1 Reyes 20:1-14
1 Reyes 20:1-14 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Entonces Ben Adad, rey de Aram, reunió a todo su ejército y acompañado por treinta y dos reyes con sus caballos y carros de combate, salió a hacerle guerra a Samaria y la sitió. Envió a la ciudad mensajeros para que le dijeran a Acab, rey de Israel: «Así dice Ben Adad: “Tu oro y tu plata son míos, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos”». El rey de Israel envió esta respuesta: «Tal como usted dice, mi señor y rey, yo soy suyo con todo lo que tengo». Los mensajeros volvieron a Acab y le dijeron: «Así dice Ben Adad: “Mandé a decirte que me entregaras tu oro y tu plata, tus esposas y tus hijos. Por tanto, mañana como a esta hora voy a enviar a mis funcionarios a requisar tu palacio y las casas de tus funcionarios. Se apoderarán de todo lo que más valoras y se lo llevarán”». El rey de Israel mandó llamar a todos los jefes del país y les dijo: —¡Miren cómo este hombre nos quiere causar problemas! Cuando mandó que le entregara mis esposas y mis hijos, mi oro y mi plata, no se los negué. Los jefes y todos los del pueblo respondieron: —No le haga caso ni ceda a sus exigencias. Así que Acab respondió a los mensajeros de Ben Adad: —Díganle a mi señor y rey: “Yo, su servidor, haré todo lo que me pidió la primera vez, pero no puedo satisfacer esta nueva exigencia”. Ellos regresaron a Ben Adad con esa respuesta. Entonces Ben Adad le envió otro mensaje a Acab: «Que los dioses me castiguen sin piedad si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis hombres se lleven un puñado». Pero el rey de Israel respondió: «Díganle que no se vista de orgullo antes de ponerse la armadura, que espere a quitársela». Cuando Ben Adad recibió este mensaje, estaba bebiendo con los reyes en su campamento. De inmediato ordenó a sus tropas: «¡A las armas!». Así que se prepararon para atacar la ciudad. Mientras tanto, un profeta se presentó ante Acab, rey de Israel, y le anunció: —Así dice el SEÑOR: “¿Ves ese enorme ejército? Hoy lo entregaré en tus manos, entonces sabrás que yo soy el SEÑOR”. —¿Por medio de quién lo hará? —preguntó Acab. —Así dice el SEÑOR —respondió el profeta—: “Lo haré por medio de los cadetes”. —¿Y quién iniciará el combate? —insistió Acab. —Tú mismo —respondió el profeta.
1 Reyes 20:1-14 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
El rey de Siria se llamaba Ben-hadad. Él reunió a todo su ejército, y a treinta y dos reyes que eran sus amigos, los cuales trajeron sus caballos y carros de combate. Fueron hasta la ciudad de Samaria, la rodearon y la atacaron. Ben-hadad también envió mensajeros a la ciudad para que le llevaran este mensaje a Ahab, rey de Israel: «Dame tu oro y tu plata, y las mujeres e hijos que más quieras, porque son míos». El rey de Israel contestó: «Su Majestad, yo y todo lo que tengo es suyo». Ben-hadad mandó de nuevo unos mensajeros con este mensaje: «Ya te he dicho que tienes que darme tu oro, tu plata, tus mujeres y tus hijos. Además, mañana, como a esta misma hora, enviaré a mis oficiales para que registren tu palacio y las casas de tus funcionarios, y les daré permiso de que tomen todo lo que quieran llevarse». Entonces el rey de Israel llamó a los líderes del país y les dijo: —Observen cómo este hombre está buscando causarme problemas. Me pidió mis mujeres e hijos, mi plata y oro, y le he dicho que le daré todo. Entonces los líderes y todo el pueblo le dijeron al rey de Israel: —No escuche ni acepte lo que Ben-hadad le dice. Entonces Ahab dijo a los mensajeros de Ben-hadad: —Díganle a Su Majestad que le daré lo que me pidió primero, pero que no voy a darle lo que ahora pide. Ben-hadad le mandó a decir a Ahab: «Voy a destruir la ciudad de Samaria, y que los dioses me castiguen si dejo suficiente polvo en la ciudad como para darle un poco a cada uno de mis soldados». Entonces Ahab le respondió: «No cantes victoria antes de tiempo». Cuando Ben-hadad escuchó esto, estaba bebiendo con los otros reyes en los refugios que habían preparado. Entonces Ben-hadad le dijo a su gente: «¡Al ataque!» Enseguida todos se prepararon para atacar la ciudad. Mientras tanto, un profeta fue a ver a Ahab y le dijo: —Dios quiere que sepas que, aunque este gran ejército te ataque, él te dará la victoria; así sabrás que él es el único Dios. Ahab le preguntó
