Entonces mandó llamar a magos, adivinos, hechiceros y sabios, para que le explicaran aquellos sueños. Ellos fueron y se presentaron ante el rey, el cual les dijo:
—He tenido un sueño y estoy muy preocupado tratando de comprenderlo.
Y los sabios dijeron al rey, en arameo:
—¡Que viva Su Majestad para siempre! Cuente Su Majestad a estos servidores suyos lo que ha soñado, y nosotros le explicaremos lo que significa.
—Esta es mi decisión —contestó el rey—: Si no me dicen ustedes qué es lo que soñé y lo que significa, serán hechos pedazos y sus casas serán convertidas en un montón de escombros. Pero si me dicen lo que soñé y lo que mi sueño significa, recibirán regalos de mi parte, y favores y grandes honores. Así pues, díganme qué fue lo que soñé, y explíquenme su significado.
Los sabios respondieron por segunda vez:
—Cuéntenos Su Majestad lo que soñó, y nosotros le explicaremos el significado.
—Sé muy bien —contestó el rey— que ustedes quieren ganar tiempo, porque han oído mi decisión. Por lo tanto, si no me dicen lo que soñé, todos ustedes sufrirán la misma sentencia, pues se han puesto de acuerdo para darme como respuesta mentiras y falsedades, en espera de que cambie la situación. Díganme, pues, el sueño, y así sabré que también pueden explicarme su significado.
—No hay nadie en el mundo —respondieron los sabios— que pueda decir lo que Su Majestad desea saber. Por otra parte, jamás ningún rey, por grande y poderoso que haya sido, ha pedido semejante cosa a ningún mago, adivino o sabio. Lo que Su Majestad pide es tan difícil que no hay nadie que se lo pueda decir, a no ser los dioses; ¡pero ellos no viven entre los hombres!
Al oír esto, el rey se puso furioso y ordenó matar a todos los sabios de Babilonia. Una vez publicada la orden, buscaron también a Daniel y a sus compañeros para quitarles la vida.
Entonces Daniel habló de manera discreta y sensata con Arioc, el jefe de la guardia real, que ya se disponía a matar a los sabios. Y le preguntó:
—¿Por qué ha dado el rey esta orden tan terminante?
Arioc le explicó el motivo. Entonces Daniel fue a ver al rey y le suplicó que le concediera algún tiempo para poder explicarle el sueño y su significado. Luego se fue a su casa e informó de todo a sus compañeros Ananías, Misael y Azarías, para que pidieran ayuda del Dios del cielo sobre aquel misterio, a fin de que no los mataran junto con los otros sabios de Babilonia. Aquella noche el misterio le fue revelado a Daniel en una visión, por lo cual Daniel bendijo al Dios del cielo con estas palabras:
«Bendito sea por siempre el nombre de Dios,
porque suyos son la sabiduría y el poder.
Él cambia los tiempos y las épocas;
quita y pone reyes,
da sabiduría a los sabios
e inteligencia a los inteligentes.
Él revela las cosas profundas y secretas;
conoce lo que está en la oscuridad,
pues la luz está con él.
A ti, Dios de mis padres,
te doy gracias y te alabo,
porque me has hecho sabio y fuerte;
y ahora me has hecho saber lo que te pedimos:
nos has dado a conocer lo que preocupaba al rey.»