Dios volvió a hablarme en un sueño el día veinticuatro del mes de Sebat, también durante el segundo año del gobierno del rey Darío. Era de noche, y en ese sueño vi un hombre que montaba un caballo de pelo colorado. Ese hombre estaba parado en medio de un valle. El valle estaba lleno de esos arbustos conocidos como mirtos. Detrás de él había otros hombres que montaban caballos de pelo colorado, café y blanco. En mi sueño un ángel hablaba conmigo, así que le pregunté: —¿Podría usted decirme quiénes son estos hombres? Y el ángel me contestó: —Ahora te lo voy a decir. Pero antes de que me lo dijera, el jinete que estaba entre los mirtos me explicó: —Dios ha enviado a estos jinetes para que recorran todo el mundo. El ángel se había quedado entre los mirtos. En ese momento los jinetes le informaron: —Ya recorrimos toda la tierra, y la hemos encontrado tranquila y en paz. Entonces el ángel preguntó: —Dios todopoderoso, hace ya setenta años que estás enojado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuándo vas a tener compasión de ellas? Dios le respondió con palabras muy amables y tranquilizadoras. Luego el ángel me ordenó que anunciara de parte de Dios el siguiente mensaje: «Yo amo mucho a Jerusalén, y amo mucho a mi templo. Y aunque por algún tiempo estuve enojado con mi ciudad, me llena de furia ver a naciones que se sienten muy orgullosas, y que se aprovecharon de mi enojo para hacer sufrir a Jerusalén. »Pero quiero que sepan que reconstruiré mi ciudad, y también mi templo. ¡Le mostraré cuánto la quiero! Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así lo haré». Todavía el ángel me ordenó que anunciara de parte de Dios este otro mensaje
Leer Zacarías 1
Compartir
Comparar todas las versiones: Zacarías 1:7-17
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos