Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

Mateo 26:14-38

Mateo 26:14-38 NBV

Entonces Judas Iscariote, uno de los doce apóstoles, se presentó ante los principales sacerdotes y les preguntó: ―¿Cuánto me pagan si les entrego a Jesús? ―Treinta piezas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba la ocasión propicia para traicionar a Jesús. El primer día de las ceremonias pascuales en que los judíos se abstenían de comer pan con levadura, los discípulos le preguntaron a Jesús: ―¿Dónde quieres que preparemos la cena de Pascua? ―Vayan a la ciudad, a la casa de quien ya saben, y díganle que mi tiempo está cerca y que deseo celebrar la Pascua en su casa, con mis discípulos. Los discípulos obedecieron y prepararon allá la cena. Aquella noche, mientras comía con los doce, dijo: ―Uno de ustedes me va a traicionar. Entristecidos, cada uno de los discípulos le fue preguntando: ―¿Seré yo, Señor? Y él fue respondiendo a cada uno: ―Es el que va a comer conmigo en el mismo plato. Es cierto, voy a morir como está profetizado, pero pobre del hombre que me traiciona. Habría sido mejor si no hubiera nacido. Judas se le acercó también y le preguntó: ―¿Soy yo, Maestro? ―Sí. Tú lo has dicho. Mientras comían, Jesús tomó un pedazo de pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos. ―Tomen. Cómanlo; esto es mi cuerpo. Tomó luego una copa de vino, la bendijo y también la dio a sus discípulos. ―Beban esto, porque esto es mi sangre que sella el nuevo pacto. Mi sangre se derramará para perdonar con ella los pecados de infinidad de personas. Recuerden: No volveré a beber de este vino hasta el día en que beba con ustedes del nuevo vino en el reino de mi Padre. Después de estas palabras, cantaron un himno y se fueron al monte de los Olivos. Allí Jesús les dijo: ―Esta noche ustedes se alejarán de mí desilusionados, porque las Escrituras dicen que Dios herirá al pastor y las ovejas del rebaño se dispersarán. Pero después que resucite, iré a Galilea a encontrarme con ustedes. ―Aunque los demás te abandonen, yo jamás te abandonaré —le dijo Pedro. ―Pedro —le respondió Jesús—, te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. ―¡Aunque me cueste la vida, no te negaré! —insistió Pedro. Y los demás discípulos dijeron lo mismo. Entonces se los llevó al huerto de Getsemaní, y les pidió que se sentaran y lo esperaran mientras entraba al huerto a orar. Entró con Pedro y los dos hijos de Zebedeo (Jacobo y Juan). Ya a solas los cuatro, se fue llenando de indescriptible tristeza y de profunda angustia. «Tengo el alma llena de tristeza y angustia mortal. Quédense aquí conmigo. No se duerman».

Leer Mateo 26

YouVersion utiliza cookies para personalizar su experiencia. Al usar nuestro sitio web, acepta nuestro uso de cookies como se describe en nuestra Política de privacidad