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1 Crónicas 29:1-22

1 Crónicas 29:1-22 La Biblia de las Américas (LBLA)

Entonces el rey David dijo a toda la asamblea: Mi hijo Salomón, el único que Dios ha escogido, es aún joven y sin experiencia, y la obra es grande; porque el templo no es para hombre, sino para el SEÑOR Dios. Con toda mi habilidad he provisto para la casa de mi Dios, el oro para las cosas de oro, la plata para las cosas de plata, el bronce para las cosas de bronce, el hierro para las cosas de hierro, la madera para las cosas de madera; también piedras de ónice, piedras de engaste, piedras de antimonio, piedras de varios colores, toda clase de piedras preciosas y piedras de alabastro en abundancia. Y además, en mi amor por la casa de mi Dios, el tesoro que tengo de oro y de plata, lo doy a la casa de mi Dios, además de todo lo que ya he provisto para la santa casa, es decir, tres mil talentos de oro, del oro de Ofir, y siete mil talentos de plata acrisolada para revestir las paredes de los edificios; de oro para las cosas de oro, y de plata para las cosas de plata, es decir, para toda la obra hecha por los artesanos. ¿Quién, pues, está dispuesto a dar su ofrenda hoy al SEÑOR? Entonces los jefes de las casas paternas, y los jefes de las tribus de Israel, y los jefes de millares y de centenares, con los supervisores sobre la obra del rey, ofrecieron voluntariamente sus donativos; y para el servicio de la casa de Dios dieron cinco mil talentos y diez mil monedas de oro, diez mil talentos de plata, dieciocho mil talentos de bronce y cien mil talentos de hierro. Y todos los que tenían piedras preciosas las dieron al tesoro de la casa del SEÑOR a cargo de Jehiel gersonita. Entonces el pueblo se alegró porque habían contribuido voluntariamente, porque de todo corazón hicieron su ofrenda al SEÑOR; y también el rey David se alegró en gran manera. Y bendijo David al SEÑOR en presencia de toda la asamblea. Y David dijo: Bendito eres, oh SEÑOR, Dios de Israel, nuestro padre por los siglos de los siglos. Tuya es, oh SEÑOR, la grandeza y el poder y la gloria y la victoria y la majestad, en verdad, todo lo que hay en los cielos y en la tierra; tuyo es el dominio, oh SEÑOR, y tú te exaltas como soberano sobre todo. De ti proceden la riqueza y el honor; tú reinas sobre todo y en tu mano están el poder y la fortaleza, y en tu mano está engrandecer y fortalecer a todos. Ahora pues, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre. Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecer tan generosamente todo esto? Porque de ti proceden todas las cosas, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque somos forasteros y peregrinos delante de ti, como lo fueron todos nuestros padres; como una sombra son nuestros días sobre la tierra, y no hay esperanza. Oh SEÑOR, Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificarte una casa para tu santo nombre procede de tu mano, y todo es tuyo. Sabiendo yo, Dios mío, que tú pruebas el corazón y te deleitas en la rectitud, yo he ofrecido voluntariamente todas estas cosas en la integridad de mi corazón; y ahora he visto con alegría a tu pueblo, que está aquí, hacer sus ofrendas a ti voluntariamente. Oh SEÑOR, Dios de nuestros padres Abraham, Isaac e Israel, preserva esto para siempre en las intenciones del corazón de tu pueblo, y dirige su corazón hacia ti; y da a mi hijo Salomón un corazón perfecto para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, para que los cumpla todos y edifique el templo, para el cual he provisto. Entonces David dijo a toda la asamblea: Bendecid ahora al SEÑOR vuestro Dios. Y toda la asamblea bendijo al SEÑOR, al Dios de sus padres, y se inclinaron y se postraron ante el SEÑOR y ante el rey. Y al día siguiente sacrificaron víctimas al SEÑOR y le ofrecieron holocaustos: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus libaciones y sacrificios en abundancia por todo Israel. Comieron, pues, y bebieron aquel día delante del SEÑOR con gran alegría. Y por segunda vez proclamaron rey a Salomón, hijo de David, y lo ungieron como príncipe para el SEÑOR, y a Sadoc como sacerdote.

