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Proverbios 1:1-33

Proverbios 1:1-33 DHH94I

Dichos de Salomón, hijo de David, rey de Israel, que tienen como propósito: comunicar sabiduría e instrucción, ayudar a comprender palabras llenas de sentido, adquirir instrucción, prudencia, justicia, rectitud y equilibrio; hacer sagaces a los jóvenes inexpertos, y darles conocimiento y reflexión. El que es sabio e inteligente, los escucha, y adquiere así más sabiduría y experiencia para entender los dichos de los sabios, y sus palabras, ejemplos y adivinanzas. La sabiduría comienza por honrar al Señor; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción. Hijo mío, atiende la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre, pues serán para ti un bello adorno: como un collar o una corona. Si los pecadores quieren engañarte, ¡no se lo permitas, hijo mío! Tal vez te digan: «Ven con nosotros; por capricho tenderemos una trampa para matar a algún inocente cuando pase. Nos tragaremos vivos a los hombres honrados como se traga la muerte a quienes caen en el sepulcro. Tendremos toda clase de riquezas, ¡llenaremos nuestras casas con todo lo robado! Ven y comparte tu suerte con nosotros, y comparte también nuestro fondo común.» ¡Pero no vayas con ellos, hijo mío! Aléjate de sus malos caminos, pues tienen prisa por hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre! Aunque no vale la pena tender una trampa si los pájaros pueden verla, esos hombres se tienden la trampa a sí mismos y ponen su vida en peligro. Tal es el final de los ambiciosos: su propia ambición los mata. Por calles y avenidas la sabiduría hace oír su voz; proclama sus palabras por las puertas, por los puntos más concurridos de la ciudad: «Jóvenes inexpertos, burlones y necios, ¿hasta cuándo amarán la inexperiencia, y hallarán placer en sus burlas, y despreciarán el saber? Presten atención a mis correcciones y yo los colmaré de mi espíritu; les daré a conocer mis pensamientos. Yo los he llamado, los he invitado a venir, pero ustedes no han querido hacerme caso. Al contrario, han rechazado mis consejos; no han querido recibir mi corrección. ¡Ya me tocará reír cuando les llegue la desgracia! ¡Ya me burlaré cuando estén muertos de miedo, cuando vengan sobre ustedes temores y problemas, desesperación y angustia, como un torbellino que todo lo destruye! »Ese día me llamarán, pero no responderé; me buscarán, pero no me encontrarán; pues desprecian la sabiduría y no quieren honrar al Señor. No desean recibir mis consejos; desprecian mis correcciones. ¡Pues sufrirán las consecuencias de su conducta! ¡Quedarán hartos de sus malas intenciones! A los inexpertos los mata su falta de experiencia, y a los necios los destruye su despreocupación; pero el que me preste atención, vivirá en paz y sin temor de ningún peligro.»

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