1 Reyes 20:1-14 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Un día el rey Ben Adad de Siria reunió a todo su ejército, y convocó a treinta y dos reyes aliados con su caballería y sus carros de combate, y se dirigió a Samaria para atacarla, y la sitió. Envió mensajeros al rey Ajab, que estaba en la ciudad, a que le dijeran: «El rey Ben Adad te manda decir: “Tu plata y tu oro me pertenecen, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos.”» El rey de Israel le respondió: «¡Por supuesto! ¡Todo lo que tengo le pertenece a Su Majestad!» Los mensajeros volvieron a hablar con Ajab, y le dijeron: «El rey Ben Adad ha dicho: “He mandado a decirte que vas a entregarme tu plata y tu oro, lo mismo que tus mujeres y tus hijos. Prepárate, porque mañana a esta misma hora van a llegar mis siervos a registrar tu palacio y las casas de tus oficiales, y se llevarán todo lo que tengas de valor.”» El rey de Israel convocó entonces a todos los ancianos del país, y les dijo: «¿Se dan cuenta de que ese rey está buscando perjudicarme? Me pidió que le entregara mis tesoros de plata y de oro, y hasta mis mujeres y mis hijos, ¡y no se los negué!» Los ancianos y todo el pueblo le aconsejaron: «No le hagas caso. No hagas lo que te pide.» Entonces Ajab respondió a los embajadores: «Digan a Su Majestad que voy a hacer lo que me pidió la primera vez. Pero esto otro no lo voy a hacer.» Los embajadores llevaron la respuesta a su rey, y una vez más Ben Adad mandó a decirle: «¡Que los dioses me castiguen duramente, y más aún, si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis ejércitos se lleven un puñado de sus ruinas!» Y el rey de Israel les respondió: «Díganle a su rey que una cosa es ceñirse la espada, y otra muy distinta volver victorioso del campo de batalla.» Cuando Ben Adad recibió la respuesta de Ajab, estaba en su campamento bebiendo con los demás reyes, y al instante ordenó a sus oficiales que se prepararan para atacar la ciudad. Pero un profeta fue a ver al rey Ajab de Israel, y le dijo: «Así ha dicho el Señor: “¿Ves esta gran muchedumbre? Hoy mismo voy a entregarla en tus manos, para que reconozcas que yo soy el Señor.”» Y Ajab le preguntó: «¿Y quién me ayudará a derrotarlos?» Y el profeta respondió: «Así ha dicho el Señor: “Te ayudarán los siervos de los jefes de las provincias.”» Pero Ajab volvió a preguntar: «¿Y quién atacará primero?» Y el profeta le dijo: «Tú atacarás primero.»
1 Reyes 20:1-14 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Ben-hadad, rey de Siria, reunió a todo su ejército, y a treinta y dos reyes aliados, con su caballería y sus carros de combate, y fue a la ciudad de Samaria, la rodeó y la atacó. Al mismo tiempo envió mensajeros a esta ciudad para que le dijeran a Ahab, rey de Israel: «Ben-hadad dice: “Tus riquezas me pertenecen, lo mismo que tus mujeres y tus mejores hijos.”» El rey de Israel contestó: «Tal como Su Majestad lo ha dicho, yo y todo lo que tengo es suyo.» Los mensajeros fueron una vez más a ver a Ahab, y le dijeron: «Ben-hadad dice: “Ya te he mandado a decir que tienes que darme tus riquezas, tus mujeres y tus hijos. Además, mañana a estas horas enviaré a mis oficiales a que registren tu palacio y las casas de tus funcionarios, y todo lo que les guste lo tomarán para sí.”» Entonces el rey de Israel mandó llamar a todos los ancianos del país, y les dijo: —Como ustedes podrán darse cuenta, este hombre está buscando hacerme daño, a pesar de que yo no me he negado a entregarle mis mujeres, mis hijos y mis riquezas. —Pues no lo escuches ni le hagas caso —respondieron los ancianos y toda la gente. Entonces Ahab dijo a los enviados de Ben-hadad: —Digan a Su Majestad que haré todo lo que me ordenó al principio, pero que no puedo hacer lo que ahora me exige. Los enviados llevaron la respuesta a Ben-hadad, y Ben-hadad mandó a decir a Ahab: «¡Que los dioses me castiguen duramente, si de Samaria queda polvo suficiente para darle un puñado a cada uno de mis seguidores!» Por su parte, el rey de Israel le mandó a decir: «No cantes victoria antes de tiempo.» Cuando Ben-hadad recibió la respuesta, estaba bebiendo con los otros reyes en las enramadas que habían improvisado. Entonces dijo a sus oficiales: «¡Al ataque!» Y todos se dispusieron a atacar la ciudad. Mientras tanto, un profeta se presentó ante Ahab, rey de Israel, y le dijo: —El Señor ha dicho: “Aunque veas esa gran multitud de enemigos, yo la voy a entregar hoy en tus manos, para que sepas que yo soy el Señor.” —¿Y por medio de quién me la va a entregar? —preguntó Ahab. —El Señor ha dicho que por medio de los jóvenes que ayudan a los gobernadores de las provincias —respondió el profeta. —¿Y quién atacará primero? —insistió Ahab. —Tú —respondió el profeta.
