Jesús les preguntó:
—¿Qué opinan ustedes de esto? Un hombre tenía dos hijos, y le dijo a uno de ellos: “Hijo, ve hoy a trabajar a mi viñedo.” El hijo le contestó: “¡No quiero ir!” Pero después cambió de parecer, y fue. Luego el padre se dirigió al otro, y le dijo lo mismo. Este contestó: “Sí, señor, yo iré.” Pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?
—El primero —contestaron ellos.
Y Jesús les dijo:
—Les aseguro que los que cobran impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que ustedes en el reino de los cielos. Porque Juan el Bautista vino a enseñarles el camino de la justicia, y ustedes no le creyeron; en cambio, esos cobradores de impuestos y esas prostitutas sí le creyeron. Pero ustedes, aunque vieron todo esto, no cambiaron de actitud para creerle.
»Escuchen otra parábola: El dueño de una finca plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó unos criados a pedir a los labradores la parte que le correspondía. Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a otro. El dueño volvió a mandar más criados que al principio; pero los labradores los trataron a todos de la misma manera.
»Por fin mandó a su propio hijo, pensando: “Sin duda, respetarán a mi hijo.” Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: “Este es el que ha de recibir la herencia; matémoslo y nos quedaremos con su propiedad.” Así que lo agarraron, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
»Y ahora, cuando venga el dueño del viñedo, ¿qué creen ustedes que hará con esos labradores?
Le contestaron:
—Matará sin compasión a esos malvados, y alquilará el viñedo a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.
Jesús entonces les dijo:
—¿Nunca han leído ustedes las Escrituras? Dicen:
“La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
Esto lo hizo el Señor,
y estamos maravillados.”
Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida cosecha. En cuanto a la piedra, cualquiera que caiga sobre ella quedará hecho pedazos; y si la piedra cae sobre alguien, lo hará polvo.
Los jefes de los sacerdotes y los fariseos, al oír las parábolas que Jesús contaba, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. Quisieron entonces arrestarlo, pero tenían miedo, porque la gente creía que Jesús era un profeta.