5 (6) ¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Solo a él alabaré! 6-7 (7-8) Me siento muy angustiado, y por eso pienso en ti. Las olas de tristeza que has mandado sobre mí, son como un mar agitado; son como violentas cascadas que descienden de los cerros, de los montes Hermón y Mizar, y se estrellan en el río Jordán. 8 (9) Te ruego, Dios de mi vida, que de día me muestres tu amor, y que por la noche tu canto me acompañe.
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