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Romanos 10:5-21

Romanos 10:5-21 DHH94I

De la justicia basada en la ley, Moisés escribió esto: «La persona que cumpla la ley, vivirá por ella.» Pero de la justicia basada en la fe, se dice: «No pienses: “¿Quién subirá al cielo?” —esto es, para hacer que Cristo baje—; o “¿Quién bajará al abismo?”» —esto es, para hacer que Cristo suba de entre los muertos. ¿Qué es, pues, lo que dice?: «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.» Esta palabra es el mensaje de fe que predicamos. Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación. La Escritura dice: «El que confíe en él, no quedará defraudado.» No hay diferencia entre los judíos y los no judíos; pues el mismo Señor es Señor de todos, y da con abundancia a todos los que lo invocan. Porque esto es lo que dice: «Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación.» Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? ¿Y cómo van a anunciar el mensaje, si no son enviados? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!» Pero no todos han aceptado el evangelio. Es como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha creído al oír nuestro mensaje?» Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo. Pero yo pregunto: ¿Será tal vez que no oyeron el mensaje? ¡Claro que lo oyeron! Porque la Escritura dice: «La voz de ellos salió por toda la tierra, y hasta los últimos rincones del mundo llegaron sus palabras.» Y vuelvo a preguntar: ¿Será que los de Israel no se han dado cuenta? En primer lugar, Moisés dice: «Yo los pondré a ustedes celosos de un pueblo que no es pueblo; los haré enojar contra un pueblo que no quiere entender.» Luego, Isaías se atreve a decir: «Los que no me buscaban, me encontraron; y me mostré a los que no preguntaban por mí.» Y al hablar de los israelitas, Isaías dice: «Todo el día extendí mis manos a un pueblo desobediente y rebelde.»