El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: «Di a los israelitas lo siguiente: »Cualquier israelita o extranjero que viva en Israel y que entregue alguno de sus hijos al dios Moloc, deberá ser muerto a pedradas por la gente del país. Yo me pondré en contra de ese hombre y lo eliminaré de entre su pueblo, por haber hecho impuro mi santuario y haber profanado mi santo nombre al entregar un hijo suyo a Moloc. Si la gente del país se desentiende del asunto y no condena a muerte a ese hombre, yo me pondré en contra de él y de su familia, y lo eliminaré de entre su pueblo junto con todos los que se corrompieron con él y recurrieron a Moloc. Y si alguien recurre a espíritus y adivinos, y se corrompe por seguirlos, yo me pondré en contra de esa persona y la eliminaré de entre su pueblo. »Conságrense completamente a mí, y sean santos, pues yo soy el Señor su Dios. Pongan en práctica mis leyes; cúmplanlas. Yo soy el Señor, que los consagra para mí. »A cualquiera que maldiga a su padre o a su madre, se le condenará a muerte. Ha maldecido a su padre o a su madre, y será el responsable de su propia muerte.
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