1 Crónicas 29:1-22 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

El rey David dijo a toda la asamblea: «Dios ha escogido a mi hijo Salomón, pero para una obra de esta magnitud todavía le falta experiencia. El templo no es para un hombre, sino para Dios el SEÑOR. Con mucho esfuerzo he hecho los preparativos para el templo de Dios. He conseguido oro para los objetos de oro, plata para los de plata, bronce para los de bronce, hierro para los de hierro, madera para los de madera; y piedras de ónice para engastar piedras de turquesa, piedras para mosaicos, piedras preciosas de toda clase y mármol en abundancia. Además, aparte de lo que ya he conseguido, por amor al templo de mi Dios entrego para su templo todo el oro y la plata que poseo: tres mil talentos de oro de Ofir y siete mil talentos de plata refinada, para recubrir las paredes de los edificios, para todos los objetos de oro y de plata, y para toda clase de trabajo que hagan los orfebres. ¿Quién de ustedes quiere hoy dar una ofrenda al SEÑOR?». Entonces los líderes de familia, los oficiales de las tribus de Israel, los comandantes de mil y de cien soldados, y los oficiales encargados de las obras del rey hicieron sus ofrendas voluntarias. Donaron para las obras del templo de Dios cinco mil talentos y diez mil dáricos de oro, diez mil talentos de plata, y dieciocho mil talentos de bronce y cien mil talentos de hierro. Los que tenían piedras preciosas las entregaron a Jehiel el guersonita para el tesoro del templo del SEÑOR. El pueblo estaba muy contento de poder dar voluntariamente sus ofrendas al SEÑOR; también el rey David se sentía muy feliz. Entonces David bendijo así al SEÑOR en presencia de toda la asamblea: «¡Bendito seas, SEÑOR, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre! Tuyos son, SEÑOR, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino y estás por encima de todo. De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder; y eres tú quien engrandece y fortalece a todos. Por eso, Dios nuestro, te damos gracias y a tu glorioso nombre tributamos alabanzas. »Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido. Ante ti, somos extranjeros que están de paso, como lo fueron nuestros antepasados. Nuestros días sobre la tierra son solo una sombra sin esperanza. SEÑOR y Dios nuestro, de ti procede todo cuanto hemos conseguido para construir un templo a tu santo Nombre. ¡Todo es tuyo! Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con honestidad te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas. SEÑOR, Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac e Israel, conserva por siempre estos pensamientos en el corazón de tu pueblo y dirige su pensamiento hacia ti. Dale también a mi hijo Salomón un corazón sincero, para que obedezca y ponga en práctica tus mandamientos, estatutos y mandatos. Permítele construir el templo para el cual he hecho esta provisión». Luego David animó a toda la asamblea: «¡Alaben al SEÑOR su Dios!». Entonces toda la asamblea alabó al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y se postró ante el SEÑOR y ante el rey. Al día siguiente, ofrecieron sacrificios y holocaustos al SEÑOR por todo Israel: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus respectivas ofrendas líquidas, y numerosos sacrificios. Ese día comieron y bebieron con gran regocijo en presencia del SEÑOR. Luego, por segunda vez, proclamaron como rey a Salomón, hijo de David, y lo consagraron ante el SEÑOR como soberano y a Sadoc lo ungieron como sacerdote.

