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Isaías 66:2-22

Isaías 66:2-22 DHH94I

¡Yo mismo hice todas estas cosas, y así empezaron a existir! Yo, el Señor, lo afirmo. »El hombre en quien yo me fijo es el pobre y afligido que respeta mi palabra. Pero hay quienes sacrifican un toro, y también matan a un hombre; degüellan una oveja, y también desnucan un perro; ofrecen cereales, y también la sangre de un cerdo; queman incienso, y también adoran a un ídolo. A los que escogieron esos ritos detestables, les encanta hacer todo esto. Yo también escogeré el sufrimiento para ellos, y les traeré lo que ellos tanto temen. Porque llamé y nadie me respondió, hablé y nadie me escuchó; hicieron lo que yo no apruebo, escogieron lo que a mí me disgusta.» Escuchen la palabra del Señor, ustedes que respetan su palabra: «Algunos compatriotas de ustedes, que los odian, que los persiguen porque invocan mi nombre, dicen: “Que el Señor muestre su gloria; queremos verlos alegres.” Pero ellos quedarán en ridículo. Ese estruendo que viene de la ciudad, ese ruido que viene del templo, es el ruido que hace el Señor al dar su merecido a sus enemigos. »Sión dio a luz en un momento, antes de sentir los dolores del parto. ¿Quién ha oído decir algo parecido? ¿Quién ha visto algo semejante? ¿Nace una nación en un solo día? ¿Nace un pueblo en un momento? Pero cuando Sión comenzó a sentir los dolores, en seguida dio a luz a sus hijos. ¿Cómo iba yo a impedir el nacimiento, si yo soy quien hace dar a luz?» El Señor tu Dios lo ha dicho. «Alégrense con Jerusalén, llénense de gozo con ella todos los que la aman; únanse a su alegría todos los que han llorado por ella; y ella, como una madre, los alimentará de sus consuelos hasta que queden satisfechos. Porque yo, el Señor, digo: Yo haré que la paz venga sobre ella como un río, y las riquezas de las naciones como un torrente desbordado. Ella los alimentará a ustedes, los llevará en sus brazos y los acariciará sobre sus rodillas. Como una madre consuela a su hijo, así los consolaré yo a ustedes, y encontrarán el consuelo en Jerusalén.» Cuando ustedes vean esto, su corazón se alegrará; su cuerpo se renovará como la hierba. El Señor dará a conocer su poder entre sus siervos, y su ira entre sus enemigos. Porque el Señor llega en medio de fuego, sus carros parecen un torbellino; va a descargar el ardor de su ira y las llamas ardientes de su castigo. Sí, el Señor va a hacer el juicio con fuego, va a juzgar a todo el mundo con su espada y hará morir a muchos. El Señor afirma: «Los que se consagran y purifican para el culto pagano en los jardines siguiendo a uno que va en medio, los que comen carne de cerdo, de rata o de otros animales impuros, serán exterminados de una sola vez, porque yo conozco sus acciones y sus pensamientos. »Entonces vendré yo mismo a reunir a todos los pueblos y naciones, y vendrán y verán mi gloria. Yo les daré una señal: dejaré que escapen algunos y los enviaré a las naciones: a Tarsis, a Libia, a Lidia, país donde saben manejar el arco, a Tubal, a Grecia y a los lejanos países del mar, que nunca han oído hablar de mí ni han visto mi gloria; ellos anunciarán mi gloria entre las naciones. Harán venir de todas las naciones a todos los compatriotas de ustedes, a caballo, en carros, en literas, en mulas y en camellos. Serán una ofrenda para mí en Jerusalén, mi monte santo, como las ofrendas que traen los israelitas en vasos limpios a mi templo. Yo, el Señor, lo he dicho. »A algunos de ellos los elegiré para que sean sacerdotes y levitas. Yo, el Señor, lo he dicho.» También afirma el Señor: «Así como el nuevo cielo y la nueva tierra que yo voy a crear durarán para siempre, así también durarán tus descendientes y tu nombre.

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