23 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Pero Samuel le preguntó: —¿Cómo puedo hacerlo? Si Saúl llega a enterarse, me matará. —Lleva contigo una novilla —le contestó el SEÑOR— y di que has venido para ofrecer un sacrificio al SEÑOR. Invita a Isaí al sacrificio, y te mostraré a cuál de sus hijos ungirás para mí. Así que Samuel hizo como el SEÑOR le indicó. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo salieron a su encuentro temblando. —¿Qué pasa? —le preguntaron—. ¿Vienes en son de paz? —Sí —contestó Samuel—, vine para ofrecer un sacrificio al SEÑOR. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio. Luego Samuel realizó el rito de purificación para Isaí y sus hijos y también los invitó al sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «¡Seguramente este es el ungido del SEÑOR!». Pero el SEÑOR le dijo a Samuel: —No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El SEÑOR no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el SEÑOR mira el corazón. Entonces Isaí le dijo a su hijo Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo: —Este no es el que el SEÑOR ha elegido. Después Isaí llamó a Simea, pero Samuel dijo: —Tampoco es este a quien el SEÑOR ha elegido. De la misma manera, Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo: —El SEÑOR no ha elegido a ninguno de ellos. Después Samuel preguntó: —¿Son estos todos los hijos que tienes? —Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. —Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue. Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos. Y el SEÑOR dijo: —Este es, úngelo. Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del SEÑOR vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá. Ahora bien, el Espíritu del SEÑOR se había apartado de Saúl, y el SEÑOR envió un espíritu atormentador. Algunos de los siervos de Saúl le dijeron: —Un espíritu atormentador de parte de Dios te está afligiendo. Busquemos a un buen músico para que toque el arpa cada vez que el espíritu atormentador te aflija. Tocará música relajante, y dentro de poco estarás bien. —Me parece bien —dijo Saúl—. Búsquenme a alguien que toque bien y tráiganlo aquí. Entonces un siervo le dijo a Saúl: —Uno de los hijos de Isaí de Belén tiene mucho talento para tocar el arpa. No solo eso, es un guerrero valiente, un hombre de guerra y de buen juicio. También es un joven bien parecido y el SEÑOR está con él. Entonces Saúl mandó mensajeros a Isaí para decirle: «Envíame a tu hijo David, el pastor». Isaí hizo caso y envió a su hijo David a Saúl, junto con un cabrito, un burro cargado de pan y un cuero lleno de vino. Así que David llegó a donde estaba Saúl y quedó a su servicio. Saúl llegó a apreciar mucho a David, y el joven se convirtió en su escudero. Luego Saúl mandó un recado a Isaí con una petición: «Por favor, permite que David quede a mi servicio, porque me simpatiza mucho». Y cada vez que el espíritu atormentador de parte de Dios afligía a Saúl, David tocaba el arpa. Entonces Saúl se sentía mejor, y el espíritu atormentador se iba.