1 Crónicas 29:1-22 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Luego, el rey David le dijo a toda la gente que se había reunido: «Dios eligió a mi hijo Salomón para que le construya el templo; sin embargo, él todavía está muy joven y no tiene experiencia para hacer un trabajo tan importante. ¡Él construirá el templo para nuestro Dios, y no se trata de la construcción de un palacio ordinario! »Con muchos sacrificios he podido juntar los materiales necesarios para construir el templo de mi Dios: oro, plata, bronce, hierro y madera para los muebles y utensilios que deben ser confeccionados. También he reunido muchísimas piedras preciosas de toda clase. »Es tan grande mi amor por este templo para mi Dios, que además de todo lo que ya he reunido, voy a entregar de mis propias riquezas lo siguiente: cien mil kilos del oro más fino que existe, y doscientos treinta mil kilos de plata fina, para recubrir las paredes del templo y sus edificios, y para los muebles y utensilios que harán los artesanos. »¿Quién de ustedes quiere demostrar hoy su amor a Dios, dando una ofrenda para la construcción del templo?» Entonces todos los jefes de Israel y las altas autoridades del reino dieron de buena voluntad las siguientes ofrendas: Ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, cerca de seiscientos mil kilos de bronce, tres millones trescientos mil kilos de hierro. Además, los que tenían piedras preciosas se las entregaron a Jehiel, descendiente de Guersón, que era el encargado de la tesorería del templo. El rey David y todo el pueblo estaban muy contentos porque todos dieron con sinceridad. Y aprovechando que tenía al pueblo reunido, David bendijo a Dios con estas palabras: «¡Bendito seas, Dios de Israel; Dios de nuestro antepasado Jacob; bendito seas para siempre! »¡Dios mío, a ti te pertenecen la grandeza y el poder, la gloria, el dominio y la majestad! Porque todo lo que existe es tuyo. ¡Tú reinas sobre todo el mundo! »Tú das las riquezas y el honor, y tú dominas a todas tus criaturas. Tuyos son el poder y la fuerza, y das grandeza y poder a todos. »Por eso es que hoy, Dios nuestro, te damos gracias, y alabamos tu nombre glorioso. »Dios nuestro, todas estas riquezas que hemos dado para construirte un templo, en realidad te pertenecen a ti. Son tuyas; tú nos diste todo, y ahora solo te regresamos lo que de ti habíamos recibido. Además, delante de ti, mi pueblo y yo somos como gente sin patria, que va de un lado a otro, como antes lo hicieron nuestros antepasados. Nuestra vida es como una sombra sobre la tierra, sin esperanza alguna. »Sabemos que ninguno de nosotros merece reconocimiento por las ofrendas que hemos traído. Yo sé, Dios mío, que tú te das cuenta de nuestras intenciones y que te gusta que seamos sinceros. Por eso me da una gran alegría saber que tu pueblo y yo te hemos presentado nuestras ofrendas, de buena voluntad y con toda sinceridad. »Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob: haz que tu pueblo tenga siempre esta manera de pensar y de sentir, y que te ame con todo el corazón. Y te pido que le des a mi hijo Salomón el profundo deseo de obedecer y poner en práctica todos tus mandamientos; también te pido que le permitas construir el templo con estos materiales que he reunido». Cuando terminó, David le dijo al pueblo: «¡Bendigan y alaben a Dios!» Entonces todo el pueblo, inclinándose ante Dios y ante el rey, bendijo y alabó al Dios de sus antepasados. Al día siguiente le presentaron a Dios, en nombre de todo Israel, muchísimos animales para sacrificarlos y quemarlos en su honor: mil toros, mil carneros y mil corderos, con sus ofrendas de vino. Ese día derramaron aceite sobre la cabeza de Salomón, para nombrarlo sucesor del rey David; lo mismo hicieron con Sadoc, para nombrarlo sacerdote. Esa fue la segunda ocasión en que todo el pueblo reconoció a Salomón como su rey, y todos comieron y bebieron con mucha alegría delante de Dios.

