1 (1b) Cuando Dios nos hizo volver de Babilonia a Jerusalén, creíamos estar soñando. De los labios nos brotaban risas y cánticos alegres. Hasta decían las demás naciones: «Realmente es maravilloso lo que Dios ha hecho por ellos». ¡Lo que Dios hizo por nosotros fue realmente maravilloso, y nos llenó de alegría! Dios, devuélvenos el bienestar, como le devuelves al desierto sus arroyos. Las lágrimas que derramamos cuando sembramos la semilla se volverán cantos de alegría cuando cosechemos el trigo.
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