Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

San Juan 13:1-38

San Juan 13:1-38 DHH94I

Era antes de la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que había llegado la hora de que él dejara este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin. El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura. Cuando iba a lavarle los pies a Simón Pedro, este le dijo: —Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? Jesús le contestó: —Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás. Pedro le dijo: —¡Jamás permitiré que me laves los pies! Respondió Jesús: —Si no te los lavo, no podrás ser de los míos. Simón Pedro le dijo: —¡Entonces, Señor, no me laves solamente los pies, sino también las manos y la cabeza! Pero Jesús le contestó: —El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos. Dijo: «No están limpios todos», porque sabía quién lo iba a traicionar. Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la capa, se sentó otra vez a la mesa y les dijo: —¿Entienden ustedes lo que les he hecho? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. Les aseguro que ningún servidor es más que su señor, y que ningún enviado es más que el que lo envía. Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos. »No estoy hablando de todos ustedes; yo sé quiénes son los que he escogido. Pero tiene que cumplirse lo que dice la Escritura: “El que come conmigo, se ha vuelto contra mí.” Les digo esto de antemano para que, cuando suceda, ustedes crean que Yo Soy. Les aseguro que el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.» Después de decir esto, Jesús se sintió profundamente conmovido, y añadió con toda claridad: —Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar. Los discípulos comenzaron entonces a mirarse unos a otros, sin saber de quién estaba hablando. Uno de ellos, a quién Jesús quería mucho, estaba junto a él, mientras cenaban, y Simón Pedro le dijo por señas que le preguntara de quién estaba hablando. Él, acercándose más a Jesús, le preguntó: —Señor, ¿quién es? Jesús le contestó: —Voy a mojar un pedazo de pan, y a quien se lo dé, ese es. En seguida mojó un pedazo de pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y tan pronto como Judas recibió el pan, Satanás entró en su corazón. Jesús le dijo: —Lo que vas a hacer, hazlo pronto. Pero ninguno de los que estaban cenando a la mesa entendió por qué le decía eso. Como Judas era el encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le quería decir que comprara algo para la fiesta, o que diera algo a los pobres. Una vez que Judas hubo recibido el pan, salió. Ya era de noche. Después que Judas hubo salido, Jesús dijo: —Ahora se muestra la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se muestra en él. Y si el Hijo del hombre muestra la gloria de Dios, también Dios mostrará la gloria de él; y lo hará pronto. Hijitos míos, ya no estaré con ustedes mucho tiempo. Ustedes me buscarán, pero lo mismo que les dije a los judíos les digo ahora a ustedes: No podrán ir a donde yo voy. Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos. Simón Pedro le preguntó a Jesús: —Señor, ¿a dónde vas? —A donde yo voy —le contestó Jesús—, no puedes seguirme ahora; pero me seguirás después. Pedro le dijo: —Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? ¡Estoy dispuesto a dar mi vida por ti! Jesús le respondió: —¿De veras estás dispuesto a dar tu vida por mí? Pues te aseguro que antes que cante el gallo, me negarás tres veces.