1 Crónicas 29:1-22 Reina Valera Contemporánea (RVC)

El rey David le dijo a toda la asamblea: «Dios ha escogido a mi hijo Salomón, pero él es todavía un niño tierno de edad, y la obra es demasiado grande. Esta casa no es para un hombre, sino para Dios el Señor. Con todas mis fuerzas yo he preparado todo para la casa de mi Dios: oro para los objetos de oro, plata para los objetos de plata, bronce para los de bronce, hierro para los de hierro, y madera para los de madera; además, piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia. Además de todo lo que he preparado para la casa del santuario, es tan grande mi afecto por la casa de mi Dios que, en mi tesoro particular, tengo guardado oro y plata, y lo voy a dar para la casa de mi Dios: cien mil kilos de oro, de oro de Ofir, y treinta mil kilos de plata refinada para recubrir las paredes de los edificios; oro para los objetos de oro, y plata para los objetos de plata y para toda obra que deban hacer los artífices. ¿Quién más quiere presentar hoy una ofrenda voluntaria al Señor?» Los jefes de familia y los jefes de las tribus israelitas, y los jefes de millares y de centenas, lo mismo que los administradores de las propiedades del rey, presentaron sus ofrendas voluntarias. Para el servicio de la casa de Dios dieron ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, seiscientos mil kilos de bronce, y tres millones trescientos mil kilos de hierro. Todo el que tenía piedras preciosas las puso en las manos de Yejiel el guersonita para el tesoro de la casa del Señor. El pueblo estaba feliz de haber contribuido voluntariamente, pues todo lo que ofrecieron al Señor lo dieron de corazón y de manera voluntaria. El rey David se alegró mucho y bendijo al Señor delante de toda la congregación. Dijo: «Bendito seas, Señor y Padre nuestro, Dios de Israel, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, Señor, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; pues tuyas son todas las cosas que están en los cielos y en la tierra. Tuyo es, Señor, el reino. ¡Tú eres excelso sobre todas las cosas! De ti proceden las riquezas y la gloria. Tú dominas sobre todo. En tu mano están la fuerza y el poder, y en tu mano también está el engrandecer y el dar poder a todos. Por eso ahora, Dios nuestro, alabamos y loamos tu glorioso nombre. »A decir verdad, ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para poder ofrecerte todo esto, y de manera voluntaria? Todo es tuyo, y lo que ahora te damos lo hemos recibido de tus manos. Nosotros, ante ti, somos unos extranjeros y advenedizos, como lo fueron todos nuestros padres: ¡nuestros días sobre la tierra son como una sombra pasajera! Señor y Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, procede de tu mano, y es todo tuyo. Dios mío, yo sé que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada. Por eso yo, con rectitud de mi corazón, te he ofrecido todo esto de manera voluntaria, y con alegría he visto que tu pueblo, reunido aquí y ahora, te ha ofrendado con espontaneidad. »Señor, Dios de nuestros padres Abrahán, Isaac e Israel, conserva siempre esta voluntad de corazón de tu pueblo, y encamina a ti su corazón. Dale a mi hijo Salomón un corazón perfecto, para que cumpla tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, y para que te edifique la casa y todas las cosas, para las cuales yo he hecho estos preparativos.» Después de esto, David dijo a toda la congregación: «Bendigan al Señor su Dios.» Entonces toda la congregación bendijo al Señor, Dios de sus padres, y se inclinaron y adoraron delante del Señor y del rey. Sacrificaron víctimas al Señor, y al día siguiente le ofrecieron holocaustos: mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel. Y ese día comieron y bebieron delante del Señor con gran alegría, y por segunda vez reconocieron como rey a Salomón hijo de David, y ante el Señor lo ungieron como príncipe, y a Sadoc lo ungieron como sacerdote.

