El que trabaja la tierra siempre tiene comida de sobra, pero el que sueña despierto es un gran tonto. Los malvados son esclavos de sus malos deseos; pero los buenos son como árboles que dan mucho fruto. Los malvados caen en la trampa de sus propias mentiras; los buenos triunfan sobre el mal. Cada uno recibe lo que merecen sus palabras y sus hechos. El tonto está seguro de que hace lo correcto; el sabio hace caso del consejo. Los tontos fácilmente se enojan; los sabios perdonan la ofensa. La gente honrada siempre dice la verdad, pero el testigo falso dice puras mentiras. El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida. El que dice la verdad vive una larga vida; el que solo dice mentiras no vive mucho tiempo. En la mente de los malvados solo hay engaño; entre los que aman la paz reina la alegría. El bueno no sufre ningún daño; al malvado los males le llegan juntos. Dios no soporta a los mentirosos, pero ama a la gente sincera. Si realmente eres sabio, no presumas de lo que sabes; solo los tontos se jactan de su estupidez.
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