¶Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel:
Buscadme, y viviréis.
Pero no busquéis a Betel,
ni vayáis a Gilgal,
ni paséis a Beerseba;
porque ciertamente Gilgal será llevada cautiva,
y Betel caerá en desgracia.
Buscad al SEÑOR y viviréis,
no sea que Él prorrumpa como fuego, oh casa de José,
y consuma a Betel sin que haya quien lo apague;
consuma a los que convierten el juicio en ajenjo
y echan por tierra la justicia.
¶El que hizo las Pléyades y el Orión,
cambia las densas tinieblas en aurora,
y hace oscurecer el día en noche;
el que llama a las aguas del mar,
y las derrama sobre la faz de la tierra:
el SEÑOR es su nombre.
Él es quien desencadena destrucción sobre el fuerte,
y hace que la ruina venga sobre la fortaleza.
¶Ellos odian en la puerta al que reprende,
y aborrecen al que habla con integridad.
Por tanto, ya que imponéis fuertes impuestos sobre el pobre
y exigís de él tributo de grano,
las casas de piedra labrada que habéis edificado,
no las habitaréis;
habéis plantado viñas escogidas, pero no beberéis su vino.
Pues yo sé que muchas son vuestras transgresiones y graves vuestros pecados:
oprimís al justo, aceptáis soborno
y rechazáis a los pobres en la puerta.
Por tanto, el prudente se calla en ese tiempo, pues es tiempo malo.
¶Buscad lo bueno y no lo malo, para que viváis;
y así sea con vosotros el SEÑOR, Dios de los ejércitos,
tal como habéis dicho.
Aborreced el mal, amad el bien,
y estableced la justicia en la puerta.
Tal vez el SEÑOR, Dios de los ejércitos,
sea misericordioso con el remanente de José.