1 Crónicas 29:1-22 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Después el rey David dijo a toda la asamblea: «Mi hijo Salomón, el único a quien Dios ha escogido, es un muchacho de tierna edad, mientras que la obra es enorme, porque no se trata del palacio para un hombre sino del templo para Dios, el Señor. Con todo esfuerzo he preparado lo necesario para el templo de mi Dios: oro, plata, bronce, hierro y madera respectivamente para cada cosa. Y también cornalina, piedras para engastar, mezcla, piedras para mosaico, toda clase de piedras preciosas y alabastro en abundancia. Pero además de todo lo que ya tengo preparado para el templo, y por el amor que tengo al templo de mi Dios, entrego para el templo el oro y la plata que son de mi propiedad personal: cien mil kilos del oro más fino, doscientos treinta mil kilos de plata refinada para cubrir las paredes de los edificios. Todo el oro y la plata para hacer de uno u otro metal lo que sea necesario, y para todo trabajo que tengan que hacer los artesanos. Y ahora, ¿quién quiere contribuir voluntariamente haciendo un donativo para el Señor?» Entonces los jefes de familia, los jefes de las tribus de Israel, los jefes de batallones y de compañías, y los jefes de obras públicas del rey, hicieron donativos voluntarios, dando para las obras del templo ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, y cerca de seiscientos mil kilos de bronce y tres millones trescientos mil kilos de hierro. También los que tenían piedras preciosas las entregaron a la tesorería del templo, que estaba a cargo de Jehiel, descendiente de Guersón. La gente se alegró de esta generosidad, porque habían dado estas cosas al Señor con toda sinceridad. También el rey David se puso muy contento. Entonces David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo: «¡Bendito seas para siempre, Señor, Dios de nuestro padre Israel! ¡Tuyos son, Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el dominio y la majestad! Porque todo lo que hay en el cielo y en la tierra es tuyo. Tuyo es también el reino, pues tú, Señor, eres superior a todos. De ti vienen las riquezas y la honra. Tú lo gobiernas todo. La fuerza y el poder están en tu mano, y en tu mano está también el dar grandeza y poder a todos. Por eso, Dios nuestro, te damos ahora gracias y alabamos tu glorioso nombre; pues, ¿quién soy yo y qué es mi pueblo para que seamos capaces de ofrecerte tantas cosas? En realidad, todo viene de ti y solo te damos lo que de ti hemos recibido. Pues ante ti somos como extranjeros que están de paso, igual que lo fueron todos nuestros antepasados, y nuestra vida sobre la tierra es como una sombra, sin ninguna esperanza. »¡Oh Señor, Dios nuestro, tuyas son y de ti han venido todas estas riquezas que hemos preparado para construir un templo a tu santo nombre! Yo sé, Dios mío, que tú examinas las conciencias y que te agrada la rectitud. Por eso, con recta intención te he ofrecido todo esto. Y ahora puedo ver con alegría que tu pueblo, aquí reunido, te ha presentado generosamente sus ofrendas. Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, nuestros antepasados, conserva siempre esta disposición de ánimo en el corazón de tu pueblo, y dirige su corazón hacia ti. Concédele también a mi hijo Salomón un corazón íntegro para que pueda cumplir tus mandamientos, preceptos y leyes, poniéndolos todos en práctica, y para que pueda construir el templo para el que he hecho los preparativos.» A continuación dijo David a toda la asamblea: «Ahora alaben al Señor su Dios.» Entonces la asamblea en pleno alabó al Señor, Dios de sus antepasados, y de rodillas se inclinaron ante el Señor y ante el rey. Al día siguiente ofrecieron al Señor sacrificios y holocaustos: mil becerros, mil carneros y mil corderos, con sus correspondientes ofrendas de vino y multitud de sacrificios por todo Israel. Aquel día comieron y bebieron con mucha alegría en presencia del Señor. Después proclamaron por segunda vez a Salomón, hijo de David, como rey, y lo consagraron ante Dios como soberano, y a Sadoc como sacerdote.

1 Crónicas 29:1-22 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Después dijo el rey David a toda la asamblea: Solamente a Salomón mi hijo ha elegido Dios; él es joven y tierno de edad, y la obra grande; porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios. Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia. Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios: tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata refinada para cubrir las paredes de las casas; oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de las manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová? Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrecieron voluntariamente. Y dieron para el servicio de la casa de Dios cinco mil talentos y diez mil dracmas de oro, diez mil talentos de plata, dieciocho mil talentos de bronce, y cinco mil talentos de hierro. Y todo el que tenía piedras preciosas las dio para el tesoro de la casa de Jehová, en mano de Jehiel gersonita. Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente. Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti. Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la casa para la cual yo he hecho preparativos. Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro Dios. Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e inclinándose adoraron delante de Jehová y del rey. Y sacrificaron víctimas a Jehová, y ofrecieron a Jehová holocaustos al día siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel. Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

