1 Corintios 9:13-27
1 Corintios 9:13-27 Nueva Traducción Viviente (NTV)
¿No se dan cuenta de que los que trabajan en el templo obtienen sus alimentos de las ofrendas que se llevan al templo? Y los que sirven en el altar reciben una porción de lo que se ofrece como sacrificio. Del mismo modo, el Señor ordenó que los que predican la Buena Noticia sean sostenidos por los que reciben el beneficio del mensaje. Sin embargo, yo jamás me he valido de ninguno de esos derechos. Y no escribo esto para sugerir que es mi deseo comenzar a hacerlo ahora. De hecho, preferiría morir antes que perder mi derecho a jactarme de predicar sin cobrar. Sin embargo, predicar la Buena Noticia no es algo de lo que pueda jactarme. Estoy obligado por Dios a hacerlo. ¡Qué terrible sería para mí si no predicara la Buena Noticia! Si lo hiciera por mi propia iniciativa, merecería que me paguen; pero no tengo opción, porque Dios me ha encomendado este deber sagrado. ¿Cuál es, entonces, mi paga? Es la oportunidad de predicar la Buena Noticia sin cobrarle a nadie. Por esa razón, nunca reclamo mis derechos cuando predico la Buena Noticia. A pesar de que soy un hombre libre y sin amo, me he hecho esclavo de todos para llevar a muchos a Cristo. Cuando estaba con los judíos, vivía como un judío para llevar a los judíos a Cristo. Cuando estaba con los que siguen la ley judía, yo también vivía bajo esa ley. A pesar de que no estoy sujeto a la ley, me sujetaba a ella para poder llevar a Cristo a los que están bajo la ley. Cuando estoy con los gentiles, quienes no siguen la ley judía, yo también vivo independiente de esa ley para poder llevarlos a Cristo; pero no ignoro la ley de Dios, obedezco la ley de Cristo. Cuando estoy con los que son débiles, me hago débil con ellos, porque deseo llevar a los débiles a Cristo. Sí, con todos trato de encontrar algo que tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos. Hago lo que sea para difundir la Buena Noticia y participar de sus bendiciones. ¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero solo una persona se lleva el premio? ¡Así que corran para ganar! Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. Por eso yo corro cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire. Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado.
1 Corintios 9:13-27 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
¿No saben que los que sirven en el Templo reciben su alimento del Templo y que los que atienden el altar participan de lo que se ofrece en el altar? Así también el Señor ha ordenado que quienes predican el evangelio vivan de este ministerio. Pero no me he aprovechado de ninguno de estos derechos ni escribo de esta manera porque quiera reclamarlos. Prefiero morir a que alguien me prive de este motivo de orgullo. Sin embargo, cuando predico acerca de las buenas noticias, no tengo de qué enorgullecerme, ya que estoy bajo la obligación de hacerlo. ¡Ay de mí si no predico las buenas noticias! En efecto, si lo hiciera por mi propia voluntad, tendría recompensa; pero si lo hago por obligación, no hago más que cumplir la tarea que se me ha encomendado. ¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Pues que al predicar acerca de las buenas noticias pueda presentarlo gratuitamente, sin hacer valer mi derecho. Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible. Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la Ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la Ley), a fin de ganar a estos. Entre los que no tienen la Ley me volví como los que están sin Ley (aunque no estoy libre de la Ley de Dios, sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin Ley. Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa del evangelio para participar de sus frutos. ¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero solo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener una corona que se echa a perder; nosotros, en cambio, por una que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.
1 Corintios 9:13-27 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Ustedes saben que los que trabajan en el templo viven de lo que hay en el templo. Es decir, que los que trabajan en el altar del templo, comen de los animales que allí se sacrifican como ofrenda a Dios. De la misma manera, el Señor Jesús mandó que los que anuncian la buena noticia vivan de ese mismo trabajo. Sin embargo, yo nunca he reclamado ese derecho. Tampoco les escribo esto para que me den algo. ¡Prefiero morirme antes de que alguien me quite la satisfacción de ser apóstol sin sueldo! Yo no anuncio la buena noticia de Cristo para sentirme importante. Lo hago porque Dios así me lo ordenó. ¡Y pobre de mí si no lo hago! Yo no puedo esperar que se me pague por anunciar la buena noticia, pues no se me preguntó si quería hacerlo; ¡se me ordenó hacerlo! Pero entonces, ¿qué gano yo con eso? ¡Nada menos que la satisfacción de poder anunciar la buena noticia, sin recibir nada a cambio! Es decir, anunciarla sin hacer valer mi derecho de vivir de mi trabajo como apóstol. Aunque soy libre, vivo como si fuera el esclavo de todos. Así ayudo al mayor número posible de personas a creer en Cristo. Cuando estoy con los judíos, vivo como judío, para ayudarlos a creer en Cristo. Por eso cumplo con la ley de Moisés, aunque en realidad no estoy obligado a hacerlo. Y cuando estoy con los que no obedecen la ley de Moisés, vivo como uno de ellos, para ayudarlos a creer en Cristo. Esto no significa que yo no obedezca la ley de Dios. Al contrario, la obedezco, pues sigo la ley de Cristo. Cuando estoy con los que apenas empiezan a ser cristianos, me comporto como uno de ellos para poder ayudarlos. Es decir, me he hecho igual a todos, para que algunos se salven. Y todo esto lo hago porque amo la buena noticia, y porque quiero participar de sus buenos resultados. Ustedes saben que, en una carrera, no todos ganan el premio, sino uno solo. Pues nuestra vida como seguidores de Cristo es como una carrera, así que vivamos bien para llevarnos el premio. Los que se preparan para competir en un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen para ganarse un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un premio que dura para siempre. Yo me esfuerzo por recibirlo. Así que no lucho sin un propósito. Al contrario, vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo. Pues si anuncio a otros la buena noticia, no quiero que al final Dios me descalifique a mí.
