Entonces el SEÑOR Dios dijo: «No le hace bien al hombre estar solo, haré a un ser capaz de ayudarlo y que sea su aliado». Entonces el SEÑOR Dios formó los animales silvestres y todas las aves del cielo. Los llevó al hombre para ver cómo los iba a llamar y con ese nombre se quedó cada ser viviente. El hombre les dio nombre a todos los animales que serían domesticados, a todas las aves del cielo y a todos los animales silvestres; pero ninguno de ellos resultó capaz de formar pareja con él para ayudarlo. Entonces el SEÑOR Dios hizo que el hombre durmiera profundamente y mientras dormía le quitó una parte de su costado y rellenó esa parte con carne. Después, de esa parte de su costado el SEÑOR Dios hizo una mujer y se la llevó al hombre. El hombre dijo: «¡Al fin! ¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! La llamaré “mujer”, porque fue sacada del hombre». Por esa razón el hombre deja a su papá y a su mamá, se une a su esposa y los dos se convierten en un solo ser. Tanto el hombre como la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos se avergonzaba por eso.
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