¶Así dice el Señor, DIOS de los ejércitos:
Anda, ve a ese mayordomo,
a Sebna, que está encargado de la casa real, y dile:
«¿Qué es tuyo aquí,
y a quién tienes aquí,
que te has labrado aquí un sepulcro,
como el que labra en alto un sepulcro,
como el que esculpe una morada para sí en la peña?
-»He aquí, oh hombre, el SEÑOR te arrojará con violencia;
te asirá firmemente,
te enrollará bien como una pelota,
y te lanzará a una tierra muy espaciosa.
Allí morirás y allí quedarán tus magníficos carros,
oh tú, vergüenza de la casa de tu Señor».
Te depondré de tu cargo,
y te derribaré de tu puesto.
Y sucederá en aquel día,
que llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías,
lo vestiré con tu túnica,
con tu cinturón lo ceñiré,
tu autoridad pondré en su mano,
y llegará a ser un padre para los habitantes de Jerusalén
y para la casa de Judá.
Entonces pondré la llave de la casa de David sobre su hombro;
cuando él abra, nadie cerrará,
cuando él cierre, nadie abrirá.
Lo clavaré como clavija en lugar seguro,
y será un trono de gloria para la casa de su padre.
Y colgarán de él toda la gloria de la casa de su padre, descendencia y prole, todas las vasijas menores, desde los tazones hasta los cántaros. En aquel día —declara el SEÑOR de los ejércitos— la clavija clavada en un lugar firme se aflojará, se quebrará y caerá, y la carga colgada de ella será destruida, porque el SEÑOR ha hablado.