Pero vendrá el día en que mi pueblo reconozca y sepa que yo, que le he hablado, soy el Señor.» ¡Qué hermoso es ver llegar por las colinas al que trae buenas noticias, al que trae noticias de paz, al que anuncia la liberación y dice a Sión: «Tu Dios es rey»! ¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz y a una dan gritos de triunfo, porque ven con sus propios ojos cómo vuelve el Señor a Sión. ¡Estallen en gritos de triunfo, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha tenido compasión de su pueblo, ha liberado a Jerusalén! El Señor ha mostrado su poder a la vista de todas las naciones. Por toda la tierra se sabrá que nuestro Dios nos ha salvado. ¡Salgan, salgan ya de Babilonia, no toquen nada impuro, salgan ya de Babilonia! ¡Consérvense limpios los que transportan los utensilios del Señor! Pero no tendrán que salir a toda prisa, no tendrán que salir huyendo, porque el Señor, el Dios de Israel, los protegerá por todos lados. Mi siervo tendrá éxito, será levantado y puesto muy alto. Así como muchos se asombraron de él, al ver su semblante, tan desfigurado que había perdido toda apariencia humana, así también muchas naciones se quedarán admiradas; los reyes, al verlo, no podrán decir palabra, porque verán y entenderán algo que nunca habían oído.
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