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Marcos 13:14-37

Marcos 13:14-37 LBLA

Mas cuando veáis la ABOMINACIóN DE LA DESOLACIóN puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Orad para que esto no suceda en el invierno. Porque aquellos días serán de tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizoDios hasta ahora, ni acontecerá jamás. Y si el Señor no hubiera acortado aquellosdías, nadiese salvaría; pero por causa de los escogidosque Él eligió, acortó los días. Entonces, si alguno os dice: «Mirad, aquí está el Cristo», o: «Mirad, allí está», no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señalesy prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos. Mas vosotros, estad alerta; ved que os lo he dicho todo de antemano. Pero en aquellos días, después de esa tribulación, EL SOL SE OSCURECERá Y LA LUNA NO DARá SU LUZ, LAS ESTRELLAS IRáN CAYENDO del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas. Entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN LAS NUBES con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y reunirá a sus escogidosde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. De la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. Estad alerta, velad; porque no sabéis cuándo es el tiempo señalado. Es como un hombre que se fue de viaje, y al salir de su casa dejó a sus siervos encargados, asignándole a cada uno su tarea, y ordenó al portero que estuviera alerta. Por tanto, velad, porque no sabéis cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga de repente y os halle dormidos. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!