Pero tú, Tito, debes enseñar lo que es correcto. A los ancianos, diles que deben ser responsables, que deben controlar sus deseos y pensar bien lo que van a hacer. También deben confiar en Dios, amar a los demás, y ser siempre pacientes.
Recomienda a las ancianas que se comporten como personas que aman a Dios. No deben ser chismosas ni emborracharse, sino más bien ser un buen ejemplo para las mujeres más jóvenes, y enseñarles a amar a sus esposos e hijos. También deben enseñarles a pensar bien lo que van a hacer, y a ser dueñas de sí mismas, a atender bien a su familia y sujetarse a su esposo. Así nadie podrá hablar mal del mensaje de Dios.
A los jóvenes, recomiéndales que aprendan a controlar sus malos deseos. Tú mismo tienes que ser un buen ejemplo en todo. Enséñales a hacer el bien y, cuando lo hagas, hazlo con seriedad y honestidad. Di siempre lo bueno, y así nadie podrá criticarte. Si haces lo que te digo, los que están en contra nuestra sentirán vergüenza y no podrán hablar mal de nosotros.
A los miembros de la iglesia que son esclavos, diles que obedezcan siempre a sus amos, y que sean amables y no discutan nada. No deben robar, sino ser totalmente honestos, para que todos vean lo hermosa que es la enseñanza acerca de Dios nuestro salvador.
Dios ha demostrado cuánto ama a todo el mundo, pues les ha ofrecido la posibilidad de salvarse del castigo que merecen. Ese amor de Dios nos enseña que debemos dejar de hacer el mal, y no desear lo malo de este mundo. También nos enseña que, en este mundo, debemos ser honestos y fieles a Dios, y pensar bien lo que hacemos. Así debemos vivir, mientras llega ese día feliz y maravilloso que todos esperamos, cuando se manifestará nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él quiso morir para rescatarnos de todo lo malo y para purificarnos de nuestros pecados. Al hacerlo, nos convirtió en su pueblo, en un pueblo decidido a hacer el bien.
Enseña estas cosas con toda autoridad, para animar y corregir a la gente. No des motivo para que te falten el respeto.