Jueces 6:3-4

Al experimentar momentos de adversidad, nuestros pensamientos se convierten en ataques directos en el matrimonio. En esas situaciones, sin importar las circunstancias, debemos rendirnos y humillarnos como pareja. Debemos dejarlo todo en las manos de Dios confiando que es Él quien peleará por nosotros. Sabemos que hasta el día de hoy, no se ha visto a un justo desamparado y que nosotros hemos sido justificados por Cristo.

Dios llamó a Gedeón para salvar a su pueblo de la opresión de los madianitas; “guerrero valiente” así lo llamó, no por su condición en ese momento, sino por lo que Dios veía en Gedeón. Tal vez nuestra situación es totalmente contraria a lo que Dios dijo de nosotros, pero tenemos que creer que Él ya nos dio la victoria y recordar que Dios jamás ha perdido una batalla.

El mundo entero esta lleno de lenguas o dialectos que buscan aprender para poder comunicarse y conocerse, su cultura, costumbres y lugares geográficos, esforzándose por tiempos prolongados en aprender los idiomas. En las relaciones humanas existe un sentimiento que se llama amor y también tiene sus lenguajes para comunicarlo, entre ellos las palabras de afirmación.

¿Alguna vez te has sentido como si no tuvieras nada que ofrecer? Como si fueras el menos indicado para ser usado por Dios. Imagínate a Gedeón escondido porque tiene miedo de los madianitas. Se siente pequeño, sin recursos, con un pasado familiar de idolatría. Tal vez tú también te has sentido así: débil, incapaz, oprimido, con problemas familiares, económicos o espirituales. Pero, cuando Dios te ve, Él ve lo que tú no logras ver de ti. Porque Dios ve lo que serás en Él.