Los hijos son la herencia que nos da el SEÑOR; los frutos del vientre son la recompensa que viene de Dios. Los hijos de un hombre joven son como flechas en las manos de un guerrero. Qué afortunado es el hombre que llena su aljaba con flechas como esas. No será avergonzado por sus enemigos cuando trate con ellos en los tribunales.
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