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1 Samuel 9:1-15

1 Samuel 9:1-15 DHH94I

En la tribu de Benjamín había un hombre llamado Quis, que era hijo de Abiel y nieto de Seror; su bisabuelo había sido Becorat, hijo de Afíah. Quis, hombre muy respetado, tenía un hijo, joven y bien parecido, que se llamaba Saúl. No había otro israelita tan bien parecido como él, pues en estatura ninguno le pasaba del hombro. Un día, a Quis se le perdieron sus asnas. Entonces le dijo a su hijo Saúl: —Prepárate y ve a buscar las asnas. Llévate a uno de los criados. Saúl se fue, atravesó la región montañosa de Efraín y pasó por la región de Salisá; pero no encontró las asnas. Pasó también por la región de Saalim y por la de Benjamín, y tampoco las halló. Al llegar a la región de Suf, dijo Saúl al criado que lo acompañaba: —Vamos a regresar, pues mi padre debe de estar ya más preocupado por nosotros que por las asnas. El criado le contestó: —En esta ciudad hay un profeta a quien todos respetan, porque todo lo que anuncia sucede sin falta. Vamos allá, y quizá él nos indique el camino que debemos seguir. —Vamos, pues —contestó Saúl—. Pero, ¿qué le llevaremos a ese hombre? Ya ni siquiera nos queda pan en las alforjas. No tenemos nada que ofrecerle al profeta. El criado respondió: —Tengo en mi poder una pequeña moneda de plata. Se la daremos al profeta para que nos indique el camino. (Antiguamente, cuando algún israelita quería consultar a Dios, decía: «Vamos a ver al vidente»; pues al que ahora se le llama «profeta», antes se le llamaba «vidente».) —De acuerdo —dijo Saúl—. Vamos allá. Los dos se dirigieron a la ciudad donde vivía el profeta, y cuando iban subiendo la cuesta, en dirección a la ciudad, se encontraron con unas muchachas que iban a sacar agua y les preguntaron: —¿Es aquí dónde podemos encontrar al vidente? Ellas les respondieron: —Sí, pero se encuentra más adelante. Dense prisa, pues ha venido a la ciudad porque hoy se celebra el sacrificio en el santuario. En cuanto lleguen ustedes allí, búsquenlo, antes de que se vaya al santuario para la comida. La gente no comerá hasta que él llegue, pues él tiene que bendecir el sacrificio, después de lo cual comerán los invitados. Por eso, vayan ahora, porque en este momento lo encontrarán. Ellos continuaron subiendo, rumbo a la ciudad. Y precisamente cuando iban llegando a ella, Samuel salía en dirección contraria, para ir al santuario. El día anterior a la llegada de Saúl, el Señor había hecho la siguiente revelación a Samuel