Yo te purifiqué, pero no como se hace con la plata, sino que te probé en el horno del sufrimiento. Por mi honor, por mi honor lo he hecho, pues mi nombre no puede ser profanado. No permitiré que den mi gloria a ningún otro. »Óyeme, Israel, pueblo de Jacob, a quien he llamado: Yo soy el único Dios, yo soy el primero y el último. Con mi mano afirmé la tierra, con mi mano extendí el cielo; en cuanto pronuncié su nombre, empezaron a existir.
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