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Salmos 119:129-152

Salmos 119:129-152 DHH94I

Tus mandatos son maravillosos; por eso los obedezco. La explicación de tus palabras ilumina, instruye a la gente sencilla. Con gran ansia abro la boca, pues deseo tus mandamientos. Mírame, y ten compasión de mí, como haces con los que te aman. Hazme andar conforme a tu palabra; no permitas que la maldad me domine. Líbrame de la violencia humana, pues quiero cumplir tus preceptos. Mira con buenos ojos a este siervo tuyo, y enséñame tus leyes. Ríos de lágrimas salen de mis ojos porque no se respeta tu enseñanza. Señor, tú eres justo; rectos son tus decretos. Todos tus mandatos son justos y verdaderos. Me consume el celo que siento por tus palabras, pues mis enemigos se han olvidado de ellas. Tu promesa ha pasado las más duras pruebas; por eso la ama este siervo tuyo. Humilde soy, y despreciado, pero no me olvido de tus preceptos. Tu justicia es siempre justa, y tu enseñanza es la verdad. Me he visto angustiado y en aprietos, pero tus mandamientos me alegraron. Tus mandatos son siempre justos; ¡dame entendimiento para que pueda yo vivir! Señor, te llamo con todo el corazón; ¡respóndeme, pues quiero cumplir tus leyes! A ti clamo, ayúdame para que cumpla tus mandatos. Antes de amanecer, me levanto a pedirte ayuda; he puesto mi esperanza en tu promesa. Antes de anochecer, mis ojos ya están velando para meditar en tu promesa. Oye mi voz, Señor, por tu amor; dame vida, conforme a tu justicia. Están cerca mis crueles perseguidores, pero están lejos de tu enseñanza. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandamientos son verdaderos. Desde hace mucho conozco tus mandatos, establecidos por ti eternamente.

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