Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

Jeremías 31:1-20

Jeremías 31:1-20 DHH94I

El Señor afirma: «En ese tiempo yo seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellas serán mi pueblo.» El Señor dice: «En el desierto me mostré bondadoso con el pueblo que escapó de la muerte. Cuando Israel buscaba un lugar de descanso, yo me aparecí a él de lejos. Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad. Te reconstruiré, Israel. De nuevo vendrás con panderetas a bailar alegremente. Volverás a plantar viñedos en las colinas de Samaria, y los que planten viñas gozarán de sus frutos. Porque vendrá un día en que los centinelas gritarán en las colinas de Efraín: “Vengan ustedes, vamos a Sión, al Señor nuestro Dios.”» El Señor dice: «Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob, la principal entre todas las naciones. Hagan oír sus alabanzas y digan: “El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de Israel.” Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con ellos vendrán los ciegos y los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz; ¡volverá una enorme multitud! Vendrán orando y llorando. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no tropiecen. Pues soy el padre de Israel, y Efraín es mi hijo mayor. »Naciones, escuchen la palabra del Señor y anuncien en las costas lejanas: “El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.” Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. »Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.» El Señor dice: «Se oye una voz en Ramá, de alguien que llora amargamente. Es Raquel, que llora por sus hijos, y no quiere ser consolada porque ya están muertos.» Pero el Señor le dice: «Raquel, no llores más; ya no derrames tus lágrimas, pues tus penas tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo. Yo, el Señor, lo afirmo. Hay una esperanza para tu futuro: tus hijos volverán a su patria. Yo, el Señor, lo afirmo. He oído al pueblo de Efraín quejarse amargamente: “Yo era como un novillo sin domar, pero tú me has domado; hazme volver a ti, pues tú eres el Señor, mi Dios. Yo me aparté de ti, pero estoy arrepentido; he reconocido mi pecado y me doy golpes en el muslo; me siento avergonzado y humillado por los pecados de mi juventud.” »El pueblo de Efraín es para mí un hijo amado; es el hijo que más quiero. Aun cuando lo reprendo, no dejo de acordarme de él; mi corazón se conmueve y siento por él gran compasión. Yo, el Señor, lo afirmo.