1 Corintios 9:13-27 Reina Valera Contemporánea (RVC)
¿Acaso no saben ustedes que los que trabajan en el templo, comen del templo; y que los que sirven al altar, participan del altar? Así también el Señor ordenó a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Pero yo no me he aprovechado de nada de esto, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir antes que alguien me despoje de este motivo de orgullo. Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué jactarme, porque esa es mi misión insoslayable. ¡Ay de mí si no predico el evangelio! Así que, si lo hago de buena voluntad, recibiré mi recompensa; pero si lo hago de mala voluntad, no hago más que cumplir con la misión que me ha sido encomendada. ¿Cuál es, pues, mi recompensa? La de predicar el evangelio de Cristo de manera gratuita, para no abusar de mi derecho en el evangelio. Porque, aunque soy libre y no dependo de nadie, me he hecho esclavo de todos para ganar al mayor número posible. Entre los judíos me comporto como judío, para ganar a los judíos; y, aunque no estoy sujeto a la ley, entre los que están sujetos a la ley me comporto como si estuviera sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley. Entre los que no tienen ley, me comporto como si no tuviera ley, para ganar a los que no tienen ley (aun cuando no estoy libre de la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo). Entre los débiles me comporto como débil, para ganar a los débiles; me comporto como todos ante todos, para que de todos pueda yo salvar a algunos. Y esto lo hago por causa del evangelio, para ser copartícipe de él. ¿Acaso no saben ustedes que, aunque todos corren en el estadio, solamente uno se lleva el premio? Corran, pues, de tal manera que lo obtengan. Todos los que luchan, se abstienen de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; pero nosotros, para recibir una corona incorruptible. Así que yo corro y lucho, pero no sin una meta definida; no lo hago como si estuviera golpeando el viento; más bien, golpeo mi cuerpo y lo someto a servidumbre, no sea que después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado.
1 Corintios 9:13-27 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Ustedes saben que quienes trabajan al servicio del templo, viven del templo. Es decir, que quienes atienden el altar donde se ofrecen los sacrificios, comen de la carne de los animales que allí se sacrifican. De igual manera, el Señor ha dispuesto que quienes anuncian el evangelio vivan de ello mismo. Pero yo nunca he utilizado ninguno de estos derechos, ni tampoco les escribo esto para que ustedes me den algo. Prefiero morir a hacerlo. ¡Nadie me quitará esta satisfacción que tengo! Para mí no es motivo de orgullo anunciar el evangelio, porque lo considero una obligación ineludible. ¡Y ay de mí si no lo anuncio! Por eso, si lo hiciera por propia iniciativa, tendría derecho a una recompensa; pero si lo hago por obligación, es porque estoy cumpliendo un encargo que Dios me ha dado. En este caso, mi recompensa es la satisfacción de anunciar el evangelio sin cobrar nada; es decir, sin hacer valer mi derecho a vivir del anuncio del evangelio. Aunque no soy esclavo de nadie, me he hecho esclavo de todos, a fin de ganar para Cristo el mayor número posible de personas. Cuando he estado entre los judíos me he vuelto como un judío, para ganarlos a ellos; es decir, que para ganar a los que viven bajo la ley de Moisés, yo mismo me he puesto bajo esa ley, aunque en realidad no estoy sujeto a ella. Por otra parte, para ganar a los que no viven bajo la ley de Moisés, me he vuelto como uno de ellos, aunque realmente estoy sujeto a la ley de Dios, ya que estoy bajo la ley de Cristo. Cuando he estado con los que son débiles en la fe, me he vuelto débil como uno de ellos, para ganarlos también. Es decir, me he hecho igual a todos, para de alguna manera poder salvar a algunos. Todo lo hago por el evangelio, para tener parte en el mismo. Ustedes saben que en una carrera todos corren, pero solamente uno recibe el premio. Pues bien, corran ustedes de tal modo que reciban el premio. Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hacen por alcanzar como premio una corona que en seguida se marchita; en cambio, nosotros luchamos por recibir un premio que no se marchita. Yo, por mi parte, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.
1 Corintios 9:13-27 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria. Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio. Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
1 Corintios 9:13-27 La Biblia de las Américas (LBLA)
¿No sabéis que los que desempeñan los servicios sagrados comen la comida del templo, y los que regularmente sirven al altar, del altar reciben su parte? Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio. Mas yo de nada de esto me he aprovechado. Y no escribo esto para que así se haga conmigo; porque mejor me fuera morir, que permitir que alguno me prive de esta gloria. Porque si predico el evangelio, no tengo nada de qué gloriarme, pues estoy bajo el deber de hacerlo; pues ¡ay de mí si no predico el evangelio! Porque si hago esto voluntariamente, tengo recompensa; pero si lo hago en contra de mi voluntad, un encargo se me ha confiado. ¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Que al predicar el evangelio, pueda ofrecerlo gratuitamente sin hacer pleno uso de mi derecho en el evangelio. Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar al mayor número posible. A los judíos me hice como judío, para ganar a los judíos; a los que están bajo la ley, como bajo la ley (aunque yo no estoy bajo la ley) para ganar a los que están bajo la ley; a los que están sin ley, como sin ley (aunque no estoy sin la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo) para ganar a los que están sin ley. A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos. Y todo lo hago por amor del evangelio, para ser partícipe de él. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero solo uno obtiene el premio? Corred de tal modo que ganéis. Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.