Dios mío, yo quiero hacer siempre lo que tú ordenes; ¡enséñame a hacerlo! Pon en mí este único deseo: ¡adorarte solo a ti! Mi Señor y Dios, yo quiero alabarte siempre con todo el corazón. Tanto me amas que no me dejas morir. Dios mío, una banda de asesinos que presume de su maldad me ataca y quiere matarme. No quieren nada contigo. Pero tú, mi Dios, eres bondadoso y compasivo; no te enojas fácilmente, y tu amor es siempre el mismo. Dirige a mí tu mirada y tenme compasión. Soy tu servidor más humilde, ¡concédeme tu fuerza y ven a salvarme! Haz que mi vida refleje lo bueno que eres tú. Quedarán en ridículo mis enemigos cuando vean que tú me das ayuda y consuelo.
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