1 Reyes 20:1-14 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Entonces Ben-adad rey de Siria juntó a todo su ejército, y con él a treinta y dos reyes, con caballos y carros; y subió y sitió a Samaria, y la combatió. Y envió mensajeros a la ciudad a Acab rey de Israel, diciendo: Así ha dicho Ben-adad: Tu plata y tu oro son míos, y tus mujeres y tus hijos hermosos son míos. Y el rey de Israel respondió y dijo: Como tú dices, rey señor mío, yo soy tuyo, y todo lo que tengo. Volviendo los mensajeros otra vez, dijeron: Así dijo Ben-adad: Yo te envié a decir: Tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos me darás. Además, mañana a estas horas enviaré yo a ti mis siervos, los cuales registrarán tu casa, y las casas de tus siervos; y tomarán y llevarán todo lo precioso que tengas. Entonces el rey de Israel llamó a todos los ancianos del país, y les dijo: Entended, y ved ahora cómo este no busca sino mal; pues ha enviado a mí por mis mujeres y mis hijos, y por mi plata y por mi oro, y yo no se lo he negado. Y todos los ancianos y todo el pueblo le respondieron: No le obedezcas, ni hagas lo que te pide. Entonces él respondió a los embajadores de Ben-adad: Decid al rey mi señor: Haré todo lo que mandaste a tu siervo al principio; mas esto no lo puedo hacer. Y los embajadores fueron, y le dieron la respuesta. Y Ben-adad nuevamente le envió a decir: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, que el polvo de Samaria no bastará a los puños de todo el pueblo que me sigue. Y el rey de Israel respondió y dijo: Decidle que no se alabe tanto el que se ciñe las armas, como el que las desciñe. Y cuando él oyó esta palabra, estando bebiendo con los reyes en las tiendas, dijo a sus siervos: Disponeos. Y ellos se dispusieron contra la ciudad. Y he aquí un profeta vino a Acab rey de Israel, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿Has visto esta gran multitud? He aquí yo te la entregaré hoy en tu mano, para que conozcas que yo soy Jehová. Y respondió Acab: ¿Por mano de quién? Él dijo: Así ha dicho Jehová: Por mano de los siervos de los príncipes de las provincias. Y dijo Acab: ¿Quién comenzará la batalla? Y él respondió: Tú.