1 Crónicas 29:1-22 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Luego el rey David se dirigió a toda la asamblea y dijo: «Mi hijo Salomón, a quien Dios evidentemente ha elegido para ser el siguiente rey de Israel, es aún joven y sin experiencia. El trabajo que él tiene por delante es enorme, porque el templo que construirá no es para simples mortales, ¡es para el SEÑOR Dios! Usando cada recurso a mi alcance, he reunido todo lo que pude para construir el templo de mi Dios. Así que hay suficiente oro, plata, bronce, hierro y madera, al igual que grandes cantidades de ónice y otras joyas costosas, y todo tipo de piedras finas y mármol. »Ahora, debido a la devoción que tengo por el templo de mi Dios, entrego todos mis propios tesoros de oro y de plata para ayudar en la construcción. Esto es además de los materiales de construcción que ya he reunido para su santo templo. Dono más de ciento dos toneladas de oro de Ofir y doscientas treinta y ocho toneladas de plata refinada para recubrir las paredes de los edificios y para los demás trabajos en oro y plata que harán los artesanos. Ahora bien, ¿quiénes de ustedes seguirán mi ejemplo y hoy darán ofrendas al SEÑOR?». Entonces los jefes de familia, los jefes de las tribus de Israel, los generales y capitanes del ejército y los funcionarios administrativos del rey, todos ofrendaron voluntariamente. Para la construcción del templo de Dios donaron alrededor de ciento setenta toneladas de oro, diez mil monedas de oro, trescientas cuarenta toneladas de plata, seiscientas doce toneladas de bronce y tres mil cuatrocientas toneladas de hierro. También contribuyeron con gran cantidad de piedras preciosas, que se depositaron en el tesoro de la casa del SEÑOR al cuidado de Jehiel, un descendiente de Gersón. El pueblo se alegró por las ofrendas, porque había dado libremente y de todo corazón al SEÑOR, y el rey David se llenó de gozo. Luego David alabó al SEÑOR en presencia de toda la asamblea: «¡Oh SEÑOR, Dios de nuestro antepasado Israel, que seas alabado por siempre y para siempre! Tuyos, oh SEÑOR, son la grandeza, el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo, oh SEÑOR, y este es tu reino. Te adoramos como el que está por sobre todas las cosas. La riqueza y el honor solo vienen de ti, porque tú gobiernas todo. El poder y la fuerza están en tus manos, y según tu criterio la gente llega a ser poderosa y recibe fuerzas. »¡Oh Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre! ¿Pero quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte algo a ti? ¡Todo lo que tenemos ha venido de ti, y te damos solo lo que tú primero nos diste! Estamos aquí solo por un momento, visitantes y extranjeros en la tierra, al igual que nuestros antepasados. Nuestros días sobre la tierra son como una sombra pasajera, pasan pronto sin dejar rastro. »¡Oh SEÑOR nuestro Dios, aun estos materiales que hemos reunido para construir un templo para honrar tu santo nombre vienen de ti! ¡Todo te pertenece! Yo sé, mi Dios, que tú examinas nuestro corazón y te alegras cuando encuentras en él integridad. Tú sabes que he hecho todo esto con buenas intenciones y he visto a tu pueblo dando sus ofrendas por voluntad propia y con alegría. »Oh SEÑOR, Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac e Israel, haz que tu pueblo siempre desee obedecerte. Asegúrate de que su amor por ti nunca cambie. Dale a mi hijo Salomón el deseo de obedecer de todo corazón tus mandatos, leyes y decretos, y de hacer todo lo necesario para edificar este templo, para el cual he hecho estos preparativos». Después, David le dijo a toda la asamblea: «¡Alaben al SEÑOR su Dios!». Y todos en la asamblea alabaron al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y se inclinaron y se arrodillaron ante el SEÑOR y ante el rey. Al día siguiente trajeron mil toros, mil carneros y mil corderos como ofrendas quemadas para el SEÑOR. También trajeron ofrendas líquidas y muchos otros sacrificios en nombre de todo Israel. Ese día festejaron y bebieron en la presencia del SEÑOR con gran alegría. Nuevamente coronaron a Salomón, el hijo de David, como su nuevo rey. Lo ungieron delante del SEÑOR como su líder, y ungieron a Sadoc como sacerdote.

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