Escuchad la instrucción y sed sabios, y no la menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas día a día, aguardando en los postes de mi entrada. Porque el que me halla, halla la vida, y alcanza el favor del SEÑOR. Pero el que peca contra mí, a sí mismo se daña; todos los que me odian, aman la muerte.
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