1 Reyes 20:1-14 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y Ben-adad, rey de Aram, reunió todo su ejército, y tenía con él treinta y dos reyes con caballos y carros; y subió, sitió a Samaria y peleó contra ella. Entonces envió mensajeros a la ciudad, a Acab, rey de Israel, diciéndole: Así dice Ben-adad: «Tu plata y tu oro son míos; míos son también tus mujeres y tus hijos más hermosos». Y el rey de Israel respondió, y dijo: Sea conforme a tu palabra, oh rey, señor mío; tuyo soy yo y todo lo que tengo. Después volvieron los mensajeros y dijeron: Así dice Ben-adad: «Por cierto que envié a decirte: “Me darás tu plata, tu oro, tus mujeres y tus hijos”. Pero mañana como a esta hora te enviaré mis siervos, y registrarán tu casa y las casas de tus siervos; y sucederá que todo lo que sea agradable a tus ojos lo tomarán en su mano y se lo llevarán». El rey de Israel llamó a todos los ancianos del país, y les dijo: Reconoced ahora y ved que este solo busca hacer daño; pues él envió a pedirme mis mujeres, mis hijos, mi plata y mi oro, y no se los negué. Y todos los ancianos y todo el pueblo le dijeron: No escuches ni consientas. Entonces él respondió a los mensajeros de Ben-adad: Decid a mi señor el rey: «Haré todo lo que mandaste a tu siervo la primera vez, pero esto otro no lo puedo hacer». Se fueron los mensajeros y le llevaron la respuesta. Y Ben-adad envió a decirle: Así me hagan los dioses y aun me añadan, si el polvo de Samaria bastará para llenar las manos de todo el pueblo que me sigue. Respondió el rey de Israel y dijo: Decidle: «No se jacte el que se ciñe las armas como el que se las desciñe». Y cuando Ben-adad oyó esta palabra, estaba bebiendo con los reyes en las tiendas, y dijo a sus siervos: Tomad posiciones. Y tomaron posiciones contra la ciudad. Y he aquí, un profeta se acercó a Acab, rey de Israel, y le dijo: Así dice el SEÑOR: «¿Has visto toda esta gran multitud? He aquí, la entregaré hoy en tu mano, y sabrás que yo soy el SEÑOR». Y Acab dijo: ¿Por medio de quién? Y él dijo: Así dice el SEÑOR: «Por medio de los jóvenes de los jefes de las provincias». Entonces dijo: ¿Quién comenzará la batalla? Y él respondió: Tú.
1 Reyes 20:1-14 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Por ese tiempo, Ben-adad, rey de Aram, movilizó a su ejército con el apoyo de treinta y dos reyes aliados, sus carros de guerra y sus caballos. Sitiaron Samaria, la capital de Israel, y lanzaron ataques contra la ciudad. Ben-adad envió mensajeros a la ciudad para que transmitieran el siguiente mensaje al rey Acab de Israel: «Ben-adad dice: “¡Tu plata y tu oro son míos, igual que tus esposas y tus mejores hijos!”». «Está bien, mi señor el rey —respondió el rey de Israel—. ¡Todo lo que tengo es tuyo!». Pronto los mensajeros de Ben-adad regresaron y dijeron: «Ben-adad dice: “Ya te he exigido que me des tu plata, tu oro, tus esposas y tus hijos; pero mañana a esta hora, enviaré a mis funcionarios a registrar tu palacio y las casas de tus funcionarios. ¡Se llevarán todo lo que más valoras!”». Entonces Acab mandó llamar a todos los ancianos del reino y les dijo: —¡Miren cómo este hombre está causando problemas! Ya accedí a su exigencia de darle mis esposas, mis hijos, mi plata y mi oro. —No cedas ante ninguna otra de sus exigencias —le aconsejaron todos los ancianos y todo el pueblo. Así que Acab dijo a los mensajeros de Ben-adad: «Díganle esto a mi señor el rey: “Te daré todo lo que pediste la primera vez, pero no puedo aceptar tu última exigencia”». Entonces los mensajeros le llevaron la respuesta a Ben-adad. Con eso Ben-adad le envió otro mensaje a Acab, que decía: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si de Samaria queda polvo suficiente para darle un puñado a cada uno de mis soldados». El rey de Israel le envió esta respuesta: «Un guerrero que está preparándose con su espada para salir a pelear no debería presumir como un guerrero que ya ganó». Ben-adad y los otros reyes recibieron la respuesta de Acab mientras bebían en sus carpas. «¡Prepárense para atacar!», ordenó Ben-adad a sus oficiales. Entonces se prepararon para atacar la ciudad. Entonces un profeta fue a ver a Acab, rey de Israel, y le dijo: —Esto dice el SEÑOR: “¿Ves todas esas fuerzas enemigas? Hoy las entregaré en tus manos. Así sabrás que yo soy el SEÑOR”. —¿Cómo lo hará? —preguntó Acab. El profeta contestó: —Esto dice el SEÑOR: “Lo harán las tropas de los comandantes provinciales”. —¿Debemos atacar nosotros primero? —preguntó Acab. —Sí —contestó el profeta.